IV

                                              "I've learn to live half alive..."

                                           (He aprendido a vivir medio vivo)

UMA.

Abrí los ojos con pesadez y seguía en el piso de la habitación pero ahora rodeada, rodeada de más almohadas y una cobija más. De hecho anoche hacía un frío de los mil demonios así que supondré que Lykos me la habrá puesto encima al despertar.

Me puse de pie y organicé las cosas con las que me abrigué en la cama antes de ir a lavarme y no parecer un zombie. Tomé una ducha y justo ahora me doy cuenta que dejé mi bolso ayer en el Coyote.

Es la primera vez en mucho, MUCHO, tiempo que tomaba una ducha con agua caliente... Se sintió como el cielo.

Salí de la ducha y antes de colocarme la ropa desvié mi vista a mi cuerpo desnudo en el gran espejo del baño.

No luzco mal, de hecho mis exageradas curvas me han hecho conseguir lo poco que he tenido hasta ahora.

De pronto mi vista se fue a ese lugar... a esa cicatriz.

Eran cuatro líneas trazadas bruscamente desde el borde de mi seno izquierdo hasta un poco más arriba de mi abdomen. He sabido esconderlas bien y he evitado acostarme con alguien para que no sea vista, tanto que solo Sara-Anne sabe de su existencia. Esta cicatriz ha llenado de inseguridad cada parte de mí. Sus gritos desesperados regresaron a mi memoria y esa sensación regresó de nuevo a mi pecho.

"En los lobos no se confía..."

Golpeé mi cabeza con frustración y me coloqué la misma muda de ropa de ayer para comenzar a bajar las escaleras, las cuales me parecen muchas, e ingresé a la cocina.

-Hola, Baby.- Saludé al verla sentada comiendo con toda tranquilidad. Me senté a su lado.

Se acercó a mí y me besó en la mejilla como siempre suele hacer.

- Hola, Psycho.- Contestó ella al tragar. Me tendió su plato que aún tenía una tostada con mermelada en él.- ¿Quieres?

- ¿Cuándo no?- Ironicé y tomé la tostada en mis manos.

Comí un rato en silencio aunque sabía que ella quería decir algo.

- ¿Tuviste sexo con el alfa ayer?- Preguntó con seriedad. Negué con la cabeza sin despegar la vista de mi comida.- ¿Piensas quedarte?

Tragué con velocidad y la miré,  estaba completamente seria.

Es un grano en el culo cuando se le mete algo en la cabeza.

- Solo quería quedarme por hoy, para pasar tiempo contigo.- Volví a dar un mordisco a lo poco que quedaba de tostada en mis manos.

- ¿Podrías quedarte?- Enarqué una ceja en su dirección.- Escucha, aquí llevarás una mejor vida y podremos estar juntas siempre, como antes; aparte, no tendrías que volver a trabajar.

Suspiré con pesadez.

- Primero que nada, no voy a dejar que ese can me mantenga; segundo, no me quedaré aquí rodeada de tantos perros.

Escuché pasos pesados que venían bajando las escaleras pero debido a la conversación que estábamos teniendo, ninguna de las dos se inmutó.

- Uma, no son perros, son lobos.- Giré los ojos con fastidio.- Y no puedes estar toda la vida con eso; no todos los hombres-lobo son iguales.

- Tampoco me quedaré para descubrirlo.- Contraataqué.- Ni sueñes que estaré aquí por mucho. Malditos tiranos a cuatro patas.- Espeté con desprecio y mordí por última vez la tostada.

- Lo que pasó fue hace muchos años, Uma.- Noté la presencia de los dos cuerpos grandes y musculosos en la puerta de entrada de la cocina pero no les di importancia.- Ella quisiera que...- Y fue ahí cuando exploté.

- ¡Ella no está aquí y si vuelves a mencionarla no me importará quién seas! ¿Quieres saber porqué ella no está aquí? ¡Por ellos!

- ¡Fue hace mucho, Uma!- Para este entonces, ambas estábamos de pie, mirándonos fijamente y gritándonos en nuestra cara. Respiró y se tranquilizó un poco.- No puedes dejar que eso defina el resto de tu vida ; el Alfa es el amor de tu vida, tu ser destinado, debes...

- ¡Carajo, cállate!- Escupí y alboroté mi cabello en busca de espantar mis ganas de golpearla.

Salí de la cocina, tropezando ambos hombros con los hombres en el medio de mi camino y salí hacia el extenso jardín trasero.

El lugar estaba lleno de flores y arbustos, había un extenso río que separaba el jardín del inicio de un espeso bosque.

Me senté en la orilla y metí los pies en el agua fría , intenté relajarme y cerré los ojos para descansar de tanta m****a. Esta discusión no hizo más que recordarme a ella y rememorar aquellos momentos.

Pasos llegaron a mi lado y Lykos tomó asiento a mi lado.

Aunque suene extraño, reconocí su olor.

- Hola.- Intentó mirarme a la cara pero abrí mis ojos y mi vista se quedó fija en las piedras frente a nosotros.

Algo en sus ojos me confunde; me sentía débil y sin antes preverlo perdía todo rastro de defensiva que había en mí. Puede ser muy mi pareja destinada y esa m****a, pero no voy a caer por un perro de estos.

- ¿Qué hay?- Dije sin más.

- ¿Tienes algún problemas? Puedes... hablar conmigo si quieres, yo...

- Sigo viva.- Interrumpí su típico discurso y lo miré con seriedad.- Das ist das problem... [Ese es el problema...]

Miró atentamente mi rostro en busca de un ápice de traducción pero no vio nada.

No quería hablar, ni que dijera nada, ni que me tocara, ni mucho menos me mirara... pero no pude evitar ahogarme en sus ojos. Movió su mano con intención de tomar la mía y desvié mi mirada otra vez, él lo entendió.

- Espero poder entender alemán alguna vez.- Sonreí un poco ante sus palabras hasta que me tomó con fuerza del antebrazo y me hizo levantar.- Huele a cristal y azufre, quédate detrás.

Fruncí el ceño mientras él me empujaba detrás de él.

Que ni piense él que voy a quedarme de brazos cruzados; si quieren lastimarme, van a volar cabezas.

Desde el otro lado del río, de entre los árboles, salió un grupo de mujeres y algunos hombres flacos como la m****a. Una en específico atrajo mi atención.

Su cabello era amarillo como el sol con algunas canas, estaba flaca como la m****a y tenía una enorme cicatriz que atravesaba su boca.

- Querido alfa Lykos.- Pronunció la mujer con una sonrisa cínica.- Tanto tiempo sin verlo.

- Fuiste exiliada de Farrenville hace dos siglos, Malia ¿Qué es lo que quieres?- Sus ojos se posaron imponentes en mí mientras me estudiaba de pies a cabeza.

- ¿Ella es su mate? Qué mujer tan hermosa, pero... ¿Es humana?- Soltó una carcajada y me miró con desdén.- No creerá que una simple bazofia humana será una buena luna ¿O sí?

- ¡Dime qué es lo que buscas en mi territorio! ¡Es una orden!- Gritó Lykos con voz grave e intimidante que me hizo saltar en mi lugar.

Dante salió corriendo y cerró la puerta del jardín dejando a Sara-Anne dentro. Se paró frente a mí, justo al lado de Lykos y optó posición de guerra.

- Solo vengo a contarle la profecía que nos dejó mi tatarabuelo Fawn antes de morir.- No estaba entendiendo nada pero esto parecía una película.- ¿Estás listo?

- ¡Sal de mi territorio antes de que me encargue  de pasar por encima del cadáver de Fawn para matarte!- Gritó con desprecio mientras me tomaba del brazo, como si tuviera miedo de que ya no estuviera ahí.

- "Cuando tu fertilidad de frutos, la mía también lo hará; tu fruto traerá consigo luz y felicidad, el mío traerá penumbra y desdicha"- Fruncí el ceño ante su extraño acertijo y cuando los ojos de la mujer volvieron a posarse sobre mí, decidí que no me iba a intimidar.

- La destrozaré a ella y eso te destrozará a ti.- Se carcajeó estruendosamente y yo intenté salir de las espaldas de Lykos sin poder conseguirlo.- Comenzaré por su familia, luna.- De pronto, alas transparentes y de todos colores aparecieron en las espaldas de todos y se fueron volando a velocidad increíble.

El alfa se giró y me tomó por los brazos para que lo mirara a los ojos. Parecía asustado, algo lo tenía cagado del susto.

- Encontraré a tu familia antes que ellas y los protegeré, lo prometo mi luna.- Lo miré a los ojos mientras dolorosos recuerdos atormentaban mi cabeza. Una calidez que jamás he sentido se posó en mi cuerpo.

¿Esto se siente ser protegida?

Me alejé de sus manos y lo miré con la ceja enarcada mientras intentaba controlar mis ganas de abrazarme a él.

- ¿Qué familia?- Me reí con ironía y desvié mis ojos de su mirada confundida.- Que busque todo lo que quiera, hay muertos con más familia que yo.

Me di la vuelta y caminé al interior de la casa ignorando las palabras preocupadas de Sara-Anne en el trayecto a la habitación del tercer piso donde dormí anoche.

Me tiré en el piso sin ningún tipo de almohada y me quedé dormida antes de darle oportunidad a mis lágrimas para que salieran.

Corría con una mano un tanto más grande halándome lejos. Sus cuatro patas se escuchaban detrás de nosotras y supe que no saldríamos de esta. Se giró para verme, sus ojos llenos de lágrimas, su ceño fruncido, su frente empapada en sudor... Estábamos en problemas.

- Lauf, Lara, hör nicht auf! [Corre, Lara, no te detengas!]- Mi pecho dolía y mis piernas no podían más.

- Meine Füße tun weh, Schwester! [¡Me duelen los pies hermana!]- Tropecé y ella me tomó de los brazos para hacerme volver a levantar.

- Lauf! [¡Corre!]

Me levanté agitada y con la respiración disparada. Estaba asustada pero por algún motivo los brazos grandes y musculosos de Lykos se envolvieron a mi alrededor y eso me hizo tranquilizar. Repartió besos por mi mejilla y mi cuello y se acurrucó conmigo en el piso sin soltarme.

No hice el esfuerzo por que lo hiciera, la verdad y aunque intente ocultarlo, me gusta estar así, me gusta estar cerca de él y eso es lo que más me jode.

Volví a quedarme dormida sintiendo sus brazos a mi alrededor.

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