VICTORIAMe despierto con la luz matutina filtrándose por las cortinas. Lo que paso con Zarco se me viene a la mente y sigo recriminándome lo que deje que avanzara.Quería que pasara, porque lo amo, pero el a mi no, y es lo que me duele porque sentí que me estaba rebajando aun más. Además, no tengo cara para afrontar mi verdad, en cuanto le diga que estoy esperando un hijo suyo, no me lo va a creer.El calor de las sábanas me abraza mientras lucho contra el sueño. El día comienza. Me levanto, mis pies tocan el suelo frío y me dirijo al baño. El agua caliente de la ducha me envuelve, y la espuma del jabón me transporta a un mundo donde las preocupaciones flotan lejos. Pero no por mucho tiempo.En mi mente, el secreto que llevo es como un tesoro delicado. Estoy embarazada, pero no sé cómo decirlo. ¿Cómo reaccionarán los demás? Sobre todo mi mamá, con sus expectativas y consejos bienintencionados. Me seco, me envuelvo en una toalla y me enfrento al espejo. Mis ojos color miel reflejan la
MORGANAEl sol brilla con intensidad sobre la piscina, sus rayos acariciando mi piel. Estoy tumbada en una cómoda tumbona, rodeada de exuberante vegetación tropical. El agua cristalina refleja el cielo azul, y el suave murmullo de las hojas de palma me envuelve en una sensación de paz.A mi lado, mi mejor amiga, Anastasia, se relaja en la tumbona vecina. Su cabello oscuro está recogido en un moño desordenado, y sus gafas de sol ocultan sus ojos curiosos. Sostiene un libro en su regazo, pero apenas lo mira. En cambio, su atención está fija en mí.—Morgana —dice Anastasia, su voz suave y ligeramente preocupada—, ¿por qué estás bebiendo vino si estás embarazada?Me llevo la copa de vino a los labios y saboreo el sabor afrutado. La risa burbujea en mi garganta antes de que pueda contenerla.—Anastasia, no estoy embarazada —le aseguro—. Solo estoy disfrutando de un momento de relajación. Además, ¿quién dice que las embarazadas no pueden disfrutar de un buen vino de vez en cuando?Anastasia
VICTORIAEl motor ruge, y el auto se acerca con una velocidad que parece desafiar la gravedad. Mi corazón late en mi pecho, y el tiempo se estira como un elástico a punto de romperse. ¿Es este el fin? ¿La última imagen que veré será la parrilla del auto, los faros brillantes como ojos de depredador? La angustia me envuelve, y cierro los ojos, esperando el impacto.Pero entonces, algo me embiste con fuerza. El mundo da un giro, y siento cómo mi cuerpo es arrojado hacia un lado. El asfalto raspa mis manos y rodillas, pero estoy viva. El auto pasa a centímetros de mis pies, y la adrenalina sigue bombeando en mi sangre. Abro los ojos y veo a alguien de pie junto a mí, respirando agitadamente. Su mirada es intensa, y su mano aún me sostiene, como si temiera que el asfalto me arrastre de nuevo.—"¿Estás bien?" — pregunta, y su voz es ronca, llena de preocupación. Asiento, incapaz de articular palabra. No sé quién es, pero me ha salvado. Mi corazón sigue latiendo con fuerza, pero esta vez no
VICTORIAZarco me mira fijamente, y puedo sentir la tensión en el aire.— "¿Por qué no está sanando?" —insiste, su voz ronca.Invento una excusa rápida, mi mente girando como una ruleta.—Ella—no se que decir—Esta enojada"— murmuro—Sí, eso debe ser. Por eso mi loba interior no está actuando como debería."Él frunce el ceño.—"¿Enojada? ¿Conmigo? ¿contigo? ¿Por qué esta enojada?Asiento, sintiéndome atrapada en mi propia mentira.—"Sí, contigo—ladea su cabeza sin entenderme—con ambos, Por algo que pasó antes."Zarco se acerca, y su mirada es intensa.—"Victoria, no me iré hasta que me cuentes qué sucedió. El accidente, ¿qué pasó realmente?"Mi corazón late con fuerza. ¿Cómo puedo explicarle la verdad? Si le digo la verdad, el me va a despreciar mas.—Estoy cansada, el cuerpo me duele y quiero dormir tranquilamente.—Necesitamos hablar sobre el accidente—dice con voz firme.Él se mantiene en su lugar, sin moverse hacia la puerta.—Zarco quiero paz—por mi y nuestro hijo.—"No puedo irme,
ZARCOEstoy en la elegante sala de la casa de Morgana, nervioso y expectante. La luz tenue de las lámparas de araña crea un ambiente misterioso. Morgana aún no ha llegado, pero su padre, un hombre distinguido de cabello plateado, me atiende amablemente con una sonrisa.—¿Un trago, Zarco? — me ofrece, extendiendo una copa de vino tinto. Acepto con gratitud, sintiendo el líquido suave y afrutado deslizarse por mi garganta. El señor me mira con curiosidad, y sé que no solo estamos aquí para charlar sobre negocios.—Es de mi viñedo—reconozco lo mio.—Asi es—me invita a sentar y me desespero queriendo que Morgana llegue pronto.—¿Cómo va la construcción de tu viñedo? —pregunta, y su tono es amigable pero directo—Es un proyecto ambicioso.Asiento, tratando de mantener la calma, hace meses iniciamos con la construcción en otra ciudad y eso me mantiene tambien muy ocupado. —Avanza bien, señor. Hemos invertido mucho en tecnología de riego y enólogos expertos. Espero que pronto podamos produci
ZARCOMorgana me pone en un aprieto. Sus ojos, afilados como cuchillos, escrutan mi alma. ¿Estoy enamorado de Victoria? La respuesta debería ser sencilla, pero no lo es. Victoria es como una melodía que se repite en mi mente, una partitura que no puedo descifrar. Su risa, su cabello al viento, su mirada cuando cree que nadie la observa... todo eso me atrapa. Pero Morgana, ella también tiene su lugar en mi corazón. Su inteligencia, su misterio, su lealtad a la causa. ¿Cómo puedo elegir entre dos mujeres tan diferentes y, sin embargo, igualmente cautivadoras?Yo no deberia estar dudando de lo que debe estar claro, no amo a Victoria, sin embargo lo que hicimos en su apartamento no lo olvido y lo peor es que quiero volver a repetirlo.Me giro hacia Morgana, buscando las palabras adecuadas. Mi mente es un campo de batalla, y las balas de la indecisión vuelan en todas direcciones. Finalmente, me atrevo a mirarla a los ojos y susurro:—"Quizás el corazón no siempre obedece a la lógica. Pero,
ZARCOEntro al apartamento y cierro la puerta detrás de mí, dejando el bullicio de la ciudad afuera. El silencio me envuelve, un silencio que debería ser reconfortante, pero que hoy se siente pesado, casi opresivo. Me dejo caer en el sofá, agotado. El día ha sido largo y lleno de tensiones. No quiero ver a mis padres, no ahora. Necesito tiempo para pensar, para procesar todo lo que ha pasado.Morgana no está embarazada. Esa revelación sigue resonando en mi mente, una y otra vez. Me levanto y me dirijo al baño, necesitando una ducha para despejarme. El agua caliente cae sobre mi piel, relajando mis músculos tensos, pero mi mente sigue enredada en un torbellino de pensamientos.No he sentido nada raro en Morgana. Su olor no ha cambiado, su comportamiento tampoco. Todo parece normal, pero ¿qué es normal en esta situación? La amenaza de Morgana sigue presente, una sombra que no puedo ignorar. ¿Qué quiere realmente? ¿Qué espera de mí?Ya sabes lo que tienes que hacer.No es tan fácil Dasta
ZARCOMi padre sale de su trance, sus ojos se enfocan en mí con una mezcla de preocupación y seriedad.—¿Estás seguro de eso, Zarko? —pregunta, su voz baja pero firme.—No lo sé, papá— respondo, sintiendo la confusión arremolinarse dentro de mí—No he sentido ningún cambio en su aroma, y eso me desconcierta. Pero ella me mostró pruebas, pruebas que indican que sí está embarazada.—Eso es raro porque cuando tu mama estaba embarazada de ti, senti su cambio inmediatamente—eso suena peor.Mi padre asiente lentamente, procesando la información.—Si lo que dices es cierto, entonces las cosas cambian drásticamente para la manada. No podemos permitirnos ser engañados de esta manera.—"Lo sé," — digo, mi voz apenas un susurro— "Pero, ¿cómo podemos estar seguros? ¿Cómo podemos saber la verdad?"—"Necesitamos investigar más a fondo—" dice mi padre, su tono decidido— "Si Morgana no está realmente embarazada, no puedes casarte con ella. Sería un engaño, y eso podría tener consecuencias graves para