—Lo siento, es solo que me has besado de pronto y no... No me lo esperaba. ¿Por qué lo has hecho? —indago frunciendo el ceño. Él está sorprendido y lleva una mano en la zona que se llevó el golpe propinado. —¿Me estás rechazando? —siento estar consumida bajo esos ojos incinerados, ¿qué rayos le sucede? —Supongo, ¿por qué te pones así? Sabes que solo somos amigos y solo una amistad te puedo ofrecer. —expiro. —Podríamos intentarlo. —¿Para que todo salga mal? Oye, si no funciona, tenlo por seguro que eso arruinará la amistad. No quiero eso para nosotros, Jarek —todo el contenido me lo llevo a mi boca. —Como quieras. —deja su lugar y creo que se irá. —¿A dónde vas? —lo alcanzo, está actuando como un crío. No soporta la idea de quedarse en la zona de Best Friends, y yo no voy a cambiar de parecer. —No seguiré perdiendo el tiempo, pensé que me había equivocado al pensar que seguías siendo muy infantil, pero siempre he estado en lo cierto. No has crecido. —apunta sonando tan severo qu
La Estrella Más Frágil Del Universo...Es un piso lujoso, fuera del alcance de una mortal como yo, solo podría permitirme algo así en un sueño. Ahora viviré aquí. Niccolò amablemente me da un tour por el lugar. Grandes salones, aún no me enseña las habitaciones, y cuando lo hace en ningún momento menciona cuál será la mía, tampoco le hago la pregunta. El estilo elegido que se presenta es minimalista y tira un poco a lo clásico, en mi opinión; quedo impactada con el arte que está en alguna que otra pared, rompiendo la regla establecida por el blanco y vacío que está en el resto, cuadros colgados bien ubicados con luz focalizada. «Guido Rossi» es el autor de cada magnífica obra artística. Uno de mis favoritos. Conocedora de esto, estoy segura de que son obras originales, pero nunca las había visto, lo único que me da certeza de que son de Rossi, es que tienen su firma. —¿Puedo hacerte una pregunta? —se detiene a verme, hace un ademán apremiando a que suelte la inquisición —. ¿Son obr
Consigo verme en el espejo del baño, aliso la falda de mi vestido rosa, me veo el cabello desordenado, solo son algunos flequillos invasores. Lo acomodo. Mis ojos, uno azul celeste y el otro ámbar, me dan el visto bueno.Ya estoy acostumbrada a lo diverso en mí, además de ese surtido de pecas, que pincelando mis mejillas, me vuelve más peculiar. Devuelta al living, me llega el olor a comida, debo de estar muerta de hambre, considerando que no he desayunado resulta entendible sentirme así. ¿Él no ha comido? Ya es un poco tarde, y no creo que de no ser así me esté cocinando a mí solamente. Lo encuentro en la zona de la cocina, haciendo huevos revueltos, huele a tocino también. Todo un desayuno americano. En el taburete me siento, apoyo los codos sobre la isla de la cocina y la cabeza entre mis manos a modo de soporte. El chico, que no tiene mala pinta ni parece tener torcida intención, más bien se me hace bueno y en cierto grado tímido, aún no se percata de que estoy ahí. Tan metido e
El Círculo Vicioso...Se ha sentado en el sofá, es hora de que le hable sobre ese asunto. Lentamente dejo de estar con las piernas cruzadas en posición de indio sobre el asiento, tengo la sensación de que él lo está riñendo con solo clavar sus ojos en mí. Me aclaro la garganta antes de hablar. —Quisiera saber, ¿cuánto debo pagar? Los servicios aquí deben de ser caros, entonces... ¿qué parte me corresponde poner? No es el asunto inicial, pero sí uno importante. —¿De eso querías platicar? —Sí, es relevante. —No tienes de que preocuparte, trabajas de dependienta, ¿no? —Sí. ¿Cómo lo sabes? —No debe ser mucho lo que ganas, créeme que no podrías pagar ni la cuarta parte, mejor dejémoslo así —comenta, me quiero tomar sus palabras con calma, pero en el fondo me cae de la patada. Al menos tengo un empleo, ¿qué hace él? Tengo curiosidad —. Y sé supone que debía ahondar algunas cosas sobre ti. Claro, para cerciorarse de que no soy una sicópata, cuestión que yo no indagué ni un poco sobr
—¿Así nada más? Nadie te da una oportunidad de oro sin algo a cambio... —el ceño fruncido y confundida un poco me atrevo a decirlo. —No sé más.—¿Cómo es que aceptaste mi estancia aquí? —Dijiste que sería la última pregunta. —Esta la será, en serio. Suspiro.—Porque a cambio puedo pensar qué rumbo tomar, tengo un año sabático, lo necesito. Es todo lo que voy a decirte. Mi entrecejo se hunde en un mar de dudas, lo que dice tiene sentido y luego lo pierde al indagar con profundidad. Es como si estuviera diciendo que al permitir que viva ahí, se le otorgó un tiempo más para pensarse las cosas. ¿Qué hay de mi madre y qué demonios gana empujándome a vivir con este sujeto? Por ahora sé que estoy aquí, pues él haciendo una obra de samaritana, obtiene un descanso. Todo es tan extraño, me volveré loca si continúo pensando en eso. Quiero preguntar sobre lo que hace ahora, que busque un rumbo significa que no tiene uno, ¿tendrá algún empleo? Pero le ha puesto un límite a las objeciones y
Por suerte está ileso, cavilaciones peligrosas que terminan vacías gracias al cielo, sale del baño. Trae el pelo húmedo, solo una toalla en la cadera que deja expuesto su delgadez. ¿Es que no se está alimentando como debe? No me extrañaría encontrar la afirmativa a la interrogante. —Dejaré que te pongas algo de ropa, mientras tanto iré a la cocina y te haré algo de comer, porque sé que no has comido. —amonesto en vista de que él no se está alimentando y solo bebe como si no hubiera mañana.—Clara... —frena mi retiro, sus dedos se enroscan alrededor de mi muñeca y sus ojos se clavan en los míos. Avisto el arrepentimiento, presiento que lo expresará, siempre lo hace. Ya perdí la cuenta —. Lo siento, cariño. Siento que no puedo parar, esto me supera, esto me domina y no sé cómo recuperar el control... Lagrimeo un poco, la compañía de un dolorcito en la garganta aprieta. Propensa a echarme a llorar, trato de sonreír a ver, solo una mueca en su lugar aparece. —Papá no todo está perdido,
—No te preocupes, gracias. —Bien. —Papá, ¿no has pensando en buscar un trabajo? Digo, no creo que los ahorros te duren mucho... Y a ese ritmo en que lo gastas... —Sí, un fracasado abogado como yo debe ir a conseguir cualquier cosa, haber estudiado ya no me sirve. No es que tenga muchas opciones. —se encoge de hombros, yo me le quedo viendo, es una pena que papá haya pasado de ser un buen abogado a reducirse a este hombre que se ve depresivo y atrapado en la ebriedad. Es su culpa, pero me causa una tristeza. No me quita del pecho la sensación amarga de que haya perdido el vuelo. Ahora no solo se minimiza, sino que renuncia sin dar la batalla. —¿Sabes? Yo creo que puedes volver a ser ese hombre que salía cada mañana trajeado y con su maletín a la mano, ese que solía ganar muchos casos... —Ese que se metía de lleno en el trabajo descuidando su familia, no, no quiero ser así otra vez. Tu madre... —Mamá no viene al caso, sabes que solo fue su excusa para dejarte por ese hombre, y to
El Secreto De Ruby...La jornada laboral que detesto cada vez más, apenas ha empezado, aunque me las ingenio muy bien para sonreír y convencer a las señoras que vienen por algún vestido y terminan mareándome en el trajín. La indecisión está firmemente clavada en cada una, así que visitan muchas veces el probador en busca de ese "idóneo" en mi opinión, sostengo que todo se les ve mal. —Niña, fíjate ¿verdad que luzco como una diva? —me llama la anciana que se cree modelo, la pobre tiene el autoestima en las nubes. —Está descomunal —le sigo la corriente, no quiero ser mala al dar un comentario negativo, además me duelen los pies y si le digo que se ve terrible, me mata o irá en busca de más y ya van dos horas que la sigo por cada pasillo. Sí, sé que es mi trabajo, pero vamos, uno se cansa —. No creo que encuentre algo mejor que eso, señora... —Señorita, aún no tengo hijos. —Y no creo que los vaya a tener —mascullo entre dientes, ¡Dios! tiene como setenta años. Lo de señorita ni ella