Emma bajó en ropa deportiva y tenis, se ató el cabello en una coleta, su maquillaje era natural, se veía muy linda. El CEO solo la miró y le extendió la mano y cuando ella se la dió él la besó. — vamos cariño, salgamos de aquí. — ¿Tú vas a conducir? — Por supuesto, dije que yo te llevaría a recorrer la ciudad. La pelirroja sonrió y se le pegó tomándolo del brazo, Rafael sintió su calidez y le dió un beso en la coronilla. El coche de lujo recorría la ciudad, las enguantadas manos de Rafael tomaban con seguridad el volante. Emma amaba verlo tan concentrado, ese hombre era tan atractivo, misterioso, elegante. No podía evitar amarlo aunque lo deseara. — ¿Puedo obsequiarte una foto mía para que la veas todo el tiempo. — Interrumpió el CEO, sorprendiendo a la pelirroja. — No seas engreído, solo estaba viendo tu lado de la calle. — Emma se alejó y se recargó en la puerta. — Ven aquí, ¿Por qué te quitaste? — Aquí estoy bien. — Emma no era sencilla de lidiar. Rafae
La bella Kei estaba saliendo de la escuela. Maurice la alcanzó para saludarla, ellos caminaban por el camino que llevaba hacia la salida del campus. Cuando de pronto vieron a un entrajado hombre recargado en su auto de lujo. Hola princesa, supuse que estarías por salir de clases, vamos, te invito a comer a tu restaurante favorito. — Dominic, ¿Qué haces aquí? Papá me ha pedido que no te vea más hasta que tú padre le dé una respuesta a su propuesta, lo siento pero no voy a llevarle la contraria a mi padre. Después de la enorme regañada que nos puso a mi y a Serena, no quiero hacerlo enfadar. — ¿Y quién le va a decir? ¿Tú? — Si te llevas a Kei, yo mismo iré a contarle al señor Ivanov que viniste a sonsacarla. — Advirtió Maurice. — Hazlo y te rompo tu madre, además, ¿Tú por qué te le estás acercando a Kei? Se supone que todos lo tenemos prohibido. — Yo no tengo prohibido nada. El señor Sergey a mi no me dijo que no podía seguir siendo amigo de su hija. Dominic lo pens
La mirada azul de Alexander, penetrante e intimidante estaba fija sobre el tipejo ese que estaba lastimando a la bella chica de ojos marrones claros. La joven tenía lágrimas en su blanco rostro, se podía notar por la expresión de su mirada que estaba asustada. — Tú no tienes por qué meterte, esta chica está saliendo conmigo. Solamente estamos teniendo una discusión. — No, no es verdad, no salgo con él, me invitó a comer y yo acepté por qué no sabía la clase de tipo que era, me quiere obligar a que sea su novia, ayudame por favor Alexander. Obviamente que la linda señorita Lombardi, conocía al gemelo Ivanov aunque hacia tiempo que no lo veía. — No te preocupes Isadora, déjamelo a mí, yo lo voy a solucionar, todo va a estar bien. — El CEO ruso sacó su celular e hico una llamada a los gemelos Lombardi. — ¿Qué sucede Alexander? — Me acabo de encontrar con un tipejo que está maltratando a su hermana Isadora, aunque no los necesito para partirle la cara, estoy tan furios
En el departamento de Emma De León. Ella y su novio se besaban, más está vez Ethan Mendía puso sus manos en los redondos senos de la hermosa asistente que había convertido en su novia. — Ethan. No... no hagas esto, ya te he dicho que no quiero que tengamos sexo hasta después de casarnos. — ¿Pero por qué? Tenemos tres años de novios Emma. No es normal que te me sigas negando como mujer. ¿Me amas, no es cierto? — S...si, pero eso no tiene nada que ver. Por supuesto que te amo Ethan, pero mis principios son importantes para mí. Solo esperemos hasta nuestra luna de miel. Te aseguro que será muy bello para ambos. — ¡Siempre lo mismo contigo! ¿Sabes? Me estoy cansado de que siempre saques el mismo cuento. Soy un hombre y tengo necesidades. — El hombre se puso de pié para pasar al sanitario. Pasaría a lavarse la cara antes de irse del departamento. Emma se había quedado pensando en que quizás su novio tenía razón y ella estaba siendo demasiado anticuada. Más un mensaje que entró
La asistente tomó su bolsa y salió a ver a su amiga Elena. Se habían conocido en el centro comercial un par de meses atrás. Necesitaba hablar con alguien. Necesitaba deshogar su pena y aliviar un poco su atribulada alma. Condujo llorosa hasta la villa de su amiga donde había estado un par de veces tomando café sin imaginarse la sorpresa que le tenía la vida. — Emma, ¿Qué te sucedió, amiga? ¿Por qué estás así? — La mujer pelinegra abría la puerta para recibirla. Se notaba que había llorado y mucho. — Elena, ¿Estás ocupada? ¿Puedo pasar? — Por supuesto que sí. Mírate cómo vienes. Estaba alistando a Alina por qué su padre la llevará a jugar al parque. Mi esposo es un hombre muy ocupado pero se lo prometió a la niña. A Emma se le vino de pronto las palabras del mensaje que leyó. Eran las exactas que había visto escritas en el celular de Ethan. — Elena, tú... ¿Cómo se llama tu esposo? ¿Cuál es su nombre? — El corazón le latía a mil a la bella asistente. — Su nombre es E
Rafael viajó a aquellos tiempos cuando Emma, él y los gemelos Lombardi estudiaban en la misma escuela. Ella estaba dos grados menos que ellos pero eso no impedía su amistad. Aunque el CEO siempre la había visto con otros ojos. El cabello Rojizo de ella le gustaba muchísimo. Emma era muy linda y adorable. — ¿Dónde está ella? ¿Qué le pasó? — Escribía en su celular y lo enviaba a su amigo. — La encontré en un exclusivo bar del sur. Un tipo la estaba molestando. Seguro quería aprovecharse de su estado de ebriedad. — ¿Lo mataste? — Preguntaba el CEO fríamente. — ¡Diablos no...! Solo lo amenacé para que la dejara en paz y se largara. ¿Te sigue gustando, eh? — Sabes que tengo una prometida. — No fue eso lo que pregunté. Tu relación absurda no es el punto aquí. — ¿Para donde la llevas? No te atrevas a tocarle uno solo de sus cabellos, Domenico. — Ella es soltera, tú tienes novia. ¿Qué me lo impide? Ya te has decidido casar con Joana. Por cierto suerte con eso. Se sabe
Esa noche el millonario CEO Rafael Mendoza se quedó dormido en el sofá de la sala de su amigo observando a su antiguo amor. No fue hasta que el sol les dió a ambos en el rostro que despertaron. — ¡Carajo, me duele mucho la cabeza...! — La pelirroja se llevó las manos a la cabeza intentando atenuar el dolor. ¿En... dónde estoy? No conozco este lugar. — La jóven se puso de pie con dificultad, temía haber despertado con algún desconocido y haber hecho algo inapropiado, más cuando lo vió frente a ella, era él... Su amor de adolescencia, el hombre dormía en el sofá, Emma apenas alcanzó a ahogar un grito con su mano. El corazón de Emma parecía que se le iba a salir del pecho, ¿Qué diablos hacía su ex novio ahí? ¿Acaso él la había traído a su villa? El hombre que quiso con locura, Rafael Mendoza, yacía ahí dormido cubriéndose con su fino saco del frío. Estaba más apuesto de lo que lo recordaba, cabello oscuro, ojos verdes esmeralda tan profundos como el mar, sus gruesos y carnosos labi
La respuesta del CEO Mendoza fué tajante y hasta algo ruda. Emma no terminaba de discernir si su contestación le complacía o le disgustaba. Es decir, no quería volver a cometer el mismo error que cometió con Ethan y ser utilizada de nuevo. Bien decían que mezclar trabajo con romance nunca resultaba bueno. Pero a la misma vez se sintió un poco decepcionada. Al parecer su amor del pasado no conservaba ni un mínimo sentimiento por ella. — Okey... Entonces ha quedado claro. Mañana a primera hora estaré en tu oficina, llevaré a Elena para que las dos comencemos a trabajar. Ahora sí me voy. — Emma señaló la salida mientras comenzaba a caminar torpemente. — !Alto ahí! — El CEO volvió a detenerla. La pelirroja se detuvo como si la sola voz del hombre la paralizara. — ¿Y ahora qué, Rafael? Ya te dije que necesito marcharme. — Espera. El ojiverde caminó hasta ella y buscó su celular. Tecleó su número en el y se marcó. — ¡¿Qué diablos haces con mi celular?! ¡Esto es privad