Sofía: Algo que llamó poderosamente la atención en el bautismo de mis trillizos, aparte de ser totalmente idénticos, fue que descubrieran una marca o mancha de nacimiento, la cual está ubicada justo entre las dos tetillas de cada uno de ellos. Esta, fue observada al descubrir a los niños en el pecho para que el sacerdote untara el óleo, conforme al rito espiritual. Dicha marca es de color marrón claro y la cual no posee ningún miembro de mi familia, ni por la parte materna ni paterna. Ahora bien, según me refirió la pediatra, es una mancha o marca de nacimiento de tipo pigmentada que proviene de familia. En todo caso, la pediatra me solicitó estar atenta por si hay cambio de apariencia. (***) Una vez culminada la ceremonia, nos dirigimos al restaurante, en donde habíamos hecho la reservación para celebrar íntimamente esta ceremonia de mis hijos. Una vez ahí, José David y su padre se acercaron para charlar conmigo. —Sofía, te felicito ¡Están muy hermosos tus hijos! —me refirió Rey
En la Hacienda “Los Rincones”, Rafael: Bajándome de mi caballo Tornado, en la caballeriza, exaltado por la noticia de que a mi hermana se le adelantó al parecer el parto. Corrí velozmente al interior del rancho, porque mi cuñado estaba de viaje, por asuntos de negocios. Subí los escalones de dos en dos, doble a la izquierda, ala del rancho totalmente ocupada por mi hermana y su marido. Luego, corrí hasta llegar a su habitación, en la cual toque la puerta, a pesar de que se escuchaba algunas voces adentro. —¡Toc, toc! —Adelante —respondió una voz dulce y melódica que me resultaba familiar. Al girar la manilla de la puerta, una agradable sorpresa frente a mis ojos. Ella, me miraba con una amplia sonrisa, abriendo ampliamente sus brazos, para recibirme en ellos. Era mi tía Anastasia Buendía, la gemela de mi mamá y quien me comprende mejor. Tía, es ginecóloga y obstetra, imagino que vino para ayudar a mi hermana Diana, en el parto de sus gemelos. —¿Quién te trajo? ¿Cómo llegaste, tí
En Isla Paraíso, el Narrador: Después de haber escuchado las palabras emitidas por Reyner todos en la mesa, comenzaron a murmurar. No había pasado un minuto, cuando Sofía, con valentía y sin sentirse avergonzada o humillada, por ello, expresó… —¿Y en qué parte de los estatutos sociales o reglamento interno de la Naviera, señala que por ser madre soltera, carezco de competencias para ocupar el puesto de CEO? —inquirió Sofía mordazmente, pronunciando con énfasis cada palabra— ¿Dime? Ante este ataque frontal, sin prudencia o sensatez alguna, de parte de Reyner contra Sofía, Estefanía asumió la defensa y apoyo de ella. Esta, dejó bien claro cuál es su posición ante lo que fue la última voluntad de su marido y cerró afirmando... —Comparto el criterio de Sofía, además de estar de acuerdo con la última decisión de mi difunto esposo —aseguró. »Por lo tanto, apoyo totalmente a mi hija para que ocupe el cargo de CEO y respaldo esta posición con mis treinta acciones —finalizó, ella con sever
Rafael: Conduciendo mi coche nuevo, un Bentley negro del año, llegué junto con mi amigo Martín Elías, al Centro Comercial Larcomar. En la parte trasera de este, será la celebración e inauguración de una Sucursal de la Naviera, la cual utilizo para enviar y traer productos a Ciudad La Rosa. Buscando en el sótano, donde estacionar, ubiqué un puesto cerca del ascensor, pero justo en el momento que doy la vuelta para aparcar, otro Bentley dorado, del mismo año que el mío, me quitó el puesto. —¡Se depravó! —bramé, dando un golpe al volante, ante la astucia del otro conductor. —¡Tranquilo Rafael, ahí hay otro puesto! —me vociferó Martín Elías. —¡Gracias, amigo! Porque ya me iba a bajar para pelear por el puesto, estoy seguro, fui el primero que lo vio —le referí a este. —¡Mira, Rafael! ¡Mira el monumento de mujer que se está bajando del otro Bentley! ¡Dios! ¿Si quieres voy y peleo por ti? —me cuestionó mi amigo, muerto de la risa, al ver como se abrieron mis ojos. —¡Dios, mío! Me rec
Sofía: Al terminar el discurso, después de los aplausos y ovación, se me acercó Shayla para recordarme al conductor del Bentley negro. Este, al parecer, estaba invitado a la ceremonia de inauguración, ella me hizo señas que estaba en el grupo de José David y Reyner Medina. Cuando volteé a mirar, Reyner caminó hacia nosotras, acompañado del otro hombre dentro del Bentley negro. He tenido fuertes encontronazos con este, así que no esperaba este acercamiento. Él quiere imponer sus criterios, por encima de los lineamientos establecidos en la Naviera, solo para favorecer a su hijo. —¡Sofía! ¡Te presento a mi otro hijo! No lo conoces, porque siempre ha vivido aquí, en Ciudad La Rosa —me aseguró él—presentándome al compañero del conductor, quien también me llamó la atención, cuando hice el discurso— ¡el Licenciado, Martín Elías Medina! —¡Es realmente un honor para mí! —Agregó este— ¡Conocer a una dama tan inmensamente bella y elegante! —tomando mi mano y llevándosela a sus labios para bes
Narrador: Al salir del baño, Sofía buscó a su madre, quien le estaba esperando para hacer su presentación oficial, ante los antiguos clientes de su padre. Ellos, anhelaban conocerla, debido al éxito tan rotundo obtenido por la Naviera, durante los tres últimos años, bajo su dirección y conducción. Tanto la hija como la madre, se dedicaron a dialogar y exponer a estos grandes y antiguos clientes, lo que serían sus nuevos planes de servicios y rutas. Como contraposición, ellos presentaron nuevas propuestas para hacer ajustes y cambios en algunas tasas y recaudos como hacían con su padre. Sofía, como buena líder que era, de inmediato llamó a su personal para que tomara nota y sometiera a consideración de la junta Directiva las propuestas formuladas por estos. Ella, telefoneó al Bróker marítimo, para que se acerque hasta ellos. Este profesional, actuará como intermediario entre la Directora que ejerce en su nombre y los fletadores que son precisamente estos clientes. El, busca el medio
Rafael: Después, casi para concluir el evento, fui llamado por Reyner, para presentarme a las dueñas de la Naviera, como lo que era, el dueño de la Hacienda Los Rincones y uno de sus mejores clientes en la Ciudad. Cuando la madre de Sofía estuvo de frente a mí, al parecer recibió una fuerte impresión. Ella abrió con tanto asombro sus ojos, que parecían dos platos. Realmente, se veía impactada y no sé por qué. Debido a esto, titubeó y se presentó con una voz trémula. —Es-es-Estefanía Bor-Borbón, viuda de Morales ¡Perdón! —me replicó ella. —Es un placer conocerla, señora Estefanía —le respondí muy educado, de pie entre Martín Elías y Reyner— Pensaba que era usted, la CEO de la Naviera, por ser la viuda de su propietario. —¡No, para nada! —sonrió ella, ya recuperada de su reacción inicial— Es un cargo que no me llamó, ni me llama la atención. Prefiero hacer lo que hice en vida de mi esposo, apoyarlo en cada votación, elección y decisión, solo que ahora es con mi hija. »Además, que
Rafael: Al quedarme, de nuevo en el grupo con Reyner, José David y Martín Elías, este me preguntó bromeando si había matado mis ganas de estar cerca de la CEO más hermosa del planeta. Todos sonrieron, salvo José David, quien tenía una mirada fulminante y optó por retirarse hacia el grupo con el que conversaba Sofía y su mamá. Con ganas de ir al baño, abrí algunas puertas, hasta tropezar con una, en donde pude observar a tres niños sentados en un sofá, con sus Tablets. Ver a estos me hizo sentir algo, que no sé cómo explicar, pero era como una especie de llamado. Para evitar problemas con las personas que ahí se encontraban, todas concentradas en sus celulares, cerré cuidadosamente la puerta para no hacer ruidos. Salí de nuevo al salón, en donde se llevaba a cabo la recepción y ubique a Martín. —¡Martín, necesito un favor! —solicité confiando en él. —¡Dime! —respondió él de inmediato. —Conseguí por aquel pasillo —mostrando con la mirada y disimuladamente— una oficina, en donde est