Un fuego ardiente recorre el cuerpo de ambos, exige un beso, una caricia, gemidos en perfecta sintonía, una habitación oscura y acogedora, más una cama amplia donde derrochar el amor y la pasión.—Pasa una noche conmigo y te juro que no te vas a arrepentir. Que sea hoy, antes de irte, y te juro que al hacerlo, Parker saldrá de tu vida completamente… Tan solo dime que sí—. Sus últimas palabras fueron una suplica exquisita para Caroline, quien pasa saliva y luego respira con agitación.—¿Quieres pasar la noche conmigo?— Le habla con un tono de voz seductor y siente como Lisandro la agarra con más determinación y peor aún, cuando lleva su mano derecha al cuello de Caroline, tomándola sutilmente, pero a la vez sucia y dominante, algo que la hizo erizar por completo hasta sus pezones.Una enfermera que iba a checar a Conner, al verlos tan cerca y a punto de comerse con una mirada arrolladora y depredadora, prefirió retroceder y volver en otro momento.—Sí… ¿Acaso no es evidente mi deseo po
Después de que Caroline haya compartido con sus hijos, hablar con el doctor sobre el seguimiento de la salud de Connor, está en su casa organizándose para ir a la citación del juez, mientras que Graciela cuida de ellos, ya que dejó a Aileen con Conner para que compartieran porque se extrañaban mucho.—¿Caroline, puedo pasar? — pregunta Parker y ella mira hacia la puerta de su habitación, luego vuelve a fijar su mirada al espejo y le dice:—Adelante…Al Parker ingresar, la observa, es hermosa, muy guapa, pero el vestido que lleva no es adecuado.—Esto es para ti— extiende su mano derecha, la cual sostiene una bolsa elegante de un boutique reconocida.—¿Qué es eso?— frunce el entrecejo y recibe con algo de curiosidad.—Es el vestuario adecuado para que vayas a la cita. Lamento no poder acompañarte, estoy organizando el viaje para que veas a Patrick—Gracias, Parker—. Lo abraza, tomándolo por sorpresa.—¿Me perdonas?—Claro que sí. Ahora vete de mi habitación, que debo arreglarme. Y otra
—¡Eso es una vil mentira!— Irene se acerca al juez.—Yo estuve allí cuando ella firmó, nadie falsificó algo tan delicado—Señor juez—, el abogado saca de su maleta unos documentos de las firmas que Caroline ha hecho a lo largo del tiempo. —Esto será suficiente, señor juez, para testificar la verdad—. El abogado le entrega varios documentos al juez, quien se pone a comparar firmas y observa la gran diferencia.—Señora Taylor, ¿qué dice en su defensa?— Caroline alza su mento y luego dice lo siguiente:—Señor juez, la madre y esposa de Lisandro Caristeas son unas artimañas. Han querido quitarme a mis hijos cuando yo he sido la única que ha estado para ellos al cien por ciento. Lo que dice mi abogado es cierto. Lo importante es que el señor Caristeas acepte sus errores. Lo único que nos tiene unidos son nuestros hijos. Él puede verlos y pasar tiempo con ellos, de hecho, no tengo ningún problema, señor juez. Pero quiero a esas mujeres fuera de la vida de mis hijos. Ellas solo hacen daño y
Cuando el juez hace la declaración, Caroline toma firmeza para acercarse a Parker y tomarlo de la mano.—Gracias, Lisandro, has tomado una buena decisión. Por favor, no olvides que hoy cuidarás de los niños.— Caroline habla con normalidad, sin darse cuenta del dolor que le está causando a Lisandro.—Fue un placer, hermanito.— Parker extiende su mano esperando que Lisandro la estreche, pero solo recibe rechazo.—Ahórrate tu hipocresía, Parker.— Lisandro le habla con seriedad y luego fija su mirada en Caroline, dándole una mirada dolorosa. —Después de todo, no soy tan mierda como me pintan.— Se marcha y Caroline quiere detenerlo, pero Parker no la suelta de la mano.—Lo estás haciendo bien, deja que le duela. Vamos a celebrar. Al fin, Berenice debe estar agarrándose de los pelos.—Tienes razón….— Caroline mira a Lisandro hasta que desaparece de su vista. Lisandro observa a su madre desesperada, pero prefiere no acercarse. Sin embargo, Berenice se percata de su presencia y no duda en ace
—¡Eso es lo que mereces! ¡Después de lo que le hiciste a mi hija!— Lisandro se sintió un golpe en el estómago por parte del señor Eduardo. Sabía que había lastimado a Irene, pero no se esperaba esta reacción.—Señor, por favor, déjeme explicar— susurra con dificultad porque ese golpe le sacó el aire.—No hay nada que explicar. Mi hija lloró durante noches enteras por tu culpa. ¿Crees que puedes estar frente a mí y esperar que todo esté bien?— Lisandro se dio cuenta de que estaba en peligro. Su suegro estaba fuera de sí, y no sabía qué podría hacer.—Lo siento, señor. No quise lastimar a Irene—Lisandro mira a Irene, pero ella no puede enfrentarlo; tiene su rostro oculto en el pecho de su madre, llorando desconsoladamente. El rostro del señor Georgiou está congestionado por la ira.—No quiero oír tus disculpas. Vas a lamentar haber lastimado a mi hija. Tengo ganas de darte un disparo en tus bolas por lo poco hombre que eres—Usted tiene razón, señor… Fui poco hombre, pero no fui el únic
El silencio reina en la sala, aunque Lisandro no se contenta con la confesión. Después de todo, Irene y su hermano lo traicionaron. Sin embargo, no los juzga. Lo que hace es suspirar y romper el silencio.—Se que no es un buen momento, pero si no tengo nada más que hacer aquí, me marcho— mira a Irene, la cual no para de llorar. —Solo quiero finalizar algo que nunca debió iniciar. Quiero el divorcio— habla con firmeza, sacando valentía sabiendo que el ambiente está tenso.—¡Largo!— ordena el señor Eduardo. —¡Ya mismo!— Lisandro comprende la orden y sin más preámbulo se marcha.Al salir de la mansión, sintió que se quitó un peso de encima, pero no todo es perfecto. El divorcio traerá consecuencias. Al regresar al museo, muy pensativo, ingresa a su oficina. Lo que más desea es servirse un trago y beberlo a fondo, haciendo arder su garganta. Tiene muchos pensamientos tormentosos.Ahora que Bastian no está, el trabajo es más complicado para él, y eso es algo que también necesita saber: el
—Hola… — Caroline trae un precioso abrigo color rojo vino que cubre todo su cuerpo hasta sus pies, dejando ver solo la punta de sus tacones negros. Su cabello peinado en ondas genera una excelente combinación con su delicado maquillaje; literalmente parece una reina, una diosa, una perfecta y atractiva mujer que se ha robado el aliento del padre de sus hijos.—Caroline… — balbucea Lisandro, que por poco se le cae la mandíbula; no puede creer que sea ella, Caroline Taylor, la madre de sus hijos, la mujer que se ha adueñado de sus pensamientos y sus sueños desde que sucedió la escena caliente en el despacho de la Mansión Resort.Observa cómo a Caroline se le dibuja una coqueta sonrisa en aquellos labios color carmesí, y luego da dos pasos hacia delante, haciendo resonar sus tacones. Luego, con una pose sensual, baja lentamente el cierre del abrigo que llega hasta su ombligo y, sin más, hace a un lado las largas mangas y lo deja caer al suelo.A Lisandro por poco se le salen los ojos de
Lisandro se emociona por la propuesta indecente de Caroline. Aquel juego atractivo es algo que le causa más ansiedad, como el querer ver más de lo que cubre aquella lencería y que ella lo desate para actuar como una bestia sin dejarla descansar. Pero al parecer, Caroline quiere seguir teniendo el mando.—Veremos…— susurra pasando el látigo lentamente por el pecho hasta llevarlo más abajo del ombligo. —¿Qué le duele, señor Caristeas? Soy una excelente doctora, especializada en sanar a los enfermos como usted.Su tono de voz seductor es una delicia para Lisandro.—Baja un poco más— pasa saliva. —Necesito liberarme y me tienes como un prisionero.— Le lanza una mirada ardiente que hizo sonrojar a Taylor, quien sonríe y luego le guiña el ojo.—¿Quieres un masaje?— se arrodilla ante él.—Joder…— Lisandro vuelve a pasar saliva porque percibe lo que Caroline le quiere hacer.—Soy todo tuyo, mi reina. Haz lo que quieras conmigo, pero por favor, no me tortures más.—Shhh…— Caroline muerde su la