40. Capítulo

Cuelgo, ahora debo buscar qué ponerme. Si Ruby no usara vestiditos escasos de tela, le llamaría para pedirle uno prestado. No es así, por lo que debo coger algo de mi armario. Estamos en plena primavera, aunque el clima ahora es cálido, tiende a descender por las noches, pensando en eso, decido agregar un abrigo ligero a mi outfit. Es un vestido blanco sobre las rodillas con un estampado de rayas verticales beige. Grita simplicidad, lo que no acostumbro a ponerme, pero esta vez me dejo guiar por mi sentido que señala con acierto.

A un cuarto para las siete me presento en el living para darle un beso a Silver que está en el regazo de su dueño. Dirige su atención a mí, sin una pizca de discreción, finjo que no surte algún efecto en mí, la realidad está lejos de lo que aparento. Me aclaro la garganta y acaricio la cabeza de mi pequeño amigo peludo. Es inevitable, al elevar los ojos, notar su observación profunda sobre mi cuerpo. Cambia la dirección y sostiene mis orbes.

—¿A dónde vas?
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