—Valeksa, esto es una locura —Ragna tenía los ojos rojos de tanto llorar.—Si, pero vamos a hacerlo.—No, tengo miedo.—Yo no, puedes quedarte en el auto si así lo prefieres.Valeska se bajó del lujoso sedán del que ahora era dueña, no le gustaba presumir del dinero que consideraba era únicamente de su esposo, pero para lo que estaba por hacer no tenía más opción.la conversación con Ivar, para obtener lo que quería, había sido muy acalorada, y no de una mala manera. —¿Todo bien? —dijo el rubio apretando la pluma que sostenía en su mano y mirando a su mujer caminar desde la puerta.Valeska había entrado esa noche al estudio de Ivar en casa, solo llevaba sobre su cuerpo una bata de seda negra que la cubría del cuello a los pies, cuando Ivar la vio sonrió ligeramente, pues sus ánimos no eran los mejores, su hermano aún se recuperaba en el hospital y aunque lo intentaba Isak no pronunciaba palabra, no porque no quisiera, es que el dolor que sentía era tan grande que prefería guardar sil
—Tienes que hablar —Ivar miraba a su hermano con dolor, lastima tal vez.Isak solo lo miro y luego volvió sus ojos a la ventana.,—Te necesito, tenemos que acabar con esto de una buena vez por todas.Un gemido, eso fue todo lo que salió de Isak y una lágrima que rodó por su mejilla y que no pudo limpiar, porque su brazo no servía para nada y el otro debía estar en reposo.—Te juro que no voy a dejar que esto quede impune.Silencio, Isak se negaba a hablar. Justo como hizo después de la muerte de su madre, justo como hizo cuando tenía 3 y su padre lo golpeo tan fuerte que el niño estuvo dos semanas en el hospital y se cerró al mundo, Isak estaba mudo justo como el día que su hermano se fue a Rusia y justo como el día que volvió.La puerta se abrió y fue Ragna con un café caliente la que entró, la mujer parecía conocer muy bien a Isak y sabía que traerle cada vez que el la miraba escuetamente.—Vete —la voz de Isak sorprendió a todos allí, inclusive a Valeska que veía entrando.Era un
—¿Dónde está? —Ivar entró con pasos lentos pero firmes al hospital. La zona VIP había sido completamente aislada, no había nadie más que él y todo su personal de seguridad, ni Ragna ni isak, nadie más que él, esa era toda la familia que Valeska tenía, porque su abuela no podía acompañarlo en ese momento. De contarle lo sucedido, podría causar un malestar peor y perjudicial para su salud.—Está estable, le tomaron varias radiografías y…—¿Dónde está? Quiero verla —le dijo a Cho que le estaba dando el informe preliminar y lo interrumpió al hablar.—En la habitación del último piso, está completamente aislada, solo entra una enfermera, el médico de cabecera y yo a supervisar su trabajo.—Iré a verla.—No quiere verte —las palabras de Cho, hicieron que los pasos apresurados de Ivar se detuvieran en seco, justo antes de subirse al ascensor.—Es una broma. Tiene que ser una broma.—No lo es, ella no quiere verte. Fue explícita, lo dejó en su historia médica.—Qué me lo diga en la cara.—I
La seguridad era máxima, el traslado de Valeska a su casa había sido una tarea maratónica, autos de seguridad, personas de vigilancia, todo reforzado al triple y sin embargo Valeska viajaba en un auto nada lujoso, con Ivar al volante, Cho a un lado y el jefe de seguridad de copiloto. Todo había sido fríamente calculado, el traslado no podía tardar más de media hora de la habitación al vehículo, que era un auto viejo y destartalado y de allí partirían rumbo a un centro comercial donde se subieron a un auto blindado. Cada paso iba de acuerdo al plan, al menos hasta que llegaron a casa.Pues aunque Ivar creyó que todo sería normal, Valeska se bajó del auto de manera indiferente, lo primero que hizo fue buscar su teléfono celular que se encontraba en su mesa de noche y hacer una llamada.—Kadir, soy yo —Ivar la miraba con rabia, ¿por qué llamaba a ese hombre? Tenían que hablar ellos dos primero. —Valeska, ¿cómo te encuentras? La noticia fue…—No puedo volver a trabajar —su voz entrecort
—¡Sal ahora! —El grito que Ivar dio por el teléfono sorprendió a Danella.—No tengo a donde ir —ella estaba asustada y entre el bolso que tenía logró meter las carpetas que tanto necesitaba Ivar. La elegante y exótica chica no había podido tomar ropa, joyas, zapatos, nada, únicamente sus documentos y lo que tanto anhelaba Ivar. Los nervios le estaban ganando la batalla y ella nerviosa no pensaba muy bien, sin embargo sabía obedecer a Ivar al pie de la letra, aunque la historia demostrará todo lo contrario.—Ven a las oficinas, pero tienes menos de media hora, para librarte de Acke.—¿Qué hiciste? Te pedí 5 días, solo han pasado 3, Acke está como loco, no tienes idea… —ella quiso decirle más, pero estaba corriendo en dirección a uno de los autos de Ivar que la esperaban fuera de la casa de Acke. Estaba llorando y Danella no lloraba, odiaba verse en un estado tan deprimente, pero lo que había pasado la noche anterior, solo lo había soportado por Ivar—. Todo por tu tonta esposa. ¿Vale l
—¿De qué hablas? —Le quité todo. —Se va a enloquecer. —Eso es precisamente lo que quiero que pase. —Ivar eso no es inteligente de tu parte. —Es riesgoso, ¿inteligente? Aún más. —Va a salir de caza. —Está de caza hace mucho, se atrevió a tocarte —Ivar miraba por la ventana eran las 7 de la noche, había estado todo el día entre la oficina con Danella, que no paraba de sollozar y chillar, le fastidiaba verla, pero algo de compasión paso por sus ojos cuando se dio cuenta que la golpiza que le dio Acke fue brutal. No había llamado durante el día a preguntar por Valeska, sabía que estaba bien, quería llegar a verla, a besarla, a follarla, quería verla rendida entre su brazos y beber de la vid que era ella para él. Pero necesitaban su espacio, necesitaba pensar con cabeza fría su siguiente golpe. Acke sin dinero y sin poder era aún más peligroso que con todo el dinero del mundo entre sus manos, porque recurriría a sus amigos y no precisamente a los buenos, aunque Ivar tenía a los due
Los autos se movían por la ciudad a una velocidad desmesurada, porque la situación así lo ameritaba, era necesario que nada los detuviera y la distancia jugaba en contra de Ivar y su escuadrón de seguridad, tres camionetas y un sedan ultimo modelo de lujo donde iba sentado con la ansiedad escurriendo por su frente.—¿Cuánto falta? —Ivar preguntó al hombre que conducía su auto y era uno de los mejores del país. Tal vez un piloto profesional envidiaria sus habilidades aunque el orgullo no lo dejará reconocer aquello.—10 minutos.El chico era serio, no necesitaba decir mentiras, amaba hacer su trabajo y conducir, escuchaba música por unos viejos audífonos mientras hacía aquello porque de esa manera era aún más rápido, aunque ciertamente nadie sabía lo que escuchaba con exactitud. Poco le importaba la situación penosa de su jefe, solo sabía que debía reducir esos 10 minutos a 5 y si que lo estaba logrando, solo alguien con los nervios de Ivar podría resistir tal velocidad y viaje. Al ti
No era una mala idea, aquel pensamiento era oscuro y triste, pero de alguna manera agradable para mi. Despertar en medio de los brazos de mis padres y en compañía de mi abuela. Me mire en el espejo del elegante baño una última vez, media noche y no podía pegar el ojo, sabía que este día llegaría y que me dolería hasta el tuétano, que no podría respirar, que lloraría hasta que mis lágrimas dejaran de salir. Pero nunca creí que reaccionaría de tal forma que pareciera que nada pudiera afectarme. Nunca creí que la muerte de mi abuela llegaría envuelta en un mar de sentimientos extraños. Ivar no había llegado esa noche a la habitación, creí que tal vez iría tras mis pasos y me daría el abrazo que tanto necesitaba, pero después de todo fui yo la que le dijo que se alejará de mí. —¿Qué hiciste, Ivar? ¿Qué estamos haciendo?Habían pasado semanas desde que me encerró en casa, no salí para nada y no hacía nada que no fuese encargarme de la organización de una casa tan grande, de vez en cuand