PODEMOS AMAR MÁS A IVAR???... YO YA CAÍ RENDIDA A SUS PIES.
—Deberías estar dormida —acaricie su masculino rostro y una lágrima rodó por su mejilla. ¿Por qué lloraba? —Ven aquí, te extraño —no sabía qué más decirle. —No quiero que... No quiero lastimarte, Valeska. Prefiero que descanses. —No puedes hacerlo, no puedes lastimarme y yo no puedo descansar si no estás junto a mi —era extraño sentirme bien y mal al mismo tiempo, mi cabeza estaba pensando muchas cosas a la vez. —Mira cómo estás, prometí algo que no cumplí y… —Fue mi culpa, no debí ir hasta ese lugar —sabía que no era mi culpa, pero no podía evitar sentirme de esa manera. Además del hecho —No puedes culparte, si yo no me hubiese ido, si no me hubiese marchado de tu lado, las cosas... —Lo que está destinado a pasar, pasará —limpió esa última lágrima con brusquedad. —Así no funciona la vida, Valeska —dijo casi molesto. —Para mi ha funcionado así siempre Ivar, si las cosas malas me han de pasar, ellas simplemente pasan y de alguna manera he aprendido a vivir con... —Valesk
—Valeska —la llamé suavemente y sus ojos se abrieron mirándome y sonriéndome. —Ivar —su mejilla aún estaba hinchada, habían pasado dos días desde ese maldito incidente. Su abuela estuvo a punto de asesinarme y tuve que soportar un par de golpes con ese maldito bastón, la vieja tenía fuerza. —Necesito que me escuches —le había dado muchas largas al asunto y mi hermano, Isaken, estaba a punto de colgarme del cuello. —Siempre te escucho, pero tengo sueño —desde el incidente Valeska dormía más que de costumbre, pero entendía que prefería estar encerrada en la habitación sintiéndose segura. Pero sobre todo podía sentir el dolor de las palabras que me había dicho la mañana siguiente de lo sucedido, ella estaba sumergida en la tina de agua tibia, mientras yo la ayudaba a bañarse. —Ivar… —¿Qué necesitas, preciosa? —Yo… quiero que sepas… —no sabía si hablar o guardar silencio. —Puedes decirme lo que quieras —la motivé a hablar. —Anoche, cuando esos hombres… ellos intentaron… tu sab
Isak no dejaba de llamar y yo no quería contestarle a pesar de que estaba frente al lugar. Estaba nervioso, había ensayado mucho para esto, pero parecía que después de todo no estaba preparado. —Ivar, ¿quieres que nos vayamos? —Valeska me sacó de la tormenta de pensamientos en la que estaba hundido.—No, debo hacerlo, se lo prometí a mi hermano y ya firmé los documentos legales, no hay vuelta atrás. —Entonces vamos, se que tú puedes.Cuando vi a Valeska metida entre ese vestido negro de lentejuelas, ajutado a su cuerpo y sin escote al frente, pero con una transparencia casi irrisoria en su espalda, sentí que iba a morir. No quería que nadie la viera así, pero al mismo tiempo quería que todos fuera supieran que esa mujer era mía. Era hora de bajar del auto y enseñarles quién era el hombre que había estado llenando de dinero los bolsillos a esos ancianos decrépitos y mañosos, eso incluía a mi padre. Si es que podía llamarlo de esa manera. —Es hora —dije al fin mirando a Valeska y
—Es para mi un honor recibirlos nuevamente en esta, su casa —aquellas fueron las primeras palabras de Isak que tenía una sonrisa brillante y agradable—. Como cada año hacemos una cena conmemorativa para celebrar los alcances y logros de cada ejecución y también para embriagarnos un poco —dijo en un tono jocoso que hizo reír a todos, menos a Ivar que mantenía su semblante serio—. Y por supuesto este año también tiene una sorpresa, no podemos dejar que esta cena pase desapercibida como una más a la lista. Los ojos de Isak miraron fijamente a Ivar que afirmó con su cabeza levemente y apretó mi mano con fuerza, sus nervios estaban lastimando mi pequeña mano—. Como saben tome las riendas hace 5 años y realmente intente hacer mi mejor esfuerzo, para ninguno aquí es un secreto que ese primer año al mando fue un desastre —se escucharon varias risas entre los asistentes—, y si no hubiese tomado las medidas que tome, estaríamos todos en quiebra y usando Jeans de segunda mano —las risas estallar
La música sonaba suavemente, era una pieza clásica, tocada en piano y violín, las personas saludaban y felicitaban a Ivar, se reían junto a Isak y Ragna, yo me sentía levitando en medio de tanta atención. Todos tenían palabras lindas para decir, pero yo no podía creer ninguna. —¿Te quieres ir? Esto incomoda —Ivar susurro en mi oído y me sonroje. —Lo siento, no… es tu noche, debemos estar aquí. —Es hora de volver a casa, muero por quitarte ese vestido —mis ojos brillaron de deseo mirando a Ivar que sonreía y acariciaba mi mejilla, de pronto me di cuenta que Ragna estaba siendo arrastrada por su madre. —Debo ir al baño antes. Caminaba elegantemente saludando a un lado y a otro a personas que no conocía, con la angustia y la necesidad de llegar junto a Ragna, sabía de mano propia el dolor que podía causar Jonella. —Quiero una explicación, ahora mismo. —¡No! No tengo porqué seguir… —El sonido de una bofetada me puso la piel de gallina. —Soy tu madre y me debes respeto —espere e
—¿Por qué dijiste eso? —¿De qué hablas? —Estábamos bailando y te pregunte si tu… —Ragna se quitaba las joyas que traía sobre su piel y desenredaba el moño dejando libres unas ondas rubias que la hacían ver hermosa. —Hiciste una pregunta impertinente y solo te di una respuesta, Isak. Ragna giró su cuerpo con delicadeza quedando de espaldas a Isak y pasando su pelo hacía el frente. —Ayúdame con el Zip —desde que la había visto con ese vestido que decoraba perfecto su piel, había tenido ganas de arrancarlo y de desnudarla para escucharla gemir con fuerza suplicando por más, tal como había sucedido esa mañana. Pero se contuvo por temor a llegar tarde a la cena. Trago grueso y deslizó la cremallera que lentamente fue desplazando el vestido de ragna y dejó ver la piel casi dorada de ella. Amaba pasar sus labios por allí, pero tenía que controlarse. —Ragna, no era una pregunta impertinente, era una pregunta honesta. —¿Y crees que esa clase de preguntas se hacen así no más? ¿O es que
Ivar miraba por la ventana como la nieve caía, el frío calaba hasta los huesos y el estaba en un lugar oscuro, una habitación más fría que la que tenía en los edificios comunes, el castigo era de una semana y apenas llevaba 3 días. Lo habían castigado por tumbarle varios dientes a un profesor que intentó corregirlo en su comportamiento. Ivar era simplemente implacable. Tenía casi 12, pero era feroz.Por dentro sentía que no iba a resistir mucho más, pero las palabras de su madre eran lo que lo mantenían despierto e intentando no morir. “Hijo mío, recuerda siempre que a las personas que amas, debes protegerlas si están detrás de ti, si permanecen a tu lado fieles y leales las respetaras, pero si te dañan o te hieren, debes enfrentarlos sin un mínimo de compasión” Su padre siempre lo subestimó, siempre lo trató como a un inferior, más bien como al bastardo que nunca fue. Pero con el pasar de los años y teniendo la verdad entre sus manos siendo solo un niño, Ivar aprendió a disfruta
Llegar a casa en medio del silencio, fue extraño. Ivar estaba triste, después de todo su hermano se había marchado de su lado, su hermano el que siempre había estado para él. Se sentía solo, aunque me tenía a mi y es que la sensación era extraña. —Quiero la verdad —Ivar se puso pálido, nunca lo había visto así de petrificado, ni cuando estuvo enfermo. —¿De qué… de qué verdad hablas? —Quiero saber la verdad sobre tus padres y tu hermano —vi como trago grueso y se sacudió el pelo, estaba incomodo—. Si no te sientes cómodo aún para hablar sobre eso conmigo, yo lo entiendo, pero por favor no me mantengas en las sombras. Me acerque y deje un beso en su mejilla, acaricié su hermoso rostro y me marché a la habitación, quería dormir, porque extrañamente seguía sintiéndome muy cansada. Escuché un par de golpes en la puerta. —¿Puedo? —era mi abuela, que traía esa sonrisa cálida de siempre. —Estás aquí, creí que hoy tenías terapia. —Si, pero fue rápido. ¿Cómo estás? y quiero la verda