—¿Qué quieres? —Deje los documentos de lado.—Ivar, mi dinero.—Tu dinero está en tus cuentas.—Sabes de lo que hablo.—No tengo idea —me hice el tonto. —Creo que no fui suficientemente claro.—En eso tienes razón. Pero yo si seré muy claro contigo, la próxima vez que intentes acercarte a mi mujer tan solo para mirarla, te voy a arrancar los ojos y no podrás ver nunca más. —Entonces esa mujer si te importa —afirmó y tomó asiento, cuando Acke tomaba asiento, era porque tenía muchas cosas que decir, pero en pocas palabras—. Eres tan débil. Ivar. —Claro que me importa, la amo—encendí un cigarrillo—. No soy un bastardo como tu que se casó por el dinero de mi madre. Y puedes creer que Valeska es mi debilidad —me reí—, pero esa mujer me da la fortaleza a la que debes temer. —Pero aún así tu mujer sigue teniendo más dinero que tú. —Acke, la diferencia entre tu y yo, es que yo no pienso en el dinero de mi mujer, salvo para retornarlo a sus manos. En cambio tu usaste el dinero de mi madre
Cho miraba a Ivar, estaban sentados frente a frente, sin embargo el rubio mantenía los ojos cerrados, las manos cruzadas en su regazo y las piernas abiertas, casi parecía que dormía plácidamente con ningún pensamiento en su cabeza que le torturara de manera constante y dolorosa. —¿No piensas abrir los ojos?—No.—Ivar, estamos a 4 horas más de viaje. Lo más probable es que… —Mi hermano ya está en un hospital, pero sólo confío en ti —Ivar lo interrumpió, porque se sentía más seguro con personas de su entera confianza. Aunque en el avión había un pasajero que no quería tener a su lado. Cho guardó silencio, en parte porque no quería decir nada y en parte porque de la habitación salía Valeska que había ido al baño a lavarse el rostro. —¿Ya abrió los ojos? —le pregunto a Cho.—Me puedes preguntar a mi.—¿Para qué si no cuentas conmigo? —Había sido aquella pregunta un ataque directo a su esposo.Varias horas antes de subirse al avión, Ivar y Valeska habían tenido una fuerte y acalorada
—Valeksa, esto es una locura —Ragna tenía los ojos rojos de tanto llorar.—Si, pero vamos a hacerlo.—No, tengo miedo.—Yo no, puedes quedarte en el auto si así lo prefieres.Valeska se bajó del lujoso sedán del que ahora era dueña, no le gustaba presumir del dinero que consideraba era únicamente de su esposo, pero para lo que estaba por hacer no tenía más opción.la conversación con Ivar, para obtener lo que quería, había sido muy acalorada, y no de una mala manera. —¿Todo bien? —dijo el rubio apretando la pluma que sostenía en su mano y mirando a su mujer caminar desde la puerta.Valeska había entrado esa noche al estudio de Ivar en casa, solo llevaba sobre su cuerpo una bata de seda negra que la cubría del cuello a los pies, cuando Ivar la vio sonrió ligeramente, pues sus ánimos no eran los mejores, su hermano aún se recuperaba en el hospital y aunque lo intentaba Isak no pronunciaba palabra, no porque no quisiera, es que el dolor que sentía era tan grande que prefería guardar sil
—Tienes que hablar —Ivar miraba a su hermano con dolor, lastima tal vez.Isak solo lo miro y luego volvió sus ojos a la ventana.,—Te necesito, tenemos que acabar con esto de una buena vez por todas.Un gemido, eso fue todo lo que salió de Isak y una lágrima que rodó por su mejilla y que no pudo limpiar, porque su brazo no servía para nada y el otro debía estar en reposo.—Te juro que no voy a dejar que esto quede impune.Silencio, Isak se negaba a hablar. Justo como hizo después de la muerte de su madre, justo como hizo cuando tenía 3 y su padre lo golpeo tan fuerte que el niño estuvo dos semanas en el hospital y se cerró al mundo, Isak estaba mudo justo como el día que su hermano se fue a Rusia y justo como el día que volvió.La puerta se abrió y fue Ragna con un café caliente la que entró, la mujer parecía conocer muy bien a Isak y sabía que traerle cada vez que el la miraba escuetamente.—Vete —la voz de Isak sorprendió a todos allí, inclusive a Valeska que veía entrando.Era un
—¿Dónde está? —Ivar entró con pasos lentos pero firmes al hospital. La zona VIP había sido completamente aislada, no había nadie más que él y todo su personal de seguridad, ni Ragna ni isak, nadie más que él, esa era toda la familia que Valeska tenía, porque su abuela no podía acompañarlo en ese momento. De contarle lo sucedido, podría causar un malestar peor y perjudicial para su salud.—Está estable, le tomaron varias radiografías y…—¿Dónde está? Quiero verla —le dijo a Cho que le estaba dando el informe preliminar y lo interrumpió al hablar.—En la habitación del último piso, está completamente aislada, solo entra una enfermera, el médico de cabecera y yo a supervisar su trabajo.—Iré a verla.—No quiere verte —las palabras de Cho, hicieron que los pasos apresurados de Ivar se detuvieran en seco, justo antes de subirse al ascensor.—Es una broma. Tiene que ser una broma.—No lo es, ella no quiere verte. Fue explícita, lo dejó en su historia médica.—Qué me lo diga en la cara.—I
La seguridad era máxima, el traslado de Valeska a su casa había sido una tarea maratónica, autos de seguridad, personas de vigilancia, todo reforzado al triple y sin embargo Valeska viajaba en un auto nada lujoso, con Ivar al volante, Cho a un lado y el jefe de seguridad de copiloto. Todo había sido fríamente calculado, el traslado no podía tardar más de media hora de la habitación al vehículo, que era un auto viejo y destartalado y de allí partirían rumbo a un centro comercial donde se subieron a un auto blindado. Cada paso iba de acuerdo al plan, al menos hasta que llegaron a casa.Pues aunque Ivar creyó que todo sería normal, Valeska se bajó del auto de manera indiferente, lo primero que hizo fue buscar su teléfono celular que se encontraba en su mesa de noche y hacer una llamada.—Kadir, soy yo —Ivar la miraba con rabia, ¿por qué llamaba a ese hombre? Tenían que hablar ellos dos primero. —Valeska, ¿cómo te encuentras? La noticia fue…—No puedo volver a trabajar —su voz entrecort
—¡Sal ahora! —El grito que Ivar dio por el teléfono sorprendió a Danella.—No tengo a donde ir —ella estaba asustada y entre el bolso que tenía logró meter las carpetas que tanto necesitaba Ivar. La elegante y exótica chica no había podido tomar ropa, joyas, zapatos, nada, únicamente sus documentos y lo que tanto anhelaba Ivar. Los nervios le estaban ganando la batalla y ella nerviosa no pensaba muy bien, sin embargo sabía obedecer a Ivar al pie de la letra, aunque la historia demostrará todo lo contrario.—Ven a las oficinas, pero tienes menos de media hora, para librarte de Acke.—¿Qué hiciste? Te pedí 5 días, solo han pasado 3, Acke está como loco, no tienes idea… —ella quiso decirle más, pero estaba corriendo en dirección a uno de los autos de Ivar que la esperaban fuera de la casa de Acke. Estaba llorando y Danella no lloraba, odiaba verse en un estado tan deprimente, pero lo que había pasado la noche anterior, solo lo había soportado por Ivar—. Todo por tu tonta esposa. ¿Vale l
—¿De qué hablas? —Le quité todo. —Se va a enloquecer. —Eso es precisamente lo que quiero que pase. —Ivar eso no es inteligente de tu parte. —Es riesgoso, ¿inteligente? Aún más. —Va a salir de caza. —Está de caza hace mucho, se atrevió a tocarte —Ivar miraba por la ventana eran las 7 de la noche, había estado todo el día entre la oficina con Danella, que no paraba de sollozar y chillar, le fastidiaba verla, pero algo de compasión paso por sus ojos cuando se dio cuenta que la golpiza que le dio Acke fue brutal. No había llamado durante el día a preguntar por Valeska, sabía que estaba bien, quería llegar a verla, a besarla, a follarla, quería verla rendida entre su brazos y beber de la vid que era ella para él. Pero necesitaban su espacio, necesitaba pensar con cabeza fría su siguiente golpe. Acke sin dinero y sin poder era aún más peligroso que con todo el dinero del mundo entre sus manos, porque recurriría a sus amigos y no precisamente a los buenos, aunque Ivar tenía a los due