Sofía: Una vez en la clínica, mi madre corrió hasta el área de emergencia y logró entrar, para hablar con el médico de turno. Mientras, hice los trámites para el ingreso y atención de mi padre. Luego, me dirigí hacia el área de los cubículos donde lo examinaban. Pasado unos minutos, mamá salió dejando que sus lágrimas corrieran por su hermoso rostro, el cual heredé casi que totalmente. Le abracé y me senté a su lado, me sentía realmente miserable, desdichada, nunca supuse ser la causante de tanto daño a mis padres. Durante estos cuatro meses de embarazos, lloré, sufrí mucho. Llegué a pensar en abortar a mis hijos, pero mi fe y mi creencia en Dios, no me permitió llevar a cabo esta determinación. De ahí, la decisión de tenerlos sin reflexionar en el daño que esto ocasionaría a mis padres. Pensando en el cambio tan drástico que ha dado mi vida, justo en ese momento, salió el cardiólogo que trataba a mi padre, uno de los mejores especialistas de la región. Al parecer, papá había estad
En Ciudad La Rosa, en la Hacienda “Los Rincones” Rafael: Con mi cabeza a punto de estallar, del disgusto provocado por mi madre Camila, al pretender que asuma un compromiso matrimonial con la hija de su amiga, monté sobre mi caballo Tornado y cabalgué hasta sentir, la libertad que me da correr en él. No sé, qué tiene mi madre en su cabeza, cuando pretende que en pleno siglo XXI se haga efectivo un compromiso matrimonial, por aumentar su estatus social. Además, de que según ella, con esto complacía la voluntad de mi padre, de prolongar su apellido. Solo tendré mis propios hijos, con la mujer que yo elija, no con la que ella deseé. Necesito escapar de esta situación, así que me iré este fin de semana a la Ciudad. Si decide traer a Mirelys Zambrano, que la reciba ella misma. Pensando en irme a Ciudad La Rosa, recordé que hace seis meses, estando ebrio, pero con ganas de tener sexo con alguien, defendí a aquella “diosa del amor” de su presunto violador. No obstante, terminé aprovechán
El Narrador: Por otro lado, Sofía también heredó los pasivos, entre ellos la deuda generada por la adquisición de los últimos tres buques para transporte internacional. La condición que impuso su padre para recibir la herencia, era que debía asumir, el cargo de CEO, en el momento que aconteciera su muerte. Ella, asombrada ante todo esto, consultó a su madre… —¿Por qué no te veo asombrada o admirada de lo que acaba de leer el notario? —cuestionó con una mirada atenta y expresiva a su madre. —Porque hace un año, cuando tu padre elaboró este testamento, estaba con él, ayudándolo a redactar —respondió su madre con tristeza. Nunca imaginó que lo leerían tan pronto. Estefanía amaba a su esposo y siempre deseó estar con él, hasta en su vejez. »Me pareció demasiado prematuro de su parte, redactar lo que sería su última voluntad. No obstante, como siempre, terminé apoyándolo y ayudándole a dejarte bien segura, para que nadie te intimide —gimoteó su madre. —¡Lo siento, mamita! —ella iba a
Sofía: Algo que llamó poderosamente la atención en el bautismo de mis trillizos, aparte de ser totalmente idénticos, fue que descubrieran una marca o mancha de nacimiento, la cual está ubicada justo entre las dos tetillas de cada uno de ellos. Esta, fue observada al descubrir a los niños en el pecho para que el sacerdote untara el óleo, conforme al rito espiritual. Dicha marca es de color marrón claro y la cual no posee ningún miembro de mi familia, ni por la parte materna ni paterna. Ahora bien, según me refirió la pediatra, es una mancha o marca de nacimiento de tipo pigmentada que proviene de familia. En todo caso, la pediatra me solicitó estar atenta por si hay cambio de apariencia. (***) Una vez culminada la ceremonia, nos dirigimos al restaurante, en donde habíamos hecho la reservación para celebrar íntimamente esta ceremonia de mis hijos. Una vez ahí, José David y su padre se acercaron para charlar conmigo. —Sofía, te felicito ¡Están muy hermosos tus hijos! —me refirió Rey
En la Hacienda “Los Rincones”, Rafael: Bajándome de mi caballo Tornado, en la caballeriza, exaltado por la noticia de que a mi hermana se le adelantó al parecer el parto. Corrí velozmente al interior del rancho, porque mi cuñado estaba de viaje, por asuntos de negocios. Subí los escalones de dos en dos, doble a la izquierda, ala del rancho totalmente ocupada por mi hermana y su marido. Luego, corrí hasta llegar a su habitación, en la cual toque la puerta, a pesar de que se escuchaba algunas voces adentro. —¡Toc, toc! —Adelante —respondió una voz dulce y melódica que me resultaba familiar. Al girar la manilla de la puerta, una agradable sorpresa frente a mis ojos. Ella, me miraba con una amplia sonrisa, abriendo ampliamente sus brazos, para recibirme en ellos. Era mi tía Anastasia Buendía, la gemela de mi mamá y quien me comprende mejor. Tía, es ginecóloga y obstetra, imagino que vino para ayudar a mi hermana Diana, en el parto de sus gemelos. —¿Quién te trajo? ¿Cómo llegaste, tí
En Isla Paraíso, el Narrador: Después de haber escuchado las palabras emitidas por Reyner todos en la mesa, comenzaron a murmurar. No había pasado un minuto, cuando Sofía, con valentía y sin sentirse avergonzada o humillada, por ello, expresó… —¿Y en qué parte de los estatutos sociales o reglamento interno de la Naviera, señala que por ser madre soltera, carezco de competencias para ocupar el puesto de CEO? —inquirió Sofía mordazmente, pronunciando con énfasis cada palabra— ¿Dime? Ante este ataque frontal, sin prudencia o sensatez alguna, de parte de Reyner contra Sofía, Estefanía asumió la defensa y apoyo de ella. Esta, dejó bien claro cuál es su posición ante lo que fue la última voluntad de su marido y cerró afirmando... —Comparto el criterio de Sofía, además de estar de acuerdo con la última decisión de mi difunto esposo —aseguró. »Por lo tanto, apoyo totalmente a mi hija para que ocupe el cargo de CEO y respaldo esta posición con mis treinta acciones —finalizó, ella con sever
Rafael: Conduciendo mi coche nuevo, un Bentley negro del año, llegué junto con mi amigo Martín Elías, al Centro Comercial Larcomar. En la parte trasera de este, será la celebración e inauguración de una Sucursal de la Naviera, la cual utilizo para enviar y traer productos a Ciudad La Rosa. Buscando en el sótano, donde estacionar, ubiqué un puesto cerca del ascensor, pero justo en el momento que doy la vuelta para aparcar, otro Bentley dorado, del mismo año que el mío, me quitó el puesto. —¡Se depravó! —bramé, dando un golpe al volante, ante la astucia del otro conductor. —¡Tranquilo Rafael, ahí hay otro puesto! —me vociferó Martín Elías. —¡Gracias, amigo! Porque ya me iba a bajar para pelear por el puesto, estoy seguro, fui el primero que lo vio —le referí a este. —¡Mira, Rafael! ¡Mira el monumento de mujer que se está bajando del otro Bentley! ¡Dios! ¿Si quieres voy y peleo por ti? —me cuestionó mi amigo, muerto de la risa, al ver como se abrieron mis ojos. —¡Dios, mío! Me rec
Sofía: Al terminar el discurso, después de los aplausos y ovación, se me acercó Shayla para recordarme al conductor del Bentley negro. Este, al parecer, estaba invitado a la ceremonia de inauguración, ella me hizo señas que estaba en el grupo de José David y Reyner Medina. Cuando volteé a mirar, Reyner caminó hacia nosotras, acompañado del otro hombre dentro del Bentley negro. He tenido fuertes encontronazos con este, así que no esperaba este acercamiento. Él quiere imponer sus criterios, por encima de los lineamientos establecidos en la Naviera, solo para favorecer a su hijo. —¡Sofía! ¡Te presento a mi otro hijo! No lo conoces, porque siempre ha vivido aquí, en Ciudad La Rosa —me aseguró él—presentándome al compañero del conductor, quien también me llamó la atención, cuando hice el discurso— ¡el Licenciado, Martín Elías Medina! —¡Es realmente un honor para mí! —Agregó este— ¡Conocer a una dama tan inmensamente bella y elegante! —tomando mi mano y llevándosela a sus labios para bes