Lisandro llega a la clínica y ni siquiera estaciona bien el auto; es tanta su preocupación que baja del auto sin cerrar la puerta, llamando la atención de los presentes. Siente que le falta el aire y corre como si no hubiera un mañana.Al llegar a la habitación donde tienen internado a su hijo, donde debe estar también Aileen y Graciela, no están. La vacía habitación lo alerta aún más.—Señor Caristeas—. Una enfermera se acerca a verlo consternado —Venga conmigo, por favor.—¿Mis hijos? ¿Dónde están mis hijos?—. Su arrogancia hace que la enfermera baje su mirada.—Lo llevaré, señor; pero le pido que se controle. Sígame—. Le pide, y Lisandro se deja guiar por ella.—Señor Caristeas, el doctor me pidió estar atenta a su llegada; me ha ordenado que le diga lo siguiente. Intentaron envenenar a los niños y a la señora Graciela. Afortunadamente, yo tenía turno y entré a la habitación cuando una persona extraña les había traído el desayuno. Conozco perfectamente a los empleados del área de c
Al Andrea escuchar aquella confesión, por poco olvida que es una mujer profesional, que no puede dejarse llevar por sus emociones. Sin embargo, necesita más de lo que ha dicho Berenice. Respira profundo al escuchar el llamado de la señora Caristeas y cambia su semblante, pero algo sí tiene claro: esa vieja decrépita es la asesina de su madre.—¿Qué desea, señora Caristeas?—. Mira al señor Caristeas para asegurarse de que está bien, ya que ella sabía lo mucho que ellos se amaban y lo muy feliz que la hizo hasta que Berenice le arrebató la vida a su madre. —Organiza una habitación para el señor Caristeas—. Le ordena y se marcha a su habitación de meditación.—Cuanto te detesto, Berenice—. Susurra el señor Caristeas —Si llegas a ser el culpable de la muerte de mi amada, te juro que te pudrirás en la cárcel—. Andrea lo oye balbucear.—¿Le puedo ayudar en algo, señor?—. Lo mira a los ojos y él a ella.—No… sabes, no entiendo cómo soportas a Berenice—. Se cruza de brazos —Por cierto, ¿quié
—Papá…—. Connor se esfuerza por hablar.—¡Hijo!—. Caroline lo mira con asombro.—Aquí estoy, hijito, no te esfuerces, estamos aquí para cuidarte—. Le acaricia la mano.—Tenía miedo, papá, estaba en la oscuridad, pero… un angelito me dijo que debía despertar—. Abre sus ojos y ve algo borroso.—Mi amor, no te esfuerces, llamaré a la enfermera—. Se marcha muy emocionada, aunque sus piernas tiemblan.—Hijo, sabía que ibas a salir de esto, aunque te confieso que sentí mucho miedo—. Se acerca aún más.—No me sueltes, papá… quiero que estemos todos juntos—.—Así será, hijo, danos unos días y verás que estaremos juntos—. Le sonríe forzosamente. Es lo que mas desea Lisandro, pero Caroline ahora tiene esposo y literalmente eso complica un poco la union, pues ese es el pensamiento de Lisandro El doctor Dioniso tuvo que regresar a la clínica al saber la gran noticia de Connor Caristeas. Se organizó para atenderlo mientras que Caroline y Lisandro estuvieron allí junto a su hijo, dándole apoyo.Pe
Caroline siente adrenalina; aún puede sentir en sus manos el cabello de Berenice y, por tal razón, se sacude. La mira con furor y siente la necesidad de golpearla más, ya que esa señora no merece misericordia. Sin embargo, está a la expectativa de lo que diga el señor Octavio Caristeas, y aunque él se ponga en su contra, seguirá su plan al pie de la letra con tal de que Berenice pague por sus delitos.—¡Te juro, Caroline, que cada golpe que me has dado será el triple de dolor para tí!— La señora Caristeas se siente ofendida, aunque le propinó ciertos golpes a Caroline; no se comparan con los que recibió. Le duele la cabeza y su rostro le arde porque Taylor le dejó rasguños.—¡Suficiente!— Octavio se pone en medio de ellas dos para que no peleen más. Parker se acerca a Caroline y se pone a su lado para intentarla calmar. Literalmente, ella cada vez lo sorprende; al verla pelear como una salvaje le llamó la atención y piensa que es una mujer maravillosa.—¿Estás bien?— le pregunta susur
Los ojitos de los niños parecen dos luceros al contemplar el beso de sus padres; su sonrisa ladina es algo gratificante que, en medio del caos que viven, el amor permanece entre ellos. Mientras que Parker siente impotencia y, evidentemente, captó la indirecta de Lisandro; por lo tanto, pasa saliva y luego tensa su mandíbula.—Tío Parker, ¿cierto que mami y papi hacen una linda pareja?— La pregunta de Aileen hace que Caroline reaccione y se aparte de Lisandro sin hacer un movimiento brusco para que sus pequeños no se alerten.—Claro— responde Parker con seriedad, mirando a Caroline, y luego, sin más, sale de la habitación. Siente que su sangre hierve y que su corazón está tan acelerado que desea golpear lo primero que se le atraviese.Lisandro Caristeas sonríe para sus adentros, sabiendo que su hermano se siente ofendido.—Hijos, ya vengo, no me tardo— les dice, sin dejar de mirar a Caroline. Necesita más de ella, la cual siente sus labios arder y una calentura infernal en su entrepier
—¡Lisandro!— Posa sus manos en su rostro para hacerlo reaccionar, pero lo que él hace es abrazarla, porque siente nostalgia por aquel recuerdo. Sus pequeños hijos miran en silencio y Caroline le corresponde aquel abrazo.—Perdóname—. Ella puede sentir los fuertes latidos de su corazón.—Cálmate…— balbucea al sentirlo temblar y no lo comprende. Realmente, ella se está asustando.—Perdón por no recordarte. He tenido un recuerdo de nuestros hijos—. La confesión de Lisandro hace que ella lo abrace más.—¿Papito, qué tienes?— Aileen no se aguantó las ganas de preguntar.—¿Estás triste, papá?— Connor no tiene la fuerza para hablar en voz alta, no obstante, pueden escucharlo.—Tranquilos, niños—. Caroline se aparta de Lisandro. —Su padre está bien—. Mira el labio lastimado. —¿Qué te pasó en el labio? ¿Dónde está Parker? —Me he golpeado, y mi hermano se ha ido. Vamos a dormir a los niños—Lisandro…—. Lo menciona sintiendo su cuerpo temblar.—¿Sí?—No importa si ya no me recuerdas—. La mirada
—Es fascinante tenerte a mi lado—. Lisandro acaricia el cabello de Caroline, y literalmente ella siente más amor por él, aunque no se lo diga. Después de todo, ella lo lastimó y eso le generó desconfianza, aunque entre sus brazos se siente como una pequeña quien necesita amor, protección, ese calor que solo él le ofrece inconscientemente. —Es hora de dormir… Quédate aquí, dormiré con Aileen—. Intenta apartarlo de su lado. —Sé que estás cansada, pero siento que necesito más de ti. Además, ya recargué energías. Déjame hacerte mía nuevamente—. Lisandro la vuelve a besar con intensidad, y ella no se puede resistir. Sus besos y caricias son explosivas, sumergiéndose ambos en el placer. —Eres mi perdición, señora Evans El móvil de Lisandro empieza a sonar. —Contesta, ese sonido va a despertar a los niños—. Ella está agitada. —Joder, ahora no—. Lisandro se molesta y saca el móvil del bolsillo de su pantalón, contempla que es un número desconocido. —Quizás no es importante, tú sí lo
—¿Cómo es posible?—. Lisandro se colocó de pie y el oficial Harris se acerca para proteger a Andrea, pero ella lo mira para darle tranquilidad, por lo que su compañero de trabajo detuvo sus pasos. —¿Cómo es eso de que eres la hija de la ex amante de mi padre? ¿Nos has estado espiando?—. La señala, pero Andrea no es cualquier mujer que se deja pisotear ante un hombre; por esa razón se levanta con firmeza, posando sus manos en la mesa y mirándolo con desdén. —¡Usted, señor Lisandro Caristeas, no me importa! Lo único que me importa es hundir a Berenice Caristeas, esa malévola mujer que arruinó mi vida...—. Se da la vuelta, dirigiendo sus pasos hacia la ventana que tiene una excelente vista, y luego lleva sus manos hacia atrás para entrelazar sus dedos y, en esa posición, hablar con determinación. —Desde que mi madre fue asesinada, juré vengar su muerte, y hoy confirmé que Berenice sí es la culpable. No hay un día en que no piense en ello; es insoportable tener a esa bruja cerca, pero lo