Me levanto y sujeto su brazo.—Quiero que le des una oportunidad. Era el mejor amigo de Danny.Nuestros ojos chocan, y veo turbulencias arremolinándose en los suyos. No sé por qué responde así, pero no dejaré que arruine mis planes para cenar.—Por favor, papá.Es lo último que oye de mí antes de darse la vuelta y salir de la cocina.*****Por segunda vez en esta semana, estoy de pie frente a la mansiónHarris, mirando hacia la enorme entrada blanca.No es tan tarde esta vez, y mientras espero a que alguien abra la puerta, mis ojos se posan sobre la madera seca y podrida que se encuentra en la esquina superior izquierda. Levantando mi mirada hacia una enorme ventana veo que la persiana de madera es el hogar de un nido de pájaros.Una grieta corre en una línea zigzag a lo largo del ladrillo en el exterior, y algo acerca de notar estas pequeñas grietas e imperfecciones activa esa actitud protectora en mí. Quiero sacar a Drew de este lugar…¿Qué derecho tengo de considerar este pensa
Ella parpadea rápidamente.—Dotty dijo que ustedes dos tuvieron una pelea…No me molesto en preguntar cómo lo sabe. Sabía que cuándo se lo dije a Dag, él repetiría cada palabra.Así que sólo se lo digo.—A veces cuando te toco... — Trago el dolor de mi garganta —.Cuando te abrazo, recuerdo sus palabras, mi ira.—Nunca conseguiste un cierre, — su voz es de súplica. —Es entendible.El último clavo en mi ataúd, es hora de decirlo.—Yo conducía el camión, Drew. — Mi voz es tranquila, su cabeza se inclina hacia un lado. Me hace pensar en un pajarito que se rompe fácilmente.—¿Qué?Aclarando mi garganta, lo digo más fuerte.—Yo conducía el camión. Estaba al
Llega el domingo y aún no encuentro a Gray.Mi papá está encerrado en su habitación, pero es difícil para mí preocuparme por él. Sé que debería tratar de preocuparme. Sé que él está enfermo y roto, pero no puedo perdonar lo que le dijo a Gray. No puedo dejar de lado mi ira.Cuando Gray se fue, traté de llamarlo, pero mis llamadas fueron al buzón de voz. Me metí en el auto y conduje hasta el taller, pero él no estaba allí. Conduje por toda la ciudad, pero él no estaba en ningún lugar de Oakville.Durante dos días he estado llamando y enviando mensajes de texto. Sólo tuve una respuesta, anoche por la noche.Gray: Tengo que irme, Drew baby. Cuida de tu padre. Ayúdalo como siempre quisiste hacer.Por supuesto, le respondí en cuanto vi el mensaje.Yo: Por favor, vuelve. Déjame ayudarte.Él nunca respondió.Para el lunes por la mañana, mi corazón está en mi garganta y la culpa pesa sobre mis hombros. Finalmente irrumpo en la habitación de mi padre, y las botellas de whisky están esparcidas
GRAY—Ella está en paz. Es lo mejor que podemos esperar al final. —La hermana Constance está a mi lado, viendo a la tía Genevieve entrar y salir de la consciencia.Le doy una tensa sonrisa, mientras la anciana vacila entre esta vida y lo que venga después.Mi pecho sigue abierto y sangrando por la laceración verbal en la casa de Drew. Me fui sabiendo que cada palabra que Carl Harris dijo era verdad. Las lágrimas de Drew zumbando en mis oídos eran como sal en mis heridas. Quería abrazarla, consolarla, pero sabía que su padre tenía razón. Sólo le causaría dolor.A mitad de mi camino hacia el taller, sonó mi teléfono. La hermana Constance dijo que debería volver a Dover lo antes posible. Mi tía se estaba muriendo. Su salud se habí
DREWTrasladaron a mi padre a un asilo de ancianos. Su médica dijo queel daño no fue tan grande como ella temía, pero espera que, al mantenerlo en un ambiente controlado, puedan ayudarlo con su adicción.Hablando de ayuda, tuve que volver al trabajo. Después de estar fuera una semana, veo que Ruby tiene razón. Aunque Hunter todavía está seguro de que el gobierno está interviniendo todos nuestros teléfonos y que el actual presidente está canalizando a Richard Nixon, su amistad con Sylvia Green parece haberle dado un nuevo enfoque para su vida.Miro hacia abajo a mis notas pasadas en la pantalla de la computadora mientras él me cuenta sobre sus hazañas en la ciudad, y no puedo evitar una triste sonrisa. Levantando mi pluma, escribo l
GRAYEs un viaje de nueve horas desde la casa de mi familia enDelaware hacia el sur hasta Oakville. Lo haré en un día.He pasado las últimas dos semanas arreglando los asuntos de mi tía y familiarizándome con mi nueva propiedad. La casa… tachen eso. La mansión de treinta mil hectáreas es bastante ridícula.Por lo que he aprendido, mi bisabuelo estaba en el negocio del acero... aparte de ser un contrabandista. Esa segunda parte de la información la encontré mientras escarbaba en uno de los viejos estudios en el tercer piso. El lugar tiene 150 habitaciones.La hermana Constance no me dijo que la propiedad venía con un mayordomo, una cocinera y una ama de llaves. Los llamé, pero más pa
DREW—¿Dónde me he estado escondiendo? —Le grito al oído a Rubymientras nos abrimos paso en The Red Cat.El lugar es antiguo, con alfombra roja, una rocola que reproduce discos reales y lámparas de lava en las esquinas. El bar también está completamente alfombrado, y está lleno.—¡Te dije que este lugar estaba resurgiendo! —Me grita al oído tan fuerte que me hace cosquillas.Meto un dedo en mi oreja y le digo ¡Ow! Ella sólo se ríe. La sigo colocándome más cerca de ella en la barra, haciendo todo lo posible para evitar las miradas evidentes de unos pocos clientes masculinos que no reconozco.—¡Ruby Roo! —Una fuerte voz se oye sobre la multitud. Ruby da vueltas y vueltas frunciendo el ceño.—¡Maldita sea, al infierno! Odio cuando hace esa mierda de Scooby Doo. —
ALESSANDRONew YorkRespiro entrecortadamente cuando entro en la iglesia a la que he asistido desde que nací.Me ajusto la chaqueta para que el contorno de mi arma no sea tan visible.El cura no tiene por qué tenerme miedo, aunque sé que me teme. Todo está listo ahora.Todo lo que necesito para llevar a cabo el plan de hoy. Solo me queda una última cosa por hacer antes de irme. Mi confesión.Puede parecer inútil debido a quién y qué soy, pero de todos modos sigo haciendo esto.Soy el hijo menor de Serg Ferrari, el Pakhan de la Baranov Bratva. Soy su Obshchak, parte de la élite de la hermandad, y mis manos han estado rojas de sangre más veces de las que puedo contar en esta vida. Los hombres como yo no tenemos esperanza, especialmente cuando no tenemos planes de cambiar y volver al camino recto y angosto que debe conducir a una vida eterna bendita en el cielo.Sólo hay un lugar para un hombre como yo. Sé que mi alma oscura ya está condenada, pero como escapé de mi último encuentro con