Ella se detiene en la entrada circular de nuestra enorme casa de ladrillo rojo con una grande entrada principal blanca. Lo bueno es que en su mayoría la casa es de ladrillos lo que facilita ocultar lo mucho que se necesita reparar.—A mí me parece que tienes un montón de salchichas. — Tomo mi maletín y mi bolso.—¿Muy celosa? He tratado de meterte en el juego, pero tú no quieres jugar.—No, gracias. Nos vemos por la mañana. —Cierro la puerta del auto y doy un paso atrás mientras ella sale de la entrada, siempre yendo demasiado rápido para este vecindario.Caminando lentamente por el largo camino lateral que lleva a la parte trasera, hago una pausa en el garaje donde el viejo Jaguar está cubierto con un grueso cobertor de lona. No fue conducido en años. Lo vendería y compraría algo más práctico, pero estoy basta
GRAYEl hospital St. Margaret huele a Lysol. No al spray con aroma apino, no te vuelvas loco. No, este lugar huele a ese concentrado de la vieja escuela, el de la pequeña botella marrón. Del tipo que quema la mierda en tu nariz, así que es imposible nombrar la fragancia de otra manera que no sea aroma a hospital.—Hoy ella está teniendo un buen día. —La hermana Constance lleva puesto una sencilla falda azul lisa y un chaleco sobre una camisa blanca de manga larga. Su cabello está cubierto de un hábito azul a juego —. Me habló de su primer baile. Dijo que fue con Timothy DuPont.Mi tía está acostada en la cama con los ojos cerrados y parece no haberse movido en días.—Supongo que pudo haber pasado. ¿Cómo lo sabríamos?Vine aquí por la lectura del testamento de Mack. Mi corazón está pesado, pero estoy tratando de concentrarme en lo bueno. Su larga batalla contra el cáncer de pulmón ha terminado, ya no está jadeando por respirar, ya no tiene dolor.Me dejó el taller, y vine aquí para
DREWMi plato de fideos se encuentra a medio comer en la barra dela cocina.El de papá está intacto. Nunca bajó, y cuando subí a ver cómo estaba, lo oí roncar.Hay una copa de vino sobre el mostrador frente a mí, la tomo y bebo el contenido cuando mi teléfono suena.La sonrisa tonta de Ruby aparece en la pantalla, y lo recojo.—Es muy temprano para que me llames.—Tacha a Timber de la lista. — Oigo el ruido de los armarios de fondo y el chirrido de un corcho —. Él quería que lo llamara Falstaff.—¿Porque es un gordo alcohólico?—Dice que es divertido y una mala influencia. —Oigo como vierte el líquido —. Salud.Levanto mi copa.—Justo a tiempo. Finalmente abrí el Pinot que compramos enNapa.—Dios, eso fue hace tanto tiempo
GREYLa fuerza de la explosión me golpea contra la ventana. Mis oídos sesienten como si estuvieran llenos de algodón. No puedo oír a los hombres gritando. Sólo siento el ruido de los pies corriendo y el temblor del motor del camión.Un chillido agudo se instala en mi cabeza, y mi corazón late fuera de mi pecho. Jadeo por respirar, luchando por orientarme a través del caos.El camión se encuentra sobre el lado del conductor, donde mi cabeza chocó contra la ventana. Subo sobre el asiento, haciendo lo mejor que puedo para maniobrar a través de las olas de mi conmoción cerebral.Salgo por la ventanilla del lado del pasajero y salto. En el momento en que golpeo el suelo, caigo sobre mis manos y rodillas y vomito en la arena.Es todo espuma y bilis. Me limpio con el dorso de la mano y con mi manga, usando el parachoques delantero me arrastro para poder ponerme de pie.¿Dónde está él? Estoy desesperado buscándolo por todas partes. Mi corazón late más rápido, el dolor se hace más intenso.—¡
—Su cita está programada para las nueve. Tienes 15 minutos.—¡Dotty! ¡Café, rápido! —Grita Ruby y entra en mi oficina justo detrás de ella —. ¿Cuál es el de soja baja en grasa?Dotty gira la bandeja y Ruby toma el vaso de papel con la R negra marcada en él. Dotty se apresura a mi escritorio.—Les pedí que añadieran un poco de canela al tuyo hoy.—Gracias, Dotty. —Estoy haciendo todo lo posible para encender mi laptop rápidamente.Lo último que necesito es ser analizada por el personal, sentada en mi sillón. Aún así, ambas están paradas al otro lado de mi escritorio mirándome con los ojos muy abiertos.Me rindo.—De acuerdo, acabemos con esto.—Grayson Cole ha vuelto y ha reabierto el taller de su tío. Yo envié a ese joven Billy James, ¿conoces al de ascendencia hispana? Lo envié esta mañana a primera hora.—Es mexicano, Dotty. —Ruby interviene. —Está bien decir que es mexicano.Los ojos preocupados de Dotty vuelan hacia ella.—No pretendía ser provocadora.Me froto una mano sobre los
DREWCuando los frenillos salieron de los dientes de Ralph Stern yconsiguió lentes de contacto, dejó de vestirse como un friki y obtuvo su título en negocios. Nunca perdió su enamoramiento por mí, pero al menos ahora no es tan espeluznante. Él es en realidad lo que la mayoría de las chicas considerarían guapo.La mayoría de las chicas que no lo conocen.—Esto revolucionará la economía de Oakville. —Saca una mano del bolsillo de sus jeans oscuros y la abre —. Los almendros de Hall producen excelentes frutos, y son muy resistentes al frío.Miro la pálida almendra que está en la palma de su mano y asiento con la cabeza, cayendo en un Dotty-ismo.—¡Que bárbaro!—¡Sí, lo hará! —Sus ojos brillan con emoción —. ¿Quién dice que California deber acaparar el mercado teniendo estos pequeños? Vamos a poder darle competencia aquí en Carolina del Sur.—Bueno, está bien, entonces. —Le brindo una sonrisa forzada y tomo un sorbo de sidra tibia, deseando que estuviera adulterada.La expresió
mostrador de cerámica.—Mamá siente pena por él. Ella dice que él no tuvo suficientes amigos mientras crecía.—Teníamos nuestras razones.Las voces se elevan en la otra habitación, y me estremezco. He estado ansiosa y nerviosa desde que entré por la puerta. ¿Qué haré cuando lo vea de nuevo?—Ralph es un buen chico. —La Sra. Banks me da palmaditas en el brazo para que me mueva.—Si usted lo dice, Sra. B.Ella levanta la tapa de un vapor de bambú.—Bien.Veo como ella da vuelta rápidamente las albóndigas y se me hace agua la boca. La mamá de Ruby es una de las mejores cocineras de la ciudad, y he estado viviendo de comida para llevar durante semanas.—Tal vez deberías salir con Ralph. —Le doy un codazo a mi amiga en la cintura —. No es asiático, pero si el negocio de las almendras funciona, podría revolucionar la ciudad. — Imito su voz.—Ni siquiera lo digas. Eres malvada. —Mi mejor amiga frunce el ceño —. De todos modos, no salgo con hombres tan inexpertos.—Podrías entrenar
Su frente se arruga sobre esos ojos tormentosos, y cuando se encuentran con los míos, no puedo contenerme. Me adelanto, pegando mi cuerpo al suyo, dejando que su familiar olor a cedro, jabón y Gray me envuelvan.Sus brazos fuertes me rodean y casi lloro. Mi cuerpo se derrite, agarro su camisa. Estoy justo donde pertenezco, pero el momento se hacortado. Él endereza su espalda y se aleja, agarrándome la parte superior de los brazos con ambas manos.—No podemos hacer esto.Los fragmentos de vidrio llegan a mi corazón, cortando dolorosamente.—¿Qué pasó?Deja caer su mentón.—Ya no soy la misma persona.—Bueno pues, yo tampoco. —Tengo lágrimas en la voz —. ¿No recibiste ninguno de mis mensajes de texto?Las líneas alrededor de sus ojos se profundizan.—En el accidente… mi teléfono se rompió. No compré uno nuevo hasta hace un mes.La frustración me quema por dentro. No soporto este dolor.—¿Todavía tienes mi número?Duda demasiado antes de admitirlo.—Sí.Ya no puedo quedarme aquí. Agarra