Final

Un mes transcurrió...

La habitación estaba llena de una atmósfera tranquila y serena. Milenka acariciaba suavemente el cabello de su pequeña hija mientras le daba el pecho, sintiendo una conexión especial entre ellas.

Mientras que Leandro, con ojos llenos de admiración, observaba con ternura a su hijo, maravillado por sentirse parte de ello.

Sí, consideraba a ambos sus hijos, sin importar que por sus venas no corriera la misma sangre.

Los rayos de sol se filtraban a través de las cortinas, iluminando delicadamente el espacio. Los suaves murmullos de los bebés llenaban la habitación, creando una melodía dulce y reconfortante. Era un momento precioso e íntimo, donde el amor y la felicidad se entrelazaban en cada mirada y caricia.

—¿Tienes hambre? Porque puedo prepararte algo de comer —mencionó.

—No, estoy bien, te lo agradezco. Deberías ir a la cama, anoche te has levantado tantas veces.

—No hace falta —mencionó.

—¿Bromeas? necesitas descansar lo suficiente para rendir en el trabaj
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