Capítulo 2. Me perteneces.

—¿Qué? —mi sorpresa evidente recae en cada silaba de la palabra—, ¿de qué rayos estás hablando?

De pronto todo comienza a encajar, todo comienza a tener más claridad; la forma extraña en la que se comportaba mi padre, los comentarios que tenían doble sentido que salían de la boca de James, la extraña cena. Todo apuntaba a esto y no me di cuenta.

—Hija, no hagas esto más difícil. Debes empacar tus cosas e irte a casa de James, él… él será tu pareja por un año.

—¡Estás loco! ¡estás jodidamente loco! —le grito.

—¡Es la única forma! —exclama desesperado—, es la única forma de que él me ayude a salvar la empresa. Él pagará tu último año de universidad y tú lo tendrás todo, no te faltará nada, Savannah.

Todo a mi alrededor gira en mil vueltas pues todo lo que mi padre me está diciendo es demasiado para procesar.

—Papá, me estás prostituyendo…

—¡No digas eso tan feo! —me recrimina de manera apresurada—, es solo un año, un año en el que viajarás, vivirás con las mejores comodidades que ya no puedo darte y terminarás tus estudios. Creí que el hombre te agradaba.

—¡No lo conozco de nada, papá! Y aparte será un año en el que él me tomará, ¿crees que solo estaremos de manos sudadas? Así no es como quería que fuera mi primera vez.

Mi padre baja la cabeza como si el tema le incomodaba, cuando realmente lo que me duele es que me esté haciendo esto. Mi propio padre, enviándome con un hombre que no conozco y que lo único que hará conmigo es jugar como un gato con su presa, por un año para luego desecharme como si nunca me hubiera conocido.

—Hija… —al levantar el rostro lo tiene lleno de lágrimas—, debes hacer esto por mí y por ti pues no hay otra forma, no hay otra forma de sobrevivir a lo que estamos pasando.

Luego de esa conversación con mi padre no pude seguir viéndolo a la cara, no puede siquiera estar en la misma habitación con él así que simplemente me fui, subí las escaleras y me encerré en mi habitación donde justo ahora sigo llorando a mares. Llorando porque si mi madre estuviera viva, ella jamás hubiera permitido algo como esto, ella jamás habría dejado que su pequeña niña se vendiera de esa forma pues cuando era pequeña solíamos hablar del día en el que encontraría mi verdadero amor, el día en el que sería feliz con un hombre que amara y que me amara. No con un hombre del que apenas sé su nombre, no con un hombre que, por alguna razón estúpida, por alguna razón que desconozco quiere estar conmigo por un año.

Mientras sigo observando la foto de mi madre que tengo en mi mesa de noche me pregunto, ¿qué desea ese hombre realmente de mí? ¿qué es lo que busca? ¿qué gana con tenerme un año siendo solo para él? Pero sobre todo me pregunto, ¿qué gano yo? ¿qué gana la persona más perjudicada con todo esto? Exacto, creo que nada…

Me despierto con los ojos hinchados y el rostro rojo como si se tratara de un tomate. Observo que la pantalla de mi teléfono se enciende así que lo tomo dándome cuenta de que el grupo de chat que tengo con mis únicas dos amigas de la universidad está como loco. Lo tomo al mismo tiempo que arrugo los ojos por la luz entrando en ellos hasta que mi vista se normaliza y me encuentro con montones de mensajes de mis amigas preguntándome por qué rayos no les había contado que estaba saliendo con el CEO de una empresa y es cuando me recompongo sobre la cama dándome cuenta que en The Seattle Times en primera plana salió mi rostro y el de James en la cena de anoche.

—¡Mierda! —exclamo para mi misma mientras leo la noticia.

El misterioso, galán y codiciado James Cook al parecer estuvo una cita con una hermosa joven de la cual se desconoce su identidad. Cook se mostró atento y caballeroso en toda la velada… recordemos que Cook vivió en Paris por cinco años, tiempo en el que no se le conoció una pareja sentimental.

Decido ignorar los mensajes de mis amigas para cepillar mis dientes y correr escaleras abajo con el móvil en mano. Entro a la oficina de mi padre quien habla por teléfono y le enseño el periódico en línea.

—Ahora todos lo saben... ahora todos saben que soy la prostituta personal de ese hombre —es lo primero que le digo a lo que él hace una mueca.

—Puedes pasar por ella en una hora —dice al teléfono antes de colgar la llamada.

—¿Era él? ¡pues dile que se puede ir a la m****a! —grito, pero mi padre ya ha colgado la llamada.

—James es un hombre conocido, como yo, es obvio que serás vista y seguida por paparazis, Savannah. Eso no es nuevo para ti —me contesta—, ahora, él vendrá por ti en una hora. Mas vale entonces que estés lista.

—¿Y si no quiero qué pasa? —él frunce el ceño.

—Entonces dile adiós a todo; la casa, el poco dinero que nos queda, tu universidad, tus sueños… todo. Viviremos en la calle Savannah.

Todo esto se me hace demasiado injusto, pero sé que una parte de mí quiere hacerlo, no por mi padre, no por James, por mí, por mis sueños y por terminar mi carrera. Solo es un año, un año que se pasará volando, un año en el que separaré mis sentimientos y mis emociones de lo que viva para no involucrarme demasiado hasta que pueda ser libre y hacer con mi vida lo que me plazca.

—Está bien —él parece sorprendido por mi respuesta—, lo haré, pero luego de ese año, seré libre y me refiero a ser libre de él y libre de ti —él asiente—, ahora me iré, padre. Iré a empacar.

Él parece querer despedirse, pero yo me siento demasiado dolida para hacerlo así que simplemente doy media vuelta y salgo de su oficina al mismo tiempo que recibo la llamada de una de mis amigas; Zoe. Después de respirar profundo, contesto pues jamás se detendrá si no lo hago.

—Hola, Zoe, ¿cómo estás? —le contesto, pero obtengo un grito desgarrador en medio de la línea.

—¡¿Por qué rayos no me dijiste que estabas saliendo con un hombre mayor?! —exclama emocionada luego del grito—, ¡y aparte es un CEO sexy y candente!

—Porque… porque no estabas saliendo —por un momento estuve a punto de desahogarme con ella, decirle lo que mi padre me ha hecho y me está haciendo hacer, pero sé que no puedo—, solo fue una cita —miento.

—¡Aun así estás en todas las portadas, en todos los periódicos! ¡esto es una locura! Miranda cree que eres una perra con mucha suerte, textualmente hablando.

Miranda es mi otra amiga, una chica mucho más extrovertida, rubia, bella y deseada que Zoe y yo. Tiene pretendientes en cada esquina y tiene la particularidad de conseguir al hombre que desea con mucha facilidad.

—Bueno, eso mismo pienso. Debió ser ella —le contesto.

—¿Por qué? Eres igual de bonita que Miranda, te lo mereces tanto como ella, incluso más. Sabes que ella es un poco perra.

Cuando habla de perra, sé que se refiere a malvada, a mala, pues a veces es muy cruel con los comentarios que hace como aquella vez que le dijo a Zoe que no podía usar faldas cortas por sus piernas gordas. La verdad creo que se quedó con la personalidad de mean girl de la preparatoria y aun la trae en la universidad.

—¿Y dónde está? —pregunto para cambiar de tema y que se olvide del asunto de James.

—¡Sé lo que haces!  —exclama—, buscas que me olvide del asunto con tu lindo CEO, pero está bien, te contestaré; se fue para Miami por el spring break.

—¡Vaya! ¿se fue sola?

—Creo que otro par de amigos.

—Creo que debes comenzar a empacar —me sobresalto en medio de las escaleras cuando mi padre aparece detrás de mí.

—¿Empacar? ¿a dónde te vas? ¿de spring break? —Zoe se emociona del otro lado de la línea.

—Hablamos después —le respondo antes de colgar.

—Ya voy, ya me voy. Solo espero que con todo esto que están haciendo la empresa sea salvada —mi padre suspira.

—Tú lo dijiste, Savannah, todo esto también es por ti.

No le contesto nada y simplemente me alejo de él escaleras arriba hasta que llego a mi habitación. Estando en ella, saco mi maleta de mi armario y comienzo a guardar todas mis cosas, mi ropa, mis zapatos, mis libros, mis cosas de la universidad, mis fotografías y cosas más preciadas. Al terminar me quedo mirando una habitación casi desolada pues todo lo que la hacia parte de mí, se ha ido, está guardado en una maleta. Decido bañarme y colocarme la única muda de ropa que dejé fuera; unos jeans, con unas botas y un suéter calientito pues comienza a hacer frío y mucho.

Cuando estoy lista escucho que un auto llega y sé que se trata de él. Sé que se trata del hombre que me tendrá a su merced por un año. Clara aparece con sus pequeños ojos vidriosos y me da un beso en la frente.

—Estarás bien —me dice.

No tengo muy claro si ella sabe lo que pasa, pero si tengo muy claro que la extrañaré con cada centímetro de mi corazón.

—Gracias, vendré a visitarte. No te preocupes —ella asiente y me ayuda con las maletas mientras bajamos las escaleras.

Al llegar a la primera planta lo veo, en un traje hermoso y a su medida, esperándome con su ridícula corbata. Me mira de pie a cabeza y sonríe. En ese momento me derrito, me derrito como chocolate fundido, pero trato de que no lo note. Lo último que necesito es que crea me gusta, es guapo y es todo.

—Hola —lo saludo fríamente.

Mi padre aparece, pero yo decido arrebatarle la maleta a Clara y salir de la casa sin decir nada, para que nadie vea mis ojos brillosos y nadie escuche mi voz tras el nudo que se ha formado en mi garganta. Al salir veo un chofer junto a la camioneta, lo saludo, le tiendo la maleta y me subo a la parte de atrás del vehículo cruzándome de brazos. Pocos minutos después James aparece y se sube del otro lado de la camioneta, pero yo ni siquiera me inmuto en verlo, escucho su risa a mi lado, pero sigo sin verlo hasta que siento cómo se acerca a mí tanto que puedo escuchar su respiración para luego pasar el cinturón de seguridad sobre mis caderas, haciendo presión sobre mi sexo lo que me pone a respirar con dificultad al tenerlo tan cerca de mí y haciendo lo que hace. Me mira en la misma posición y sonríe de medio lado.

—Ante todo la seguridad, bella Savannah —luego se aleja de mí y vuelve a su sitio dejándome nerviosa y con las piernas temblando.

El auto arranca en un viaje en silencio recorriendo toda la ciudad hasta que finalmente llegamos a una hermosa casa en el maravilloso vecindario de West Queen Anne. El auto se detiene y el chofer se baja de él para abrirle la puerta a James quien se da la vuelta y abre mi puerta mientras me desajusto el cinturón. Me quedo anonadada al ver la propiedad pues es muy sofisticada y elegante.

—¿Te gusta? —me sobresalto al escucharlo—, será toda nuestra durante un año. En ese momento solo respiro profundo y lo ignoro caminando hacia la casa.

Al entrar lo primero que veo son enormes ventanales del piso al techo que inundan la casa con luz natural, no puedo evitar acercarme y darme cuenta de la maravillo vista; las cadenas de montañas características de Washington, veo las terrazas que comparten esas vistas y me empiezo a preguntar de noche cómo se vería. Sigo caminando y veo una enorme sala de estar, una cocina con detalles en acero y buenos gabinetes, un patio trasero privado, una sala multimedia y de fitness, definitivamente un paraíso. Siento pasos cerca de mí y al darme la vuelta noto que se trata de James.

—No me respondiste si te gusta —me dice.

—¿A quién no le gustaría una casa como esta?

—No es algo nuevo para ti, has vivido en lujos toda tu mi vida —me responde.

—No te equivocas, pero mis padres son más anticuados, bueno, mi madre. Mi casa es más victoriana.

—Esta es tu casa ahora —se apresura a contestarme.

—Respecto a eso… en serio, necesito que hablemos de lo que está pasando aquí.

Él actúa como si todo esto fuera normal y sé que no lo es. Sé que necesito saber con certeza que él ayudará a mi padre a cambio de quedarme aquí, pero sobre todo necesito saber qué es lo que él quiere de mí.

—Todo a su debido tiempo, Savannah… todo a su debido tiempo —me contesta mientras se aleja de mí.

—¿Y cuándo es eso?

—Vamos a instalarte, saldremos a cenar y luego hablaremos.

—¿A cenar? ¿Qué deseas? ¿Qué nos tomen fotos y que mi privacidad sea totalmente vulnerada?

—¿No te gustaron las de primera plana? —me pregunta relamiéndose los labios como el recuerdo le excitara.

—¿Tú… tú sabías que saldrían esas fotos?

—Yo llamé a las personas que tomaron esas fotos…

—¿Por qué? —pregunto totalmente anonadada.

—Te dije que lo sabrás a su tiempo. Ahora vamos, voy a mostrarte tu habitación.

En cuanto lo dice mi primer pensamiento es que tendré una habitación para mi sola, no tendré que compartirla con él, pero lo que no puedo saber con exactitud aun es cómo me siento con eso, sin embargo, simplemente lo sigo escaleras arriba hasta el segundo cuarto de la segunda planta. Cuando lo abro simplemente me quedo anonadada al ver el balcón que tiene una vista esplendida hacia las montañas. Veo una habitación con una hermosa cama doble con sabanas blancas, un hermoso tocador, cuadros bellísimos y lo que parece ser un armario, pero lo que realmente me impresiona es la terraza impuesta en el balcón. Me dirijo a ella y cuando abro la puerta corrediza el clima frío me invade. Se siente maravilloso.

—Sabía que te gustaría, por eso te lo di —me doy la vuelta para ver a James recostado en el marco de la puerta. Yo asiento en respuesta y bajo la cabeza apenada—. ¿Qué pasa? —pregunta.

—Nada, es solo… es solo que pensé… —susurro y diablos no entiendo por qué este hombre me pone tan nerviosa.

—¿Qué pensaste Savannah? —pregunta llegando hasta mí, acercándose tanto que mi espalda se golpea con el barandal del balcón y él coloco sus abrazos uno a cada lado de mi cuerpo apoyándolo en ese mismo barandal.

—Pensé que dormiríamos en la misma habitación —me armo de valor y simplemente lo digo. Su primera reacción es enarcar una ceja al mismo tiempo que sus dientes perfectos salen a relucir.

—¿Eso querías? —me pregunta acercándose aun más a mí—, ¿querías tenerme en la misma cama contigo? —añade tan cerca que puedo sentir su respiración, luego acerca su boca a mi oreja—, porque te aseguro que, si eso es lo que quieres, yo no pondré resistencia —susurra en mi oído para luego acercar sus labios a mi cuello causando que cada vello de mi cuerpo se erice.

Siento cómo me olfatea hasta que simplemente no puedo soportar ni un minuto más lo que estoy sintiendo así que simplemente me alejo de él huyendo de nuevo hacia el interior de la habitación. Eso causa una sonrisa en él, luego entra de nuevo y se dirige hacia la salida.

—Pronto traerán tu ropa, mientras tienes un armario completamente nuevo para ti. Viste lo que gustes, iremos a cenar. Nos iremos en una hora —dice antes de simplemente perderse de mi vista.

Cuando me encuentro sola regulo mi respiración pues no sabía que estaba tan alterada. No sabía que me encontraba tan nerviosa y es que James Cook simplemente es un casanova. Sabe cómo volver loca a una mujer.

Respiro y simplemente me acerco al armario y al abrirlo lo que también se abre es mi boca de par en par.

Una hora después me miro al espejo y me gusta lo que veo. Me he puesto un vestido hermoso en color rojo y por encima me he puesto una piel en negro que combina a la perfección con el color del vestido y me cubre del frío. Mis tacones no son ni muy altos, ni muy bajos y mi cabello castaño cae en lindas ondas por mi espalda. Llevo poco maquillaje pues lo que resaltan son mis labios en color rojo carmesí. Tomo mi cartera de mano y bajo las escaleras ante la atenta mirada de James que me espera al final de ésta. Mantengo la vista firme sobre sus ojos para no verme nerviosa como adolescente de quince años y él sonríe de oreja a oreja cuando llego hasta él. Me toma de la mano y besa la coronilla como si estuviéramos en los tiempos antiguos.

—Te ves hermosa, Savannah —susurra en mi oído—, pero no sabes cuánto quiero verte sin él —añade, lo que hace que me ponga roja como tomate al mismo tiempo que el chofer aparece.

—Estoy listo señor —dice—, y si me permite, se ve preciosa —añade dirigiéndose a mí. Yo simplemente le sonrío en respuesta y él se aleja.

James coloca su mano en mi espalda baja y en esa misma posición salimos de la casa donde el chofer nos espera con la puerta del auto abierta para nosotros. Ambos nos subimos al auto y éste arranca de inmediato. Pocos minutos después estamos en un lujoso restaurante donde muchos paparazis nos esperan, Al bajar todos comienzan a activar sus flashes en nosotros mientras yo trato de entrar lo más rápido posible. Al entrar toman mi piel y se la llevan antes de llevarnos a una de las mejores mesas del lugar.

En cuanto llegamos a la mesa tomamos asiento y yo pido lo primero que veo en la carta pues mi mente se ha puesto a divagar y James lo nota.

—¿Te sucede algo? —pregunta y yo asiento.

—Sí, de nuevo esos paparazis, ¿acaso soy como tu trofeo? Ya basta de jugar a los amigos que se conocen de toda la vida y no han podido tener sexo. Necesito saber lo que pasa aquí —causándome demasiada sorpresa James ríe—, ¿qué es tan gracioso de todo esto? —pregunto.

—La forma en la que hablas. Te refieres al acto de coger de una manera tan sofisticada —no puedo evitar fruncir el ceño.

—Tal vez soy muy bien educada —le respondo.

—No, yo creo más bien que eres virgen. Dos veces has mencionado esa palabra y lo haces como lo haría una señora de ochenta años, no como una chica de tu edad —no puedo evitar agachar la cabeza pues simplemente ha dado en el clavo.

No sé realmente por qué soy virgen, no es que no haya tenido oportunidades, es que simplemente la ocasión no ha sido la indicada para mí, o el chico no ha sido el indicado para mí o simplemente mi cuerpo no ha reaccionado de la forma en la que debía pues el único hombre que me hace pensar en lo que significaría tener un pene dentro de mí, lo tengo al frente y es totalmente ilógico pues recién lo conozco.

—Eso no es asunto tuyo —opto por contestar.

 —Gracias por confirmármelo —responde él—, aun así, es cierto, no es asunto mío… aún.

—No te confirmé nada —me apresuro a responder. Él vuelve a reír al tiempo que el mesero llega con nuestra comida.

El resto de la cena se mantiene en un juego de miradas entre James y yo, un juego que he optado por peligroso pues esos ojos bellos me hacen olvidarme de lo que realmente es importante, como el hecho de que aun no sé mi papel aquí. Sabe que soy virgen, lo tiene casi seguro, ¿qué quiere este hombre conmigo? Cuando acabamos de comer, él pagó la cuenta, me regresaron mi abrigo y volvimos de nuevo al auto el cual arrancó de nuevo para evitar los cegantes flashes. Cuando estamos en el auto, James se sienta muy cerca de mí, lo que hace que me sorprenda un poco, pero que no le preste la mayor atención.

Comienzo a mirar por la ventana hasta que siento su mano en mi rodilla desnuda. Está fría, pero suave así que lo miro, pero él sigue con su vista al frente. De pronto, poco a poco su mano comienza a moverse hacia la cara interna de mi muslo separando una pierna de la otra. En ese momento mi corazón comienza a latir muy, pero muy rápido y mi instinto es mirarlo de nuevo y luego al chofer para ver si se está dando cuenta de algo, pero no lo hace.

Su mano se sigue moviendo hasta que llega a mi ropa interior, la cual hace a un lado, mientras que para este punto yo ya no tengo control de mi propio cuerpo, solo de mis pensamientos sucios en mi cabeza. Comienza a mover su dedo sobre mi clítoris lo cuál yo ya he hecho en repetidas ocasiones en la soledad de mi habitación, pero nunca lo había hecho un hombre. Sus caricias en esa parte de mi cuerpo comienzan a ser mucho más rápidas hasta que siento cómo la parte de mi ropa interior que aun cubre mi vagina comienza a humedecerse.

—¿Sabes? Te puedo asegurar que coger se siente mucho mejor que esto —me susurra.

Sigue moviendo su dedo en esa zona cada vez más rápido, cada vez más placentero mientras que aprieto la tela de mi vestido con ambas manos y trato de no hacer tanto ruido mientras mis manos luchan por mantenerse abiertas. Él lo nota y simplemente sostiene una de mis piernas con la otra mano de manera gentil, pero ejerciendo la suficiente fuerza hasta que siento cómo el orgasmo está a punto de llegar, siento cómo ese placer inunda todo mi cuerpo y debo morder el labio inferior para acallar el grito que probablemente saldría de mi boca si no lo hago. Hasta que simplemente mis bragas quedan empapadas. Cuando el orgasmo se pasa mi respiración es condenadamente agitada y observo a James sin creer mucho lo que acaba de hacerme. Él me sonríe de oreja a oreja.

—No sabes lo bien que te ves con tus mejillas coloradas porque acabas de tener el orgasmo de tu vida —me susurra de nuevo a lo que yo simplemente ocultar la sonrisa y él la comparte conmigo.

El auto se detiene en la casa y ambos bajamos antes de que abran nuestra puerta tratando de ocultar nuestra evidente felicidad. Cuando entramos a la casa notamos que un hombre de traje está sentado en la sala de estar con un par de papeles frente a él mientras que la chica del servicio le tiende un vaso de lo que parece ser whisky.

—Lo esperaba, señor Cook —dice levantándose de su asiento—, discúlpeme la hora, pero me dijo que podía venir cuando estuviera listo. A la hora que fuera.

—Mierda —exclama James a mi lado entre dientes.

—¿Quién es él? —le pregunto.

—Mi abogado… trae el contrato —me responde alejándose de mí y acercándose a él al tiempo que lo saluda amablemente.

Todo mientras yo me quedo de piedra en el mismo lugar y me pregunto de qué puto contrato habla.

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