Este se debió haber subido anoche, pero no sé que ha pasado! aquí se los dejo nuevamente. :)
LeonardEl amanecer apenas rompe el horizonte cuando me acerco al río. Mis manos tiemblan, no por el frío, sino por el peso invisible que llevo en el pecho. Me arrodillo frente al agua, y por un segundo, veo mi reflejo distorsionado. No soy el mismo de antes. No desde que vi a Evelyn, no desde que sentí su alma atrapada dentro de esa sombra.La daga cuelga de mi cinturón, vibrando como si tuviera vida propia. La desenvaino y la observo. Hay un fulgor en su filo, como si reaccionara a algo que se aproxima. El espejo y el amuleto... Las piezas que decidirán su destino. O el mío.No me importa morir si es para saber que la salvé.Que le di una nueva oportunidad, para saber que mi vida fue un sacrificio por la suya, aunque debo admitir que preferiría poder vivir para hacer que me perdone y no volver a soltarla.Hacerla mi Luna, porque eso es lo que ella es.Alex se acerca en silencio, pero lo siento antes de escucharlo.—No has dormido.—la nota de reproche se filtra en su voz y entiendo s
EvelynEl aire se vuelve espeso mientras avanzamos hacia el norte. El paisaje se transforma, como si cada paso nos alejara del mundo que conocía. A lo lejos, la veo. Una montaña negra se alza como un monstruo dormido, sus picos rasgando el cielo nublado, y por primera vez desde que comenzó esta pesadilla, siento algo distinto.No sé cómo explicarlo. Es como si la tierra misma me rechazara. La energía cambia, se vuelve más densa, pegajosa, como una sustancia invisible que se me adhiere a la piel y me oprime el pecho. Me cuesta respirar.—¿Qué es ese lugar? —pregunto con voz baja, sin esperar que la oscuridad me responda.Pero lo hace.—Un cementerio de cosas malditas —responde, su voz deslizándose como un susurro viscoso por mi oído.—Eso no existe —replico, aunque en mi interior sé que en este mundo, ya nada es imposible.—Existen más cosas de las que tú, niñita ingenua, puedes imaginar —escupe con desdén.Nos detenemos en una pequeña loma desde donde se ve toda la montaña. La oscurid
LeonardLa brisa corta el aire como una cuchilla helada. Vamos en silencio, moviéndonos entre los árboles sin hablar, sin respirar más de lo necesario. Entonces lo siento.Primero creo que se trata de mi imaginación, que no ha pasado, pero entonces, solo unos pasos más allá vuelvo a sentirlo.El tirón.La conexión con Evelyn.Siento que la me quedó paralizado, la respiración se me acelera y una de mis manos va hacia mi pecho como si de esa forma pudiera tocarla.Respondo. Mando un tirón igual al suyo, y espero…Pero no pasa más nada. Es Alex quien rompe el silencio, solo con una palabra:—Leonard…Me giro en seco. Todavía impactado por lo acabo de sentir. Algo acaba de atravesarme el pecho como una descarga. No lo imaginé. Es suave, casi imperceptible, pero tan real como el pulso que me late en la garganta. El tirón. El vínculo. Evelyn.—La sentí —susurro.—Ella acaba de tirar de nuestro vínculo… me está llamando.Alex da un paso hacia mí, sus ojos bien abiertos.—¿Estás seguro qu
Leonard—¿Padre…?El impacto de la imagen, la simple visión hace que me quede totalmente paralizado.Es… es mi padre, es su rostro, es él, pero al mismo tiempo no lo parece.Vuelvo a llamarlo, pero no hay respuesta. Solo una mirada vacía… y entonces una sonrisa que no es suya.Una sonrisa perversa se forma y no necesito más para saberlo. No es él.—No… La prueba aún no ha terminado.a cámara de piedra negra me envuelve como un susurro sin eco. Cada paso que doy retumba con el peso de siglos.—Mírate —dice—. Persiguiendo una sombra como un niño con miedo a dormir solo.Su voz me impacta como cien mil cuchilladas. Hace casi un siglo que no escuchaba su voz y ver esta cosa hablando como él se siente… incorrecto.Mal.—No eres real.—le digo y puedo sentir a Alex prepararse a mi lado, a la defensiva como siempre.Mi padre me sonría con sorna y da un paso más cerca encogiéndose de hombros.—Tampoco lo es tu convicción.—contesta.Me acerco, los puños cerrados.—No tienes idea de lo fuerte
EvelynEl aire dentro de esta cueva pesa como plomo. Cada paso que doy retumba con un eco que no suena vacío… suena a juicio. A sentencia. La oscuridad avanza conmigo, pero no se manifiesta en palabras. Está callada. Observa. Espera.De hecho creo que aunque no lo admita ella misma está asustada, y no es para menos, pues esta fue su carcel por siglos y si lo que busca sale mal, si no cumplo con lo que quiere, entonces muy probablemente vuelva a serlo.Yo no pienso dejar que quede libre, si Leonard no llega a tiempo, si él no puede ayudarme, entonces yo voy a salvar al resto del mundo.Ella no va a quedar libre.Sigo avanzando, o más bien ella lo hace, pues no tengo ningún control de mi cuerpo, entonces siento que se detiene y miro lo que hay frente a mí: una pared cubierta de musgo se derrumba y revela algo que no debería estar ahí: un espejo. Alto, antiguo, tallado en huesos y raíces negras. Su superficie no refleja el túnel, ni la piedra, ni siquiera la luz que emana de mi piel en
Evelyn3 años atrás.—¡La hija de un traidor!—¡Debería morir!—¡No merece vivir!El frío se clava en mis huesos como un recordatorio de lo que soy nada .Estoy en el centro de la manada, rodeada de innumerables ojos llenos de odio. Sus susurros son como el siseo de serpientes, enredándose en mis oídos.Y lo que más me aterra es el hombre frente a mí: el Alfa.Su voz retumba como un trueno, llena de autoridad y crueldad.—Nunca saldrás de aquí, Evelyn —Hace una pausa, su mirada afilada como una espada—. Pagarás con sangre la traición de tu padre.Miro a mi lado, donde mi padre está arrodillado. Él fue el Beta de la manada, un guerrero valiente, un líder respetado. Ahora, está encadenado, con la cabeza baja, en silencio.Su silencio me destroza el corazón.—Papá… —susurro, temblando—, di algo…Pero él no me mira, ni siquiera se mueve.La sentencia del Alfa cae como un martillo, destrozando mi última esperanza.—Por tu traición, se te destierra de estas tierras. Y como tributo por t
EvelynEl primer guardia me agarra del brazo, tirando de mí como si fuera una muñeca de trapo. Intento zafarme, pero otro me sujeta por la cintura, inmovilizándome.—¡Déjenme! ¡No hice nada! —grito, pero mi voz se pierde en el eco de la noche.Me sacan de la cabaña, me obligan a caminar descalza sobre la tierra fría. El suelo es áspero y húmedo bajo mis pies, y la sensación es un recordatorio más de lo que soy: una prisionera en mi propia tierra .A medida que avanzamos, las sombras de los lobos de la manada se hacen más densas. Me rodeo. Sus murmullos son como agujas perforando mi piel."Basura.""Maldita traidora.""Ojalá la maten."Mi estómago se revuelve. Trato de no escuchar, pero cada palabra es un golpe, cada mirada de desprecio me hunde más en este abismo en el que me han condenado desde que mi padre me abandonó.Finalmente, llegamos a la plaza central del territorio de la manada.El Alfa está ahí, sentado en su trono de madera tallada a mano , con pieles oscuras cubriendo sus
EvelynEl dolor es lo único que existe.Llega en oleadas, abrasador como fuego líquido recorriendo mi espalda. Es una agonía densa, implacable, como si mi piel se hubiera convertido en un lienzo de carne desgarrada.La sangre caliente corre por mi piel, empapando la tela harapienta de mi vestido. Siento el ardor de cada herida abierta, el escozor del aire al tocar las laceraciones.El suelo bajo mí es duro y frío. Mis mejillas están contra la tierra húmeda, y el aroma a polvo y sangre flota en el ambiente. Todo mi cuerpo tarde con una pulsación irregular, mi respiración es superficial, entrecortada, temblorosa.Pero no grito.No lloro.No les daré esa satisfacción.A mi alrededor, la manada observa en silencio, sus sombras alargadas por la luz de la luna. Disfrutan de mi sufrimiento . Puedo sentirlo en la forma en que sus susurros flotan en el aire, de la manera en que sus miradas se clavan en mi piel desgarrada como si fueran cuchillos.El verdugo se mueve, preparándose para el sigui