21. Capítulo

—No te disculpes, no hay por que hacerlo —le resta importancia.

—Gracias, por cierto, ¿me darías tu número? —aclaro mi garganta —. Si no tienes inconveniente.

—No te daré mi número —asegura, cerrándome la boca de golpe. Muero de la vergüenza, a punto de reclamar estoy, intercede —. Solo bromeo.

Y sonríe, sigo toda sonrojada, ardiendo en la congoja que ya pasa ante su aclaración.

Me ha salido chistoso el italiano.

—Vale, me lo creí. Deja que busque mi teléfono, soy malísima apuntando mental —admito.

Él me sigue detrás, ni modo, lo dejo entrar a mi habitación. Observa todo a su alrededor, y agradezco que no emita un comentario sobre el "orden" que según él, debo tener. Tampoco es que ha pasado un tornado por aquí, intento ser metódica, y el amago se me da fatal.

—Aquí está —tomo de la cama el móvil.

Niccolò me dicta su número y lo agendo como Nicco. Me gusta el diminutivo de su nombre. Es dulce, eso creo.

—Bene, te dejo, espero te vaya bien con tu papá.

Me pregunto si mamá hab
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