TOMO 2. CAPÍTULO 63. Tienes que decirloTemblaba, temblaba como una hoja en medio de una tormenta y Elijah sentía el corazón estrujado porque sabía que no podía quitarle aquella sensación, al menos no en ese momento.—Te prometo que esto va a pasar, chiquilla, te lo prometo —le dijo sosteniendo su cara entre las manos—. Sé que ahora quieres que la tierra se abra a tus pies, y sé que esto es difícil de manejar, lo sé por experiencia, pero… ¡maldición, tú eres mejor que yo, Lynett! ¡Tú eres mil veces mejor que yo, y más buena que yo! ¡No dejes que esa oscuridad te toque, chiquilla! ¡No lo permitas, o te juro que te vas a arrepentir! ¡Lo único que tienes que hacer es… es irte aquí… irte a Europa y… y olvidar…!—¡¿Olvidar?! ¡¡Olvidar!! —exclamó Lynett con los ojos encendidos y las lágrimas cayendo sin cesar—. ¿¡Cómo me pides que olvide?! ¡Tu madre intentó matar a tu padre, pero la mía lo logró! ¡Lo logró! ¿¡No lo entiendes!? ¡Ella mató a mi padre…! —Elijah la vio llevarse las manos a la c
TOMO 2. CAPÍTULO 64. El infierno en las puntas de los dedosSentía el cuerpo caliente y afiebrado, y aun así no era nada comparado con el cuerpo del hombre pegado a ella.Elijah parecía a punto de hacer combustión espontánea. Lynett podía sentir la dureza de su erección contra su vientre y aun así su mayor concentración estaba en hacerla disfrutar. Lynett echó atrás la cabeza y se aferró a sus hombros mientras aquellos dedos hacían una fiesta dentro de ella. Cada roce era desesperante, cada centímetro de piel en que hacían contacto era poco. Necesitaba más, necesitaba mucho más.Su boca se encontró con la de Elijah en una súplica muda, y un segundo después los dos rodaban sobre aquella alfombra de pelo grueso como si estuvieran peleando en lugar de buscando una satisfacción inmediata y explosiva.Elijah la sintió arquear la espalda debajo de él, jadeando desesperada mientras cada sensación se magnificaba por segundos. Ancló una mano en la curva de sus rodillas, llevando aquella pierna
TOMO 2. CAPÍTULO 65. Alguien que sí sabe—Lynett… nena por favor… tienes que levantarte, vamos… tienes que levantarte.Elijah no sabía ya si lo que salía de su boca era una súplica, una orden o el epítome de la desesperación, pero habían pasado cuatro días desde que habían llegado a Texas, y literalmente no conseguía que Lynett se levantara de aquella cama.Comía a regañadientes, iba al baño a regañadientes, y el único momento en que abría los ojos era mientras él le hacía el amor como un poseso, ¡solo para asegurarse de que estaba viva!, porque le bastaban minutos después de aquellos clímax devastadores para pegarle la cabeza a la almohada y echarse a dormir de nuevo.—Déjame… —gruñó ella entre dientes y se giró hacia el otro lado, evadiéndolo.—Chiquilla, por favor, mírame… mírame…Pero aunque la levantó, la mimó, la regañó… sin importar lo que salía de su boca, simplemente era como la maldita bella durmiente, no tenía fuerzas para levantarse, no quería abrir los ojos, no quería pon
TOMO 2. CAPÍTULO 66. Decisiones difícilesLa cabeza de Lynett era una extraña maraña de sueño. No podía evitarlo. A esas alturas lo sabía, el desbalance químico y hormonal en su cuerpo era tan grande que aquello solo se solucionaría con inyecciones y una larga, larga temporada en alguna casa de descanso.Se dejó subir en el auto y vio de reojo cómo Elijah hacía un esfuerzo por no desmoronarse mientras conducía de regreso a la casa grande.Él estaba desesperado y ella cansada, y Gianni tenía le rostro tan impávido que asustaba.—¿Savannah? —preguntó y fue el único momento en que lo vio ponerse más blanco que papel de escritor sin musa.Ella había regresado por una venganza y él por otra, y para los dos las cosas se habían torcido de la peor manera.—Está bien… supongo… la buscaré luego… cuando pueda regresar, cuando… —Gianni se interrumpió y Lynett entendió. Después de todo era su mejor amigo, haría cualquier cosa por ella aunque eso significaba poner su vida en pausa.—Ya lo has hecho
TOMO 2. CAPÍTULO 67. Un hombre desplumado—¿Eh…?El rostro de Elijah iba de la sorpresa a la consternación en microsegundos.—¡Que te vas, muchacho! —recalcó Rufus—. ¡Vamos, circulando!Él pareció reaccionar de un segundo al otro y la sonrisa que se dibujó en su rostro era imposible de describir.—¿Entonces ella… se queda? ¿Te quedas? —le preguntó a Lynett y su padre fue el que asintió.—¡Que sí, que se queda…!—¡Te quedas! —exclamó Elijah corriendo hacia ella y un segundo después Lynett ahogaba un grito de sorpresa cuando él la levantó por la cintura, dándole una vuelta en el aire que solo terminó cuando la puso en el suelo y alcanzó su boca con un beso suave y desesperado—. ¡Te quedas!—¡Este no entendió nada! —rezongó Rufus—. ¡Blair, la escopeta! —gritó y un instante más tarde Elijah corría hacia la casa por su maleta, ahogado de risa.Estaba feliz, le importaba muy poco que lo echaran como perrito abandonado. Pasó corriendo junto a Nate y a él también le dio un abrazo de celebraci
TOMO 2. CAPÍTULO 68. Una conversación interesante.Era muy difícil decirle que no a aquella carita, y Lynett le revolvió el cabello con cariño accediendo por fin. Además estaba segura de que si se lo comentaba a Blair, lo primero que le diría su recién estrenada psicóloga era que ese sería un excelente ejercicio para ella.Una hora después volvieron de la ciudad con un par de mantas coloridas para el nuevo potrillo y con muchos dulces para el postre de la cena de esa noche. Y al día siguiente, que para mayor alegría de Sian era sábado, Lynett se presentaba en las cuadras y solo unos segundos después intentaba salir corriendo cuando veía el tamaño del caballo.—¡No, no, no, no! ¡Tía, ven acá! —la regañó Sian—. Butter es un animalito muy bueno, no importa lo grande que se vea, es el caballo más dócil de esta hacienda.Lynett suspiró con resignación y se acercó a ellos mientras Sian terminaba de colocarle el bocado.—Hoy no te vas a subir encima de él, solo van a conversar para que te co
TOMO 2. CAPÍTULO 69. Una decisión difícil.Aquella pretendía ser la frase más coqueta de la historia hasta que Elijah consiguió una respuesta que no esperaba en absoluto.—¡¿Le pusiste un micrófono al caballo?! —lo acusó Lynett con tanta vehemencia que él abrió los ojos espantado.—¡¿Eh?! No… yo le he puesto…—¿Entonces Blair te está medicando? ¡Mira que hablar con el caballo es una cosa, Elijah, pero que el caballo te hable a ti…! ¿Te estás metiendo algo? ¡Si no la controlas no la consumas!—¿Eh…? ¿Qué… cómo…? —Elijah balbuceaba aturdido, negando en medio de una extraña agonía hasta que vio a Lynett doblarse sobre sí misma con una carcajada estentórea.No había pretendido burlarse de él, pero de repente parecía que se ponía nervioso por cualquier cosa cuando la tenía cerca y eso era demasiado tierno.—¿Te estás riendo de mí? —preguntó él con un suspiro de alivio, como si no pudiera creer que ella fuera capaz de semejante maldad.—Ah, lo siento. En mi defensa, a mí sí me está medicand
TOMO 2. CAPÍTULO 70. Un regalo—¡Esto es una locura, Elijah! —gruñó el veterinario, que a aquellas alturas ya tenía suficiente confianza con la familia como para llamarlo por su nombre de pila.—Lo sé, pero es su decisión.—¡Ni siquiera es dueña de la yegua! —siseó el veterinario en voz baja.—Puedes asumir que es la dueña de todo aquí —replicó Elijah en el mismo tono—. Además, no sabemos si Sibeles no se va a recuperar.—¡El animal está sufriendo…!—¿Pero puedes garantizar al cien por ciento que se va a morir?—¡No se está levantando! ¡No se está levantando ni por la cría! —lo reconvino el hombre y Elijah se mesó los cabellos.—Lo sé, pero si fuera un animal salvaje se moriría en sus propios términos, sufriendo o no —sentenció él—. Así que a menos que puedas garantizarme al cien por ciento que se va a morir, entonces yo no voy a jugar a ser Dios, no con ella aquí —dijo mirando a Lynett de reojo.El veterinario respiró pesadamente pero finalmente asintió. No podía garantizar que la ye