No tienes nada que hacer aquí

—Esta vez no te escaparás de mí —Lisandro está ansioso por sentirla

—No voy a huir de tus brazos; necesito esto.— La voz de Caroline se oye desesperada

—Tengo una condición—. Lisandro ejerce más su agarre, encendiéndola más

—No hables tanto, hazlo ya—. Ella busca sus labios con desesperación

—Es en serio, mi primera condición es que ningún hombre puede tocarte; solo yo, y la segunda es que si nos interrumpen, no vamos a parar

—Te cumplo la segunda— Acepta pasando su lengua juguetona por los labios sedientos de Lisandro —Caroline, prometelo—. Se aparta de ella para que no lo bese

—Está bien, pero hazlo ya—. Termina cediendo a sus condiciones, y el deseo los envuelve a ambos de manera incontrolable

—Eres perfecta, estás exquisita—. Caristeas la agarra del cabello sin importarle arruinar el peinado —Eres toda mía, solo mía—. No pudo esperar más e ingresa en ella con demencia; la hace gritar, y no les importa que los escuchen. La pasión que ambos se tienen es tan explosiva que ambos
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