Primavera...A mediados de Mayo la primavera reina con ahínco. El panorama ilumina mis orbes, extiende una sonrisa en mi rostro. Otro día más viviendo este equinoccio, es agradable sostener una taza de café, tener tiempo de sobra, y mirar a través de una curva de cristal, el fondo de la ciudad en su apogeada estación. Me fascina, describo ese encanto con un buen ánimo. Aún tengo chance de admirar, entro a mis clases a las once. Es otra cuestión que me brinda felicidad, poder hacer lo que me gusta, sé que esto no habría sido posible sin la ayuda de mamá. Pese a todo ha transformado una parte de mi vida para mejor, dándome la posibilidad de convertirme en una artista. He renunciado a la boutique, de lo contrario me sería imposible estudiar. Combinar el trabajo y los estudios no sería un problema para mí, sucede que el horario choca, lo que me obligó a dejar la boutique y enviar currículum a lugares en ascenso. Con mi inexperiencia, es más difícil conseguir un empleo, uno que se ajus
Miedo Al Rechazo...Me tumbo boca arriba sobre la cama, mi pecho sube y baja sumido en la exaltación. No sé si sonreír o ponerme como tonta a llorar, de todas formas sería un llanto de felicidad. Mejor voy por una ducha, bajo la cascada cristalina la inyección contradictoria me da una dosis de alegría y tristeza a la par. El abrazo llega a mí, lo palpo, revivo el instante como aquel beso, mis labios siguen recordándole. El hecho de que esté así, aunado a mis días sensibles, es que siento algo intenso, ya no aplazo la definición. Sé que lo quiero, sé que quiero a Niccolò y la idea de que él no sienta lo mismo me asesina. Me envuelvo en una toalla caliente, contrarresta el frío de mis temores a un posible rechazo. El enredo sigue en mi estómago, la inseguridad a mil, quiero que intervenga mi lado atrevido, ese que no tiene pudor, capaz de ganarle al caos y soportar la evasión. Me ha dejado, ya no tengo esa parte en mi sistema. Espero que se me pasen estos nervios, pero lo que siento
Saltar Al Vacío...En la clase me centro, el profesor da instrucciones, nos guía, mis compañeros participan y contribuyen con el pleno desarrollo, la retroalimentación de aprendizaje. No me animo a ser participe. Todos aquí son agradables, aunque de lleno no conozco a los chicos. Lo admito, yo que soy parlanchina, aquí me vuelvo taciturna, casi cero interacción. Aún así, socializo un poco. Andrea, a mi par, me pide un bolígrafo, ha dejado el suyo en casa. Se disculpa por la molestia, me encojo de hombros y le tiendo el plumín. —No te preocupes. —Gracias, ¿podemos quedar en la salida? —invita de súbito. No sé qué decir. «Oh vamos, Clara»—¿A dónde iremos? —Te lo explico en la salida —sonríe. Otro día más de universidad se va, me acomodo la mochila a mis espaldas y me levanto para salir. Andrea, está hablando con Luca. Se le ve metida en una amena conversa. El profesor despectivo se va, otro habría esperado a ver el salón vacío. Me quedo otro minuto, pero Andrea está sumida con e
Torcida Intención...—¿Qué haces? —¿Yo? Nada, ¿por qué dices eso? —con rapidez me guardo el teléfono, espero no haya notado lo que hice. Temo que el nerviosismo me delate. —Vale, sentí algo de luz... Olvídalo —mira hacia el ventanal y arruga el ceño, luego se frota los ojos antes de verme —. Me quedé dormido, perdí la noción del tiempo, ¿cómo te fue en la universidad? —Bien —mi voz tiembla —. Normal, más de lo mismo, iré a cambiarme. Me urge irme de ahí, ya estoy de camino a mi habitación sin permitirle decir una sola palabra. Hice algo tonto, arriesgado y sin sentido. ¿Por qué rayos le tomé una foto a Nicco? ¡Quizá me pilló y se hizo el desentendido! Maldición, mejor no sigo pensando en eso. Tampoco voy a borrar la foto, pensativa y suspirando como tonta, aterrizo la mirada en la fotografía, es idónea para hacer un retrato, la idea me atrapa, me mueve a hacerlo de una vez por todas. Ya creo que estoy loca, esto es solo un impulso al que no debería darle importancia, el problema
Cuelgo, ahora debo buscar qué ponerme. Si Ruby no usara vestiditos escasos de tela, le llamaría para pedirle uno prestado. No es así, por lo que debo coger algo de mi armario. Estamos en plena primavera, aunque el clima ahora es cálido, tiende a descender por las noches, pensando en eso, decido agregar un abrigo ligero a mi outfit. Es un vestido blanco sobre las rodillas con un estampado de rayas verticales beige. Grita simplicidad, lo que no acostumbro a ponerme, pero esta vez me dejo guiar por mi sentido que señala con acierto. A un cuarto para las siete me presento en el living para darle un beso a Silver que está en el regazo de su dueño. Dirige su atención a mí, sin una pizca de discreción, finjo que no surte algún efecto en mí, la realidad está lejos de lo que aparento. Me aclaro la garganta y acaricio la cabeza de mi pequeño amigo peludo. Es inevitable, al elevar los ojos, notar su observación profunda sobre mi cuerpo. Cambia la dirección y sostiene mis orbes. —¿A dónde vas?
Culpando Al CorazónLa lámpara de luz directa incide disipando la oscuridad. Me acorrala la duda, llega pronto el motivo de mi estancia en esa habitación de hospital. ¡Maldito Jarek! Lo odio, lo aborrezco con todo mi ser. Parpadeo con lentitud sobre Niccolò, está encorvado en una silla, apoyando la cabeza al borde de la cama, ahora noto que sostiene mi mano, su tacto tibio me derrite el corazón, que esté aquí, es real. ¡No estoy delirando! Entonces sí ha sido él, que llegó en el momento adecuado. Sigo desorientada, pero el efecto aminoró, supongo que ya ha pasado algo de tiempo. ¿Qué hora es? Ahora mismo no sé dónde está mi teléfono. —Niccolò —susurro tras moverlo un poco. Debo insistir un par de veces más. Es cuestión de segundos para quedarme perpleja. Nicco tiene el labio roto, moretones en barbilla y mejilla. Me preocupa verlo así, más que mi estado. Llevo una mano al contorno, pero me detiene y entrelaza nuestros dedos. —Clara, no es nada, lo importante es que tú estés bien,
—No tengas miedo, estoy aquí, piccolina —repite, recordatorio tranquilizador que encarcela el miedo. El apelativo no lo paso desapercibido, ahora no me animo a preguntar al respecto. Esto me hace tan bien que quiero quedarme así una eternidad. Es increíble todo lo que causa Rossi, un aliciente indescriptible, que se siente en lo más hondo y se queda por siempre el efecto. Cuando se retira nos quedamos viendo a los ojos, vuelvo a ser consciente de los hematomas y su labio roto. —¿Y qué te ha dicho el doctor a ti? —Me atendieron, es solo cuestión de tiempo para que se baje la hinchazón —se encoge de hombros. —Dejame ver. —Que no es nada malo —insiste abriendo la puerta para mí —. Vamos, súbete. No rechisto. ...Estoy cansada, caigo sobre la cama casi dormida, nada que me ronde la cabeza impide que me vaya directo a la inconsciencia. Pero al día siguiente durante el desayuno, ya estoy liada de nuevo. —No vayas a la universidad. —No puedo dejar de ir. Estos días son importantes.
Alas de Mariposa, Alas de Amor...—No ha sido mi día, definitivamente no —resoplo llegando al piso, hablo sola, pero no lo estoy, me callo al ver a Niccolò en el living —. Nicco. —Clara —dice en el mismo tono. Se levanta y viene a mí. —Debo hablar contigo, ¿tienes tiempo? —Sí, ¿qué pasa? Una vez me siento y él a mi lado, le explico. —Papá quiere conocerte, es decir ¿puede venir esta noche y cenar con nosotros? Se frota la nuca, antes de verme otra vez. No estoy segura de su expresión, tal vez ha sido pésima idea comentarle esto. —No hay problema, pero, ¿esta noche? —Si no tienes inconveniente, entonces, ¿por qué no esta noche? Sonríe. —Bene, pero debemos ir a comprar algo, ¿vienes conmigo al mercado? —¡Sí! Gracias, gracias, Gracias, Nicco —y sin pensarlo me tiro a sus brazos, rodeo que él acepta a los pocos segundos. Mi corazón revive, convierte mi interior en dinamitas, es la explosión de emociones que causa Niccolò. Si tan solo lo supiera, no me costaría un mundo respi