Capítulo 4

Malu

Me giré para mirarle y me estaba mirando fijamente. Se dirigió al balcón de la habitación y yo le seguí. Se quitó la chaqueta negra tirándola en un sofá del balcón y se quedó sólo con un chaleco negro que me volvió loca mojándome las bragas con sólo mirarlo.

- Así es como deberías vestirte cada noche.... ¿Has entendido Maria Luiza? - Dijo con su voz ronca y sexy que me hizo delirar

- Si jefe... - Dije tratando de mantener el control

- Pronto te acostumbras... Con el tiempo nos acostumbramos a todo... a todo en realidad... ¿No estás de acuerdo Maria Luiza? - Me pregunta, pero yo guardo silencio y sigo evitando mirarle a la cara.

Sé que aunque sea un mentiroso cualquiera, cuando lo miro sigo viendo al Vincenzo Torricelli de las portadas de las revistas y los carteles publicitarios del que me enamoré como una estúpida enseguida. Y eso me desanimó un poco. Y en ese momento era lo que menos quería. Sólo tenía un objetivo, seducirlo, ganarme su confianza y por fin salir de este infierno. Pero con esta tentación alrededor era casi imposible.

- Concentrate Malu... Concéntrate... Respira e inhala... y nunca pierdas la concentración.

Salgo de mis pensamientos escuchando tu voz:

- Escucha Maria Luiza, que sepas que lo que pasó hoy con Jairo no volverá a pasar. Aquí todo el mundo le teme y ya te habrás dado cuenta de por qué.

Claro que me di cuenta, este tipo es un animal. - Pienso mientras sigue hablando

- 'Eso ha sido algo insólito, que te dieras cuenta de quién manda aquí. Pero, no quiero y no tolero que les marquen la cara a mis hijas. La única que lo intentó ya no está para contarlo. Aquí no se pega a ninguna "ragazza" (chica)... a menos, claro, que lo pidan. ¿Entendido? - habla fríamente

- Si jefe... - Respondo y hielo con lo que oigo

- Ven aquí... - me ordena

Me acerco y el toma el otro lado de mi cara mirando con mucho cuidado.

- El maquillaje oculta bien las marcas....

- Sí... las marcas físicas siempre son fáciles de ocultar. Pero las que quedan en nuestra memoria y en nuestro corazón son imposibles de olvidar o borrar. A menos que alguien decida cambiar. - Dije mirándole con dulzura, él me miró intensamente como si quisiera devorarme allí mismo, pero luego se apartó rápidamente de mí dejándome jadeante y confusa.

- E... Encontraré la manera de resolver tu problema. - Él habla y yo no entiendo de inmediato

- ¿Qué problema? - Pregunté mirándolo

- Ser virgen - responde rápidamente

- ¿Es la virginidad un problema tan grande aquí? - le pregunté.

- Sí, no soy romántico, así que no pienses que conmigo será la "primera vez de los sueños". - Dice sin mirarme

- Tal vez... Yo... no quería que fuera un sueño o todo perfecto.... - Dije apartando la mirada.

- ¿Qué? ¿Me estás contestando? - dijo, acercándose de nuevo.

- 'No jefe... Sólo he dicho lo que pensaba. - Dije en voz baja

- "A mí me pareció lo contrario... no me provoques María Luiza o me retractaré de mis palabras y te castigaré sin piedad ahora mismo. ¿entiendes? - dice seriamente, dejándome helada

- ¿Cómo sería ese castigo? - pregunté con inmenso miedo de que me mostrara cómo, pero necesitaba ser atrevida.

- ¡Ah! ¿Me estás tomando el pelo Maria Luiza? - Dijo agarrando mi nuca y apretando.

Apreté un poco los ojos porque me dolía, me soltó lentamente el pelo y me pasó los dedos por la boca diciendo:

- Ten cuidado con lo que dices Maria Luiza. No juegues con fuego, si tienes miedo de quemarte.

- ¿Quién te ha dicho que tengo miedo Jefe? ¿No puedo decir lo que pienso? - Yo dije.

- No puedes. ¡Aquí el que habla y ordena soy yo! - Dijo con firmeza.

- ¿Y tú lo haces? - pregunté sin pensar, pero pronto me arrepentí.

Con rabia volvió a agarrarme del pelo.

- Te mereces una bofetada Maria Luiza, pero no quiero estropear tu bonita cara.... - Dijo muy cerca de mí mirándome con intensidad, haciendo que todo ardiera

- 'Eso es lo que me gusta, jefecito... ¿o debería llamarte Vincenzo Torricelli? - Le susurro al oído y me mira asustado como si le hubieran pillado en algo muy serio.

- ¿Cómo me has llamado? - pregunta asustado

- Te he llamado por tu verdadero nombre. ¿O es que te crees que soy tonta y nunca miro las revistas en los quioscos? ¿O que miro las redes sociales? Sé muy bien que no te llamas Bernardo, sino el reconocido dueño de los mejores restaurantes gourmet de América Latina. - Hablo sin miedo

- '¿Qué quieres con todo esto, niña? - Pregunto enfadado, pero al mismo tiempo sintiendo como la calentura rezumaba por sus poros.

- Si digo lo que quiero, ¿me castigarás jefe? - Pregunto audazmente

- ¡Zorra! Di lo que quieras, yo te autorizo. - Habla con fuego en los ojos

- "Te deseo desde hace mucho tiempo... desde que llegué aquí. ¿Aún no te has dado cuenta? - Dije mirándolo fijamente.

- Estás jugando conmigo, ¿verdad? Yo no le quito la virginidad a nadie y ya te he dicho por qué. No soy delicado con nadie y menos con las mujeres y eso lo vas a sufrir tú. - Habla como si de verdad le importara, pero todo en este lugar era falso y él fue la mayor decepción de todas

- 'No jefe, no es un juego. Solo queria que me enseñaras todo lo que no se. - Hablo fríamente, pero con voz baja como si fuera un sumiso.

- 'Eso no funcionará conmigo, sucia, guarra... que sepas que no me trago esos cuentos. - Habla nervioso

- Si me permites, me gustaría volver a decir lo que pienso... ¿Puedo, jefe? - Pregunto haciendo el ridículo

- Adelante, se lo permito. - Me responde mirándome intensamente

- No creo que debas dejar que otro tenga primero a la mujer que tú elegiste. Tú eres el jefe y siempre debes ser el primero en todo. ¿No te parece? - Pregunto y él tira de mi cabeza con más fuerza, pero podía ver lo excitado que estaba por todo lo que estaba escuchando

- 'Niña maltratada, ¿es eso lo que quieres? Te lo daré entonces. Pero luego no digas que no te lo advertí.

Me cogió por la cintura pegando nuestras caras, intento besarle y él sujetándome del pelo me vuelve hacia atrás apoyando mi culo en su p@u dándome una bofetada y diciendo:

- ¡No beses Maria Luiza! ¡Yo nunca beso a mis mujeres! Te advertí que soy brusco, violento y estúpido con todas ellas. Y sin embargo dijiste que querías perder la virginidad conmigo... así que acéptalo y nada de cosas raras o te arrepentirás.

Me coge por la cintura empujándome a la habitación y tirándome sobre la cama. Se quito la camisa y pronto estaba encima de mi quitandome el vestido dejandome solo en lenceria. Sus labios besaron, chuparon, mordisquearon y lamieron mi cuello. Mientras sus manos se deslizaban por mi cuerpo... Confieso que lo estaba disfrutando, mi cuerpo ardía... se levantó quitándose el cinturón del pantalón, luego los pantalones y por último los calzoncillos. Su miembro ya estaba erecto y de lo grande que era, me aterroricé, seguro que me haría daño, pero ya no puedo echarme atrás.

Sacó un condón del bolsillo de su pantalón, lo abrió, se lo puso en la polla y volvió a correrse sobre mí como un animal hambriento. Pronto se deshizo de mi lencería dejándome completamente desnuda. Admiró mi cuerpo durante unos segundos, yo me moría de vergüenza, pero ahora era demasiado tarde para ser pudorosa. ¿No era eso lo que había pedido? Así que eso es lo que tendría y lo peor es que ni siquiera tenía la posibilidad de exigirle que parara. Eso sería como entregarme a Jairo en bandeja.

Sus dedos se deslizaron por mis pechos, bajaron por mi vientre, pasaron entre mis piernas, di un leve suspiro, abrió mis piernas y se encajó en mí. De pronto sin demora comenzó a penetrarme. Me metió hasta el fondo, gemí fuerte, pero no de placer sino de dolor. Me mira sonriendo y está claro que lo hizo a propósito, sólo para hacerme daño...

- ¡Cabrón! ¿Cómo he podido dejarme engañar tanto por ti? Cabrón. - Pienso entre un gemido de dolor y otro

En ese momento sentí que todo el placer dentro de mí se derrumbaba.... Incluso una lágrima cayó de mis ojos. A medida que me penetraba sentía más dolor. Todavía era virgen, pero no había forma de echarme atrás. No era nada delicado, me sujetaba muy fuerte, me penetraba cada vez más rápido y más fuerte. Tuve que aguantarlo. ¿Cómo podía pensar que sería diferente?

"No es el hombre del que me enamoré en las fotos y con el que tenía los sueños más atrevidos de este mundo".

El dolor era insoportable, lloré en silencio tratando de no mostrar lo mucho que estaba sufriendo. En cuanto me rompió empezó a ir cada vez más rápido. Juro que no sentí el placer que sentí cuando empezamos, sólo sentí dolor, algo destruyéndome y mis sueños de una primera vez perfecta desvaneciéndose.

Cuando no pudo más, alcanzó su punto máximo, se levantó y se fue al baño.

Y yo me quedé tumbada sin moverme, me dolía el corazón, me quería tragar la tierra en ese momento. Fue horrible para mí, sangraba, mi cuerpo estaba inmóvil, sentía dolor, sólo podía encogerme en la cama y tirar de un trozo de la sábana que cubría mis pechos y mis partes íntimas. Las lágrimas fluían sin control. En aquel momento sólo deseaba una cosa: morir.

Pero mi sufrimiento no había hecho más que empezar. Al cabo de un rato volvió del baño, cogió su ropa interior, sus pantalones y se vistió de nuevo.

- Te dije que no sería como imaginabas.... Pero, te engañaste no sé por qué, pero ahora es tarde María Luiza y quedarás marcada para siempre. - dijo arreglándose los pantalones sin mostrar ningún remordimiento por lo que acababa de hacer.

No dije nada, permanecí quieta, envuelta en la sábana y con los ojos cerrados.

- 'Levántate Maria Luiza, date una ducha, vístete y vuelve a la cama.... Ahora vuelvo.

Dijo abrochándose los botones de la blusa y saliendo de la habitación.

Reuní fuerzas para levantarme e ir al baño, abrí la ducha y entré. Me senté en el suelo de la ducha y lloré durante unos veinte minutos. Estaba desolada y totalmente destruida. ¿Cómo podía ser un hombre tan frío y despiadado? Nunca me enamoraría de un hombre así.

Después de quedarme allí un rato, me levanté, terminé de ducharme, me puse el camisón y volví al dormitorio tal como me había ordenado.

Las sábanas ya estaban cambiadas. Me senté en la cama y esperé. Al cabo de unos minutos volvió, entró todo sudado y sin camiseta, fue directo al baño y al cabo de un rato volvió sólo con unos calzoncillos negros.

- Túmbate.... - Me dijo y me tumbé.

- Tienes que darte más si no quieres que me folle a Rebeca cada vez que termine de follarte.... - Dijo tumbándose y yo me moría aún más por cada palabra que escuchaba.

Me quedé callada, pero te juro que me dolió mucho, porque estaba enamorada de él o de lo que me imaginaba que era. Y me utilizaron de la peor manera posible.

- 'Vete a dormir que mañana sales conmigo...'. - Dijo apagando la luz de la lámpara

Me giré hacia un lado dándole la espalda, me tapé y cerré los ojos intentando no llorar. No podía dejar que sus frías palabras me hicieran sufrir, con lo que había hecho era suficiente.

Sentía su aliento en mi cuello, muy cerca, pero pronto se alejó y me quedé dormida allí despierta entre lágrimas deseando mi muerte. (...)

♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤♤

Capítulos gratis disponibles en la App >

Capítulos relacionados

Último capítulo