CAPÍTULO 54. Un silencio en la oscuridadLos pasos estaban tan cerca que Lynett sentía que se desmayaría en cualquier momento. Y quizás fue perfectamente capaz de sentirlo, porque uno de sus brazos fue a rodear su cintura mientras la apretaba aun más contra él.Las ganas de resolver el problema y ver quién demonios había estado saboteando a su padre era muy poderoso, pero no se había detenido realmente a pensar que podían atraparlos allanando propiedad privada y sobre todo propiedad de un maniático del control.—¡Ay qué asco! ¡Algo se está moviendo ahí! —gritó un guardia apuntando con su linterna.—¡No seas gallina, ya llegaste hasta ahí, revisa el armario! —exclamó el otro y Lynett sintió que su corazón se detenía.—¡¿Para qué si ya sé lo que escuché!? ¡Si hay alguien en ese armario ya se lo deben haber comido las ratas! ¡Qué asquerosidad, hay que decirle al dueño que hay plagas aquí! ¡Vámonos!—¡Que no son ratas nada más…! ¿Y si es un fantasma? ¿Sabes si ha muerto alguien en este pi
CAPÍTULO 55. Quiero algo másLynett ni siquiera era capaz de describir aquella mirada, aquella tensión, aquella forma en que los dos seguían compartiendo el mismo espacio, pero finalmente se echó atrás en su silla y desvió los ojos.—¿Y si revisamos los informes de nuevo? —preguntó pasando saliva y escuchó a Elijah carraspear, levantándose para acercarse a la computadora de su escritorio.—Claro, claro…Colocó la memoria USB y revisó todos los archivos que habían descargado. Era una demostración perfecta: entre los reportes de los trabajadores de campo en la transportadora y los informes rendidos por los administrativos había una discrepancia.—Estaban maquillando los números —murmuró Elijah girando la pantalla hacia ella—. Estaban robándole a tu padre y a ahora tratan de seguir robándonos a nosotros…—A ti —apuntó Lynett—. Yo ya no tengo nada que ver con esta empresa. —Sus labios se convirtieron en una línea fina de impotencia y Elijah supo cuánto le estaba costando perder la autorid
CAPÍTULO 56. ¿Te dejas sobornar?¡¿Irse con él?! Elijah se detuvo al otro lado de aquella puerta con el corazón acelerado y la mano temblorosa, sin atreverse a tocar en la madera.¿¡Eso era lo que había hecho el cabrón de McGregor?! ¡¿Pedirle que se fuera con él?!La bestia herida que había dentro de Elijah Vanderwood estaba a punto me emerger, aun sin derecho a hacerlo, cuando aquella voz suave lo detuvo.—Porque no sería correcto, Lucy. Yo ya tengo mi médico, no sería ético buscar segundas opiniones —sentenció Lynett con madurez—. Además, el doctor Kelton es el mejor cirujano de traumas de la ciudad. Sería una completa locura buscar otro médico.Del otro lado se escuchó un suspiro y de alguna forma Elijah supo que no había salido del pecho de su esposa.—Bueno… pero si fuera yo, le garantizo que me dejaba llevar a otra clínica por ese jefe tan guapo —se sonrió su enfermera.—Tu jefe también es guapo —replicó Lynett con tono sugerente—, pero eso no lo hace buena persona.Y no había
CAPÍTULO 57. ¡Esto es urgente!Tenía varias opciones, levantarla en brazos y llevársela a la cama, o… o Lynett parecía tan cansada y cómoda allí que Elijah ni siquiera se puso a pensar en más opciones y simplemente cerró los ojos, dejándola que se acurrucara entre los edredones y al calor del fuego que les llegaba de aquella chimenea. En cualquier otro momento habría asegurado que su instinto de autoconservación no lo dejaría dormir. Así que agarró el informe más largo y se puso a repasarlo con toda la actitud… solo para que los ojos se le cerraran cinco minutos después. Elijah siempre había sido una isla para dormir, pero por alguna razón en la que era mejor no indagar, la madrugada lo sorprendió abrazado al cuerpo de Lynett, y solo volvió a sus cinco sentidos cuando la sintió removerse en la mañana.—Cinco minutos más… todavía falta para las clases —se quejó ella medio dormida, volviéndose para acomodarse contra su pecho, y Elija respondió de la misma forma.—OK, pero tú haces el
CAPÍTULO 58. Una sospecha en el corazón.Lynett contuvo el aliento cuando veía aquella mansión enorme. Sin dudas era mucho para un hombre que se había visto en un gran aprieto económico hacía pocos años, pero si cualquier excusa podía pasar por la mente de Lynett, como que hubiera vendido la propiedad, por ejemplo, eso quedaba desestimado en el momento justo en que vieron salir a Martin Hanover en un auto modesto, al parecer para guardar las apariencias.—Hay que investigar —dijo Lynett—. No podemos acusarlo solo porque se recuperó después de un tropiezo, quizás recibió una herencia o… —Por un segundo la expresión llena de sarcasmo de Elijah la detuvo, pero la muchacha se mostró firme—. Es mejor investigar antes.Él asintió despacio y condujo de vuelta a la casa, pero sabía que no sería muy difícil que Ranger lo ayudara a investigar por dónde le había entrado aquel nuevo dinero a Martin Hanover.—Si acaso fuera él… —murmuró Lynett cuando estuvieron de vuelta en la cocina—. Que no digo
CAPÍTULO 59. Un karma muy maloLa mañana terminó en medio de una extraña nebulosa en la que Lynett intentaba mantenerse tranquila, pero notaba la preocupación de Elijah por lo que le había dicho.Ninguno de los dos mencionó ni una sola palabra por el camino, pero apenas llegaron fue como si el caos se desatara y no precisamente por el trabajo, sino porque la amable enfermera ancianita los recibió en traje de baño y no se supo de quién había sido el grito de sorpresa más fuerte.—¡Jesús santísimo! ¿¡Pero qué es esto, señora Raferty!? —exclamó Elijah azorado porque ver a una señora de casi setenta años en trusa, con gorro de baño y careta de natación no era precisamente lo que había esperado al llegar a su casa.—¡Es hora de la fisioterapia de la señora Evans! —sentenció la mujer con decisión—. ¡Me la llevo a la piscina! ¡Usted mismo dijo que no se puede saltar la fisioterapia!Elijah miró a Lynett pasando saliva y lo que vio en los ojos de la muchacha fue una amenaza en toda regla.—Yo
CAPÍTULO 60. ¡Bésame!Lynett ni siquiera sabía cómo sentirse o cómo interpretar aquella calidez suave que emanaba del cuerpo de Elijah. Si era honesta le dolía. Le dolía que aquella cercanía estuviera ocurriendo después de que la hubiera lastimado tanto, porque ya no estaba en posición de perdonar o de olvidar. Y aun así por momentos era como si todo el caos que había vivido en las últimas semanas pudiera quedar atrás solo por estar entre los brazos de aquel hombre. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso y era peligrosamente consciente del latido de su corazón y de la forma en que su respiración se iba acelerando, así que su primer movimiento fue para alejarse, porque él tenía razón, aunque el animal a veces pudiera parecer un príncipe, ella no podía olvidar lo que realmente era.—Sí… mañana será mejor —suspiró apoyando la espalda en la pared contraria del jacuzzi mientras él carraspeaba y buscaba nuevamente la forma de volver a sus cinco sentidos. El cuerpo de Lynett parecía hecho
CAPÍTULO 61. Un doloroso descubrimientoElijah sentía que el corazón se le iba a salir del pecho, pero acarició la cabeza de Lynett, intentando comprender qué era lo que la estaba poniendo mal.—A ver… despacio, respira —susurró levantando su barbilla—. Mírame, eso… mírame… —le ordenó con tono bajo y autoritario—. Necesito que te calmes para poder entender. Respira. El pecho de Lynett subía y bajaba al compás de una respiración entrecortada, y Elijah sujetó su barbilla y su mano bajó por su garganta con un gesto muy suave, pero si quería tranquilizarla eso no iba a dar mucho resultado, porque sus dedos rozando el borde de sus senos solo hizo que la muchacha contuviera el aliento.—Suéltalo, no te voy a hacer nada —murmuró Elijah—. No te voy a hacer nada, solo quiero que te calmes.Lynett pasó saliva y cerró los ojos por un momento mientras sentía la forma en que su piel se estremecía.—En mi… en mi silla —balbuceó—. Detrás del cojín de respaldo… —intentó explicarle, pero apenas Elij