El Narrador: En ese mismo momento, en Isla Paraíso, Reyner Medina, estaba siendo detenido por la muerte de Milko Zambrano. Este se encontraba en uno de los restaurantes más lujosos de la Isla, comiendo en compañía de unos amigos, cuando llegaron por él. —¡Suéltenme! ¡Imbéciles! ¿Es que acaso no saben quién soy yo? Soy uno de los hombres más poderosos de la Isla —replicó este. Dejando de lado, esta exclamación de parte de Reyner, como sus quejas y reclamos, el grupo de funcionarios que fue por él a Isla Paraíso, lo levantó de la silla y lo esposó. —¡Ya le tocará en Fiscalía demostrar quién es realmente usted! —gruñó el funcionario que lo esposaba. —¿Pero, cuál es el motivo de mi detención? —cuestionó este, totalmente desconcertado. —Se le acusa de ser el autor intelectual de la muerte del ciudadano Milko Zambrano, nativo de Ciudad La Rosa —respondió el funcionario, dejando a este boquiabierto por unos segundos y a sus amigos asombrados, ante esta afirmación... —Yo no tengo nada
En Ciudad La Rosa, el Narrador: Ese domingo, muy movido para ser fin de semana, tanto en Isla Paraíso como en Ciudad La Rosa, al ser las siete de la noche, Martín Elías, llegó al edificio donde reside Sheyli, con su hermana Shayla, para llevarla a un lugar muy especial. Cuando llegó, Sheyli estaba afuera, hermosa, elegante, de pie a un lado de la garita de vigilancia, esperando por él. Ella lo saludó muy efusivamente, además de sentir que sus piernas le temblaban. Este, se bajó, le saludó con un beso en la mejilla, la tomó de la mano y le acompañó hasta su Ferrari, abriendo la puerta para que ella subiera. —¡Hola! ¡Gracias por esta invitación! —agradeció ella, con una hermosa sonrisa, dejando ver la hilera de sus dientes blancos y perfectos. —¡Hola! ¡Estás muy hermosa! El que está agradecido que le acompañes, soy yo —confesó él, mostrando también una amplia sonrisa. —¿Adónde me llevas? Como no sabía dónde iría, me vestí así —aclaró ella. —¡Estás perfecta! Ya lo verás, es un luga
El Narrador: Al continuar escuchando las declaraciones, salió a relucir que Reyner recomendó a Silvia, la joven esposa de Milko, que contratara a Josefina Rondón, como servicio doméstico. Ella, la contrató para complacer a quien creía era un buen amigo. Esta, vulgar delincuente, tenía como objetivo eliminar al magnate, para que Reyner disfrutara su fortuna. Para esto, requería la ayuda de sus dos inseparables y cómplices amigos: Popeye y Brutus. Estos eran dos delincuentes que formaban parte de la banda de Josefina, alias Chepa Rondón. Ellos fueron traídos a Ciudad La Rosa, simultáneamente con ella, para acabar con la vida de Milko. Por lo tanto, fue Reyner quien costeó todos los gastos del viaje, traslado y alojamiento de ellos en la Ciudad. Los tres, eran cómplices en todos los delitos de robo, e****a y fraude cometidos en la Isla. Además, que ella dirigía un burdel y ejercía la profesión más antigua del mundo: la prostitución. Según, las declaraciones de Brutus, Reyner era el a
Sofía: —¡Lo sé, mi amor! Tú no eliges a cualquiera para tu círculo de amistades. ¡Eso mismo me pasa a mí! Soy muy selectivo —exclamó Rafael, besando mis labios muy suavemente. »Esto lo he analizado, al ver las pocas personas que integran tu círculo de amistades, que incluso no consideras así, sino como parte de tu familia —aclaró él— Es lo mismo, que estoy viviendo con Martín Elías, siempre ha sido más que un amigo. —¡Sí, también, me he dado cuenta, de eso! Tú estimas a Martín como a un hermano, igual a lo que siento por Shayla y Sheyli —afirmé, dando un beso de piquito. —¡Somos muy selectivos! —sentenció Rafael, sonriendo. —En eso, salí a mi padre —añadí con una sonrisa, pegando mi cuerpo al de él, reaccionando este con un fuerte abrazo, restregando su parte íntima, en mi vientre, en donde pude sentir, la dureza de su erección. —¿Me sientes? —me preguntó él, con un susurro y su voz ronca, grave, que dejaba evidenciar lo excitado que estaba. Él mordió suavemente el lóbulo de mi
Rafael: —Cuando comience el juicio contra tu amiga, vendré por ti —anuncié con rabia y pesar, a mi madre observando su actitud. —¿Para qué? ¿Es que acaso me van a devolver lo que me robaron? —interpeló ella con ira. —¡Obvio que no! Sin embargo, deseo que escuches de sus propios labios lo que hicieron con los padres de Martín Elías, ya que a mí no me crees —aseguré. —¡Si te creo, hijo! ¡Yo confío en ti! Solo que dudo, de la filiación de esos niños contigo. Pudieron hacerles el tatuaje, para hacerte pensar que son tuyos —me replicó ella con terquedad. —¡No te voy a dar más explicaciones, mamá! Me basta con saber que son míos. Es más, cuando los conozcas, te convencerás sin ninguna otra prueba, que son mis hijos —añadí, levantándome de su lado, para retirarme. —¡No hijo, por favor, no te vayas! Quiero volver a vivir contigo, en mi casa, mi hogar, la que compró tu padre para mí —exclamó ella angustiada y con lágrimas en sus ojos. —¡No, madre, lo siento! Sabes muy bien, que papá me d
Dos semana después: Sofía: —¡Mami, por favor dame algo para los nervios! Tengo un susto muy fuerte en el abdomen y no lo puedo controlar, pon tu mano sobre mi lado izquierdo y siente como tengo unos latidos ahí —exclamé, luciendo mi extraordinario, exclusivo y precioso traje de novia blanco, el cual será una sorpresa para mi amado esposo. «Él, es un hombre celoso y posesivo conmigo. No obstante, es todo un caballero, detallista, responsable y cariñoso. Le fascina estar a mi lado, apoyarme, comprarme de todo, lo cual luego, luzco ante él. Sin embargo, este vestido, será mi sorpresa». —¡Calma hija! —suplicó mi madre, sacándome de mis pensamientos— Es normal, que las novias el día de su boda sufran esta crisis, pero debes poner de tu parte —me aclaró ella, con una sonrisa y lista para acompañarme a la catedral junto con Benjamín. Ese domingo, había un sol extraordinario en la Isla, mucho más brillante que en otros días. No obstante, no se sentía tan caliente, por cuanto había mucha b
Rafael: —¡Papi, tú dijiste que nunca nos separaremos! —afirmó mi hijo Rafael Ángel, sentándose en mi regazo, en la carroza y moviendo sus manitas para saludar. —¡Sí, mi amor, así será! ¡Siempre estaremos los cinco juntos! Obviamente, también tu abuelita —añadí, sonriendo, haciendo lo mismo que ellos. —¡Entonces, papi! En tu viaje de luna de miel, te acompañaremos —exclamó este, de un solo golpe, dejando de sonreír y mirándome a la cara. —¿Cómo así? —Interrogué, mirando primero a mi mujer, quien, se llevó su mano a la boca para ocultar una sonrisa y luego, lo miré a él, expresando— Cuando seas un hombre y te cases, no querrás llevarte a nadie, ¡te lo aseguro! —Sin embargo, papi, tú has dicho que no te quieres separar de nosotros y estamos dispuestos a hacer el sacrificio de ir contigo, para no dejarte solo —agregó él, dejándome asombrado de su astucia. —¡No estaré solo hijo! Tu madre vendrá conmigo —aclaré, a punto de soltar una fuerte carcajada, al igual que Sofía. —¡Yo lo cuida
Sofía: Comenzando el equinoccio de primavera, en el hemisferio norte, en Ciudad La Rosa, con presencia de una fuerte tormenta, llegué por fin al Centro Cultural La Rosa. Lugar donde se llevaría a cabo, mi acto de grado y recibiría el título de Contadora Público, con apenas veinte años. Al entrar en el auditorio, miro hacia un lado y hacia el otro y nada que observo a mis padres, entre los presentes. Mi padre quería que fuera abogada, pero decidí estudiar lo que a mí me gustaba. Este es un acto muy importante en mi vida, aunque hasta ahora, lo que es importante para mí, no lo es para ellos. Pero, deseaba que estuvieran aquí conmigo. Desilusionada, tragué en seco. Así que por lo visto, decidieron ignorarme otra vez. No les interesa nada de lo que haga, salvo cuando los complazco. Sacudiendo mi melena, la cual llevaba suelta, con mis cabellos teñidos y planchados, me coloqué el birrete. Me ubiqué en el lugar que me fue asignado y no me preocupé más por saber, si ellos asistieron o no