—Tomate unos días, todos los necesitamos.—Kadir, no creo que…—Si, Valeska. Los necesitamos, lo que pasó fue…—¿Cómo está Daven?—Bien, no fueron más que magulladuras y un raspón en su mano, pero vivirá, además está bien cuidado.—¿La rubia?—Si, es hermosa, pero él no tiene ojos para ella. —Kadir, estoy terminando de recibir a las personas que van a limpiar, sumado a eso los cocineros llegarán en dos horas y regalaremos canapés a los transeúntes. No voy a dejar que el lugar se manche por…—No fue tu culpa, Daven me lo explico todo y creo que deberías mantenerte segura.—Creeme, mi esposo se encarga muy bien de eso —le dije mientras miraba por la ventana, en la calle habían 5 hombres que me cuidaban a sol y sombra. —Valeska, es una orden.—Pero…—Nos tomaremos 3 días libres, a partir de mañana, se que tienes buenas intenciones, pero Daven y yo… debemos organizar nuestras ideas.—¿A qué te refieres con eso?—A que lo que sucedió…—Kadir, se que es por mi culpa, pero… La puerta del
Después de lo que hizo Valeska por mí, de aquella íntima y simbólica boda que fue solo nuestra, mi cuerpo y mi mente parecían haberse aferrado más a la idea de no dejarla ir. Pero también luchaba contra esa imperiosa necesidad de dejarla ser libre, ella tenía que ser y yo no podía actuar como habían hecho todos a su alrededor, manteniendola bajo un yugo de esclavitud y atada a la voluntad ajena.Porque inclusive su abuela así lo hizo.—Ivar —la anciana me llamó cuando estaba por salir de casa.—Señora.—¿Qué haces a esta hora en casa?—Traía un regalo para Valeska.—¿Podemos hablar? —mire mi reloj más bien por resignación que por otra cosa.—Si. La ayudé a llegar a la sala y allí tomó asiento, bebió agua y se quedó en silencio, la impaciencia me estaba acabando los nervios.—Mi nieta te ama.—Y yo la amo.—No lo estoy poniendo en duda. —¿Entonces qué sucede?—Me queda poco tiempo entre los vivos y quiero que me hagas una promesa.—No creo que sea apropiado que diga algo como eso, ti
—¿Qué quieres? —Deje los documentos de lado.—Ivar, mi dinero.—Tu dinero está en tus cuentas.—Sabes de lo que hablo.—No tengo idea —me hice el tonto. —Creo que no fui suficientemente claro.—En eso tienes razón. Pero yo si seré muy claro contigo, la próxima vez que intentes acercarte a mi mujer tan solo para mirarla, te voy a arrancar los ojos y no podrás ver nunca más. —Entonces esa mujer si te importa —afirmó y tomó asiento, cuando Acke tomaba asiento, era porque tenía muchas cosas que decir, pero en pocas palabras—. Eres tan débil. Ivar. —Claro que me importa, la amo—encendí un cigarrillo—. No soy un bastardo como tu que se casó por el dinero de mi madre. Y puedes creer que Valeska es mi debilidad —me reí—, pero esa mujer me da la fortaleza a la que debes temer. —Pero aún así tu mujer sigue teniendo más dinero que tú. —Acke, la diferencia entre tu y yo, es que yo no pienso en el dinero de mi mujer, salvo para retornarlo a sus manos. En cambio tu usaste el dinero de mi madre
Cho miraba a Ivar, estaban sentados frente a frente, sin embargo el rubio mantenía los ojos cerrados, las manos cruzadas en su regazo y las piernas abiertas, casi parecía que dormía plácidamente con ningún pensamiento en su cabeza que le torturara de manera constante y dolorosa. —¿No piensas abrir los ojos?—No.—Ivar, estamos a 4 horas más de viaje. Lo más probable es que… —Mi hermano ya está en un hospital, pero sólo confío en ti —Ivar lo interrumpió, porque se sentía más seguro con personas de su entera confianza. Aunque en el avión había un pasajero que no quería tener a su lado. Cho guardó silencio, en parte porque no quería decir nada y en parte porque de la habitación salía Valeska que había ido al baño a lavarse el rostro. —¿Ya abrió los ojos? —le pregunto a Cho.—Me puedes preguntar a mi.—¿Para qué si no cuentas conmigo? —Había sido aquella pregunta un ataque directo a su esposo.Varias horas antes de subirse al avión, Ivar y Valeska habían tenido una fuerte y acalorada
—Valeksa, esto es una locura —Ragna tenía los ojos rojos de tanto llorar.—Si, pero vamos a hacerlo.—No, tengo miedo.—Yo no, puedes quedarte en el auto si así lo prefieres.Valeska se bajó del lujoso sedán del que ahora era dueña, no le gustaba presumir del dinero que consideraba era únicamente de su esposo, pero para lo que estaba por hacer no tenía más opción.la conversación con Ivar, para obtener lo que quería, había sido muy acalorada, y no de una mala manera. —¿Todo bien? —dijo el rubio apretando la pluma que sostenía en su mano y mirando a su mujer caminar desde la puerta.Valeska había entrado esa noche al estudio de Ivar en casa, solo llevaba sobre su cuerpo una bata de seda negra que la cubría del cuello a los pies, cuando Ivar la vio sonrió ligeramente, pues sus ánimos no eran los mejores, su hermano aún se recuperaba en el hospital y aunque lo intentaba Isak no pronunciaba palabra, no porque no quisiera, es que el dolor que sentía era tan grande que prefería guardar sil
—Tienes que hablar —Ivar miraba a su hermano con dolor, lastima tal vez.Isak solo lo miro y luego volvió sus ojos a la ventana.,—Te necesito, tenemos que acabar con esto de una buena vez por todas.Un gemido, eso fue todo lo que salió de Isak y una lágrima que rodó por su mejilla y que no pudo limpiar, porque su brazo no servía para nada y el otro debía estar en reposo.—Te juro que no voy a dejar que esto quede impune.Silencio, Isak se negaba a hablar. Justo como hizo después de la muerte de su madre, justo como hizo cuando tenía 3 y su padre lo golpeo tan fuerte que el niño estuvo dos semanas en el hospital y se cerró al mundo, Isak estaba mudo justo como el día que su hermano se fue a Rusia y justo como el día que volvió.La puerta se abrió y fue Ragna con un café caliente la que entró, la mujer parecía conocer muy bien a Isak y sabía que traerle cada vez que el la miraba escuetamente.—Vete —la voz de Isak sorprendió a todos allí, inclusive a Valeska que veía entrando.Era un
—¿Dónde está? —Ivar entró con pasos lentos pero firmes al hospital. La zona VIP había sido completamente aislada, no había nadie más que él y todo su personal de seguridad, ni Ragna ni isak, nadie más que él, esa era toda la familia que Valeska tenía, porque su abuela no podía acompañarlo en ese momento. De contarle lo sucedido, podría causar un malestar peor y perjudicial para su salud.—Está estable, le tomaron varias radiografías y…—¿Dónde está? Quiero verla —le dijo a Cho que le estaba dando el informe preliminar y lo interrumpió al hablar.—En la habitación del último piso, está completamente aislada, solo entra una enfermera, el médico de cabecera y yo a supervisar su trabajo.—Iré a verla.—No quiere verte —las palabras de Cho, hicieron que los pasos apresurados de Ivar se detuvieran en seco, justo antes de subirse al ascensor.—Es una broma. Tiene que ser una broma.—No lo es, ella no quiere verte. Fue explícita, lo dejó en su historia médica.—Qué me lo diga en la cara.—I
La seguridad era máxima, el traslado de Valeska a su casa había sido una tarea maratónica, autos de seguridad, personas de vigilancia, todo reforzado al triple y sin embargo Valeska viajaba en un auto nada lujoso, con Ivar al volante, Cho a un lado y el jefe de seguridad de copiloto. Todo había sido fríamente calculado, el traslado no podía tardar más de media hora de la habitación al vehículo, que era un auto viejo y destartalado y de allí partirían rumbo a un centro comercial donde se subieron a un auto blindado. Cada paso iba de acuerdo al plan, al menos hasta que llegaron a casa.Pues aunque Ivar creyó que todo sería normal, Valeska se bajó del auto de manera indiferente, lo primero que hizo fue buscar su teléfono celular que se encontraba en su mesa de noche y hacer una llamada.—Kadir, soy yo —Ivar la miraba con rabia, ¿por qué llamaba a ese hombre? Tenían que hablar ellos dos primero. —Valeska, ¿cómo te encuentras? La noticia fue…—No puedo volver a trabajar —su voz entrecort