—Ruby, debes calmarte, por favor. —No, no puedo, mis padres lo saben, no quieren verme, me han pedido que deje la casa, y no sé a dónde iré. La escucho desesperada, llora fuerte, apenas logro entenderla. —Lo siento mucho, ¿has hablado con Di Martino? Él debe darte una solución, Ruby. —Está en Las Maldivas, con su esposa y su hija, no he podido comunicarme con él —expresa exasperada. —Respira profundo, vamos, quisiera estar allí contigo, ahora estoy comiendo y debo marcharme a la universidad. No puedo faltar —inspiro hondo. —No, yo sé que tienes una vida y responsabilidades, debo buscar una solución, es mi problema, lo sé. —¿Tienes dinero? Puedo darte para que vayas a un hotel o... —Te lo agradecería, prometo devolverte cada centavo. Ahora mismo no tengo el dinero a la mano, pero ya resolveré, necesito ayudarle. —No, déjalo, ahora mismo te transfiero el dinero. En la tarde podemos quedar, así no estás sola. Y sé que necesitas ahora más que nunca platicar con alguien. Me duel
El Problema De RubyLa habitación es bonita, adecuada, no tengo nada que objetar. Ruby se queda en la cama, yo me encargo de desempacar sus cosas. A cada rato volteo con dirección a ella, está hecha ovillo, con los ojos fijos en alguna parte, pero sé que su mente deambula por ahí. Me da tristeza mirarla así, ella siempre ha sido animada y risueña. Pero ahora es lo opuesto, desanimada y extraviada. Hay un pequeño armario, cajones y compartimientos. Soy un poco más ordenada que antes, supongo que al final sigo el consejo de Nic. En un santiamén ya he acabado de dejar todo en regla. A sus pies me siento, un poco agotada. Ella me mira y le sonrío, acaricio su pierna.—¿Todo bien con el embarazo? No me has hablado de eso, ¿el bebé está bien? —Mejor que yo —resopla —. Todo avanza sin alguna anomalía. Aunque mi vida en sí, es un desastre. Debo encontrar un trabajo, tratar de arreglar las cosas, he dejado la universidad, pero no viene al caso. —Podrás continuar luego. —Es que papá cubrí
Celos...—No quiero causar ninguna molestia, he recurrido a Niccolò porque mis padres han bloqueado mis tarjetas y no tengo a dónde ir, así que, le pregunté si podía estar aquí, ¿verdad? —se dirige a él —. È solo questo. También es italiana. Debí suponerlo por el nombre. No puedo creerlo. Se repite la misma historia. Otra más que no sabe dónde alojarse. Suspiro hondo. Le pido paciencia al cielo, dosis de comprensión, aunque sea difícil. —Así es, Clara. Solo se quedará unos días. —Sí —interviene otra vez —. Ni van a notar mi presencia, estoy de paso, Clara. Entonces sus ojos expresivos me atraviesan. Suspiro. Lentamente asiento con la cabeza. —Nic, ¿podrías venir conmigo? —cuestiono y sin rechistar acepta, me sigue hasta el pasillo, lejos de esa tercera metida. —Clara, no estarás celosa, ¿o si? Desliza una sonrisa. —¿Yo celosa? —me apunto y bufo —. No, no se trata de eso, o bueno sí, pero ¿qué clase de chico eres tú, Nic? No sé por qué metes a tu exnovia aquí. Esto no está bi
Perfecto—¿Así que tengo el empleo? —Sí, puede empezar la semana que viene, pero debe estar hoy antes de las nueve en mi oficina, señorita Briscoe. No puede ser. Tengo que ir a la universidad. —No podré, estudio, así que no voy a poder ir a esa hora, ¿podría ser luego? —quiero saber. Pero sé que estoy pidiendo mucho. —No, debe ser a esa hora, no haré excepciones, lo siento. —Me temo que tendrá que buscar a alguien más, igual muchas gracias —declaro sin más. —Como prefiera. —Vale, gracias. Vuelvo a coger una cuchara de cereal y leche. —¿Quién te llamó? —Por lo del trabajo, pero debo ir hoy y no puedo, así que sigo sin empleo, no creí que sería tan complicado —expiro. —¿Por qué tanta prisa? Digo, el dinero no debería preocuparte —acaricia mis hombros. —Nic, necesito un empleo, no veo bien que sigas corriendo con mis gastos. —¿Qué tiene que lo haga? Debes centrarte en la universidad, es lo importante, sé lo mucho que te esfuerzas, y si encuentras un empleo, entonces vas car
Tomo el pincel y dejo mi firma. Lo dejo ahí, necesito un respiro. Camino un poco por la terraza para estirar mis extremidades. El sol brilla, pero ya se despide. Admiro su belleza. —¿Tú lo has hecho? Doy un respingo, Nic está aquí, mira asombrado el cuadro. —Nic, es para la universidad. —Tienes un talento admirable, nunca había visto tu trabajo, eres talentosa, mucho —declara acercándose. —Pues gracias. Si notaste que eres tú y yo, ¿no? —le dejo saber, rodeo su cuello y poniéndome en puntillas lo beso. —Lo sé, piccolina, è perfetto, è bellissimo, proprio come te —expresa y me derrito. —¿Por qué tienes que hablarme así, Nic, quieres que me desvanezca? —digo, dándole varios besos. —¡Niccolò, has llegado! —esa voz que ya detesto, vuelve a interrumpir. La armonía se va y solo queda un ambiente denso, me ahogo con su presencia aquí. Ruedo los ojos. —Sí, Giulia. Hace un momento, ¿qué pasa? —Pasa que quiero mirar una peli, con ambos. Digo, si no es una molestia. Igual pueden nega
Verdades...A oscuras está el living, pero la luz de la enorme pantalla ilumina la estancia. Nic y esa Giulia están ahí, pero no me ven. Paso de largo a la cocina. Estoy sedienta. Me lleno un vaso de jugo, lo relleno por segunda vez y me bebo el contenido naranja. De repente avisto unos papeles sobre la isla, mi ceño se frunce y curiosa examino las hojas. El nombre de Niccolò está ahí, todos sus datos. Centro de Psicología Clínica y Psicoterapia. Expediente No. 07A) Ficha De Identificación. Nombre: Niccolò Alessandro Rossi Castellini.Sexo: HombreEstado civil: Soltero.Edad: 22 años. Originario de: Roma, Italia. Correo electrónico: No proporcionado.Teléfonos: Celular - No proporcionadoTrabajo - No proporcionado.Fuente de información: El propio paciente.Fecha de elaboración: 20 Febrero de 2022.B) Motivo De Consulta. Acude de manera: VoluntariaPor presentar: Un cuadro de hipocondría, desencadenando en ansiedad y depresión, desde hace varios años.Descripción: El paciente
Armonía Perfecta...—Entiendo, yo sé perfectamente que es lo mejor, Niccolò. Gracias por todo —la escucho decir, han estado cerca de cinco minutos hablando, por fin decido aparecerme para desayunar, o se me hará tarde. Sus ojos me calcinan, es una mirada profunda a la que no temo. Se la devuelvo con la misma fuerza. Saludo a Nic, y con desdén a la italiana. —Seré rápida, no quiero llegar tarde a la uni.—Deja que te lleve, Clara.Giulia se levanta del taburete. —Bueno, iré por mis cosas, con permiso —se retira, nos deja a solas. —Está bien, voy por el cuadro, debo llevarlo hoy. —Deja que te ayude con eso, ¿de acuerdo? Y come un poco. Se lo permito. Asiento. Al rato, ya todo está listo para salir; Giulia rechaza que Nic la lleve hasta el hotel. Decidiendo al final coger un taxi y marcharse de ahí. De camino a la uni, me llama Ruby. Explica que está empacando sus cosas. Ha tomado la radical decisión de dejar el país. Todo esto me conmociona, no sé qué decir, ¿por qué se avienta
Extraordinaria Delicadeza...—Y siento no decirte, pero hace días intenté hacerlo, lo siento —vuelve a decir, llegando a mi lado. —No digas otra cosa, creo que no se trata de que no confías en mí. —Así es, confío en ti, pero es un tema difícil para mí, de todos modos te lo diría. —Sin embargo ya Giulia estaba al tanto —reclamo bajito. Aferra mi barbilla, es dulce. —No te quito la razón, ya te dije que lo siento, podemos hablar de ello, si quieres. —¿Quieres hacerlo? Se trata de ti, Nic. Sabes que te apoyaré, estoy resuelta a ser parte de este proceso desde que lo supe, ahora depende de ti si lo vas a permitir. Toma mi mano y la besa. —Gracias. —¿Es un sí? —Siempre he sentido que has estado a mi par en todo esto, me siento mejor contigo y me ayudas a avanzar. —Me da gusto saber eso —admito —. ¿Podré acompañarte a ese centro? —Sí, puedes hacerlo —me deja saber, me muestro sorprendida —. La doctora Milman se alegrará de conocerte. —¿Le has hablado de mí? —Así es —confiesa