UMA.
Siempre pensé que mi pasado dejaría de atormentarme en algún momento; siempre pensé que nunca tendría que hablar sobre eso con alguien, pero llegó Lykos y eso cambió... Sé que no puedo seguirle mintiendo, lo sé, pero no quería que fuera tan pronto... No ahora, no estoy lista.
- Uma, no saldrás de aquí hasta que hables, y si aún así te rehusas, tendré que pedirle a las hechiceras que extraigan tus recerdos pasados para poder verlos, aunque sea en contra de tu voluntad.- Fruncí el ceño y lo miré, aunque él no me hizo el mismo gesto.
Loto y sus hermanas estaban de pie al rededor de la gran cama mirando al suelo, avergonzadas y atemorizadas por el semblante que su alfa y yo teníamos. Lykos, por otro lado, estaba sentado a mis pies en la cama, mirando directamente al suelo con la mandíbula tensa; podía sentir en mi cuerpo toda la rabia y el desconcierto que sentía.
- Si tu haces que se metan en mi cabeza vas a
LYKOS. Logré que se quedara dormida luego de nuestra conversación y pasó toda la noche así, tranquila, recostada en mi pecho, con increíble tranquilidad y sientiéndose la niña que nunca le permitieron ser. Sé que se sacó un peso de encima al haber hablado conmigo hace unas horas y sé que ahora todo será mucho más fácil para nosotros ahora que conozco su pasado. Necesito enontrar ahora la manera de equilibrar la atención que ella se merece y todo lo que tengo que organizar en la manada antes de que inicie todo esto. Pedí a Loto que rastreara con los recuerdos del cambiaformas infiltrado y del tipo que sobrevivió al ataque de aquella noche el lugar donde están escondidos para estudiar a lo que nos enfrentamos. Las hadas, no importa cuánto entrenen, tienen un pésimo sentido del olfato, que se compensa con un increíble sentido de la vista. Ellas tienen poderes específicos, que dependen
UMA Me encontraba sentada en la mesa leyendo y releyendo una y otra vez la lista de cosas que teníamos casi listas las hechiceras, Sara y yo para la celebración. Tras dos semanas de organización, estoy por llorar si alguien me menciona algo de colores de telas y fuegos artificiales. Realmente no sabía ni sé nada de este tipo de cosas, pero no quería que tuviera que manejar dos cosas que para él eran tan importantes, al mismo tiempo y con tantas complicaciones. - Luna, vayamos a ver el centro de la manada, nunca ha caminado por ella y sirve para que decida si le parece bien que se celebre ahí al aire libre o en el salón de fiestas público.- No entiendo por qué Artemisa habla tan rápido, hará que arranque su lengua en algún momento. - Vamos, ¿Sara- Anne irá con nosotras?- Ella asintió y la esperamos en la entrada de la mansión hasta que salió con un vestido floreado y su cabello mojado. Ape
LYKOS Era el día de la celebración, a dos días de partida a nuestra misión de espionaje, y he visto muy poco a mi luna este último mes; ambos estuvimos muy ocupados organizando todo lo necesario, para que ambos eventos ocurran de la manera más óptima. Descucbrims, gracias a los recuerdos de los intrusos, que ni los vampiros ni las brujas formaban alianza con Malia, por el contrario, parecían muy inconformes y molestos por la petición que les hizo. Elfos, arpías, hechiceros y trolls, gracias a Diosa, son los únicos que aceptaron aliarse; pero no la subestimo, se entrenó con mi padre, sabe bien de batalla, de dirigir, de guiar, sé bien que ella se encarga de corromper a todos los que la siguen y los hace entrenar de formas prohibidasa por todos los sindicatos y asociaciones. Ella no rompe las leyes, ella las escupe, es una sociópata. - Alfa, los vampiros contestaron nuestros mensajes, dicen que con mucho gusto no
UMA. Suspiré abrazando a Sara-Anne mientras escuchaba a nuestros lobos pelear porque Dante llevaba cosas innecessarias en su mochila. Ya era el día en el que se realizaría la misión de espionaje y todos estábamos tensos. La manada me había recibido de una forma maravillosa pero todos sabían que aún había dudas sobre mi habilidad para proteger la manada. - ¿Sabes qué siento?. - La miro desde mi posición, ella estaba acostada sobre mí abrazándome con su cabeza en mi cuello.- Que nosotras somos sus amantes y ellos realmente son los esposos.- Me carcajeo ante sus palabras. -Tienen el doble de nuestra edad viviendo juntos, son una pareja de ancianos amargados, de esos que odian que pisen su jardín.- Ella se carcajeó y suspiré.- Cambió mucho nuestra vida, ¿No? Asintió y nos quedamos en silencio hasta que Dante entró corriendo a la habitación y saltó sobre nosotras en la cama y se cubrió conmigo. - A ver si ah
UMA. - ¡Flora, acompáñame a la frontera, hay recién transformados peleando cerca del riachuelo del sur!- Grité la escuchar las palabras nerviosas del guardia que corrió a avisarme respecto a la pelea.- Tú, no vuelvas a abandonar tu puesto, debes intentar detenerlos y si no puedes, llamas a esta oficina, por algo tienes intercomunicador en el oído. Comencé a avanzar hacia el lugar asignado con el inexperto guerrero disculpándose una y otra vez mientras Flora me seguía corriendo para entregarme el bastón con el que controlaba las cosas cuando esto sucedía. - ¡Oigan, condenados niños!- Arrojé el baston y se lo pegué a uno de ellos en la cabeza- ¿Qué creen que hacen? Si quieren pelear, vayan al entrenamiento de guerreros, pero no entre ustedes y menos si interrumpen el trabajo de guerreros de verdad. Ambos se separaron y reverenciaron con respeto hacia mí. - Lo siento Luna, es que él se
Había pasado ya casi un mes desde la partida de Lykos y quizás por la distancía o porque aún no se cierra por completo el lazo, tal y como me explicó Flora antes, pero solo podía sentir lo que él cuando lo que él sentía era muy intenso o yo me concentraba locamente en ello. Sea como sea, las emociones que he llegado a percibir no son malas, quizas alivio, cansancio, algo de ira... pero nada tan preocupante. Era de noche, me encontraba recostada en mi cama leyendo tranquilamente los manifiestos que llegarían mañana de las brujas del norte como ofrenda para aliarse con la corona licántropo, cuando el grito de uno de los guerreros me alertó. Me arrojé al suelo gateando hasta llegar a mi arco y mis flechas y me arrastré hasta llegar a la ventana del despacho del alfa, cerando con seguro la puerta tras de mí, para verficiar que todo estuviera en orden, cuando uno de mis hombres cayó al suelo y yo apunté, fijandome si venía alguien. De pronto, trasa los árboles, una
UMA Desperté apenas el sol salió, cansada y trsite aún por todo lo ocurrido la noche anterior. Me duché y me coloqué un vestido negro recatado que encontré para caminar hacia el despacho del Alpha, donde ya me esperaban ambas cartas de defunción. Uno de los fallecidos se llamaba Armin Malasuga, un hombre lobo que llegó a esta manada perdido por los bosques luego de que la suya fue destruída por un huracán y él fuera el único sobreviviente... No tenía familiares, ni hijos, nadie vino por él, así que mandé enmarcar una foto suya y la coloqué en una de las repisas más visibles del mueble en la sala de estar de la mansión. El otro fallecido se llamaba Mark Crowls, tenía una esposa llamada Cáliz y un hijo llamado Borys, si, el niño Borys que días antes estuvo en mi oficina por pelear con su amigo Micah. Cuando vi ingresar a la familia del segundo hombre, la habitación entera se llenó de una indudable tristeza. Su hi
UMA. Desperté en mi habitación recostada con Sara-Anne abrazada a mí... Habia pasado ya mes y medio desde que Lykos había partido y eso me tenía de los nervios completamente. Suspiré y me solté suavemente del adormilado de Sara y fui al baño para asearme, escuchando gritos desde afuera y salí corriendo con el cepillo de dientes en la boca tomando el arco y las flechas. Abrí la puerta de la mansión y comencé a buscar a los guerreros pero no los veía... luego noté que estaban todos amontonados en las rejas de entrada gritando y cantando algo fuertemente. Me acerqué corriendo y apenas me vieron me sonrieron y comenzaron a abrirme el paso hasta que vi a Lykos y los guerreros que habían ido con él. Solté las armas en mis manos y corrí hacia él emocionada saltando sobre él para barazarlo, cayendo de bruces al piso, él bajo mi cuerpo. - ¡Has vuelto!- Grité besándo sus mejillas repetidas veces, hacíen