Fue un placer

Lisandro se emociona por la propuesta indecente de Caroline. Aquel juego atractivo es algo que le causa más ansiedad, como el querer ver más de lo que cubre aquella lencería y que ella lo desate para actuar como una bestia sin dejarla descansar. Pero al parecer, Caroline quiere seguir teniendo el mando.

—Veremos…— susurra pasando el látigo lentamente por el pecho hasta llevarlo más abajo del ombligo. —¿Qué le duele, señor Caristeas? Soy una excelente doctora, especializada en sanar a los enfermos como usted.

Su tono de voz seductor es una delicia para Lisandro.

—Baja un poco más— pasa saliva. —Necesito liberarme y me tienes como un prisionero.— Le lanza una mirada ardiente que hizo sonrojar a Taylor, quien sonríe y luego le guiña el ojo.

—¿Quieres un masaje?— se arrodilla ante él.

—Joder…— Lisandro vuelve a pasar saliva porque percibe lo que Caroline le quiere hacer.

—Soy todo tuyo, mi reina. Haz lo que quieras conmigo, pero por favor, no me tortures más.

—Shhh…— Caroline muerde su la
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