PARTE CINCO: LA VENGANZA REGRESACAPÍTULO DIEZ Fue de esa manera en que viendo la manera en la que su hijo se iba, las lágrimas comenzaron a caer más rápido de los ojos de Victoria. Ricardo, era un dolor del que no sabía, era un dolor del que no tenía conocimiento pero podía sentir la manera tan desesperada que Victoria quería sacarse de su pecho el dolor que la estaba matando, que la estaba haciendo débil y que la mataba en vida.Sabiendo que no era un buen momento o si quiera, que no era bueno estar sintiendo lo que estaba sintiendo por ella pero era momento de dar un paso adelante y hacer lo que nunca creyó.—Ven, ven, Verónica, tu hijo va a estar bien. lo prometo, prometo que nada le va a pasa, hay mucha gente que está detrás de él y te aseguro que tu hijo no puede estar más seguro que en Suecia, ahí hay gente de mucha confianza que va a proteger mejor a tu hijo de lo que tú y yo podemos hacer ahora —dijo él acercándose a ella.—Es mi hijo, es mi hijo, es mi hijo, Ricardo —, dijo
PARTE SEIS: UN ÚLTIMO MOVIMIENTOCAPÍTULO UNO Pensando en todo lo que había pasado. En la manera en la que había sido tratada por esos hombres y sobre todo, en lo que le había dado como condición para que ella pudiera comenzar a pavimentar el camino que la llevaría hasta la cima. Todo lo que necesitaba era sentir un poco de poder en sus manos.Pero por otro lado sabía perfectamente que estaba su hijo. Aquel niño que podía sufrir todas las consecuencias de las acciones de su madre si no sabía moverse en aquel campo. Tenía que pensar claramente lo que iba a hace, tenía que pensar la realidad de lo que eso podía significar en su vida. Su hijo, sobre todas las cosas estaba su hijo.En ese momento en que más pensaba en él fue cuando en su puerta dos toques.— ¿Quién? —Dijo ella un poco molesta.—Soy yo, Ricardo, ¿puedo entrar?— ¿Qué quieres, Ricardo?Sin permiso alguno, Ricardo entró en la habitación de su invitada. Ahí estaba Verónica frente a él hecha casi un desastre. En sus ojos
PARTE SEIS: UN ÚLTIMO MOVIMIENTOCAPÍTULO DOS En un país muy diferente estaba aquella otra mujer que había perdido noción del tiempo por cada vez que se sentía más cerca del corazón de una persona que no pensó que pudiera amar después de tanto tiempo. Fue de esa manera en que ella logró enamorarse una segunda vez de un hombre que lo tenía todo, incluido el poder. Se habían casado, importaba más importaba menos si era por un contrato, habían estado juntos noches enteras, Ricardo ya no iba a ser el mismo después de tanto que ella le ofrecía. Un amor que no pensó que podía encontrar en ella ni en ninguna otra mujer.Aunque no todo podía ser perfecto había cosas que él seguía ocultando de ella y había una madre que seguía sufriendo por la decisión que había tomado aquel hijo al que no podía acercarse u decirle que era su hijo, de esa manera lo iba a poner en peligro, iba a hacer que el mundo se revelara contra un hombre que no había tenido la culpa de nada, de ninguna de las decisiones q
PARTE SEIS: UN ÚLTIMO MOVIMIENTO CAPÍTULO TRES Seis años se habían ido de la misma manera. Era fácil decirlo, seis años que no hacían más que el conteo de una vida entera. ¿Qué podíamos decir de Rosario? La misma mujer que había conquistado tanto territorio alrededor del mundo. Y si antes se le podía describir como una mujer que no sentía nada, que no tenía sentimientos, que la vida no era más que la oportunidad de venir y aplastar y pasar por encima de quien ella quisiera, ahora podíamos decir que el tiempo solo se había encargado de convertirla en una mujer despiadada. Una mujer que pasaba y cortaba cabezas sin importar nada más.Habiendo disfrutado de aquella noche como casi siempre lo hacía en las manos de aquel hombre que había conocido en su camino, Rosario se recargó en el cabecera de la cama mientras cubría su pecho con la sábanas blancas de la cama. Una sonrisa estaba en su rostro pero no del tipo de sonrisa que daría una mujer que es plenamente feliz sino una mujer que sim
PARTE SEIS: UN ÚLTIMO MOVIMIENTO CAPÍTULO CUATRO Si tan solo Ricardo se hubiera dado cuenta que él no era el único despertado pues de un momento a otro sintió extrañar mucho a su hijo, tanto que no pudo dormir en tan solo ese minuto que fue en el mismo que Ricardo se levantó sin decir nada sin siquiera acercarse y ver si en verdad estaba dormida, algo que realmente lastimó a Verónica. Ricardo, a pesar de ser la persona más linda del mundo había algo de él que no le gustaba, que mantenía en secreto y que era justamente lo que los iba a terminar de separar algún día. Entonces Verónica se levantó, por la ventana pudo ver lo mismo que Ricardo había visto hace unos minutos atrás, la luz de la luna era todo lo que alumbraba en esa habitación, sentada en su cama se mantuvo pensando en su hijo, el mismo que no había visto en algunos meses, el mismo que extrañaba mucho. Lamentablemente las cosas tuvieron que ser así y ahora que ella estaba lista para dar el siguiente paso, no iba a tardar m
PARTE SEIS: UN ÚLTIMO MOVIMIENTO CAPÍTULO CINCOSeis años se habían ido sin prisa, 6 años más que se añadían a su vida sin que él hubiera logrado encontrar a las personas que tanto daño le hicieron, 6 años seguirían pasando y, ¿qué decir de eso? Al final Richard no había logrado encontrar nada ni siquiera, una pista ni siquiera el nombre de los verdaderos mafiosos y los que estaban detrás de tantos crímenes, tanta gente que mataba por aquella mercancía que ellos traían como si nada, como si se tratara solo de un medicamento que alegraba la vida de aquellos que solo habían conocido a la tristeza, y después estaba él que simplemente le había tocado vivir en aquel mundo después de haber cometido uno de sus más grandes errores y aún así no se arrepentía. Se dice que el tiempo no pasaba en vano y eso ya lo había comprobado Richard, entre los días que más solo se sentía y aunque más se sumergía en su trabajo y aunque pensaba que este era todo lo que podía absorber su vida se daba cuenta q
PARTE SEIS: UN ÚLTIMO MOVIMIENTO CAPÍTULO SEIS —Richard, lo que yo te tengo que decir puede ser un poco difícil, eres mi amigo, mi mejor amigo y es por eso que pretendo decirte esto a ti.Richard la miró, ya sabía por el tono en su voz que lo que ella estaba a punto de decir no era algo que le fuera agradar o que le fuera a molestar sino algo que lo iba a dañar.—Dime, Victoria para eso son los amigos, ¿no? —dijo él y es que hasta ese momento Victoria no había entendido que Richard no le quería como una amiga sino como algo más.—Sí, quizá tienes razón, para eso son los amigos, para apoyarse, para entenderse Y seguramente uno no podrá sentirse mal por la nueva vida que le espera al otro, ¿verdad?Richard no dijo nada, ni siquiera cambió un poco el gesto en su rostro, fuera lo que fuera ya lo esperaba.— ¿Qué sucede? Habla ya.—Richard, todo lo que quiero decirte es que me voy del país.— ¿Qué? —preguntó Richard al momento, la verdad es que no podía creerlo, no podía creer en las pal
Mucho se habla de esperar el momento perfecto para que ciertas cosas sucedan, mucho se habla de la intención de esperar por aquel momento cuando la realidad es; ¿por qué no hacer nosotros el momento perfecto? Eso era justamente lo que le estaba pasando a Victoria, la señora Victoria, la esposa del gran CEO de la compañía de la familia Bracamontes, el mismo que lo acababa de heredar todo. Siempre esperando el mejor momento para ir, siempre queriendo que fuera la ilusión más grande para que al final, tomara su bolso cualquier día de la semana y fuera hasta ese lugar donde sus dudas estaban siendo despejadas en ese momento. — ¿Está seguro de eso, doctor? —preguntó la señora, esposa de Gonzalo Bracamontes.El doctor sonrió al ver la felicidad impresa en el rostro de su paciente. Tres años se habían ido para que finalmente pudiera recibir aquella respuesta por la que había esperado tanto tiempo. —No podría estar más seguro, señora de Bracamontes. Una lágrima de felicidad nació desde e