LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 8. Lo vas a necesitarSebastian no era capaz de explicarlo, pero una sola frase, lejana y severa, le llegaba a la mente: “Puedes sacar al hombre del campo, pero no puedes sacar al campo del hombre”.Miró alrededor mientras la abuela le dirigía una mirada llena de curiosidad, y sintió que aquello era demasiado familiar para él. La tierra, los animales, los potreros… Ni siquiera sabía cómo sabía que aquella yegua no estaba para monta porque solo tenía dos años, pero estaba bastante seguro de que sabía un montón de cosas similares a esa.Vio a la señora Constance quitarle las bridas de la mano y acariciar a la yegua con cariño.—¿A quién se le ocurrió traer a Coquette para monta? —preguntó molesta porque aquella era una de sus yeguas favoritas y en efecto todavía era muy pequeña—. Yo ni siquiera la tenía destinada para madre.—Bueno… —El peón que la traía se acercó nervioso—. Señora Dalton… es que su cuartón estaba marcado, por eso la traje…Sebastian despegó
UNA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 9. Un traidor Estaba en las nubes. Michelle de verdad estaba en las nubes porque a su abuela le había encantado Sebastian; podía verlo en cada ligera sonrisa. Y eso definitivamente era bueno para ellos. Se ocupó enseguida de recoger todo con Merci, y Sebastian se aguantó las ganas de preguntarle a la abuela si ella siempre era así de dispuesta. Dos horas más tarde subían todo en su camioneta vieja y Michelle rechazaba amablemente el intento de la abuela de darles una mejor. —No hace falta, nana, con esta nos viene bien… —¡Pero hija, si tu esposo viene a trabajar en la camioneta, ¿cómo vas a salir tú de la cabaña…? —¡Pues caminando, abuela, para eso tengo estas piernotas tan lindas…! ¡Ah, pero te voy a aceptar botas, eso sí, porque me las robaron con el resto del equipaje, y una computadora! ¡Por favor, abue, ¿me ayudas con una computadora para poder escribir?! Sebastian y la señora Constance se miraron, porque ella le estaba ofreciendo una camioneta
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 10. El tiempo que estésNo podía negarlo: tenía más hambre que ganas de vivir, y quizás eso le exacerbaba el olfato más allá de lo imaginable. También ayudaba que el Especial de embutidos italianos que preparaba Merci era su comida favorita desde niña, así que ni de broma se le escapaba cuando había uno cerca.Sebastian retrocedió contra el respaldo del sofá cuando la vio oler alrededor, y la primera señal de alerta para Michelle fue decirle “príncipe” y que él respondiera por ese apelativo que según, odiaba. El segundo fue verlo tan tieso contra el sofá mientras ella se acercaba a su cuerpo. Su nariz recorrió en trayectoria ascendente desde su pecho hasta su boca, y Sebastian tuvo que pasar saliva cuando la sintió reptar por su cuerpo hasta sentarse sobre su regazo… sin ningún pudor.—¿Crees que no puedo reconocer a un traidor cuando lo huelo, ¡Señor Especial Italiano?! —siseó y apenas él trató de moverse, la muchacha cerró las caderas como si fuera una p
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 11. Dos meses—¿Tú decides? ¡¿Tú decides?! —escandalizó Sebastian—. ¿Por qué cada vez que te escucho decir: “tú decides” es precisamente cuando no tengo ninguna opción para decidir?No estaba molesto, no estaba furioso, solo estaba…—¿Eres gay?La pregunta de Michelle fue tan directa y tan trágicamente sincera que Sebastian abrió y cerró los labios un par de veces, mientras pasaba del pálido “impresionado” al rojo “no lo puedo creer”.—¡¿Qué estás diciendo?! ¡¿Cómo se te ocurre que voy a ser gay si estoy casado contigo?! —la increpó.—Bueno… la verdad es que hay hombres homosexuales que se casan por cubrir las apariencias —ella se encogió de hombros con una mueca obvia.—¡Estamos en el siglo veintiuno, eso ya no hace falta! —exclamó él.—Como tampoco debería hacer falta que tu esposa te ande correteando para que duermas a su lado, pero ya ves —replicó Michelle y él apretó los dientes porque no tenía una buena réplica para eso.—¿Por qué presiento que estás
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 12. Un hombre que sabe lo que haceDecir que estaba loca de remate era una redundancia, reiteración, obviedad… ¡Estaba loca!Pero aun así cada vez que lo miraba por encima de la pantalla de la computadora, Sebastian sentía que algo se revolvía dentro de él. Era su esposa. No la recordaba para nada, pero siendo honesto no se recordaba ni a sí mismo, así que no podía culparla por lo que había pasado. Después de todo si los habían asaltado en plena carretera al punto de dejarlo así, solo podía agradecer que no le hubieran hecho algo peor a ella.El Pollo al temporizador funcionó bastante bien y pasaron el resto del día sin hambre, aunque para la noche ella se paró junto a la mesa y se puso las manos en las caderas con expresión aturdida.—¡Joder, príncipe, voy a tener que conseguir otro trabajo solo para alimentarte! —Se rio.—No sé qué decirte. Creo que estoy en desarrollo —se burló él encogiéndose de hombros.—Nooooo, si tú estás en desarrollo todavía avísa
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 13. Algo malEra preciosa. La condenada era preciosa desde la punta de los cabellos hasta los malditos dedos de los pies, y la forma en que se dibujaba su cuerpo a través de aquel cristal mojado hizo que a Sebastian se le hiciera agua la boca.Retrocedió trastabillando y carraspeño cuando llegó a la cocina, porque era evidente que aunque él no se acordara de aquella mujer, el resto de él si la deseaba… y mucho.Así que puso su atención en algo menos peligroso, como salvar el filete de morir completamente calcinado, porque ella ¡Oh sorpresa! también había olvidado este.Para cuando Michelle por fin se acordó y salió del baño corriendo envuelta en un albornoz, ya él sabía dos cosas: la primera era que sabía cocinar unos filetes espectaculares, y la segunda era que ella siempre terminaría quemando la comida, al menos tres o cuatro veces por semana.—¡Uff, qué susto! —suspiró Michelle sonriendo al verlo en la cocina—. Pensé que perdíamos a estos también.—Estu
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 14. Malditos celosSebastian apretó los labios, porque entre las muchas cosas que se le podían salir a su loca, aquella era la cosa más seria que le había dicho desde que la conocía… o la recordara… como fuera.La vio pasar a su lado con expresión impenetrable y entró a la casa con paso firme, solo para quedarse boquiabierta porque conocía a algunos amigos de su abuela, pero definitivamente no esperaba que vinieran con todos sus hijos… ¡e hijas!Bufó con fastidio cuando se dio cuenta de que su archienemiga de la infancia estaba allí, Lorena Weller, nieta de un agradable hacendado, pero ella no tenía nada de agradable. Michelle jamás la había soportado, pero largarse a un internado en Denver ciertamente la había ayudado a olvidarla, hasta ahora.—¡Michelle, querida! —chilló la chica abriendo los brazos y acercándose con expresión acosada hasta que vio a Sebastian pararse detrás de ella con aquella mirada atenta y medio felina que siempre tenía—. ¡Ay por Dio
LA TRAMPA PERFECTA. CAPÍTULO 15. Una masacreQue su esposa amada lo hubiera pateado en las pelotas no era lo peor del mundo, en el fondo sabía que había estado tentando al destino con todo lo que la había provocado. La mecha de aquella mujer era excesivamente corta, y verla estallar como un barril de dinamita le había puesto el puto ego por el cielo en un segundo, porque eso significaba que ella lo estaba celando y en serio.Lo que no sabía era por qué su inconsciente lo estaba traicionando así, pero eso estaba a punto de descubrirlo, porque apenas Michelle le hizo aquella advertencia y se dio la vuelta para marcharse, Sebastian presintió que no lo haría sola. La vio dejar la fiesta por uno de los corredores laterales y gruñó entre dientes cuando el señor magnate la siguió.Respiró hondo y se enderezó, encajando aquella punzada de dolor que lo atravesaba, pero antes de que pudiera dar el primer paso en la misma dirección, sintió un par de manos sobre sus brazos, que si era honesto ten