Al rato me pregunta la dirección, se la indico, agrego que es un restaurant y pizzería a la vez. En un par de ocasiones lo he visitado con Ruby. Pensar en ella me trae de regreso el tremendo embrollo en el que está metida. Me sacudo la preocupación y me centro en que voy a pasarla bien esta noche. Ha sido una semana de trabajo arduo, por lo que merezco pasar una estancia distendida. Además hoy ha sido un día de locos. —¿Sabes de otro lugar o estás cómodo con la idea? —Sé de muchos sitios, el problema es que me aturden, ¿sabes? Muchas personas van y eso me molesta un poco, no encuentro calma en sitios tan abarrotados. —¿Hablas de lugares suntuosos? —inquiero extrañada. —Algunos. —A donde vamos suelen ir pocas personas, no porque el sitio sea malo, creo que tiene mayor concurrencia en días festivos. —¿Has ido con alguien especial? —cuestiona y no sé si con esa palabra se refiera a una persona con la que me haya involucrado sentimentalmente. Mi historial está en blanco, nunca he t
Su Sonrisa ....—Grazie, ha sido una noche agradable, Clara —expresa abriendo la puerta de la habitación, igualo la acción. —Podemos repetir la ocasión cuando quieras, descansa —emito suspendida en esos ojos que me raptan y me hunden en la escalofriante sensación que se desplaza por mi ser. Da un leve asentimiento de cabeza antes adentrarse a su estancia personal, yo a la mía, me recargo sobre la puerta cerrada y dramáticamente reposo una palma en mi pecho. Sí, parece que mi corazón rebota fuerte y pelea por escapar de su lugar. Sonrío. Aprieto los párpados evocando minutos antes, sumida en la irrealidad palpable del instante; pero no debo confundir esa interacción con algo más. Me temo que ya es muy tarde. De forma sonora libero el aire y me dirijo a la cama. Al filo me quedo, suspendida en mi propia burbuja, creo que no podré dormir de súbito, es un alivio que mañana sea sábado. El sonido de mi móvil me hace dar un salto por la sorpresa. —Papá... —¿Llamé en un mal momento, Cl
—Buenos días —canturreo, apareciendo en la cocina, recién me levanto, pero siento que hoy la mañana me sonríe, y lo mínimo que debo hacer es devolverle el gesto.—Clara —se gira, antes me percato que se mete algo a la boca y toma un sorbo de agua. —¿Cómo estás? —Bien —se apoya de la isla, y yo me ubico en un taburete. —Me da gusto. —¿Tienes hambre? Se me hace tan tierno que lo pregunte, ha sido así desde el primer día, pero yo no soy una lisiada y sin importar que no haga un platillo a la perfección, de todos modos debo de cocinar, él no es mi sirviente. Pero la razón de no comer ahí se debe a la salida con papá. —Saldré con mi padre, quedamos en comer afuera, de todos modos gracias —le regalo una sonrisa. Quiero que me obsequie la correspondencia, pero no lo hace. —No te preocupes, pásala bien. Asiento, dejo el taburete y me acomodo la falda azul a lunares blancos que opté a juego con esos botines negros. Lo vuelvo a ver, ¿es normal que sienta el impulso de quedarme? No pued
Primavera...A mediados de Mayo la primavera reina con ahínco. El panorama ilumina mis orbes, extiende una sonrisa en mi rostro. Otro día más viviendo este equinoccio, es agradable sostener una taza de café, tener tiempo de sobra, y mirar a través de una curva de cristal, el fondo de la ciudad en su apogeada estación. Me fascina, describo ese encanto con un buen ánimo. Aún tengo chance de admirar, entro a mis clases a las once. Es otra cuestión que me brinda felicidad, poder hacer lo que me gusta, sé que esto no habría sido posible sin la ayuda de mamá. Pese a todo ha transformado una parte de mi vida para mejor, dándome la posibilidad de convertirme en una artista. He renunciado a la boutique, de lo contrario me sería imposible estudiar. Combinar el trabajo y los estudios no sería un problema para mí, sucede que el horario choca, lo que me obligó a dejar la boutique y enviar currículum a lugares en ascenso. Con mi inexperiencia, es más difícil conseguir un empleo, uno que se ajus
Miedo Al Rechazo...Me tumbo boca arriba sobre la cama, mi pecho sube y baja sumido en la exaltación. No sé si sonreír o ponerme como tonta a llorar, de todas formas sería un llanto de felicidad. Mejor voy por una ducha, bajo la cascada cristalina la inyección contradictoria me da una dosis de alegría y tristeza a la par. El abrazo llega a mí, lo palpo, revivo el instante como aquel beso, mis labios siguen recordándole. El hecho de que esté así, aunado a mis días sensibles, es que siento algo intenso, ya no aplazo la definición. Sé que lo quiero, sé que quiero a Niccolò y la idea de que él no sienta lo mismo me asesina. Me envuelvo en una toalla caliente, contrarresta el frío de mis temores a un posible rechazo. El enredo sigue en mi estómago, la inseguridad a mil, quiero que intervenga mi lado atrevido, ese que no tiene pudor, capaz de ganarle al caos y soportar la evasión. Me ha dejado, ya no tengo esa parte en mi sistema. Espero que se me pasen estos nervios, pero lo que siento
Saltar Al Vacío...En la clase me centro, el profesor da instrucciones, nos guía, mis compañeros participan y contribuyen con el pleno desarrollo, la retroalimentación de aprendizaje. No me animo a ser participe. Todos aquí son agradables, aunque de lleno no conozco a los chicos. Lo admito, yo que soy parlanchina, aquí me vuelvo taciturna, casi cero interacción. Aún así, socializo un poco. Andrea, a mi par, me pide un bolígrafo, ha dejado el suyo en casa. Se disculpa por la molestia, me encojo de hombros y le tiendo el plumín. —No te preocupes. —Gracias, ¿podemos quedar en la salida? —invita de súbito. No sé qué decir. «Oh vamos, Clara»—¿A dónde iremos? —Te lo explico en la salida —sonríe. Otro día más de universidad se va, me acomodo la mochila a mis espaldas y me levanto para salir. Andrea, está hablando con Luca. Se le ve metida en una amena conversa. El profesor despectivo se va, otro habría esperado a ver el salón vacío. Me quedo otro minuto, pero Andrea está sumida con e
Torcida Intención...—¿Qué haces? —¿Yo? Nada, ¿por qué dices eso? —con rapidez me guardo el teléfono, espero no haya notado lo que hice. Temo que el nerviosismo me delate. —Vale, sentí algo de luz... Olvídalo —mira hacia el ventanal y arruga el ceño, luego se frota los ojos antes de verme —. Me quedé dormido, perdí la noción del tiempo, ¿cómo te fue en la universidad? —Bien —mi voz tiembla —. Normal, más de lo mismo, iré a cambiarme. Me urge irme de ahí, ya estoy de camino a mi habitación sin permitirle decir una sola palabra. Hice algo tonto, arriesgado y sin sentido. ¿Por qué rayos le tomé una foto a Nicco? ¡Quizá me pilló y se hizo el desentendido! Maldición, mejor no sigo pensando en eso. Tampoco voy a borrar la foto, pensativa y suspirando como tonta, aterrizo la mirada en la fotografía, es idónea para hacer un retrato, la idea me atrapa, me mueve a hacerlo de una vez por todas. Ya creo que estoy loca, esto es solo un impulso al que no debería darle importancia, el problema
Cuelgo, ahora debo buscar qué ponerme. Si Ruby no usara vestiditos escasos de tela, le llamaría para pedirle uno prestado. No es así, por lo que debo coger algo de mi armario. Estamos en plena primavera, aunque el clima ahora es cálido, tiende a descender por las noches, pensando en eso, decido agregar un abrigo ligero a mi outfit. Es un vestido blanco sobre las rodillas con un estampado de rayas verticales beige. Grita simplicidad, lo que no acostumbro a ponerme, pero esta vez me dejo guiar por mi sentido que señala con acierto. A un cuarto para las siete me presento en el living para darle un beso a Silver que está en el regazo de su dueño. Dirige su atención a mí, sin una pizca de discreción, finjo que no surte algún efecto en mí, la realidad está lejos de lo que aparento. Me aclaro la garganta y acaricio la cabeza de mi pequeño amigo peludo. Es inevitable, al elevar los ojos, notar su observación profunda sobre mi cuerpo. Cambia la dirección y sostiene mis orbes. —¿A dónde vas?