OliverEstoy impactado por lo que me acaba de mostrar Evelia, pero estoy decidido a mostrarle que no es verdad, y para eso necesito tenerla en un lugar seguro, y mi oficina no es uno de ellos con un ventanal grande.—Me aseguro que no escapes— Dice con una sonrisa— y para eso no debes tener balcones, ni ventanas cerca.Recuerdo a la perfección cuando ella llego como una especie de nube flotante al balcón el día de nuestra boda y hoy no estoy dispuesto a dejar que se me escape.La dejo en el baño de nuestra habitación ganando tiempo, sé que la podrá abrir pero me dará una leve ventaja.— ¡Déjame salir! ¡Cabr0n malparid0!— Me grita ella porreando la puerta con fuerza. — No sabía de tu vocabulario tan florido— Respondo con risa cosa que la molesta más, pero es algo que no puedo evitar.Este tiempo lo tomo para sacar todas las sabanas de la cama y dejarlas en el pasillo, no creo necesitar mucho tiempo, pero esto es una pequeña precaución.En el momento que estoy dejando las sabanas en el
Oliver— No lo hagas Oliver por favor, no me culpes de este amor que he sentido por ti desde que tengo uso de razón, y es incontrolable para mí.Ella intenta tomar mi mano, pero yo la quito de inmediato, su toque me molesta.Adriana no dejaba de llorar y pedirme de manera encarecida que la perdonara, pero a pesar de sus llantos y sollozos no puedo permitirme olvidar que ella es la razón principal por la que Evelia y yo estamos así, distantes y lastimados.Y continúo manejando en silencio, concentrado en ignorar los berridos de ella.Ella me dijo tantas veces que mi esposa no me ama que terminé creyéndolo, y ¿si todo fue una mentira?¿Qué sucede si ese amante que tanto menciona Adriana no existe?“Pero están las fotografías y videos” Me recuerdo a pesar de querer dejar eso en un cajón con seguro y tirar la llave.—Adriana te daré una oportunidad de redención— Digo de manera seria deseando con todo mi ser que la respuesta sea lo que necesito escuchar — Dime si lo del amante es real.Me
EveliaMe siento furiosa con la actitud de Oliver, se suponía que esto sería sencillo, le estoy dejando todo en bandeja de plata, y simplemente me complica todo.¿Para que quiere que me quede aquí? ¿Quiere torturarme al verlo con mi propia hermana?— ¡Ayuda!— Grito desesperada, con la ilusión de ser escuchada por alguien que pueda sacarme de aquí.“De nuevo encerrada” dice mi conciencia “De nuevo prisionera”— ¡Sáquenme de aquí! — suplico de manera constante. — Señora Geacoman— La voz de Ana llega desde el otro lado de la puerta insegura y tímida.Escucharla me llena de ilusión, podré salir de aquí e irme finalmente.— Si, Ana soy yo… La puerta está cerrada por fuera necesito que me abras por favor.— Yo… yo no puedo — Se queda en silencio un momento y parte de mí se pone alerta, tal vez quiera irse y dejarme aquí.— Ana…— Déjeme ir por Leonardo, tal vez él pueda ayudarla.Respiro con tranquilidad. Momentos después escucho pasos acelerados y más pesados, vienen a sacarme de aquí.Es
EveliaLos minutos en esa silla se vuelven horas, y el sentimiento de culpa me invade, ¿qué estaba haciendo Oliver cuando sucedió esto? ¿Por qué no ha llegado Adriana? ¿No vendrá a cuidar de su estado? Miles de preguntas y dudas estaban rondando en mi mente pero una sobresalió sobre las demás apagándolas de manera fulminante.“Yo soy su esposa. Yo tengo los derechos y sobre todo…” declaro de manera firme “Una Geacoman siempre tiene más poder que una Carpio” y eso me ayuda a saber que puedo hacer lo que me proponga.Recuerdo que ese fue el motivo principal por el cual me case con Oliver, ser una mujer poderosa y este apellido me lo da en exceso, y me había negado a tomar todo lo que se me ha estado ofreciendo de manera repetida.“Hoy se les acaba la mujer complaciente, nace la guerrera dispuesta a defender de cualquiera a sus seres queridos” Declaro fervientemente.— Evelia ¿Qué sucede? — escucho una voz a lo lejos.Volteo a ver que Rodrigo Geacoman se encuentra corriendo por el pasi
SaraFinalmente podré ver a Oliver cara a cara, me encuentro en uno de los pasillos del hospital en el que dicen las noticias que está.— El gran Oliver Geacoman, casi vencido por un auto, un auto— Repito molesta— Por una mujer querrán decir, porque quieran o no, yo soy la persona encargada de haber hecho que el quedara como esta.Y lo digo con completo orgullo, él se lo merece y he venido hasta aquí para poder saborear directamente mi victoria.Camino por los pasillos con ropa de enfermera, no puedo negar que me sienta de maravilla a verme en el reflejo de un cristal, en otra vida podría serlo.Me encamino a uno de los lugares de información y me acerco a una enfermera que según veo se llama Tere, “que nombre tan horrible” pienso.— Tere buenas tardes— La saludo de manera amable— Me acaba de enviar el doctor a la habitación de un tal Geaco… algo pero no recuerdo bien el nombre.Ella voltea a verme confundida pero aun así comienza a verme de arriba abajo evaluándome de alguna manera.
EveliaAl encontrarme con esa mujer en la habitación de Oliver y enviar a los guardias detrás de ella, no pude hacer otra cosa que no fuera correr a confirmar si mi esposo se encontraba bien, pero al abrir la puerta todos los sonidos de las maquinas que lo estaban monitoreando me envolvieron.— ¡¿Qué pasa?! ¡Oliver!— Grito de manera desesperada.Pero antes de tener cualquier reacción un grupo de enfermeras y doctores aparecieron por la puerta haciéndome a un lado.Por lo visto les había llegado una notificación de la urgencia.— ¿Qué sucedió?— Me cuestiona un doctor.— No lo sé, solo se — Digo llena de pavor al ver a mi esposo lleno de médicos con la cara concentrada en no dejarlo ir— Que alguien que no lo quiere estuvo a solas con él, no sé qué pudo haberle hecho.Comenzaron a ponerle medicamentos con unas jeringas y sacarle sangre con otras, se veía completamente surrealista y en ese momento que me quede petrificada, uno de los guardias que me acompañaba me saco de la habitación con
EveliaSiento que todo esto es como un sueño interminable el cual me hace caminar en una especie de péndulo que no me permite cambiar el rumbo que tengo.Pero al llegar a la puerta de la habitación toda esa introspección desaparece para concentrarme en un problema inminente.Detrás del agente encargado de la seguridad de mi esposo se encuentra Adriana, quien al verme trata de correr para abrazarme con el rostro lleno de lágrimas, pero es detenida por el agente, ya que él no la conoce.— ¡Hermana! ¡Pobre de mi hermana!— Grita llamando la atención— Mira como me trata el hombre este que no me permite acercarme para consolarte por tanto dolor, como si fuera alguien cualquiera y no familia.El agente volteo a verme directamente y con la mirada lo tranquilizo, que haya evitado que ella me tocara es algo que le voy a agradecer mucho.— ¿Qué haces aquí Adriana?Mi tono serio y fuerte la hace dejar esa actitud de niña pequeña y se pone firme también, nunca le había hablado de esta manera.— Her
EveliaAl entrar a la habitación me encuentro con el doctor que lo está atendiendo desde que comenzó a ser atendido, un hombre alto de más de treinta años, blanco con cabello rubio, bastante atractivo.— Doctor Niechmit, lamento el alboroto, no volverá a suceder, dígame ¿Cómo sigue mi esposo?En éste momento me ruborizo al darme cuenta que él debe haber escuchado todo lo que nos dijimos mi hermana y yo.— No se preocupe Señora Geacoman, el estado del paciente es estable, aunque me sorprende haber encontrado un veneno que es poco común en su sangre de no haber llegado en ese preciso momento el no estaría con vida, ahora mismo un colega se encuentra haciendo el reporte para mandarlo a investigar.— No— digo por inercia y el doctor voltea a verme de sorprendido ante mi negativa y sospechando de mí, por lo que me dispongo a explicar. — Mi esposo, como ya sabe es una persona muy conocida, no deseo que se filtre ésta información, ¿podría pedir que los agentes vengan al hospital en lugar d