PARTE UNO: LA TRAICIÓN
CAPÍTULO UNO
Los ojos cristalinos de aquella mujer que lo había visto todo, frente a ella la imagen más asquerosa de la que pudo ser consciente, todo había cambiado de un momento a otro porque, de un momento a otro la felicidad que había en sui corazón se disipo como si del mismo viento que intentamos agarrar con las manos se nos va.
— ¡Victoria! — gritó Rosario haciendo que Gonzalo se separa de ella.
Sus ojos dieron con la mujer que intentaba cubrirse el cuerpo entero con la sábana blanca de su propia cama. No queriendo creer lo que estaba viendo, negó con la cabeza al momento. Su esposo, el hombre que más quería no le podía estar haciendo eso en su propia cara, no podía haber jugado con ella cuando ella estaba a punto de darle la noticia más sagrada que le haya dado a alguien.
—Rosario —nombró Victoria acercándose con pasos lentos hasta ellos.
Al momento su esposo se levantó de la cama estando en ropa interior mientras la mujer se levantó cubriendo su cuerpo.
—Esto no es lo que estás pensando —dijo Rosario de la manera más estúpida.
—Victoria, escucha, esto no es lo que estás pensando —dijo Gonzalo al ver como el odio comenzaba a hablar en sus ojos.
—Eres una m*****a descarada, eres una m*****a, ¡¿cómo te atreves?! —gritó Victoria queriendo llegar hasta ella y tomarla del cuello.
El odio, el dolor y todos los sentimientos negativos la estaban traicionando haciéndole creer que era capaz de todo en ese momento, hasta de matarlos.
Ella, su mejor amiga, la que más le había apoyado y la había hecho seguir con los tratamientos para quedar embarazada, y él, su esposo, el mismo que le juró amor eterno en un altar era el mismo que la estaba engañando con su mejor amiga.
¿Qué había hecho mal para que ellos le pagaran de esa manera? ¿Qué le faltó por entregar cuando sintió que lo había dado todo?
Tomándola del cabello, Victoria fue capaz de hacer gritar a su amiga o mejor dicho, la que creía que era su amiga.
Gonzalo, ¿qué había de Gonzalo que lo estaba viendo todo?
En ese momento, no soportando más lo que estaba pasando frente a sus ojos, todo lo que pudo hacer fue dirigirse hasta la mujer que seguía siendo su esposa quisiera o no.
Sin pensar más y viendo cómo su esposa estaba dañando a su amante la tomó de la cintura alejándola de Rosario quien lloraba desconsoladamente.
— ¡Suéltame, imbécil! —Ordenó Victoria dándose la vuelta con la intención de ir contra su marido.
Y de esa manera fue capaz de golpearlo y darle una bofetada con todas sus fuerzas haciendo que el coraje de ese hombre creciera aun más de lo que ya había crecido en su interior.
El dolor estaba consumiendo su alma, no sabía cuánto más iba a soportar el dolor que su esposo y su mejor amiga le estaban provocando en el alma. Ellos juntos, tantos recuerdos vinieron a ella, la manera tan descarada en que se saludaban, la manera tan familiar en la que se hablaban. ¿Cómo pudo ser que ella no se diera cuenta?
En verdad que no sabía qué era lo que le dolía más, si haber sido engañada de esa manera o de la conversación que escuchó que ellos estaban teniendo.
— ¿Cómo…—preguntó Victoria tragándose las lágrimas. — ¿En qué momento pasó todo esto? Gonzalo —llamó dirigiendo su mirada llena de lágrimas a él. —Gonzalo, ¿en qué momento pasó todo esto? Te di todo, todo de mí te lo di a ti.
Gonzalo miró a su amante, que estaba detrás de Victoria. No había por qué seguir ocultando lo que era obvio a los ojos de todos, no había por qué continuar haciéndole creer a Victoria que entre ellos no pasaba nada cuando realmente pasaba todo.
—Ya lo ves, Victoria —dijo Gonzalo extendiendo sus manos, dejando ver su torso desnudo. —Nada es lo que parece, mucha gente afuera dice; piensa mal y acertarás, ¿no es eso lo que te acaba de pasar en este momento? —Preguntó sonriendo. Él se estaba burlando de ella.
Rosario se acercó al ver la actitud de su amante, él estaba decidido a decirlo todo. Era su momento de hablar, antes de seguir ocultando las cosas.
Una sonrisa estúpida se dibujó en el rostro de Rosario mientras se acercaba a su amante, mostrándole así que lo apoyaba, lo apoyaba en todo.
— ¡¿Por qué me hicieron esto? ¿Tú, por qué lo hiciste?! —gritó Victoria señalando a su mejor amiga y que era la misma que ahora se convertía en su peor enemiga.
—Ya lo ves, Victoria —dijo de la misma manera aquella mujer. —Nunca fuiste lo suficiente mujer para él —dijo aquella mujer abrazando a su amante. —Todo acto tiene consecuencias.
Las fuerzas se le estaban agotando a Victoria, todo lo que había hecho ella era amar a su esposo, quererlo y estar siempre para él al mismo tiempo que hacía a que su padre fallecido le entregara todo a él para que pudiera manejar sus empresas, las empresas de Victoria como mejor quisiera. Ella estaba ciega de amor por él. Nunca fue capaz de ver lo que él estaba haciendo a sus espaldas y ahora que le iba a dar un hijo no podía pensar otra cosa más que en lo tonta que había sido.
— Eres tan aburrida, querida Victoria — dijo su esposo sonriendo ante su dolor.
La estúpida risa de Rosario se hizo sonar en la habitación, Victoria estaba a punto de caer en sus rodillas implorando porque el dolor se fuera de ella de la misma manera que había llegado.
—No te necesito, Victoria, ¿sabes por qué me casé contigo? Nunca te quise, nunca fue mi intención hacerlo, estaba tan bien con mi vida pero no pude evitar tenerte un poco de lastima al ver cómo me mirabas de lejos mientras yo no te hacía caso, mientras yo estaba bien siguiendo mi vida. Así como lo escuchas querida Victoria, me casé contigo por lastima u nada más que lastima.
Rosario rió al ver cómo las lágrimas caían de los ojos de la mujer que había sido su mejor amiga.
—Tiene razón, no puedo creer que nunca te dieras cuenta del asco que le provocabas —dijo Rosario. El dolor era tanto en el corazón de Victoria que no evitó llevarse una mano al pecho queriendo que de esa manera ese dolor se detuviera ahí, justo donde ella ya no tenía más fuerzas para continuar. Tantas verdades le estaban quitando las fuerzas.
—Te odio, m*****a —dijo Victoria con todo el dolor de su corazón —los voy a matar, voy a matar a los dos.
Rosario se encogió de hombros. — ¿Crees que me importa lo que hagas? ¿No puedes entender el asco que le dabas a tu propio esposo como para no querer engendrar un hijo contigo? No te necesita cuando lo tiene todo.
—Tiene razón, Rosario tiene razón —Apoyó Gonzalo mientras tomaba la mano de su amante. —No sabes el asco que me das, no sabes el asco que me dabas cuando te acercabas a mí, siempre te quise fuera de mi vida, ¿cómo no pudiste darme el honor de irte? Y todo porque querías un hijo, un estúpido hijo de los dos, me das asco, siempre me dio asco siquiera estar cerca de ti.
Victoria cayó al suelo sin más fuerzas. Esas palabras estaban entrando como dagas en su corazón que la estaban haciendo morir lenta y desesperadamente.
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO DOSVictoria cayó al suelo sin más fuerzas. Esas palabras estaban entrando como dagas en su corazón que la estaban haciendo morir lenta y desesperadamente.—Eres igual a tu padre, siempre yendo por el mundo pensando que el mundo les pertenece, siempre creyendo ser mejores, no tienes nada Victoria, me casé contigo porque era lo que más convenía si quería seguir adelante con estas empresas que se han aliado a ti.— ¡No te atrevas a hablar de mi padre, imbécil!Rosario rió al momento. Esa escena de ver a su amiga tan destrozada como siempre soñó le estaba dando el placer que nada en la vida le había dado antes.— ¿Por qué no va a hablar de tu padre, estúpida? Tu padre también era un maldito imbécil que creía en la gente.— ¡Cállate, maldita? Te voy a matar, juro que lo voy a hacer.— ¡Cállate, ni te atrevas a hablarle así a Rosario si no quieres que en este momento termine con tu maldita vida!A la mente de Victoria llegó aquella conversación que había e
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO TRES SEIS AÑOS DESPUÉSViernes por la noche. Un fin de semana más que llegaba como lo era cada vez que ella deseaba en que no llegara. Los ruidos altos, la música que no toleraba, la música que era obscena en ese lugar junto con todos esos hombres que iban siempre a divertirse y a pasarla bien por un momento mientras ella tenía que tolerarlos por el dinero que le pagaban con el solo hecho de que ella se acercara a la mesa de la gente que siempre estaba pasada de copas.Nada había cambiado en ese tiempo. Habían sido ya más de cuatro años trabajando en lo mismo y más de un año trabajando en ese bar que le había abierto las puertas como si de un trabajo más decente se tratara. Era cierto que se ganaba bien, era cierto que ella no había tenido que hacer nada más allá de vestir el vestuario para las meseras en ese lugar.Cinco años se habían ido ya desde el momento en que se juró hacer lo que fuera por mantener con vida aquella luz que había llegado a su
PARTE UNO: LA TRAICIÓNCAPÍTULO CUATRO¿Qué había de aquel bar que había abierto sus puertas al público en las noches, justo donde el bien dormía y el mal tenía el permiso de reinar ahí? ¿Qué había de aquel lugar que había abierto sus puertas al público casi de un momento a otro? Así era como funcionaban los grandes negocios, así era como la vida en el mundo oscuro siempre se iba a manejar, llevando un paso adelante, llevando todo un camino adelante ya recorrido mientras el mundo alrededor solo dormía y al final, despertaba solo para buscar pruebas donde no las había.La misma vida para Victoria conforme los días se iban, la misma rutina para ella y siempre, entregada al mismo lugar que le estaba dando el dinero suficiente para poder ir poner un plato de comida frente a su pequeño hijo. El mismo que había sido un milagro, el mismo que se aferró a la vida, ¿cómo ella podía negarle la vida que él esperaba vivir desde el momento en que ese maldito accidente sucedió donde buscaron arreba
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO CINCOTodo lo que pudo ver y de lo que fue consciente Victoria era de os zapatos bien lustrados de aquel hombre que parecía ser quien había levantado la voz. De un momento a otro, sintió como a Victoria la tomaron de los hombres, un hombre en cada lado, con mucho cuidado, como si no quisieran lastimarla más de lo que ya lo habían hecho aquellos otros tres hombres.— ¿Se encuentra bien, señorita? —Preguntó el hombre tan pronto como los otros dos hombres lograron levantarla del suelo.Con cuidado, Victoria se sacudió el polvo que pudo haber quedado impreso en su uniforme mientras se preparaba para dar las gracias a la persona que la había levantado de ahí.Y justamente de esa manera, como si se tratara de cámara lenta, Victoria levantó la mirada solo para encontrar frente a ella un hombre bien vestido, un hombre que tenía impresa la curiosidad en el rostro por saber cómo estaba ella.Era realmente guapo, el más guapo de los hombres que ella haya podido v
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO SEIS Tantos sentimientos encontrados, tantos pensamientos que estaban asaltando su mente, tanto que podía hacer y al mismo tiempo, tanto que no podía hacer cuando se encontraba ahí, con las manos agarradas, siendo tratada como una muñeca, una muñeca a la que el mundo le podía hacer todo lo que quisiera, un mundo que se reducía a solo tres hombres ahí que estaban dispuestos a hacerle todo el daño del mundo. De nada le había servido su propio silencio, de nada le había servido querer haber salido bien de ese lugar al mismo tiempo que callaba lo que le habían hecho y encima, protegía un trabajo que no le gustaba, que la estaba haciendo humillar, que la estaba dañando cuando la única cura podía ser su hijo. Las lágrimas corrían de sus ojos, no había nada más que pudiera hacer más que llorar, llorar y llorar.Lo que no sabía la vulnerable de Victoria es que su vida estaba a punto de cambiar en ese mismo instante en que un auto con los vidrios polarizados
PARTE UNO: LA TRAICIÓN CAPÍTULO SIETE Cuántos años habían pasado desde la última vez que Rosario había sentido ser la mujer más bella al ver como enloquecía a un hombre que nunca fue de ella pero hizo se de ella de la peor manera?¿Qué había de todos esos años que habían pasado siendo vacíos? ¿Qué había de todo el tiempo que al final, no sirvió de ella, pues el hombre que ella dijo amar, terminó viéndola como una más en lo que encontraba otro tipo de distracción?Se dice que lo que se obtiene a la mala está siempre destinado a ser arrebatado de la misma manera.¿Cómo era posible que el ser humano fuera capaz de vivir en el mismo vacío emocional y sentimental con tal de tener todo eso que se envidió en un principio?Seis años e habían ido desde la última vez en que Rosario había visto a su amiga, la misma que dijo una y mil veces más que era su amiga, la mejor, la mejor de todas, la mejo de un grupo de mujeres que se habían conocido hasta el más íntimo de los secretos.Por la mente d
PARTE UNO: LA TRAICIÓNCAPÍTULO OCHO Un poco más tranquila, quitándose esas ideas de la mente y esas imágenes que siempre se iban a quedar con ella hasta el final de sus días, Victoria ya se concentraba en beber el café que la señora Lourdes le había preparado para que se tranquilizara. Para ese momento ya sabía lo que le había pasado y aunque era fácil de creer que en el ambiente en que ella se desarrollaba pasaran ese tipo de cosas ella simplemente no podía entender por qué a Victoria después de todo lo que había pasado.—Tranquila, tranquila, Victoria, por favor, no te lamentes más lo sucedido, no fue tu culpa.—Eso lo sé, señora Lourdes. Sé que no fue mi culpa pero eso no lo entiende ese mundo al que me enfrento día a día, noche a noche.Lentamente la señora Lourdes acercó su mano a la mano de Victoria. Ella ahora más que nunca necesitaba del apoyo de una sincera amiga y la señora Lourdes lo había demostrado ser.—Tranquila, hija, mira que tu hijo está por despertar y tú no puede
PARTE UNO: LA TRAICIÓNCAPÍTULO NUEVEVictoria corría de un lado a otro mientras su hijo solo la miraba sentado en su sillita en lo que terminaba de desayunar. Si su madre hubiera llegado tan solo antes, ella no estaría así, yendo de un lado a otro. Pero lo que el pequeño Carlos Daniel no sabía era que él era toda la ilusión de su madre, todo lo que ella necesitaba para poder seguir adelante. La hermosa sonrisa de su hijo dibujada en su rostro brillaba más que nunca, desde que ese angelito fue traído a su vida como un milagro, ella ya no pudo ver más allá de ese par de ojos marrones donde no pudo evitar ver la vívida imagen de ese hombre que alguna vez llegó a amar con todo su corazón. Era increíble que todo ese amor que alguna vez sintió por él fuera a terminar de esa manera.Habían pasado algunos años desde el último día que sus labios fueron besados por un hombre, solo un maldito traicionero, un maldito hombre que quería matar a su propio hijo a la mujer con la que estuvo casad