Mucho se habla de esperar el momento perfecto para que ciertas cosas sucedan, mucho se habla de la intención de esperar por aquel momento cuando la realidad es; ¿por qué no hacer nosotros el momento perfecto?
Eso era justamente lo que le estaba pasando a Victoria, la señora Victoria, la esposa del gran CEO de la compañía de la familia Bracamontes, el mismo que lo acababa de heredar todo.
Siempre esperando el mejor momento para ir, siempre queriendo que fuera la ilusión más grande para que al final, tomara su bolso cualquier día de la semana y fuera hasta ese lugar donde sus dudas estaban siendo despejadas en ese momento.
— ¿Está seguro de eso, doctor? —preguntó la señora, esposa de Gonzalo Bracamontes.
El doctor sonrió al ver la felicidad impresa en el rostro de su paciente. Tres años se habían ido para que finalmente pudiera recibir aquella respuesta por la que había esperado tanto tiempo.
—No podría estar más seguro, señora de Bracamontes.
Una lágrima de felicidad nació desde el fondo de ella. Tres años esperando por aquella noticia, ni siquiera podía imaginar cómo recibiría la noticia su esposo.
—Usted está embarazada y de eso no hay más dudas, señora, los estudios no mienten.
— ¡No lo puedo creer, doctor, ¿sabe cuánto tiempo he esperado por este momento?!
—Felicidades, señora, usted va a ser mamá por primera vez.
Sin poder contener la felicidad que estaba sintiendo en el fondo de su corazón, la señora Victoria corrió al doctor y lo abrazó como pocas veces abraza a alguien. Su sueño se había hecho realidad.
— ¡Muchas gracias, doctor, muchas gracias, no sabe la felicidad que ha traído a mí después de tanto tiempo de intentarlo!
—Le dije que ninguno de los tratamientos sería sencillo y aun así, lo hemos logrado.
—No puedo imaginar la cara de mi esposo cuando se lo diga, después de tres años, nuestro sueño se hace realidad —dijo Victoria tomando los papeles del escritorio del doctor y su bolsa para después, volver a agradecer como solo ella lo haría en ese momento. — ¡Muchas gracias, doctor, no hay manera en que le pueda pagar esta felicidad que estoy sintiendo!
Y sin decir nada más, la señora de Bracamontes salió del consultorio del doctor dispuesta a correr a los brazos de su esposo y darle la buena nueva.
Bastó salir del hospital en el muchas veces había entrado para darse cuenta que no había día en su vida tan hermoso como aquel que se pintaba frente a ella. Todo parecía ser diferente, el cálido viento acariciando su rostro, las personas sonriendo que parecían compartir su felicidad, los pájarillos volando de un lugar a otro, tantos tratamientos, tantas idas a ese hospital, tantas lágrimas derramadas y al final, todo eso había valido la pena, ella estaba embarazada, un hijo estaba esperando de la familia Bracamontes y ahora, un heredero llevaba en su vientre porque sabía que Dios sería generosa con ella y le daría un hijo varón, justo lo que la familia y lo que Gonzalo Bracamontes hubiera querido para permitir la prolongación de la familia.
Las lágrimas de alegría caían de sus ojos, y de esa manera tomó camino hacia donde su esposo debía de estar esperando por ella.
¿Cuán caro se pagaba el dolor de la traición? ¿Cuánto tiempo hasta que el karma llegara? Pero sobre todo, ¿por cuánto más esa mentira iba a seguir oculta?
Riendo mientras juntaban sus manos de manera estúpida pasaban el tiempo.
— ¡Te lo dije, mi mano es mucho más pequeña que la tuya! —Dijo la mujer de cabello negro mientras con su mano izquierda, sostenía la sábana blanca que cubría su cuerpo desnudo.
Gonzalo rió sin dejar de juguetear con ella.
—Era de esperarse, una mujer delicada como tú debe tener las manos pequeñas, muy pequeñas —dijo Gonzalo mientras volvía a acercarse a ella queriendo besarla tanto como deseara.
—Gonzalo, espera, tu esposa está por llegar —se quejó la mujer. —Espera, ya, ha sido mucho tiempo, sé que ella va a llegar en cualquier momento —continuó diciendo la mujer al mismo tiempo que no paraba de reír debido a la manera en que él estaba jugando con ella entre las sábanas blancas de la misma cama con la que había compartido con su esposa por más de tres años.
¿Cómo entender el afán de las personas por llegar a dañar eso que más se quiere en un principio? A la misma persona a las que se le jura amor eterno, ¿cómo llegar a entender y sobre todo, ¿cómo llegar a disculpar el daño?
— ¡Gonzalo, ya, basta, es suficiente!
—Solo un minuto más, te juro que te voy a dejar ir después de esto. Lo prometo, Rosario. —Dijo el hombre mientras besaba el cuello de la mujer que tenía entre sus brazos y que era la misma que había tenido en ese lugar, de la misma manera por más de seis meses.
Rosario, ese nombre siempre iba a resonar en alguien más, en alguien que había encontrado una amiga en ella.
Sintiendo volar, sintiendo que la vida comenzaba en ese mismo momento en que a ella le habían dado una de las mejores noticias, una noticia que sabía que iba a cambiar la vida de todos los que estuvieron rezando, deseando y pidiéndole a las estrellas aquel mismo deseo que ella pedía cada noche, Victoria se mantenía corriendo de un lugar a otro, queriendo llegar de esa manera a su casa, no estaba en sus intenciones llamarle al chofer de su esposo cuando quería gritarle a todo el mundo que iba ser madre, la mejor madre que haya existido en la tierra. Una lección aprendida.
Nunca iba a olvidar las incontables veces que había ido al hospital solo para tener llevar a casa la esperanza de que algún día ese momento iba a llegar. Tratamiento tras tratamiento, esperanza tras esperanza que al final, no resultaban ser más que esperanzas rotas. Ahora ella tenía la certeza de lo que siempre deseo. Iba a ser madre y era lo que más le importaba en ese momento, saber que el mundo podía disfrutar con ella de esa gran noticia. No podía imaginar la cara de su esposo al que ella le dijera que iban a ser padres después de tanto tiempo. Un tiempo en el que él ya se había cansado de que su esposa no pudiera tener hijos, finalmente las discusiones entre ellos estaban a punto de terminar, en el vientre de Victoria ya vivía aquel que iba a ser heredero de todo eso que poseía Gonzalo.
Finalmente iban a ser capaces de vivir una vida feliz. Una nueva vida ya se podía ver lejanamente, una nueva vida estaba esperando por ellos.
No podía imaginar la felicidad de su esposo, de los padres de su esposo, la madre de la misma Victoria y el padrastro de ella pero más que todos ellos, la felicidad de su querida amiga, la misma que había sido como una hermana para ella. Su nombre era Rosario, la linda Rosario que nunca la había dejado sola pasara lo que pasara.
PARTE UNO: LA TRAICIÓN Poco más de un kilómetro y ella ya estaría en casa, diciéndole a su esposo la buena nueva que le habían dado en el hospital. Había tantos escenarios que ya imaginaba para sorprender a su esposo que todo lo que ahora podía hacer era apresurarse para poder ver el rostro de su querido esposo. Iban a ser los mejores padres del mundo, ya podía saberlo.— ¿Mañana a la misma hora? —preguntó Gonzalo mientras en su pecho desnudo, tenía la cabeza de Rosario.—Sí, aquí estaré como siempre.— ¿Estás segura que mañana tiene el tratamiento Victoria? —preguntó el hombre acariciando la cabeza de la mujer.—Sí, ella me dijo que el doctor dijo que iba a comenzar un nuevo tratamiento con ella, la muy estúpida no consigue darte un hijo.—Lo sé. Lo sé, sé que se va a quedar intentando. A decir verdad, ya estoy harto de ella, no puedo creer que me mantenga en la misma espera, quisiera divorciarme de ella cuanto antes. Lo ves, Rosario, tenemos toda una vida para ser felices y tú aun
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO UNOLos ojos cristalinos de aquella mujer que lo había visto todo, frente a ella la imagen más asquerosa de la que pudo ser consciente, todo había cambiado de un momento a otro porque, de un momento a otro la felicidad que había en sui corazón se disipo como si del mismo viento que intentamos agarrar con las manos se nos va.— ¡Victoria! — gritó Rosario haciendo que Gonzalo se separa de ella. Sus ojos dieron con la mujer que intentaba cubrirse el cuerpo entero con la sábana blanca de su propia cama. No queriendo creer lo que estaba viendo, negó con la cabeza al momento. Su esposo, el hombre que más quería no le podía estar haciendo eso en su propia cara, no podía haber jugado con ella cuando ella estaba a punto de darle la noticia más sagrada que le haya dado a alguien.—Rosario —nombró Victoria acercándose con pasos lentos hasta ellos.Al momento su esposo se levantó de la cama estando en ropa interior mientras la mujer se levantó cubriendo su cuerpo
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO DOSVictoria cayó al suelo sin más fuerzas. Esas palabras estaban entrando como dagas en su corazón que la estaban haciendo morir lenta y desesperadamente.—Eres igual a tu padre, siempre yendo por el mundo pensando que el mundo les pertenece, siempre creyendo ser mejores, no tienes nada Victoria, me casé contigo porque era lo que más convenía si quería seguir adelante con estas empresas que se han aliado a ti.— ¡No te atrevas a hablar de mi padre, imbécil!Rosario rió al momento. Esa escena de ver a su amiga tan destrozada como siempre soñó le estaba dando el placer que nada en la vida le había dado antes.— ¿Por qué no va a hablar de tu padre, estúpida? Tu padre también era un maldito imbécil que creía en la gente.— ¡Cállate, maldita? Te voy a matar, juro que lo voy a hacer.— ¡Cállate, ni te atrevas a hablarle así a Rosario si no quieres que en este momento termine con tu maldita vida!A la mente de Victoria llegó aquella conversación que había e
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO TRES SEIS AÑOS DESPUÉSViernes por la noche. Un fin de semana más que llegaba como lo era cada vez que ella deseaba en que no llegara. Los ruidos altos, la música que no toleraba, la música que era obscena en ese lugar junto con todos esos hombres que iban siempre a divertirse y a pasarla bien por un momento mientras ella tenía que tolerarlos por el dinero que le pagaban con el solo hecho de que ella se acercara a la mesa de la gente que siempre estaba pasada de copas.Nada había cambiado en ese tiempo. Habían sido ya más de cuatro años trabajando en lo mismo y más de un año trabajando en ese bar que le había abierto las puertas como si de un trabajo más decente se tratara. Era cierto que se ganaba bien, era cierto que ella no había tenido que hacer nada más allá de vestir el vestuario para las meseras en ese lugar.Cinco años se habían ido ya desde el momento en que se juró hacer lo que fuera por mantener con vida aquella luz que había llegado a su
PARTE UNO: LA TRAICIÓNCAPÍTULO CUATRO¿Qué había de aquel bar que había abierto sus puertas al público en las noches, justo donde el bien dormía y el mal tenía el permiso de reinar ahí? ¿Qué había de aquel lugar que había abierto sus puertas al público casi de un momento a otro? Así era como funcionaban los grandes negocios, así era como la vida en el mundo oscuro siempre se iba a manejar, llevando un paso adelante, llevando todo un camino adelante ya recorrido mientras el mundo alrededor solo dormía y al final, despertaba solo para buscar pruebas donde no las había.La misma vida para Victoria conforme los días se iban, la misma rutina para ella y siempre, entregada al mismo lugar que le estaba dando el dinero suficiente para poder ir poner un plato de comida frente a su pequeño hijo. El mismo que había sido un milagro, el mismo que se aferró a la vida, ¿cómo ella podía negarle la vida que él esperaba vivir desde el momento en que ese maldito accidente sucedió donde buscaron arreba
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO CINCOTodo lo que pudo ver y de lo que fue consciente Victoria era de os zapatos bien lustrados de aquel hombre que parecía ser quien había levantado la voz. De un momento a otro, sintió como a Victoria la tomaron de los hombres, un hombre en cada lado, con mucho cuidado, como si no quisieran lastimarla más de lo que ya lo habían hecho aquellos otros tres hombres.— ¿Se encuentra bien, señorita? —Preguntó el hombre tan pronto como los otros dos hombres lograron levantarla del suelo.Con cuidado, Victoria se sacudió el polvo que pudo haber quedado impreso en su uniforme mientras se preparaba para dar las gracias a la persona que la había levantado de ahí.Y justamente de esa manera, como si se tratara de cámara lenta, Victoria levantó la mirada solo para encontrar frente a ella un hombre bien vestido, un hombre que tenía impresa la curiosidad en el rostro por saber cómo estaba ella.Era realmente guapo, el más guapo de los hombres que ella haya podido v
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO SEIS Tantos sentimientos encontrados, tantos pensamientos que estaban asaltando su mente, tanto que podía hacer y al mismo tiempo, tanto que no podía hacer cuando se encontraba ahí, con las manos agarradas, siendo tratada como una muñeca, una muñeca a la que el mundo le podía hacer todo lo que quisiera, un mundo que se reducía a solo tres hombres ahí que estaban dispuestos a hacerle todo el daño del mundo. De nada le había servido su propio silencio, de nada le había servido querer haber salido bien de ese lugar al mismo tiempo que callaba lo que le habían hecho y encima, protegía un trabajo que no le gustaba, que la estaba haciendo humillar, que la estaba dañando cuando la única cura podía ser su hijo. Las lágrimas corrían de sus ojos, no había nada más que pudiera hacer más que llorar, llorar y llorar.Lo que no sabía la vulnerable de Victoria es que su vida estaba a punto de cambiar en ese mismo instante en que un auto con los vidrios polarizados
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO SIETE Cuántos años habían pasado desde la última vez que Rosario había sentido ser la mujer más bella al ver como enloquecía a un hombre que nunca fue de ella pero hizo se de ella de la peor manera?¿Qué había de todos esos años que habían pasado siendo vacíos? ¿Qué había de todo el tiempo que al final, no sirvió de ella, pues el hombre que ella dijo amar, terminó viéndola como una más en lo que encontraba otro tipo de distracción?Se dice que lo que se obtiene a la mala está siempre destinado a ser arrebatado de la misma manera.¿Cómo era posible que el ser humano fuera capaz de vivir en el mismo vacío emocional y sentimental con tal de tener todo eso que se envidió en un principio?Seis años e habían ido desde la última vez en que Rosario había visto a su amiga, la misma que dijo una y mil veces más que era su amiga, la mejor, la mejor de todas, la mejo de un grupo de mujeres que se habían conocido hasta el más íntimo de los secretos.Por la mente d