Savannah.
Mi padre fundó su empresa desde las raíces, con múltiples obstáculos en su vida, con la mirada siempre puesta en darle a su esposa una mejor vida, mucho más dinero, muchas más comodidades, hasta que finalmente lo logró, fundó su propia compañía textil que comenzó de una manera muy pequeña hasta que finalmente creció y mi padre se convirtió en el CEO de una de las compañías textiles más importantes del país lo que lo llevó a hacer amigos, hacer socios, hacer negocios. De pronto se divorció de su esposa y se casó con mi madre en una hermosa ceremonia en la que todos sus amigos y familiares asistieron y luego fueron a una maravillosa luna de miel en la que me fecundaron.
Ahora, varios años después, las cosas cambiaron drásticamente, ya yo no soy una bebé, mi padre es viudo porque perdió a su esposa y yo perdí a mi madre por el cáncer, y ahora, lo hemos perdido todo. Mi padre, como cualquier ser humano cometió errores, demasiados e hizo tratos con personas que no debió, tratos que terminaron mal, tratos que lo llevaron a hipotecar la casa, tratos que lo llevaron a devaluar la empresa, tratos que lo llevaron a que empezaran a rechazarnos las tarjetas, tratos que lo llevaron a la escena que tengo frente a mí; el banco tomando nuestras cosas, nuestros inmuebles para cubrir las deudas que mi padre tiene con ellos. Nos hemos quedado prácticamente sin nada, con una enorme sala vacía, con el despido de muchos empleados de la empresa y de muchos empleados de nuestra casa. Soy yo quién está al frente de todo esto mientras mi padre está encerrado en su oficina tratando de ignorar el hecho de que nos estamos quedando en la calle. Termino de bajar las escaleras y paso por el lado de todos los hombres que se llevan nuestros muebles hasta que llego a la oficina de mi padre y toco dos veces la puerta; él musita un adelante casi en medio de un susurro.
Cuando abro la puerta lo primero que hago es verlo cómo fuma su cigarro mientras está rodeado de montañas de papeles. Él levanta su vista cansada, llena de arrugas para verme y puedo ver sus ojos cristalinos lo que me parte el alma en mil pedazos. Me acerco a él y sin decir más nada simplemente lo abrazo, lo abrazo con todas mis fuerzas mientras él hace lo mismo.
—Lo siento mucho, cariño, lo siento mucho —susurra aun en medio del abrazo—, no quería que acabáramos así.
—Papá no es tu culpa, en serio, no es culpa de nadie, solo tuvimos mala suerte —le respondo—, créeme que yo haría cualquier cosa para solucionar esto, para no verte asi…
Y es cierto, mi padre solo hizo negocios que no le salieron como pensaba, hizo cosas que no le beneficiaron, pero, ¿cómo sabría él que acabaríamos así? No tenía cómo saberlo y sería muy injusto sacrificarlo por eso. Mi padre se separa de mi abrazo y me mira, me mira profundamente cómo si quisiera decirme algo, pero al final simplemente no lo hace. Solo está triste y no sabe cómo decírmelo.
—¿Ya terminaron con todo? —me pregunta haciendo referencia a los hombres que se llevan todas nuestras cosas.
—No lo sé. La planta baja ya está prácticamente vacía —le respondo y es cuando caigo en cuenta que deben estar en la segunda planta ahora—. ¡Mierda! Veré que no toquen las cosas de mamá —me alejo de mi padre y corro fuera de la oficina.
Corro escaleras arriba y noto que efectivamente todos ellos están arriba en la habitación de mis padres por lo que me pongo a pelear con ellos cando noto que tratan con brusquedad las cosas de mamá.
—No pueden tocar eso, el banco no tiene por qué llevar eso —le arrebato los vestidos de mamá de las manos a ellos mientras que se ríen entre ellos.
—¿Por qué nos llevaríamos esos viejos vestidos? Solo los estamos quitando para que no estorben, bonita —me responde uno de ellos mientras me ve detenidamente de pies a cabeza. La mirada me incomoda, pero trato de mostrarme fuerte.
—Pero trátenlos con cuidado, ¿entendieron?
Ellos responden algo que no entiendo muy bien pues al mismo tiempo el timbre de la casa suena así que maldigo en voz baja cuando lo escucho pues fuimos bastante claros en no recibir visitas en este día tan particular y sé que lo último que desea mi padre es fingir que está bien así que dejo solos a los hombres y bajo de nuevo las escaleras hasta la segunda planta, al llegar a la sala veo a un hombre alto y fornido con traje dándome la espalda. Él parece sentir mi presencia ya que se da la vuelta para verme. El hombre es muy guapo, no había visto un hombre tan guapo con su barba bien cortada y definida, con su traje hecho a la medida que no esconde su increíble cuerpo, sin embargo, cuando me ve, lo hace de una manera que no puedo ignorar, como si quisiera comerme. Con él no puedo hacerme la fuerte o la dura cuando me ve así, ve mis senos a través de mi blusa y eso me da demasiada vergüenza tanto que puedo sentir mis mejillas ardiendo y mis piernas temblando. Nunca nadie me había visto de esa forma, así que cubro mi pecho con mi cabello
—¿Quién eres tú? —le pregunto tratando de sonar fuerte y clara, pero el parece no haberme escuchado pues lo único que hace es ver mi cuerpo.
De abajo hacia arriba, de arriba hacia abajo. Lo hace de una manera que me pone a temblar. Como si me conociera, pero creo que jamás he visto a este hombre en mi vida. Él se acerca demasiado a mí, puedo oler su perfume embriagante, su olor a masculinidad llega a mis fosas nasales y me hacen perder la cabeza.
—Vengo a ver a tu padre —responde escaneándome el rostro, mirándome con sus ojos café.
Le voy a contestar, le voy a preguntar si me conoce pues sabe que soy hija de Benjamín, sin embargo, Clara, la única ayudante que pudimos conservar aparece.
—Señor James, el señor Benjamín lo espera —dice en voz alta a lo que James, como sé que se llama asiente en respuesta y camina hacia Clara muy cerca de mí, como si estuviera a punto de besarme y luego sonríe para sí mismo antes de perderse de ni vista al entrar a la oficina de papá.
En cuanto me quedo sola noto que estaba reteniendo mi respiración, noto que mi corazón late a mil y que estoy agitada y es que nunca nadie me había visto así, bueno, los chicos de la universidad, pero no se siente de la misma forma si un hombre con ese porte, con esa mirada, con esa madurez me mira. Me pregunto por qué está en mi casa y qué quiere hablar con mi padre así que en puntillas me acerco a la puerta para intentar escuchar lo que hablan sin embargo no logro hacerlo así que simplemente me alejo de la puerta y me acerco a la cocina donde Clara está abriendo nuestra nevera casi vacía para sacar algunas naranjas.
—¿Sabes quién es él Clara? —le pregunto lo que causa que ella salte en su sitio, como si se hubiera asustado.
—¡Savannah, me asustaste! —chilla llevándose la mano al corazón—. No lo sé, solo dijo que venía a ver a tu padre —ella continúa haciendo lo que parece ser un jugo.
—¿Te refieres a que no se presentó? Lo llamaste James.
—Sí, se llama James Cook, ¿por qué tan interesada? —yo me encojo de hombros y ella sonríe continuando con lo que hace mientras que yo me siento en la isla de la cocina sacando mi teléfono y googleando al hombre.
En cuanto lo haga muchas fotos de él aparecen, sin embargo, lo que más me llama la atención es que es un CEO de una compañía de Marketing importantísima en el país, lo catalogan como “galán, sexi y muy codiciado” por las solteras del país y no puedo evitar sonreír pues estoy segura de que lo que busca mi padre con la visita de ese hombre es ayudarnos. Guardo el celular y tomo la charola antes de que lo haga Clara.
—No te preocupes, yo lo llevo —ella sonríe haciéndome una expresión picara.
—¡Vaya, vaya! Te gustó el hombre.
—¡Por favor, Clara! ¿No lo viste? Ese hombre debe tener modelos babeando a sus pies, jamás se fijaría en alguien como yo —Clara se acerca a mí dejando la charola en mis manos, luego pasa mi cabello por detrás de mi oreja como lo hacía mi madre.
—Tú eres hermosa, Savannah, tan hermosa como tu madre, jamás dudes de eso —yo no puedo evitar sonreírle dulcemente antes de alejarme de ella.
Mientras camino me pongo nerviosa, muy nerviosa, pero trato de respirar profundo para que no se me note. Cuando cruzo la sala noto que esos horribles hombres se han ido junto con su camión y nuestras cosas así que me acerco a la oficina y toco dos veces, es mi padre quién me pide que siga. Cuando entro se pone pálido, se pone muy raro y el hombre deja de nuevo sobre el escritorio la foto que mi padre tiene allí conmigo.
—Savannah, ¿dónde está Clara? —pregunta mi padre en un tono fuerte, como si estuviera enojado, tanto que no quisiera que yo esté aquí.
—En la cocina, creo, ¿Qué pasa?
—Hija, vete, ¿quieres? Deja eso por allí y vete.
Mi padre jamás me había hablado así, no entiendo qué pasa, no entiendo su repentino cambio de humor y tampoco entiendo lo que está pasando aquí.
—¿Estás seguro, Benjamín? —la pregunta de James me confunde, no sé de lo que habla—, una vez que me vaya no habrá vuelta atrás.
—¿Vuelta atrás? —pregunto y James sonríe a lo que mi padre se lleva las manos a la cabeza totalmente fuera de sí—, papá, ¿estás bien? —me acerco a él luego de dejar la charola en el escritorio y le toco la frente. Tal vez tenga fiebre.
—Lo estoy, cariño, es que he sido muy descortés. Savannah, él es James Cook, un viejo socio, acaba de volver de París. Es muy amable que nos haya venido a visitar, ¿no crees?
—¿París? Que suerte tienes, me encantaría ir a París —susurro y él vuelve a sonreír. Tiene una sonrisa hipnotizante.
—¿Nunca has salido del país? —pregunta.
—Solo a Canadá, pero no fue en las mejores circunstancias —respondo y él frunce el ceño.
—Sí, mi difunta esposa, su madre, tuvo un tratamiento para combatir el cáncer allá. Evidentemente no funcionó.
Hablar de mi madre siempre me cuesta con otra persona que no sea mi padre, siempre siento ese nudo en la garganta y esas inmensas lagrimas a punto de salir por lo que decido simplemente agachar la cabeza antes de hablar.
—Bueno, yo los dejo —susurro e intento irme, pero mi padre me detiene.
—Savannah espera, como dije James acaba de volver, hace cinco años no visitaba Seattle así que me parece una buena idea que lo apañes a cenar esta noche, intégralo de nuevo a la ciudad.
—¿Yo? Papá, es que… bueno, ¿no sería mejor que vayas tú?
—Savannah —James comienza a hablar—, tu padre y yo tenemos mucho tiempo para conversar, lo hemos hecho también por mucho tiempo. Quiero una versión fresca de Seattle y creo que esa me la puedes dar tú
—Por favor, hija —ver a mi padre tan desesperado poque acepte es un poco extraño.
Él sabe que salgo poco, tengo muy pocos amigos y que en general soy bastante tímida. Jamás me había pedido un favor como este, pero supongo que tiene que ver con la ayuda que James podría darnos, darle una buena impresión, hacerlo sentir como en casa de nuevo así que como le dije a mi padre, yo haría cualquier cosa por ayudar, por lo que lo haré. Saldré con James Cook, este hipnotizante CEO.
—Está bien —contesto a lo que James sonríe de oreja a oreja luego se acerca a mí, muy cerca—, te juro que no te vas a arrepentir —susurra casi sobre mis labios.
Mientras me coloco un vestido de noche y me arreglo el cabello no puedo evitar pensar en toda esta situación y lo extraña que es. Mi padre siempre fue un poco sobreprotector conmigo y ahora el hecho de que deje cenar con un hombre mayor, con una reputación como la que tiene, es bastante extraño, pero sigo creyendo que se trata de una cena formal en la que hablaré bien de mi padre, de lo responsable que es, de la empresa y de que sería muy gentil que nos ayudara. Es lo único que debo hacer. Me aplico perfume y me coloco mis argollas al mismo tiempo que un auto fino se estaciona frente a mi puerta. Me asomo por la ventana y lo veo abajo. Sale del auto con su traje costosísimo y se recuesta en él mientras me espera con su móvil en la mano. Respiro profundo porque por alguna razón me siento muy nerviosa. Tomo mi bolso y salgo de mi habitación, bajo las escaleras y me encuentro a mi padre esperándome junto a la puerta.
—Savannah… debes… que te diviertas —me dice antes de darme un abrazo.
—Eh… gracias —le contesto bastante confundida.
Abro la puerta al mismo tiempo que James levanta la mirada de su celular. Se acerca a mí antes de que pueda llegar donde él y sonríe de oreja a oreja. Me da un beso en la mejilla muy cerca de la comisura de mis labios y yo me quedo como estatua, sintiendo su perfume mezclándose con el mío.
—Te ves preciosa —se acerca a mi oído—, pero me hace pensar en cómo te ves sin ese vestido.
Su comentario me enciende las mejillas al tiempo que me sorprende pues nunca nadie me había dicho algo así… tan privado.
—¿Nos vamos? —decido cambiar de tema y él se ríe.
—Tu timidez me fascina, pero está bien, vámonos —me toma de la mano y me sube al auto, un convertible en color negro.
Él se sube en el asiento del conductor mientras sube la capota pues el aire es bastante frío y se siente como si fuera a llover. El comienza a manejar mientras yo me quedo callada en mi sitio. Él hace lo mismo solo que cada tanto me ve y yo lo noto por el rabillo del ojo.
—¿A dónde iremos a cenar? —susurro la pregunta.
—Espero que no te parezca cliché. Elegí un restaurante italiano.
—¿Por qué eso sería cliché? —pregunto y James ladea una sonrisa.
Tiene de esas sonrisas que parecen muy seductoras, que con solo verla te genera sensaciones de mujer, te genera esos sentimientos en la boca del estómago y más allá del estómago.
ÉL no responde nada y simplemente sigue conduciendo hasta que llegamos a The Pink Door un sofisticado y elegante restaurante italiano aquí en Seattle. Veníamos mucho con mi padre antes de que el dinero comenzara a faltar.
—Buena elección —susurro y él asiente. Ambos entramos pues tenía una reservación y nos dan una de las mejores mesas del lugar.
Cuando nos sentamos una mesera amable aparece con el menú. Ambos terminamos pidiendo lasaña con vino blanco.
—Y dime Savannah, ¿a qué te dedicas?
—Voy a la universidad, estudio literatura inglesa. Estoy a punto de empezar mi último año —le contesto.
—Entonces eres una romántica, eso no está nada bien —responde y yo no puedo evitar fruncir el ceño.
—¿Por qué es algo malo ser romántico? —él se ríe.
—Porque el amor… el amor es solo una transacción Savannah, el amor se puede perder tan rápido como se va, en cambio, la pasión y el deseo, son sentimientos más poderosos. Si los alimentas de la manera adecuada pueden perdurar el tiempo que quieras.
—El amor también es un sentimiento, entonces también puede ser alimentado como dices —le respondo.
—El amor es dolor… en cambio, no hay nada más exquisito que un buen sexo con pasión y deseo, ¿no lo crees?
En cuanto me dice eso no puedo evitar sentirme colorada, sentir mis mejillas ardiendo de la vergüenza pues James es de esos hombres que no sienten vergüenza alguna por hablar de sexo, parece un hombre experimentado y lleno de lujuria y pasiones mientras que yo soy una chica que a pesar de tener la edad suficiente y a pesar de estar en su último año de universidad no ha pasado de segunda base con ningún hombre. Soy la tímida Savannah que sigue siendo virgen.
—Bueno, sí, supongo que sí —le respondo y él simplemente sonríe de oreja a oreja al tiempo que nos traen la cena. Inmediatamente él nos sirve el vino blanco y se lo lleva a sus labios todo sin dejar de verme.
—Eres como una joya escondida, Savannah. Eres un tipo de mujer que jamás había conocido.
Cuando me dice eso me quedo de piedra, me sorprendo demasiado y es que no sé si lo que dice es algo malo o algo de lo que no debería sentirme segura. No sé qué pensar respecto a eso, sin embargo, cuando le voy a responder, una mujer se acerca por la espalda de James. Se muerde el labio inferior antes de hablarle.
—¡James! ¡vaya, que sorpresa! No sabía que habías vuelto de Paris —la mujer lo mira como si fuera un trozo de comida, pero a él no parece importarle.
—Sí, regresé hoy —le contesta.
—Debiste llamarme, me hubiera encantado salir.
Simplemente no lo puedo creer, actúa como si yo no estuviera aquí, como si fuera una decoración más de la mesa. Me siento totalmente estúpida.
—Ella es Savannah, Savannah ella es Britany, una amiga.
—Hola —saluda sin darme mayor atención.
Britany es alta, rubia, de senos operados tan grandes como dos bolas, cintura de avispa y piernas largas. Es el tipo de mujer que cualquier hombre querría.
—Como sea James… —se muerde de nuevo el puto labio inferior antes de continuar—, llámame.
Es evidente que le está coqueteando frente de mí, como si para ella fuera totalmente extraño o imposible que un hombre como James se fijara en alguien como yo.
—Claro, adiós —no puedo evitar ladear una sonrisa cuando noto cómo la despide, ella lo nota así que me lanza una mala mirada y se va.
El resto de la cena hablamos sobre mí, sobre mis pasiones y mis sentimientos mientras que él se muestra callada y cerrado cuando se trata de hablar de él. Eso es un poco triste porque me hubiera gustado saber el día de un hombre como él, de un hombre que tiene en sus hombres una compañía entera, miles de trabajadores y una reputación que mantener. Con mi padre lo supe, pero la compañía jamás se pudo comparar con la de James, pues por lo que investigué es bastante grande. Lo extraño fue que jamás hablamos de mi padre o de su empresa, solo de mí. Al finalizar él pagó la cuenta y salimos del restaurante.
Cuando nos subimos de nuevo al auto él simplemente arranca sin decir más nada, en el camino lo observo y noto cómo él también lo hace, teniendo un juego de miradas que puedo catalogar como coqueto tanto así que ambos nos reímos. Al llegar a casa me quito el cinturón ante la atenta mirada de James.
—Espero que la hayas pasado bien —le digo y él asiente—, no soy tan divertida como te pudiste dar cuenta, solo… es decir, necesitas otra compañera para ver la ciudad.
—No quiero otra compañera —me responde—. Deberías entrar, tienes cosas que hablar con tu padre —añade.
—Eh… claro, entonces fue un placer conocerte, James.
—Nos vemos pronto, Savannah.
Me bajo del auto y me encamino a casa. Saco las llaves de mi bolso y entro, cerrando la puerta tras de mí mientras una sonrisa se posa en mis labios pues cualquier mujer con ojos se daría cuenta de lo perfectamente atractivo que es James Cook y que sería una tonta si no me gustara, sin embargo, mi padre sale de su oficina y me pilla sonriendo.
—Parece que te gustó la velada —dice de repente de manera hostil y sé que es mi oportunidad para hablar con él.
—Papá, no te entiendo, llevas todo el día preocupado, o más bien enojado conmigo. Si no querías que saliera con él, no me lo hubieras pedido —le respondo a lo que él se lleva las manos a la cabeza totalmente frustrado.
—¡No tuve elección! —exclama antes de volver a entrar a su oficina, a lo que yo entro detrás de él.
—No me puedes dejar así, exijo que me expliques qué está pasando.
Nunca había visto a mi padre tan desesperado, tan fuera de sí, tan incontrolable. Siempre lo vi como un hombre que sabía qué hacer y cómo hacerlo, pero la perdida de mi madre, la pérdida de su empresa y de su dinero lo ha llevado a extremos que jamás había visto en él. Mi padre se acerca y me acaricia el rostro con sus manos.
—Escúchame, hija, dijiste qué harías cualquier cosa por ayudarme y ahora más que nunca te necesito; vi que la pasaste bien, llegaste sonriente y alegre así que esto no será difícil para ti.
—¿De qué hablas, papá? —él respira profundo antes de contestar.
—Debes empacar tus cosas, porque a partir de ahora vivirás por un año con James Cook.
—¿Qué? —mi sorpresa evidente recae en cada silaba de la palabra—, ¿de qué rayos estás hablando?De pronto todo comienza a encajar, todo comienza a tener más claridad; la forma extraña en la que se comportaba mi padre, los comentarios que tenían doble sentido que salían de la boca de James, la extraña cena. Todo apuntaba a esto y no me di cuenta.—Hija, no hagas esto más difícil. Debes empacar tus cosas e irte a casa de James, él… él será tu pareja por un año.—¡Estás loco! ¡estás jodidamente loco! —le grito.—¡Es la única forma! —exclama desesperado—, es la única forma de que él me ayude a salvar la empresa. Él pagará tu último año de universidad y tú lo tendrás todo, no te faltará nada, Savannah.Todo a mi alrededor gira en mil vueltas pues todo lo que mi padre me está diciendo es demasiado para procesar.—Papá, me estás prostituyendo…—¡No digas eso tan feo! —me recrimina de manera apresurada—, es solo un año, un año en el que viajarás, vivirás con las mejores comodidades que ya no
Me acerco a los dos hombres mientras que extrañamente yo me siento como una pequeña liebre en medio de dos enormes lobos. El abogado me mira con una sonrisa antes de tenderme la mano la cual con evidente nerviosismo y timidez recibo.—Es un placer señorita Savannah. Mi nombre es Alberto y estaré aquí para guiarlos a ambos en este paso tan importante de esta unión.Pero de qué diablos habla este hombre. Mi primera reacción es mirar a James quién por alguna razón no puede hacer lo mismo.—Disculpe, pero no entiendo de qué me habla —Alberto nos guía hasta la mesa del comedor como si esta fuera su casa o como si la conociera demasiado bien mientras que a pasas torpes yo lo sigo. Detrás de mí, James también camina.Me siento al lado de James mientras que Alberto lo hace frente a nosotros. Abre la carpeta de documentos y comienza a hablar después de aclararse la garganta.—En este momento les hago la lectura oficial del contrato que he preparado, en cual tiene como partes fundamentales al s
Me despierto sola en la cama, con una nota sobre la almohada junto a mí, escrita en una preciosa letra cursiva, “Buenos días, preciosa. Tuve que ir por una urgencia a la empresa. Saldremos en cuanto vuelva” no puedo evitar sonreír como boba en cuanto la leo y me doy cuenta de que anoche fue la mejor noche de mi vida. Me doy cuenta de que me he despertado desnuda, en la cama de un hombre guapo y que se comportó como un caballero. La sonrisa en mi rostro demuestra que estoy feliz, que nunca había estado tan feliz en mi vida. De pronto escucho pasos afuera así que rápidamente me levanto de la cama, sin embargo, mis piernas se muestran adoloridas al instante por lo que debo detenerme y a pasos muchos más lentos me acerco al baño y me cubro con una bata al mismo tiempo que alguien toca la puerta y yo permito que pasen.—Buenos días, señorita Savannah —me saluda la chica que desempacaba mi maleta anoche—, el señor Cook me pidió que le trajera el desayuno a la cama —añade señalando con sus o
Amanecí un poco pensativa, con todos los pensamientos revoloteando en mi mente como si fueran un montón de mariposas. No puede parar de pensar en James y en lo que significa para mí estar ligada a él por un año. Sé que fui muy clara al decir que no tendríamos sexo nunca más, pero toda la noche no paré de pensar en sus caricias, en sus besos, en su olor, en su cuerpo, en la forma en la que nos entregamos uno a otro, la forma en la que yo me entregué a él. Todo lo que me hizo sentir esa noche se quedó tatuado en mi mente y creo que hasta en mi alma. Es simplemente que no puedo sacarlo de mi mente y no sé cómo sobrellevar esos pensamientos con la idea de no estar con él realmente. Es simplemente que no puedo permitirme estar con alguien que no está realmente conmigo, a pesar de que me jura que no estuvo esa misma noche con esa mujer, yo no puedo evitar creer que sí, porque simple y sencillamente James Cook es un casanova, es un completo mujeriego que solo me buscó a mí por ser la chica c
Él se lleva las manos a la cabeza mientras se rasca su cabello en una evidente señal de frustración. Clara aparece con bebidas para ambos, las deja en el escritorio y se retira rápidamente al notar la tensión en el ambiente.—¿Estás… estás embarazada, Savannah? —mi respuesta es sonreír, pero él parece no gustarle—, no es nada gracioso, esto es serio.—Sí, sé que es algo serio. Es muy serio que tu padre prácticamente te venda a un hombre como si estuviéramos en los tiempos de la esclavitud —él suspira apenado bajando su cabeza, pero luego la levanta para verme.—Yo no te vendí, hija, no te obligué.—No, no lo hiciste, sé que no pusiste una puta arma en mi sien, pero sé que pusiste toda la responsabilidad sobre mí imponiéndome el hacer eso, el aceptar —me apresuro a contestar—, y lo más fuerte de todo esto es que no solo debo estar allá y coger con él con muy seguramente sabes.—¡Savannah! —exclama.—¡Papá, es así como debo hablarte! Es momento de que sepas la verdad; firmé un contrato,
El auto se detiene frente a una casa que parece de la realeza. Mi familia desde que tengo uso de razón tuvo dinero, pero nunca de esta forma, nunca de la forma en la que puedes vivir cinco años en Paris y una vida entera en Versalles en una casa que se asemeja a la de María Antonieta. Cuando nos bajamos un hombre nos saluda con amabilidad mientras recibe las maletas del chofer.—Savannah, él es Dorian, el encargado de la mansión —me lo presenta James.—Hola, Dorian —él me sonríe en respuesta mientras tiende su mano para luego alejarse con las maletas—. ¿Estoy bien? ¿me vestí bien? —le pregunto y él solo me toma de la cintura y me atrae hacia él.—Te ves preciosa… te amarán —me responde y luego me da un beso en la punta de la nariz para luego tomarme de la mano y llevarme hacia dentro de la casa.Dentro se ve todo como un palacio, con enormes candelabros, con pinturas en casi todas las paredes y con lujos en cada esquina. La primera en aparecer es la que creo es la madre de James con s
En cuanto entro a la casa ya las lágrimas han salido de mis ojos como un sunami, mientras camino tratando de despejar mi rostro de ella me golpeo contra un pecho duro. Al levantar mi rostro para disculparme noto que se trata de James. Él me ve llorando e inmediatamente coloca sus manos en mi rostro para inspeccionarme.—¿Estás bien? ¿qué te pasa? —de pronto alza su rostro hacia la ventana y luego su mandíbula se tensa—, ¿qué te dijo Laurent? ¿qué te dijo para que te pusieras así? —inquiere.—Nada que yo no supiera ya —le respondo luego de sorber mis mocos. Él frunce el ceño.—Savannah, él dirá y hará lo que sea para tener la empresa, te lo dije —me contesta.—No es solo él, James… —cuando estoy por continuar, Laurent pasa por nuestro lado y se aleja a lo que mi acompañante me toma de la mano y me lleva escaleras arriba.Llegamos a la que es nuestra habitación y entramos.—No quiero que nadie escuche nuestras conversaciones —responde antes de que yo pueda hacerle la pregunta.—No es so
Tuve que quedarme escuchando en completo silencio los gemidos de Hayley y los gruñidos de Laurent mientras tenían sexo a solo metros de mí. cuando acabaron, hui de allí lo más rápido posible y ahora busco desesperadamente a James por toda la casa, sin embargo, no logro localizarlo hasta que lo veo fumando un cigarrillo en el jardín trasero, justo donde Laurent lo hacía hace solo unas horas, está bien vestido y arreglado. En cuanto lo veo es como si el alma volviera a mi cuerpo ya que no dejo de sacarme de la mente las palabras de Laurent, “solo debo sacar a James del camino…” eso para mí tiene un significado muy, pero muy claro y debo decírselo cuanto antes al involucrado. Salgo al jardín abriendo la boca para decirle todo, pero debo frenar en seco cuando lo veo charlando con su madre, así que suspiro y me acerco a ellos tratando de verme más tranquila.—Hola, ¿me extrañaron? —saludo y ambos me miran en cuanto me escuchan—, salí con vida —decido bromear y ambos ríen.—Vaya, fue una ch