I

                      "Wahre liebe ist das einzige, was niemals stirbt"

                     (El amor verdadero es lo único que nunca muere)

Lykos.

Estaba en mi despacho luchando por lograr concentrarme mientras escuchaba los gritos fuertes de mi beta y su mate desde la otra punta de la mansión. Este papeleo debía ser entregado mañana mismo y aún no encontraba la manera de comprender las solicitudes de compra que me hacían las otras manadas de "Farrenville" (lo que antes era Inglaterra) el país donde residimos.

Este día ha sido una m****a, y sin duda Dante, mi beta, estará de acuerdo conmigo.

Al parecer lo llamé con el pensamiento porque pude sentir su olor acercarse y escuchar como tocaba la puerta pidiendo permiso para ingresar a mi extenso despacho.

- Entra ya, perrito domesticado.- Indiqué con burla dándole entrada.

Su cara estaba llena de enojo y era obvio que salió perdiendo en la discusión porque estaba indignado como la m****a.

- ¿Podemos ir a dar una vuelta por el bosque?- Enarqué una ceja y lo miré pidiendo una explicación.- La he cagado, hermano.

- ¿Qué hiciste ahora, salvaje?- Pregunté firmando los papeles en mi escritorio, sea lo que sea, beneficia a mi manada de igual manera.

Mi manada "Luna de guerra" es una de las más adineradas de Farrenville, de la cual soy alfa desde hace más de 60 años. A lo largo de toda la descendencia de mi familia hemos tenido grandes alfas, luego de haber vencido al rey Pronktos y a su manada, somos quienes llevamos la corona hasta ahora, y yo pretendo que siga así.

- Es que ella insiste en querer ir al Distrito H* y yo no pienso permitirle eso.- Enarqué una ceja y lo miré con severidad.

- Dante, es tu mate y solo quieres protegerla pero no te comportes tan a la antigua, no tienes que darle permiso a nada porque ella tiene piernas y una cabeza para pensar.- Expliqué tratando de concentrarme en el siguiente papeleo a manejar.

- Es que ese lugar es tan peligroso, tan desagradable, es horrible y siempre apesta...- Sus quejas se vieron interrumpidas por una almohada que voló directo a su cabeza.

Cuando se volteó aturdido para ver de donde vino se paralizó al chocar miradas con su esposa y mate, quien permanecía en la puerta con una mirada fría y calculadora.

- No olvides nunca, cachorro mal nacido, que es el lugar de donde vengo y ¡No voy a permitir que intentes arrancarme mis raíces!- Exclamó ella con rencor y el rostro ardiendo.- Alfa, lamento venir a hacer escándalo en su despacho, y tú, peludo desgraciado, te irás a dormir con los perros, o sea, ¡Solo!- Luego de exclamar eso le arrojó una cobija y cerró la puerta suavemente, porque es educada como para comprender que aunque esté molesta yo odio que azoten las puertas, con mi beta exclamando su nombre con desespero.

- ¡Alfa!- Exclamó lloriqueando mi nombre.- ¿Porqué no me dijiste que estaba en la puerta?

- Estabas muy ocupado desahogándote.- Masajeé mis sienes y lo miré con reprimenda de nuevo.- Sara-Anne es humana, y debiste haber aceptado eso luego de los tres meses que tiene aquí contigo.

- Lo sé, pero es que no quiero que vuelva a correr peligro, pasó por muchas cosas en ese lugar y no pude protegerla, ahora que puedo, no quiero que vuelva y que yo no esté ahí para ella.- Suspiré y me puse de pie.

- Dante, vamos a dar un paseo por el bosque y luego pensaremos en una solución; estoy seguro que ni siquiera le has preguntado el motivo por el cual insiste tanto en ir.- El negó con la cabeza y yo reí un poco para transformarme en mi lobo, seguido de él, y correr por la casa hasta la salida trasera que da al bosque.

~*~*~*~

Llegamos a casa y cada quién subió a su casa para darse una ducha para sacarse la suciedad y yo opté por colocarme un traje como siempre.

Caminé y bajé las escaleras, con camino a la cocina para comer junto a mi beta y su esposa como cada noche.

La mansión en la que vivo, la casa del Alfa, es de tres pisos, en el tercer piso está mi gimnasio, mi despacho, mi habitación y mi cuarto de juegos el cual casi no uso; en el segundo piso se encuentra la habitación de Dante y su mate más algunas habitaciones para huéspedes; en el primer piso están la espaciosa sala de estar, la cocina, el área de lavandería, otras habitaciones para huéspedes, el baño para fiestas, el garaje y la habitación de servicio, donde el personal manteniente de la casa descansa. Como es tradición en la manada, el beta viva en la casa del Alfa hasta que alguno de los dos tenga su primer hijo. Lo único de mi planta que comparto con Dante es mi gimnasio y mi habitación de juegos, de resto, la tercera planta es solo mía.

Cuando llegué a la larga mesa, estaban ambos tórtolos sentados uno frente al otro. Mientras Dante miraba con súplica a su mujer, ella solo ignoraba su presencia mirando algo en su teléfono celular.

-Buenas noches.- Ambos se levantaron y me saludaron con un asentimiento de cabeza y tomamos asiento todos. Yo estaba sentado en medio de ambos, en la punta de la mesa.

¿Alguno ha sentido lo incómodo que es estar en medio de una discusión de pareja?

Trajeron la comida de esta noche y tras un agradecimiento el personal se retiró a la cocina, dejándonos solos de nuevo.

- Corazón, pásame la pimienta.- Ella se la tiró a mi beta con altanería haciéndome levantar la mirada de mi comida.- No seas así, no tienes porqué ir para allá, no irás.

- Ni siquiera sabes porqué quiero ir.- Repicó entre dientes, parece estar controlándose bastante en este momento.

- Y no me importa, mi respuesta es no, está prohibido que vayas a Distrito H y es mi última palabra.- La mano de Sara empuñó un tenedor y se lo iba a arrojar a mi beta de no ser que mi interrupción llegara.

- ¡Sara-Anne!- Grité grave y con severidad al ver la mano de la mujer tan cerca del brazo de mi beta.- Cuando llegaste aquí, tuvimos una conversación. ¿Qué acordamos?

Ella me miró fijamente y vi su mirada relajarse y soltar rencor.

- Que controlaría mis impulsos agresivos.- Asentí y ella dejó el tenedor frente a mí y tomó asiento.- Lo intento Alfa, pero no es justo no poder ir a mi hogar por un estúpido que se piensa mi padre.

- Te doy la razón, Sara.- Sonrió denotando que se sentía satisfecha con mis palabras.- Él no es tu padre y no tiene que darte permiso, por otro lado, yo sí tengo que hacerlo porque soy tu Alfa ¿No es cierto?- Borró su sonrisa y bajó la cabeza asintiendo.- Ahora bien... ¿Porqué quieres ir al Distrito H? Tú mejor que nadie sabes el peligro que representa ese lugar.

- Lo sé, Alfa, pero... Debo visitar a alguien importante.- Murmuró bajo pero al tener oído desarrollado pude escucharla y sé que Dante también.

- ¿A quién?- Preguntó Dante de inmediato y lo miré con reprimenda.

Ese imbécil no sabe controlar su lengua, ya no sé cómo decirle que su mujer es muy volátil como para solo decir tonterías y esperar que no reaccione.

- No vuelvas a dirigirme la palabra, perro faldero.- Solté una pequeña risa por la nariz al ver la conversión en el rostro de mi beta y carraspeé para que la atención volviera a mí.

- Sara-Anne, necesito saber la información completa para deducir si es peligroso para ti o no, Dime por favor, ¿Qué irás a hacer y con quién?

- ¡Bien!- Resopló ella y dio un trago grande a su vino.- Mi hermana cumplirá años y... no puede pasarlo sola o no lo recordará.- Explicó y suspiró.

- Amor.- Llamó Dante haciéndola mirarlo.- No me dijiste que tenías hermana.

- No es mi hermana de sangre pero la quiero como una.- Ella respiró profundamente y me miró con súplica.- Permítame ir, Alfa, se lo pido.

Lo pensé unos momentos.

- Bien, hagamos algo, mañana Dante y yo estamos libres, él y yo te escoltaremos hasta allá y volveremos antes de que amanezca.- Ella sonrió grandemente y comenzó a agradecerme repetidas veces.

No era una opción enviarla allá sola por dos motivos: 1) Es un gran peligro tanto para ella como para mi manada. 2) El llanto de preocupación de Dante no me dejaría relajarme en mi día libre.

La cena terminó y subí a mi habitación.

Me quité el traje y me recosté el bóxers a dormir por fin.

Mis últimos pensamientos se basaron de manera intrigante en el Distrito H; Envié a Dante hace tres meses a ver lo que hacían unos humanos en la frontera con la línea divisora que los mantiene lejos de nosotros, fue ahí cuando él la encontró; según sus relatos, estaba cuantos hombres, ellos iban a lastimarlas y Dante las defendió, luego pidió a su mejor amiga, que quiso permanecer en anonimato, para que convenciera a Sara de venir al Distrito superior* con él a cambio de algunos dolares.

Distrito H: En esta historia, el Distrito H es el nombre dado al territorio humano.

Distrito superior: En esta historia, es el territorio perteneciente a los seres sobrenaturales.

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