PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 55. Hay cosas que no se le tocan a un hombreY aquello era casi poético, había que reconocerlo, porque los dos hombres con armas dentro de la estancia estaban tan rabiosos como inquietos y aún así no eran las personas más furiosas en aquella habitación.—Santiago, puedes retroceder ahora —siseó la muchacha con voz gélida.—Gabriella, ¿estás segura? —la increpó él, pero hasta podía jurar que había cierta satisfacción en su tono mientras negaba.La muchacha miró a los ojos de Ranger por un solo instante antes de negar y sonreír.—Sí lo estoy, Santiago. Estoy segura, por favor, retrocedan.Y aunque no estaba de acuerdo, eso fue exactamente lo que él hizo, porque en aquel punto tenía que entender que ella no solo era la clienta, sino que parecía ser capaz de manejar completamente la situación por más loca que fuera.Un minuto después uno de los hombres se guardaba la pistola en la cartuchera y gruñía con frustración mientras intentaba desatar los pies, y por últi
PEQUEÑA REBELDE.CAPÍTULO 56. Ranger WallisSi era sincero, Santiago Fisterra tenía que reconocer que jamás había participado en un acto de venganza, pero también comprendía que había amenazas que jamás dejaban de colgar sobre la cabeza de una persona a menos que la solucionara, y por desgracia Gabriela era el ejemplo perfecto de ese hecho.No tenía idea de cómo demonios Umberto Salvatore planeaba camuflar el hecho de que había incumplido con el pacto de no agresión que había hecho frente a Rodrigo De Navia; no sabía si pretendía sobornarlo con la herencia de Esteban Salvatore para que olvidara la afrenta; no sabía si pretendía simplemente faltar al acuerdo con los De Navia; o si faltar el respeto al mayor Keeper de Europa del Este era menos importante para él que matar a su hermana.Lo cierto era que su grado de obsesión o de malas decisiones llegaba al punto de cometer un error tan grande como aquel. Precisamente por eso sabía que no iba a detenerse nunca, y si había sido capaz de de
PEQUEÑA REBELDE, CAPÍTULO 57. La cabeza de la familia SalvatoreY podía parecer una locura pero no lo era. Ranger juraba que jamás se había sentido así, porque a pesar de todos los años que había pasado viendo los horrores y las atrocidades de la guerra, nada, absolutamente nada, lo había hecho sentir tanta sed de venganza como la que se le había acumulado en el cuerpo en las últimas seis horas.Que le dispararan era lo de menos. Que lo golpearan era lo de menos. El problema real, el terrible, era que había estado escuchando durante demasiado tiempo la forma en que aquellos hombres hablaban de lo que Umberto quería hacer, de la forma en que Umberto quería lastimar a Gabriella, de lo mucho que la odiaba, de lo mucho que la despreciaba, y de cómo no permitiría de ninguna manera que ella siguiera viva mientras su gemelo estaba muerto.Así que solo pisó el acelerador con fuerza y, después de que Rodrigo le pasara la ubicación de dónde diablos se encontraba Umberto, cortó absolutamente tod
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 58. Esta es por...Era tan terrible como cierto, por desgracia Ranger podía ver dibujada en la expresión de aquel hombre toda la verdad. A Esteban Salvatore no lo habían matado por el dinero, ni por la posición dentro de la familia; lo habían matado porque había descubierto de lo que sus hijos mayores eran capaces.—¡Suéltame ahora mismo o te juro que cada cosa que me hagas lo va a pagar la maldit@ de Gabriela! —gruñó Umberto, tratando de forcejear como podía contra la cuerda que le ataba las manos, pero era del todo inútil.—¡No me cuentes! ¿Y quién va a venir a vengarte? —le preguntó Ranger con una sonrisa llena de sarcasmo—. ¿Amadeo, que está muerto? ¿O Filippo y Alessio, a quienes estoy seguro de que tú y tu gemelo se encargaron de hacer la vida imposible a su manera? —replicó el ex militar—. ¿Qué crees en verdad que prefiera la señora Salvatore? ¿Que sus hijos dirijan a partir de ahora los negocios de la familia, o enredarse en una guerra que no les comp
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 59. Hora de volver. Aquel podía ser el inicio o el final de todo, eso dependía de qué quisiera hacer Gabriella con el cadáver de Umberto Salvatore. Sin embargo, no tendría respuesta esa noche, porque en el mismo instante en qué atravesó la puerta de aquella habitación de hotel, la boca de la muchacha se encontró con la suya como un gesto urgente y desesperado.Había una necesidad allí que sobrepasaba cualquier cosa que los dos hubieran sentido antes. Ranger cerró los ojos y la envolvió en sus brazos, porque lo único que podía pensar era que había estado a punto de perderla esa noche, y ese era el sentimiento más insoportable que había experimentado en su vida.Devoró su boca, exploró su cuerpo con la misma ansiedad que ella tenía, y cada beso, cada mordida, cada gemido fueron perfectos para cerrar aquella noche de una vez por todas.Ranger la sintió suavizarse, estremecerse y derretirse entre sus brazos mientras él le estrechaba y su respiración se hacía aco
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 60. Una reunión familiar.Y era fácil decirlo, pero hacer aquel trayecto de vuelta significaba enfrentarse a todas las probabilidades, a todos los miedos, a cualquier cosa que pudiera pasar con Gabriella o que ella pudiera decidir; y Ranger no había mentido cuando le había dicho que la seguiría a donde fuera mientras ella siguiera siendo su hogar, pero tampoco era mentira que sabía que le dolería vivir siempre pendiente de que hubiera una bala allá afuera con su nombre escrito en ella.Finalmente, los dos decidieron tomar un vuelo de regreso a Italia y no fue nada difícil concertar una reunión con Alessio, Filipo y su madre.Sobra decir que para ese momento ya Ranger iba de nuevo armado hasta los dientes y con todas las alarmas disparadas. El pequeño equipo había vuelto a reunirse solo para acompañarlos en ese encuentro, así que Gabriella se sentó en uno de los extremos de aquella mesa en la vieja catedral con la confianza de que nada le sucedería.—¿Cómo se
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 61. Historia antigua... y nueva.Y sí, “desaparecer” era la palabra correcta, porque aunque Gabriella habría creído que quizás ella sería la que tendría que esconderse, desaparecer, cambiarse el nombre o algo por el estilo, la realidad era que los Salvatore se le habían adelantado.—Me dejaron a cargo de cerrar todos sus negocios —le explicó Mateo—. Y cuando digo todos, quiero decir absolutamente todos. Me pidieron pasaportes nuevos, identidades nuevas, nuevas propiedades, y por supuesto que no voy a revelarte ni lo uno ni lo otro porque también son clientes del Pozo, pero te puedo garantizar que según a donde me pidieron que los mandara, lo último que van a hacer será molestarte de cualquier manera.—¿A la Antártida? —preguntó la muchacha con incredulidad.—A una isla paradisíaca en el mar de Célebes. Grandes olas, aguas cristalinas, una mansión generosa, y creo que tus hermanastros pretenden pasar el resto de sus vidas montando olas, montando mujeres, y viv
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 62. JamásTodo hubiera sido muchísimo más fácil si Gabriela simplemente le hubiera disparado, porque quizás una bala habría provocado menos consternación que el hecho de escucharla hablar sobre un embarazo.No era que esperara que fuera emotiva o algo por el estilo, porque sabía muy bien cómo la muchacha podía hablar sobre el clima o sobre la muerte o el amor sin que una sola línea de expresión alterara su rostro; pero Ranger estaba bastante seguro de que habían estado cuidándose.—¿Emb...? ¿Embarazada? —balbuceó como si acabara de salir de un shock y la vio respirar profundo.—No se me ocurre otra cosa, ya sé que nos cuidamos pero... ¡No sé, supongo que a veces esas cosas pasan! —bufó ella con fastidio—. Si te soy honesta, con todo esto ni siquiera sé cuándo fue la última vez que tuve mi periodo, aunque tampoco es que sea yo muy regular... En fin, solo vamos a regresar a los Estados Unidos y cuando estemos allá me ocuparé de esto.Y ni siquiera supo por qué,