PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 25. Tradiciones familiaresParecía una princesa de cuentos de hadas, y absolutamente todos los ojos en aquella desvencijada catedral se volvieron hacia ella para mirarla. El vestido era de un color beige tan claro que casi parecía dorado, vaporoso, infantil, tierno, hasta la hacía parecer que no mataba ni una mosca. Y aun así Ranger sabía que había algo extraño hirviendo dentro de ella.Reconoció a cada uno de los hermanos Salvatore, estaban furiosos y no se molestaban en disimular que ella era una presencia que les habían impuesto. Desde los mayores hasta los más pequeños miraban con desprecio a Lionetta, que se sentó con toda la actitud en un extremo de la mesa familiar.Pero solo uno de ellos dio un par de pasos para acercarse y Ranger inmediatamente lo reconoció como uno de los gemelos mayores, Amadeo.Gabriella se detuvo frente a él mientras el tipo la miraba de arriba a abajo con sorna, como si no pudiera creer que estuviera allí, hasta que aquellas pal
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 26. Tú no eres nadie para míSin embargo, la primera reacción increíblemente no fue la de Ranger ni la de Gabriella, sino la de Lionetta golpeando aquel extremo de la mesa con los puños con la mayor de las rabias.—¡Tiene que ser una maldit@ broma, ¿verdad!? —gritó exasperada mientras Umberto la miraba con satisfacción—. ¡Este tipo no es nadie! ¡No es absolutamente nadie! ¡Solo un socio menor que jamás va a escalar en la familia! ¡Un maldito pelagatos!Y aunque Gabriella parecía por completo perdida en aquel mar de pensamientos, Ranger estaba seguro de que aquella afirmación solo había sido era una piedra más que la golpeaba.Lionetta sabía perfectamente a lo que iban a ir, no le molestaba usar a su hija como moneda de cambio para volver a la familia Salvatore, no le molestaba que la casaran con un extraño, solo le molestaba que no la casaran con un extraño poderoso.—El jefe de la familia tiene todo el derecho a decidir con quién se casan las mujeres en func
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 27. A quemarropaGabriella lo vio caer a pocos metros de ella, inconsciente, pero su rostro no mostró ni el más mínimo cambio mientras dos hombres armados lo levantaban por los brazos y lo acercaban aún más, dejándolo tirado a sus pies.Lo que siguió fueron los gritos de impotencia de Lionetta mientras Amadeo la sacaba de aquel tan codiciado sitio en la mesa de los Salvatore y la arrastraba sin miramientos hasta dejarla junto al hombre inconsciente.Si creía que la humillación de no ser reconocida era grande, muy pronto comprendería que mucho peor era el terror de sentir que estaban a punto de matarla, y eso comenzó a sospecharlo en el mismo momento en que la hicieron arrodillarse delante de Umberto y Gabriella.—¡¿Qué es esto!? ¡¿Qué es esto?! ¡Suéltame! ¡Yo soy la madre de...!—¡Eres la madre de una mujer de esta familia que no quiere obedecer! —espetó él con fiereza y aquellos gritos hicieron reaccionar a Ranger, sacándolo de la inconsciencia—. ¡Así que ob
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 28. ArrepentimientoDetrás de él estaba el cuerpo de Genaro Salvamer, y la palabra correcta era “cadáver”, porque definitivamente con un disparo entre los dos ojos no había lugar para las dudas. Gabriella había dicho que no iba a casarse y nadie la casaría.Y a un lado estaba todavía Amadeo, boqueando como si intentara respirar a toda costa, mientras su mujer intentaba contener la sangre que salía por aquellas tres heridas. Evidentemente ninguna bala le había dado en el corazón, pero Ranger sabía que un disparo en el estómago solo lo haría agonizar por mucho más tiempo.Era evidente que a Gabriella no le importaba. Si tenía que dejar un cadáver como dejar diez, tenía escrito en el rostro en letras grandes y rojas que no iba a sentir absolutamente ningún remordimiento por eso.Y quizás era esa la razón de que nadie se atreviera a moverse, porque desde el primer instante, desde el primer balazo cada persona en aquella catedral estaba plenamente consciente de qu
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 29. Cuentas pendientesDiez segundos… veinte... treinta y los ojos de Gabriela seguía en fijos en Ranger, como si quisiera determinar que ese miedo que decía que no sentía, debía sentirlo de él.Sin embargo ninguno de los dos se movió, por más sorprendida que fuera la expresión del ex militar, así que la muchacha finalmente se dio la vuelta y enfrentó al resto de las personas que había en aquella sala.Sus otros dos hermanastros con su madre estaban en un extremo de la mesa de negociaciones y ninguno parecía lo suficientemente atrevido como para enfrentarla.Gabriella respiró profundo y sus ojos se volvieron hacia el cañón de la pistola, observando cuidadosamente cómo el hilillo de humo desaparecía y el arma se enfriaba. Un segundo después se rascaba la frente con el cañón con aspecto cansado y se acercaba a la mesa donde estaban la familia y los socios.—Creo que será mejor que dejemos las cosas claras —sentenció—. Nadie va a obligarme a hacer algo que no qu
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 30. InstintoEl silencio que reinaba en aquella catedral solo lo rompió el ruido de las sillas corriéndose, mientras lo que quedaba de la familia Salvatore se levantaba. Alessio se acercó al hermano que tenía tirado en el suelo y usó esa energía de veinteañero para levantarlo sobre uno de sus hombros y dirigirse a la puerta.Pero nadie se atrevió a reaccionar más que eso, porque aunque era bien cierto que Umberto tenía hombres armados rodeando aquel lugar, también era cierto que no era el único, y lo supo en el mismo instante en que vio a media docena de paramilitares asomarse a uno de los balcones inmediatos, apuntándole con rifles de largo alcance.Estaba lleno de odio, era evidente, como también era evidente que a la muchacha frente a él le importaba muy poco cualquier cosa que sintiera, así que no tuvo más remedio que darse la vuelta y salir de aquella maldit@ catedral mientras lo único que quedaba de sus pasos era un eco sordo y furioso.Solo entonces el
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 31. Un final esperadoY quizás era eso y un poco más, quizás será el hecho de que Ranger jamás lo había esperado de ella, o quizás era simplemente que estaba esperando cualquier cosa de la chiquilla a la que no había criado, excepto aquella perfecta demostración de que, tal como decía, no le molestaba matar, de que era una sociópata; y aunque él no podía entender del todo lo que eso significaba, sí comprendía muy bien que la hacía profundamente peligrosa.—Solo quiero entender qué fue lo que pasó en esa catedral, Gabriella —sentenció acercándose a él y levantando su barbilla para que lo mirara a los ojos—. Dijiste que los Salvatore mataron a tu padre, y noté que cuando Amadeo te llamó Gaby, tú...La reacción fue instantánea, una de esas que Gabriella no alcanzó a controlar porque ya estaba comprobado de que no era capaz de controlarlo absolutamente todo como creía.Su estómago envió un espasmo a lo largo de su garganta y Ranger la vio inclinarse sobre una mac
PEQUEÑA REBELDE. CAPÍTULO 32. Una respuesta peligrosaRanger contuvo el aliento al escucharla decir aquello y sus manos fueron de inmediato alcanzar su cara.—Gabriella, mírame... Claro que eso no va a pasar, nadie te va a lastimar, escucha... —intentó convencerla, porque tranquila ya estaba por el medicamento—. Confía en mí, nadie te va a lastimar.Ella abrió los ojos durante un momento y lo miró con expresión agotada.—¿De verdad crees que importa a estas alturas? —lo increpó—. ¡Mírame, maldit@ sea! ¡¿Todavía no es evidente que el mal ya está hecho!?Y aunque por un breve instante se notaba que había rabia y frustración en su voz, la verdad fue que pareció como si su cerebro simplemente se desconectara en aquel momento, y Ranger entendió que nada de lo que le dijera haría ningún efecto en ella.Logró levantarla debajo de la ducha y no se atrevió a ponerse sensible, porque ella estaba mojada como un pollo en la lluvia y ya era de madrugada. La envolvió en una toalla grande y la desnu