Mi teléfono suena, lo reviso sin dudar, pienso que es Nicco, pero es mi padre respondiendo tardíamente el mensaje. Ahí me dice que está bien, que está mirando una película, añade lo mucho que me extraña a pesar de habernos visto hace poco. Yo también tengo un hueco por su ausencia. Ya iré mañana a verlo, debo aprovechar, antes de que ingrese a ese lugar. Le envío mi respuesta, antes de hacer el amago de dejar el móvil en la cama, suena de nuevo, no es papá, sino la llamada entrante de Niccolò que sin dudar respondo. Ya tengo en un puño el corazón. —Nicco, ¿a dónde has ido? —es lo primero que sale de mi boca, no exijo, pero es irrefutable la urgencia que marca mi voz.—Solo necesitaba unos minutos, scusa.—De acuerdo, pero ¿dónde estás? —insisto más calmada. —Ya voy llegando... —Bien, te espero. Cuelga la llamada y dejo el móvil sobre la cama. Regreso al living. Al poco tiempo Niccolò llega y parece más estable, sus ojos aterrizan sobre mí, avanza y quita la mirada, como si no p
Reciprocidad...Hace rato que sigo pensando en lo sucedido, sobre la cama, abstraída en el techo, como si fuera lo más motivante y entretenido. Mientras tanto se van tejiendo embrollos en mi mente, ¿he sido muy directa? Sinceramente me siento incómoda al seguir viviendo bajo el mismo techo que él después de todo el incidente. Podría entrar en una disputa, sí, ha sido una discusión lo que pasó. Mantener la paz no es una opción. Menos en mi condición, debo ajustarme a este giro, a mi estancia aquí; abstenerme es lo que haré de volverse a repetir algo así. ¿Por qué me carcome la culpa? Yo solo le dije la verdad, sí, fui franca pero no había otra manera de expresarlo. Bufo, me siento en la cama y juego con un mechón de mi rojizo, más lo pienso y más me arrepiento. Tapo mi cara, frustrada. Tal vez deba hacer las paces, no quiero convertirme en su enemiga. Me alzo a regañadientes, a veces el tirón del orgullo me arrastra a no dar el paso, lo aviento lejos y me pongo en marcha. A nada es
Al rato me pregunta la dirección, se la indico, agrego que es un restaurant y pizzería a la vez. En un par de ocasiones lo he visitado con Ruby. Pensar en ella me trae de regreso el tremendo embrollo en el que está metida. Me sacudo la preocupación y me centro en que voy a pasarla bien esta noche. Ha sido una semana de trabajo arduo, por lo que merezco pasar una estancia distendida. Además hoy ha sido un día de locos. —¿Sabes de otro lugar o estás cómodo con la idea? —Sé de muchos sitios, el problema es que me aturden, ¿sabes? Muchas personas van y eso me molesta un poco, no encuentro calma en sitios tan abarrotados. —¿Hablas de lugares suntuosos? —inquiero extrañada. —Algunos. —A donde vamos suelen ir pocas personas, no porque el sitio sea malo, creo que tiene mayor concurrencia en días festivos. —¿Has ido con alguien especial? —cuestiona y no sé si con esa palabra se refiera a una persona con la que me haya involucrado sentimentalmente. Mi historial está en blanco, nunca he t
Su Sonrisa ....—Grazie, ha sido una noche agradable, Clara —expresa abriendo la puerta de la habitación, igualo la acción. —Podemos repetir la ocasión cuando quieras, descansa —emito suspendida en esos ojos que me raptan y me hunden en la escalofriante sensación que se desplaza por mi ser. Da un leve asentimiento de cabeza antes adentrarse a su estancia personal, yo a la mía, me recargo sobre la puerta cerrada y dramáticamente reposo una palma en mi pecho. Sí, parece que mi corazón rebota fuerte y pelea por escapar de su lugar. Sonrío. Aprieto los párpados evocando minutos antes, sumida en la irrealidad palpable del instante; pero no debo confundir esa interacción con algo más. Me temo que ya es muy tarde. De forma sonora libero el aire y me dirijo a la cama. Al filo me quedo, suspendida en mi propia burbuja, creo que no podré dormir de súbito, es un alivio que mañana sea sábado. El sonido de mi móvil me hace dar un salto por la sorpresa. —Papá... —¿Llamé en un mal momento, Cl
—Buenos días —canturreo, apareciendo en la cocina, recién me levanto, pero siento que hoy la mañana me sonríe, y lo mínimo que debo hacer es devolverle el gesto.—Clara —se gira, antes me percato que se mete algo a la boca y toma un sorbo de agua. —¿Cómo estás? —Bien —se apoya de la isla, y yo me ubico en un taburete. —Me da gusto. —¿Tienes hambre? Se me hace tan tierno que lo pregunte, ha sido así desde el primer día, pero yo no soy una lisiada y sin importar que no haga un platillo a la perfección, de todos modos debo de cocinar, él no es mi sirviente. Pero la razón de no comer ahí se debe a la salida con papá. —Saldré con mi padre, quedamos en comer afuera, de todos modos gracias —le regalo una sonrisa. Quiero que me obsequie la correspondencia, pero no lo hace. —No te preocupes, pásala bien. Asiento, dejo el taburete y me acomodo la falda azul a lunares blancos que opté a juego con esos botines negros. Lo vuelvo a ver, ¿es normal que sienta el impulso de quedarme? No pued
Primavera...A mediados de Mayo la primavera reina con ahínco. El panorama ilumina mis orbes, extiende una sonrisa en mi rostro. Otro día más viviendo este equinoccio, es agradable sostener una taza de café, tener tiempo de sobra, y mirar a través de una curva de cristal, el fondo de la ciudad en su apogeada estación. Me fascina, describo ese encanto con un buen ánimo. Aún tengo chance de admirar, entro a mis clases a las once. Es otra cuestión que me brinda felicidad, poder hacer lo que me gusta, sé que esto no habría sido posible sin la ayuda de mamá. Pese a todo ha transformado una parte de mi vida para mejor, dándome la posibilidad de convertirme en una artista. He renunciado a la boutique, de lo contrario me sería imposible estudiar. Combinar el trabajo y los estudios no sería un problema para mí, sucede que el horario choca, lo que me obligó a dejar la boutique y enviar currículum a lugares en ascenso. Con mi inexperiencia, es más difícil conseguir un empleo, uno que se ajus
Miedo Al Rechazo...Me tumbo boca arriba sobre la cama, mi pecho sube y baja sumido en la exaltación. No sé si sonreír o ponerme como tonta a llorar, de todas formas sería un llanto de felicidad. Mejor voy por una ducha, bajo la cascada cristalina la inyección contradictoria me da una dosis de alegría y tristeza a la par. El abrazo llega a mí, lo palpo, revivo el instante como aquel beso, mis labios siguen recordándole. El hecho de que esté así, aunado a mis días sensibles, es que siento algo intenso, ya no aplazo la definición. Sé que lo quiero, sé que quiero a Niccolò y la idea de que él no sienta lo mismo me asesina. Me envuelvo en una toalla caliente, contrarresta el frío de mis temores a un posible rechazo. El enredo sigue en mi estómago, la inseguridad a mil, quiero que intervenga mi lado atrevido, ese que no tiene pudor, capaz de ganarle al caos y soportar la evasión. Me ha dejado, ya no tengo esa parte en mi sistema. Espero que se me pasen estos nervios, pero lo que siento
Saltar Al Vacío...En la clase me centro, el profesor da instrucciones, nos guía, mis compañeros participan y contribuyen con el pleno desarrollo, la retroalimentación de aprendizaje. No me animo a ser participe. Todos aquí son agradables, aunque de lleno no conozco a los chicos. Lo admito, yo que soy parlanchina, aquí me vuelvo taciturna, casi cero interacción. Aún así, socializo un poco. Andrea, a mi par, me pide un bolígrafo, ha dejado el suyo en casa. Se disculpa por la molestia, me encojo de hombros y le tiendo el plumín. —No te preocupes. —Gracias, ¿podemos quedar en la salida? —invita de súbito. No sé qué decir. «Oh vamos, Clara»—¿A dónde iremos? —Te lo explico en la salida —sonríe. Otro día más de universidad se va, me acomodo la mochila a mis espaldas y me levanto para salir. Andrea, está hablando con Luca. Se le ve metida en una amena conversa. El profesor despectivo se va, otro habría esperado a ver el salón vacío. Me quedo otro minuto, pero Andrea está sumida con e