EveliaAbro los ojos y me siento desorientada.— ¿Dónde estoy? — pregunto pero no me hago escuchar, veo lo que me rodea y veo que estoy en una habitación de hospital“¿Qué me ha pasado? ¿Por qué estoy aquí?” pienso, pero conforme mi cerebro se va normalizando los recuerdos, o fragmentos de ellos se encuentran dejándome pistas.Estaba en mi habitación pero un dolor intenso en el estómago me despertó, las piernas débiles y ganas de vomitar, aunado a eso escalofríos en todo el cuerpo.Recuerdo sentirme desesperada, en busca de ayuda y no encontrar a nadie, Oliver no estaba en su habitación y el chofer no me escuchaba.Una flashazo llega a mí, el momento en el que mire mis piernas con sangre y cuando estuve a punto de chocar contra otro auto.Cuando llegue al hospital y después de eso… después de eso absolutamente todo se volvió negro, mis sentidos se apagaron y yo… yo no recuerdo nada más.Comienzo a desesperarme, ¿qué me sucedió? La máquina que registra mis latidos comienza a sonar de ma
EveliaNo tengo tiempo de procesar la información sobre que he sido envenenada, cuando una montaña de músculos me tapa la luz en los ojos.Loyola se encuentra mirándome tan cerca que soy capaz de ver el iris de sus oscuros ojos a la perfección.—Pequeña dime ¿quién te hizo esto? Que estoy dispuesto a hacerlo dar su último respiro mirándome a la cara el muy cabr0n…Un carraspeo interrumpe el dialogo de Loyola, el agente sigue con nosotros, solo que fuera de la habitación, “por lo visto no estábamos tan a solas como creí”.Loyola tose disimulando la incomodidad, para después gesticular sin hacer sonido «dime que yo lo mat0»Yo solo me encojo de hombros, no tengo la más mínima idea de quien podría haberlo hecho y sobre todo ¿cómo? ¿Cómo lo hizo? Para evitar caer de nuevo en esta situación.— Lo que puedo decir— Continúa el doctor— es que milagrosamente, porque no tengo otra explicación su bebé se mantiene aún con vida y dentro de su vientre.— ¡¿Bebé?!— Gritamos tan fuerte Loyola y yo a
Oliver.Llego a la cocina en la que sorpresivamente me recibe Adriana con un desayuno recién hecho, ella parece parte de una estampa de los años sesentas en la que tiene el vestido, mandil y demás utensilios.Prácticamente es la esposa perfecta para un hombre como yo, atenta, servicial y cooperativa, me quedo impactado ante el pensamiento que intrusivamente ha llegado a mí.Lo justifico al pensar que no es necesario que ella lo haga.—Adriana buenos días. — Me mantengo tranquilo, un dolor punzante de cabeza no me dejó descansar, y se mantiene persistente en su intento por volverme loco.— Oliver, buenos días — responde con una amplia sonrisa.- ¿Cómo amaneciste?Me acerco a la mesa observando el desayuno que se mira como de revista, tiene todo acomodado de manera correcta, cuidada, perfecta.— No es necesario que hagas todo esto— le aclaro, ya que es invitada de esta casa— Para eso está Luisa.Ella baja la mirada de manera tímida, su forma de ser tan diferente a Evelia me recuerda que
Sara OlmedoLa oficina del edificio del conglomerado de os Geacoman comienza a sentirse asfixiante, tanto tiempo dedicado en este pequeño lugar, encerada y sin poder disponer de mi tiempo como estoy acostumbrada, para conseguir información que no es útil para mí.Creí que llegado este momento tendría a Oliver Geacoman a mis pies y el me salvaría de todas las consecuencias.Pero no, aunque le puse en bandeja de plata a la estupid* de Lía Sanabria sigue resistiéndose a hacerla responsable de todo, pero si ella es perfecta, no tiene pasado no tiene familia, y todo su currículo es una completa mentira.Los cristales de este lugar me dan la sensación que desean que vea todo o que me estoy perdiendo por mantenerme en una decisión que tomé años atrás, la de ser parte de una de las familias más poderosas del mundo, la familia Geacoman me abriría más de una puerta en el mundo.Y eso es lo que merezco, puertas abiertas para que sea elección mía por dónde pasar.El sonido de mi teléfono me distra
OliverSe ha escapado, después de tener tantos agentes en este operativo se les había escapado.— Señor Geacoman— Escucho que un agente llama pero al voltear me doy cuenta que a quien llaman es a mi abuelo, odio que nos llamen igual, siempre hay confusiones como ésta.Me mantengo a margen pero escucho con atención absolutamente todo lo que le están informando.—Señor, tenemos todo el lugar sitiado, ella debe conocer muy bien el área ya que ha podido escapar.— Entonces ¿que procede?— Cuestiona mi abuelo— Tengo entendido que ella ya no estaba cuando llegaron a la oficina, ¿Cómo pudo suceder eso?El rostro de molestia en el agente que estaba con él se notaba a la perfección, ¿que estaba resistiéndose a informar?— Tengo la impresión…— comienza el agente— Que ha recibido un aviso, ya revisamos las cámaras y las ha evadido todas con excepción de las del primer piso, tenía muy bien ubicada cada una de ellas y los puntos ciegos de cada una.— Entiendo— Comenta mi abuelo con los brazos cruz
«Necesito reorganizar mi vida esto no puede seguir así», iba pensando mientras me movía entre las calles de la ciudad, tengo tanto tiempo de no detenerme por cinco minutos a observar mi alrededor que este lugar me parece completamente desconocido.Estoy frente al cristal de un exhibidor, me gusta un vestido pero algo más llama mi atención, la figura de un hombre alto, vestido de negro reflejado en el cristal, algo en su rostro me parece familiar aunque no logro descifrar qué es, tiene varias cuadras que lo he visto detrás de mí a cierta distancia, pero detrás de mí siempre.Mi corazón comienza a acelerarse, imágenes de ese rostro en mis recuerdos se van dibujando con claridad, no quiero creer que me haya encontrado, no después de tanto esfuerzo por mantenerme oculta, él hombre encargado de hacer realidad las órdenes del creador de mis pesadillas me ha encontrado, para regresarme con él.Comienzo a caminar de manera un poco más acelerada de lo normal, no quiero que se dé cuenta que lo
EVELIA CARPIO—Gracias— susurro, ya que yo tampoco tengo mucha fuerza en este momento, con la poca energía que me queda me levanto de la cama y comienzo mi camino directamente al comedor.Las paredes, los cuadros, incluso los floreros eran los mismos que diez años antes, nada en esta casa había cambiado, nada en esta casa había mejorado.Al llegar al comedor y presentarme en la entrada, Adriana mi hermana sentada como una marioneta en la mesa, me vio e inmediatamente quiso levantarse., pero un ruido fuerte y estridente nos hizo encogernos a todas.Leonel, mi padre, había golpeado la mesa con el puño cerrado con toda la fuerza que le permitía su brazo.—Compórtate como una señorita educada Adriana, no quiero esta clase de situaciones, recuérdalo.Leonel ni siquiera volteó a ver en ningún momento a mi hermana, dando por hecho que ella obedecería… y así fue.Adriana bajó la cabeza y visiblemente temblorosa, se sentó de nuevo como si nada de eso hubiera sucedido.—Bienvenida hija —dijo
OLIVER GEACOMAN— ¡No quiero hacerlo!— Grito furioso.Estoy caminando como león enjaulado en mi oficina, mi abuelo, Rodrigo Geacoman se mira desesperado pero no creo que lo esté más que yo.—Tranquilízate Oliver, tranquilízate, esto es algo que ya sabías desde hace mucho tiempo, no entiendo por qué te pones así, ya es hora que dejes de lado el libertinaje y formes una familia. No es bueno andar de cama en cama.— Afirmó seguro de lo que decía.Me da risa su cinismo.— ¿Por qué me pongo así?— le pregunto sarcástico— puede ser tal vez porque tú estás eligiendo con quién me voy a casar, cuándo y todo esto como una especie de jueguito.—No —contestó mi abuelo seguro de su respuesta— no es un juego, tú aún eres muy joven y no sabes de la vida, además te estoy dejando decidir.—Por Dios abuelo ¡¡tengo treinta y cinco años no soy un niño!! Yo puedo tomar mis propias decisiones.—No referentes a mi empresa, no puedes si quieres ser Ceo permanente en la multinacional Geacoman, si lo deseas ten