Celos...—No quiero causar ninguna molestia, he recurrido a Niccolò porque mis padres han bloqueado mis tarjetas y no tengo a dónde ir, así que, le pregunté si podía estar aquí, ¿verdad? —se dirige a él —. È solo questo. También es italiana. Debí suponerlo por el nombre. No puedo creerlo. Se repite la misma historia. Otra más que no sabe dónde alojarse. Suspiro hondo. Le pido paciencia al cielo, dosis de comprensión, aunque sea difícil. —Así es, Clara. Solo se quedará unos días. —Sí —interviene otra vez —. Ni van a notar mi presencia, estoy de paso, Clara. Entonces sus ojos expresivos me atraviesan. Suspiro. Lentamente asiento con la cabeza. —Nic, ¿podrías venir conmigo? —cuestiono y sin rechistar acepta, me sigue hasta el pasillo, lejos de esa tercera metida. —Clara, no estarás celosa, ¿o si? Desliza una sonrisa. —¿Yo celosa? —me apunto y bufo —. No, no se trata de eso, o bueno sí, pero ¿qué clase de chico eres tú, Nic? No sé por qué metes a tu exnovia aquí. Esto no está bi
Perfecto—¿Así que tengo el empleo? —Sí, puede empezar la semana que viene, pero debe estar hoy antes de las nueve en mi oficina, señorita Briscoe. No puede ser. Tengo que ir a la universidad. —No podré, estudio, así que no voy a poder ir a esa hora, ¿podría ser luego? —quiero saber. Pero sé que estoy pidiendo mucho. —No, debe ser a esa hora, no haré excepciones, lo siento. —Me temo que tendrá que buscar a alguien más, igual muchas gracias —declaro sin más. —Como prefiera. —Vale, gracias. Vuelvo a coger una cuchara de cereal y leche. —¿Quién te llamó? —Por lo del trabajo, pero debo ir hoy y no puedo, así que sigo sin empleo, no creí que sería tan complicado —expiro. —¿Por qué tanta prisa? Digo, el dinero no debería preocuparte —acaricia mis hombros. —Nic, necesito un empleo, no veo bien que sigas corriendo con mis gastos. —¿Qué tiene que lo haga? Debes centrarte en la universidad, es lo importante, sé lo mucho que te esfuerzas, y si encuentras un empleo, entonces vas car
Tomo el pincel y dejo mi firma. Lo dejo ahí, necesito un respiro. Camino un poco por la terraza para estirar mis extremidades. El sol brilla, pero ya se despide. Admiro su belleza. —¿Tú lo has hecho? Doy un respingo, Nic está aquí, mira asombrado el cuadro. —Nic, es para la universidad. —Tienes un talento admirable, nunca había visto tu trabajo, eres talentosa, mucho —declara acercándose. —Pues gracias. Si notaste que eres tú y yo, ¿no? —le dejo saber, rodeo su cuello y poniéndome en puntillas lo beso. —Lo sé, piccolina, è perfetto, è bellissimo, proprio come te —expresa y me derrito. —¿Por qué tienes que hablarme así, Nic, quieres que me desvanezca? —digo, dándole varios besos. —¡Niccolò, has llegado! —esa voz que ya detesto, vuelve a interrumpir. La armonía se va y solo queda un ambiente denso, me ahogo con su presencia aquí. Ruedo los ojos. —Sí, Giulia. Hace un momento, ¿qué pasa? —Pasa que quiero mirar una peli, con ambos. Digo, si no es una molestia. Igual pueden nega
Verdades...A oscuras está el living, pero la luz de la enorme pantalla ilumina la estancia. Nic y esa Giulia están ahí, pero no me ven. Paso de largo a la cocina. Estoy sedienta. Me lleno un vaso de jugo, lo relleno por segunda vez y me bebo el contenido naranja. De repente avisto unos papeles sobre la isla, mi ceño se frunce y curiosa examino las hojas. El nombre de Niccolò está ahí, todos sus datos. Centro de Psicología Clínica y Psicoterapia. Expediente No. 07A) Ficha De Identificación. Nombre: Niccolò Alessandro Rossi Castellini.Sexo: HombreEstado civil: Soltero.Edad: 22 años. Originario de: Roma, Italia. Correo electrónico: No proporcionado.Teléfonos: Celular - No proporcionadoTrabajo - No proporcionado.Fuente de información: El propio paciente.Fecha de elaboración: 20 Febrero de 2022.B) Motivo De Consulta. Acude de manera: VoluntariaPor presentar: Un cuadro de hipocondría, desencadenando en ansiedad y depresión, desde hace varios años.Descripción: El paciente
Armonía Perfecta...—Entiendo, yo sé perfectamente que es lo mejor, Niccolò. Gracias por todo —la escucho decir, han estado cerca de cinco minutos hablando, por fin decido aparecerme para desayunar, o se me hará tarde. Sus ojos me calcinan, es una mirada profunda a la que no temo. Se la devuelvo con la misma fuerza. Saludo a Nic, y con desdén a la italiana. —Seré rápida, no quiero llegar tarde a la uni.—Deja que te lleve, Clara.Giulia se levanta del taburete. —Bueno, iré por mis cosas, con permiso —se retira, nos deja a solas. —Está bien, voy por el cuadro, debo llevarlo hoy. —Deja que te ayude con eso, ¿de acuerdo? Y come un poco. Se lo permito. Asiento. Al rato, ya todo está listo para salir; Giulia rechaza que Nic la lleve hasta el hotel. Decidiendo al final coger un taxi y marcharse de ahí. De camino a la uni, me llama Ruby. Explica que está empacando sus cosas. Ha tomado la radical decisión de dejar el país. Todo esto me conmociona, no sé qué decir, ¿por qué se avienta
Extraordinaria Delicadeza...—Y siento no decirte, pero hace días intenté hacerlo, lo siento —vuelve a decir, llegando a mi lado. —No digas otra cosa, creo que no se trata de que no confías en mí. —Así es, confío en ti, pero es un tema difícil para mí, de todos modos te lo diría. —Sin embargo ya Giulia estaba al tanto —reclamo bajito. Aferra mi barbilla, es dulce. —No te quito la razón, ya te dije que lo siento, podemos hablar de ello, si quieres. —¿Quieres hacerlo? Se trata de ti, Nic. Sabes que te apoyaré, estoy resuelta a ser parte de este proceso desde que lo supe, ahora depende de ti si lo vas a permitir. Toma mi mano y la besa. —Gracias. —¿Es un sí? —Siempre he sentido que has estado a mi par en todo esto, me siento mejor contigo y me ayudas a avanzar. —Me da gusto saber eso —admito —. ¿Podré acompañarte a ese centro? —Sí, puedes hacerlo —me deja saber, me muestro sorprendida —. La doctora Milman se alegrará de conocerte. —¿Le has hablado de mí? —Así es —confiesa
Toc toc. —¿Nic? —¿Esperas a alguien más? Sonrío. —No, pasa. Me encuentra al filo de la cama, aún con la toalla alrededor de mi cuerpo y otra en mi cabeza como un turbante. —¿Todo en orden? Tu cara me dice que no, ¿qué te preocupa? —La galería es el domingo, en la noche, puedo ir con alguien y debo estar elegante, ya sabes. Se lleva un dedo a la barbilla, pensativo. —Déjame adivinar, estás inquieta por la ropa, ¿es eso? No tiene que ser un problema, podemos ir de compras, es la solución obvia. —No, no tengo con que pagar, y no quiero que corras otra vez con los gastos —me apresuro en decir. —¿Y si lo tomas como un regalo de mi parte? Después de todo te lo mereces, eso y más —trata de convencerme. Suspiro y lo veo elevando una ceja. —No, sabemos que no es así. Solo intentas hacerme ceder —suelto. —¿Y que importa? Eres mi novia, ¿no? —Nunca me habías dicho así, Nic —susurro raptada por esos ojos tan lindos que tiene, sacudo la cabeza —. Sin embargo no significa que debas p
Encuentros Incómodos ...La frialdad que habita este instante me congela la sangre, me suspende, no sé qué palabra surgirá de la boca de Niccolò, ni lo siguiente que emitirá Rossi. Mi corazón se detiene en este momento. —¿Cómo estás Niccolò? —Estaba bien hace unos minutos, ¿es tu galería? —lanza, serio. —Yo no lo sabía, Nic —susurro. Guido asiente sin dejar de verlo. —No puedo seguir en este lugar, lo siento mucho Clara —se dirige a mí, antes de marcharse.Me quedo petrificada, viendo a Guido y luego giro la cabeza con dirección a Niccolò. En verdad se va, no puedo quedarme. —Yo lo siento mucho, señor Rossi —admito, antes de que pueda retirarme, el señor Rossi me detiene. —¿Por qué seguirlo? Si te vas, perderás la oportunidad de cumplir tus sueños, quédate, lo que pasó con Niccolò no debe afectarte —intenta hacerme reflexionar. —Nic es importante en mi vida, incluso más que esto, lo quiero y eso es más valioso que cualquier otra cosa.Me suelto de él, entonces sigo a Niccolò.