Capítulo 5

VINCENZO TORRICELLI

Al día siguiente...

"Maria Luiza... Malu..."

¡Diablos! Esta chica me confunde. No es como las otras que tengo, definitivamente no es como Rebeca. Tiene algo que me atrae además de su cuerpo escultural, sus labios carnosos y su larga melena negra. Pero eso no va conmigo, el sentimiento no es lo mío, no me gusta nadie, sólo quiero satisfacerme y para eso las tengo. Cuando creé mi casa de lujo pensaba en hombres que sólo quieren diversión, placer, calentura sin compromiso como yo. Al fin y al cabo, las mujeres están hechas para eso y no para dominar la vida de un hombre.

Ninguna mujer me dominará, no lo permitiré, esta chica, Maria Luiza, quiso jugar conmigo ayer, pero intenté darle una lección: Conmigo no se juega....

A pesar de todo, permaneció callada y sumisa ante mí. ¡Qué intrigante! Con Jairo se resistió mucho, pero conmigo no dudó aunque se dio cuenta de que no era bueno para ella. En fin... es su problema, me la dieron como pago, me pertenece y será mía hasta que me enferme.

Por la mañana temprano me levanté e intenté prepararme para varias citas en restaurantes que tendría hoy. Maria Luíza seguía durmiendo, su expresión era la de alguien que sufre, su almohada estaba mojada, había llorado de madrugada.

Me acerqué a ella, apartándole el pelo de la cara.

- Maria Luiza despierta... - Dije cerca de su oído

¿Por qué me preocupaba aquella expresión? ¿He hecho demasiado daño a esta chica? Después de todo, sólo tiene dieciocho años.

¿Tanto le dolía?

- Maria Luíza, despierta... - Dije.

- ¡María Luíza! - Hablo un poco más alto y ella se despertó mirándome.

- Si jefe... - Dijo somnolienta.

- ¿Estás bien? ¿Sientes algo? - Pregunto mirándola

- Un poco de dolor... - Dijo volviéndose con miedo

- ¿Dolor? ¿donde? - Pregunto, pero ella permaneció en silencio sin poder responder

- Entiendo... Le pediré al médico de la casa que venga a verte. - Le digo mirándola

- No hace falta jefe... me pondré mejor. - Responde débilmente

- Es una orden, ¡ya viene! Te quiero y te necesito al 100% para mi uso. No creas que lo hago porque me importas, porque sabes muy bien que solo eres una mercancía. - Hablo con firmeza

- ¡Eso ya lo se! Ayer me lo dejaste muy claro jefe.... - Dijo seriamente sentándose, pero con un poco de dificultad haciendo expresiones de dolor.

Fui al teléfono y le pedí a Rebeca que viniera a la habitación ... Al cabo de unos minutos llegó.

- Buenos días jefecito, ¿qué necesita?

- Llama al médico, dile que venga, Maria Luíza tiene problemas. - Digo todavía de espaldas

- Sí, jefe, pero ¿qué le pasa? - Rebeca pregunta

- Cosas de mujeres... 'Anda, llama al médico y luego prepárate, que vas a salir conmigo, ya que ella no puede'. - Digo sin paciencia

- Con mucho gusto... - Dijo Rebeca marchándose

Volví a la cama y me senté a hablar:

- Fuiste tú quien lo buscó y lo pidió. Espero que hayas aprendido la lección y, sobre todo, que hayas aprendido a escuchar y a creer todo lo que digo.

- He aprendido jefe... ¡Claro que he aprendido! - Dijo sin mirarme

- 'Cuando te desee, no te contengas, te dolerá menos. - Digo mirándola

- Yo no me estaba conteniendo, eras tú a.... - Se interrumpió... - Lo siento.

- Dime Maria Luiza, quiero oírlo. ¿Qué hice ayer? - pregunté, sabiendo ya lo que oiría

- Lo hiciste a propósito, me lastimas porque te da placer. Al principio lo estaba disfrutando, pero luego.... - no termina de hablar y noto lágrimas en sus ojos.

- "Lo hice para que veas que conmigo solo será sexo, placer, deseo, calentura y nunca será amor Maria Luíza. No esperes eso de mí y que sepas que nunca me preocuparía por ti. Sólo te quiero bien para satisfacerme y nada más. No creas que puedes jugar conmigo, aquí mando yo y no tú. Eres mía y hago contigo lo que quiero... y no lo que tú quieres que haga. ¿Lo has entendido? - Pregunto y ella responde sin mirarme

- Correcto jefe.... Entendido. - Dijo sin dudar.

Me quedé mirándola un rato, esos ojos oscuros, esa mirada misteriosa y por no hablar de su forma de ser inocente que nunca he visto por aquí. Cree que soy tonto. Sé que quiere irse de aquí y sólo quiere manipularme para que lo haga. Pero, no voy a caer en su juego. - No caeré. - Me grito a mí mismo mientras la observo

Llegó el médico y salí de la habitación. Fui a la cocina y me tomé un café solo muy cargado como de costumbre. Rebeca llega echándome el brazo al cuello, pero se me acabó la paciencia y la aparté sin piedad.

- Estoy listo jefecito... ¿Qué te pasa? ¿Estás de mal humor? ¿No te ha dado la mosquita muerta lo que querías? - Dijo Rebeca con sarcasmo llegando a mí.

- 'No te hagas el listo y el descarado conmigo o te enseñaré quién manda'. 'Pues parece que se te ha olvidado. - Digo, sujetándole la mandíbula con fuerza y soltándola después.

- No es que Vin... - Rebeca intenta hablar, pero la detengo

- Cállate de una puta vez. Te he dicho que no digas más mi nombre en La Casa. ¿Estás sorda? - Le grito

- Lo siento, jefa. Eso no pasará nunca más. - ella responde débilmente

- Perfecto. Esperaré a que el doctor salga de la habitación y saldremos. - digo mirando a mi alrededor

- Estás preocupada por ella, ¿verdad? - Rebeca pregunta

- ¿Me estás interrogando? ¿Te has vuelto loca Rebeca? - Digo con firmeza.

- No, jefe, lo siento - dice bajando la mirada

- 'No es que sea asunto tuyo, pero me preocupa, porque ella es un instrumento de mi placer a partir de ahora. Y por eso tiene que estar en perfectas condiciones. - Digo, terminando mi café

- Y yo, ¿ya no te satisfago? - dice dramáticamente

- Nada de dramas Rebeca, tómate el café y espera a que termine en silencio. Sabes muy bien que lloriquear a primera hora de la mañana me irrita. - respondo fríamente

- Si pequeño chef... - Dijo, apartándose y empezando a comer

Lo confieso Rebeca es mejor callada y en la cama, creo que llevo tanto tiempo con ella que piensa que es la única. Pero no, tengo otras mujeres en las dos casas de lujo que poseo. Pero aquí ahora tengo a Maria Luíza.... Pero, si me molesta, la despediré a otras casas de mis amigos y resolveré pronto este problema.

Volví a subir a la habitación y llamé a la puerta antes de entrar, el doctor me abrió y entré.

- Doctor, ¿qué le pasa?

Me lo explicó todo, me dijo que había forzado demasiado la relación y que acabé haciéndole daño, como era virgen tendría que tomármelo con calma en la primera penetración. Pero fui con todo, le dije que tendría que estar dos o tres semanas sin tener relaciones, lo que me enfadó mucho. Sin embargo no podía volver a intentarlo, ya que acabaría haciéndole aún más daño y provocando algo peor, así que tuve que tragármelo. Le recetó un medicamento, una pomada para que se la pusiera dentro de la vagina y le dijo que si seguía lo que él le recomendaba estaría bien en quince días.

- ¡Muy bien doctor! Cobra tu sueldo con Rebeca y ya puedes irte.... - Dije mirando a Maria Luiza que me miraba con esos ojos de queja.

- Te dije que habías sido demasiado grosero... un bruto... un mono.... - dijo ella.

- ¡Ten cuidado con lo que dices! No pongas a prueba mi paciencia porque te arrepentirás. ¿Te has vuelto loca? - pregunté acercándome y ella se apartó con miedo

- No, pero es la verdad. Fuiste muy estúpido conmigo aún sabiendo que era mi primera vez. - ella estaba asustada, pero aun así me encaró

- Te dije que no dijeras tu opinión sin que yo te lo permitiera.... Trata de hacer lo que dijo el doctor, no quiero esperar mucho para tenerte de nuevo. Y si está dañado, tendré que devolvértelo o dejarte en el salón para los clientes. ¿Es eso lo que quieres? - pregunto mirándola

- ¿No soy una mercancía? ¿No eres mi dueña? Entonces haz lo que creas mejor. Tal vez ser propiedad de otros no sea peor que ser propiedad de un monstruo como tú. - me responde bruscamente, mirándome fijamente y su atrevimiento hace que me paralice.

- "Quédate en la cama, enviaré a alguien para que te sirva y me espere por la noche. - le digo aún pensativo

Ella asintió y volvió la cara.

Salí de la habitación, bajé las escaleras y me fui con Rebeca. Tenía muchas cosas que hacer hoy y eran urgentes. Pero, todo el tiempo recordaba la mirada de dolor de Maria Luiza, sus duras palabras, mi reacción, su atrevimiento que me ponía cachondo cada vez que lo recordaba. Pero, todo esto por alguna razón me molestaba y mucho.

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