TOMO 2. CAPÍTULO 57. Un tratoJackson Argent era uno de los periodistas más destacados y respetados en el mundo, y rara vez él y su esposa Emma tenían un lugar definitivo para vivir. Sin embargo, tenían una alta capacidad para aparecer cuando sus amigos los necesitaban, y Jacob Lieberman podía contarse desde hacía años entre el grupo de personas por las que Jackson definitivamente se hacía presente.Así que tres horas después, junto con un abogado militar, el otro hombre en entrar a la salita de interrogatorios para escuchar la declaración de Josselyn y dar fe de la confesión que estaba haciendo, fue el periodista, aunque el fiscal no supiera exactamente de quién se trataba y lo tomara por un simple ayudante del abogado.—¡No es tan simple, tienes que entenderlo! —gruñó el fiscal cuando vio a Jacob Lieberman llegar por tercera vez en el día a la comisaría para preguntar si y cómo se estaba procesando la confesión de Josselyn.—¿Te quieres explicar?—¡Los cargos están levantados contra
TOMO 2. CAPÍTULO 58. Todavía noLa expresión de Florence Evans se endureció en un segundo mientras retrocedía. Sus labios se convirtieron en una recta frustrada y llena de arrugas mientras miraba a su hija a los ojos.—Espero que no seas tan estúpida como para repetir eso en voz alta —graznó con ferocidad y para la sorpresa de todos los que estaban escuchando y grabando aquella conversación, las peores palabras salieron de su boca.—¿Y por qué no? ¿Tienes idea de dónde he estado toda la maldit@ mañana? ¡En la policía! ¡En la policía, desgraciada! ¡Respondiendo preguntas porque de alguna forma lograron conectar el Talio con el que envenenaste a Frederick, conmigo! —gritó Josselyn y el fiscal se restregó la cara con frustración porque acababa de soltarle toda la verdad a la principal sospechosa del asesinato.Sin embargo antes de que diera un dramático suspiro y se alejara de aquella furgoneta, Lieberman le hizo un gesto para que se estuviera quieto y no interrumpiera nada. Cualquier co
TOMO 2. CAPÍTULO 59. Un gato necesarioElijah tenía el corazón en la boca cuando escuchó a través de los micrófonos el estruendo dentro, pero nadie se movió ni un milímetro porque Jacob Lieberman había dado una orden y detrás de él Ranger parecía más que dispuesto a que se cumpliera.Así que todos esperaron impacientes a que Florence se subiera a su auto y el ex militar en persona, junto con el Comisionado Norton y el fiscal, la siguieron a una prudencial distancia, asegurándose de que la mujer no notara que la estaban vigilando.En cuanto se perdieron de vista Elijah salió de su auto y corrió hacia el departamento seguido del detective, solo para abrir la puerta de golpe y encontrar la televisión rota, tirada en el suelo, y a Josselyn peligrosamente inclinada sobre ella, tocando todo con notable ansiedad.—¿Estás bien? —se acercó Elijah.—¡Dime que lo grabaron, dime que lo grabaron todo! ¡Mi madre tiró el televisor para amenazarme, pero ahí estaba el micrófono… ahí estaba…! —exclamó
TOMO 2. CAPÍTULO 60. Una mujer en solitarioEl fiscal era un hombre lo suficientemente inteligente como para saber que Elijah Vanderwood no se quedaría tranquilo después no solo de aquella confesión de Florence y de haberla agarrado infraganti tratando de destruir la evidencia.—Me parece que esto puede quedar en manos de la policía a partir de ahora. Usted y yo tenemos un lugar muy diferente en el que estar —lo escuchó sentenciar.—Claro… claro. Mañana a primera hora retiraremos los cargos y….—No, mañana no. Ahora mismo —declaró—. Lynett no tiene por qué pasar una noche más en la cárcel solo porque usted no haya tenido la competencia suficiente como para seguir investigando. Así que haga lo que tenga que hacer y despierte a quien tenga que despertar, pero asegúrese de sacar a Lynett de Bedford Hills… ¡ya!El fiscal apretó los labios con un gesto de frustración, pero sabía que aunque venían de la desesperación, las palabras de Elijah no estaban del todo erradas, así que le hizo un ge
TOMO 2. CAPÍTULO 61. DeliriosLe costaba trabajo despertar. No sabía si era el frío, el cansancio o simplemente que su cerebro y su cuerpo estaban al borde de un abismo que se había cavado demasiado profundo, poco a poco, y Lynett estaba en el mismísimo borde.Afuera discutían y apenas tuvo tiempo de reconocer una de esas voces cuando escuchó aquella puerta abrirse y alguien que corría hacia ella.—¡Oye, chiquilla, oye…! ¿Estás bien? ¡Lynett! —Elijah le despejó el rostro de los mechones de cabello y la sacudió intentando que le contestara.Estaba helada y aunque intentaba asentir con la cabeza, era demasiado evidente que estaba exhausta.Elijah pasó un brazo bajo sus rodillas y la levantó sin esfuerzo, dirigiéndose a la puerta.—Podemos llevarla a la enfermería… —intentó persuadirlo el fiscal, pero lo único que recibió de Elijah fue una mirada asesina.—¡Al hospital es a donde hay que llevarla, y reza para que no tenga nada o te juro que vas a ser secretario por el resto de tu maldit@
TOMO 2. CAPÍTULO 62. Un horrible sentimiento—Entonces… los grillos… —susurró Lynett y Elijah sonrió con suavidad.—Ven, te voy a enseñar dónde estamos —le dijo levantándose con cuidado y Lynett no dijo nada cuando se vio en aquel pijama enorme. Alguien la había cambiado, obviamente; quizás él mismo, pero se dio cuenta de que su corazón latía tan rápido que realmente no le importaba, lo único que le importaba era que ya no estaba en una celda de Bedford Hills.Caminaron despacio sobre el suelo de madera pulida y Elijah la acercó a una de las ventanas, abrazándola por la espalda mientras a la luz de la luna Lynett veía la vastedad del campo alrededor de la casona.—Papá me hubiera colgado de los… ya sabes, si te llevaba a cualquier lugar extraño en vez de traerte a la casa de la familia —susurró con tono risueño y Lynett abrió mucho los ojos.—¿Estamos en Texas? —preguntó en un susurro y vio a Elijah asentir, con aquel toque suave de su barbilla sobre uno de sus hombros.—Sí, estamos e
TOMO 2. CAPÍTULO 63. Tienes que decirloTemblaba, temblaba como una hoja en medio de una tormenta y Elijah sentía el corazón estrujado porque sabía que no podía quitarle aquella sensación, al menos no en ese momento.—Te prometo que esto va a pasar, chiquilla, te lo prometo —le dijo sosteniendo su cara entre las manos—. Sé que ahora quieres que la tierra se abra a tus pies, y sé que esto es difícil de manejar, lo sé por experiencia, pero… ¡maldición, tú eres mejor que yo, Lynett! ¡Tú eres mil veces mejor que yo, y más buena que yo! ¡No dejes que esa oscuridad te toque, chiquilla! ¡No lo permitas, o te juro que te vas a arrepentir! ¡Lo único que tienes que hacer es… es irte aquí… irte a Europa y… y olvidar…!—¡¿Olvidar?! ¡¡Olvidar!! —exclamó Lynett con los ojos encendidos y las lágrimas cayendo sin cesar—. ¿¡Cómo me pides que olvide?! ¡Tu madre intentó matar a tu padre, pero la mía lo logró! ¡Lo logró! ¿¡No lo entiendes!? ¡Ella mató a mi padre…! —Elijah la vio llevarse las manos a la c
TOMO 2. CAPÍTULO 64. El infierno en las puntas de los dedosSentía el cuerpo caliente y afiebrado, y aun así no era nada comparado con el cuerpo del hombre pegado a ella.Elijah parecía a punto de hacer combustión espontánea. Lynett podía sentir la dureza de su erección contra su vientre y aun así su mayor concentración estaba en hacerla disfrutar. Lynett echó atrás la cabeza y se aferró a sus hombros mientras aquellos dedos hacían una fiesta dentro de ella. Cada roce era desesperante, cada centímetro de piel en que hacían contacto era poco. Necesitaba más, necesitaba mucho más.Su boca se encontró con la de Elijah en una súplica muda, y un segundo después los dos rodaban sobre aquella alfombra de pelo grueso como si estuvieran peleando en lugar de buscando una satisfacción inmediata y explosiva.Elijah la sintió arquear la espalda debajo de él, jadeando desesperada mientras cada sensación se magnificaba por segundos. Ancló una mano en la curva de sus rodillas, llevando aquella pierna