Nora Harrison
Era un rascacielos enorme, de muchísimos pisos y que a penas podía ver el final desde abajo.
Me había costado mucho llegar al centro de la cuidad en un lugar tan enorme como este. Aunque me había mudado a este lugar por esa misma razón.
Entonces, cuando llegué al lugar fui directo a la recepción y la mujer dentro me había dicho que no podría reunirme con el señor Andrew Pankrov como ella lo había llamado, porque no tenía una cita y el único cupo disponible para una era dentro de cuatro meses.
¿Gracioso? Para nada, pero ella me sonrió como si lo fuera y en ese momento entendí a Larry. El creía que nunca lograría encontrarme con ese tal señor Andrew.
Así que busqué una forma de adentrarme en el edificio e hice las suposiciones del lugar en base a películas.
La primera fue, las escaleras contra incendios y la segunda fue, el piso de la oficina. Obviamente en el último piso.
Así que me colé por la escaleras de incendios sabiendo que había cámaras de seguridad, pero no guardias que me detuvieran.
Pero no fui tan tonta como para subirme todos los pisos caminando, cuando iba por el quinto piso salí cerca del área de los ascensores y subí hasta el último piso agradeciendo que nadie subiera al ascensor mientras yo estaba ahí.
Y cuando salí al último piso y lo primero que me encontré fue un enorme y lujoso lobby, quedé absolutamente asombrada e impresionada.
Pero no estaba ahí para apreciar la hermosura del lugar, así que deprisa me encaminé hacia la puerta de la única oficina en el lugar y la empujé para abrirla encontrándome con algo que no me esperaba.
Era un hombre, un hombre de cabello rubio y barba recortada, de ojos increíblemente azules y una altura que intimidaba aun en aquella silla. Y ni hablar del imponente atractivo que poseía. Era atrapante y envolvente en muchas formas.
—¿Disculpe, quien es usted? —cuestionó con una voz rica y grave que me erizó todos los vellos de la piel.
Aclarándome la garganta me armé de valor para contestar.
—Nara Harrison.
—¿Tiene usted alguna cita? —cuestionó mirándome de arriba abajo como si fuera un insecto que necesitara aplastar para seguir con su vida.
—No.
—Si, ya lo sabía, que tenga buen día.
Y luego solo levantó el teléfono para llamar a seguridad.
—Hay una intrusa en mi oficina, necesito que la saquen pronto.
—No, no, no, espere.
Me adelanté a decir mientras me adentraba en la oficina completamente.
—Trabajo en uno de sus clubes, el gerente me despidió sin razón alguna y me pidió favores para devolverme el trabajo.
Él rodó los ojos.
—Si supieras cuantas veces he tenido que hacer investigaciones por denuncias como las tuyas y nunca son ciertas.
—Pero esta vez lo es, se lo juro, se lo juro que lo es. Uno de los hombres me acosó y reaccioné mal y el gerente me dijo que debí soportarlo y no haber hecho lo que hice, se lo juro.
—¿Tienes pruebas?
Y justo mientras negaba los guardias entraron en la oficina y me tomaron del brazo cada uno con la intención de sacarme de la oficina.
Entonces mi única salvación se estaba esfumando entre mis manos y no había nada que pudiera hacer para evitarlo.
—Se lo juro que no estoy mintiendo, tengo una hija, si pierdo mi trabajo no tendré como sacarla adelante.
Pero fue demasiado tarde, la puerta de cristal de su oficina se cerró y los guardias me terminaron de arrastrar hasta el ascensor.
Los sollozos comenzaron a ser fuertes mientras el ascensor descendía y cada mínima esperanza que tuve en mi interior, se esfumó como se esfuma la oscuridad cuando enciendes una pequeña linterna.
—No tienes que llevarme como una delincuente.
—Considerando que podríamos demandarte por allanamiento, pues si, eres una delincuente.
—Solo soy una madre soltera que intenta que su acoso laboral no se quede intacto.
—Entonces ve a la policía no aquí.
Cuando las puertas del ascensor se abrieron me arrastraron fuera del edifico y me dejaron en la acera y cerraron las puertas quedándose en la entrada para evitar que regresara.
Si bien, su idea era la más lógica, ir a la policía. Realmente no era la más factible, porque solo sería un desgaste total y al final yo sería quien terminaría perdiendo. Porque era la mujer sola, madre soltera y llena de deudas que no tenía a nadie con quien contar.
Secando mis lágrimas decidí seguir mi camino, pero justo cuando me daba la vuelta para irme por donde había venido, escuché que su voz me llamaba.
—Señorita Nora Harrison.
Andrew PankrovNo solía meterme en estos tipos de asuntos. La mayoría de las veces tenía abogados que se hacían cargo de estos mientras que la otra mitad tenía que descartarla yo mismo por cuestiones de situaciones incómodas en las que tenía que ser el receptor.De igual forma, no solía molestarme con esto.Pero entonces, aquella mujer tocó una fibra algo sensible en mí cuando mencionó que tenía una hija.Sus súplicas fueron convincentes, pero si me dejara llevar por cada persona que se ve convincente para ayudarla, tendría una larga lista de pendientes diarios.Pero tenía una hija y ese tema era un punto y aparte en mi vida. Dónde había niños involucrados algo en mí despertaba y me pedía que me hiciera cargo.Porque yo pude haber tenido una pequeña niña, pero la perdí en un accidente de autos junto con su madre pocos meses antes de su nacimiento. Ninguna de las dos se salvaron y ahora yo quedé con el recuerdo doloroso de todo lo que pasó.Por eso, porque vi a esa mujer en mi Dayana s
Nora HarrisonCuando menos te lo esperas las cosas mejoran indudablemente. Cuando llegó la hora de mi trabajo me vestí con mi uniforme y peiné mi cabello lo mejor que pude en una coleta para verme presentable. Por primera vez maquillé mi rostro para ir al trabajo y coloqué un poco de sombras oscuras para hacer resaltar mis ojos que eran entre un amarillo y verde muy claro.Naro ya se encontraba en el lugar en el que la cuidaban, así que solo tuve que tomar mi bolso con mis cosas y salir en mi auto hacia el trabajo.Los nervios me recorrían mientras estacionaba y salía en dirección hacia la entrada. Entonces el guardia de seguridad, que siempre estaba muy desenfadado y tranquilo hoy se encontraba nervioso y removiéndose incómodo desde el instante en el que me vio.—Buenas noches, Nora.Nunca le había dicho mi nombre, pero no me preocupé por ese detalle cuando tenía cosas más importantes que presenciar.En cuanto entré en el club pude sentir la tensión en todo el lugar y las empleadas q
Nora HarrisonDías después…Habían pasado ya varios días desde el último momento en el que fue al club a arreglar las cosas. Ahora teníamos un uniforme decente y un nuevo gerente que al menos nos trataba con respeto y estaba atento a nuestras necesidades. Según escuché lo habían amenazado con demandarlo hasta por respirar si no cumplía con todas las reglas del club.Y eso me llenó de una satisfacción que no había sentido en mucho tiempo, sin mencionar que había conservado mi trabajo y ahora el ambiente era muchísimo más ameno y relajado para trabajar.No había vuelto a hablar con él aunque muchas veces me tentaba a presionar su número en mi teléfono solo para escuchar su voz o preguntarle como estaba, pero nunca me atrevía y ocupaba mi mente para distraerme de él y su sonrisa, su voz ronca, su cuerpo tan musculoso y esa altura que me volvía loca.Ese día había salido relativamente del trabajo y tuve que hacer todo el proceso de siempre, buscar a Naro en el lugar en el que la cuidaban
Andrew PankrovMi teléfono personal comenzó a sonar justamente a las una y treinta de la mañana. Era martes, y por lo general los martes dormía temprano, pero por alguna razón ese día no había abandonado mi oficina y había continuado adelantando el trabajo.Me extrañó escucharlo sonar porque normalmente no lo hacía, solo mis familiares tenían ese teléfono y algunos amigos muy cercanos que sabían que no me gustaba ser molestado, por lo que supuse que se trataba de una emergencia, pero cuando vi que no tenía registrado el número lo único que pensé fue en no tomar la llamada.Pero algo me dijo que lo hiciera, por eso contesté y esperé a que hablaran primero del otro lado.Entonces lo que escuché me dejó frío, incluso cuando había desabotonado un par de los botones de mi camisa a causa del calor.—No puedo levantarme, duele demasiado y Naro está sola, en el lobby. Sé que tiene que estar asustada y necesito ayuda.—¿Nora? —cuestioné sorprendido al escuchar su voz tan demacrada y sollozante
Andrew Pankrov El camino nunca se me había hecho tan largo y nunca había roto tantas leyes de tránsito como lo había hecho en ese momento. Pero cada vez que veía a Nora y a su hija a través del espejo retrovisor, solo podía sentir apuro y desesperación por llevarla al lugar en el que podrían atenderla correctamente. —Naro ¿tu mamá sigue despierta? —le cuestioné a la pequeña ya que desde donde estaba no podía apreciar si estaba aun despierta o no. —Si, está despierta. Sabiendo que tenía que dejar a Naro con alguien mientras entraba a la sala de emergencias, decidí llamar a mi mejor amiga Alisha. Era en la única persona en la que confiaba para que se quedara con Naro mientras me encargaba de su madre. —Alisha, perdona que te llame a estas horas, pero necesito que vengas al hospital, ha sucedido algo y necesito que me ayudes a cuidar de alguien. —Okey, no te preocupes, aun no me iba a la cama ¿pero estás tu bien? —Si, sí, yo estoy bien, cuando llegues al hospital te explico todo, p
Nora HarrisonA penas me sentía consciente mientras movían mi cuerpo, a penas sentía que estaba despierta mientras una luz parpadeaba sobre mi ojo mientras un dolor fuerte continuaba atravesando partes sensibles de mi cuerpo. Y luego todo se apagó después de un fuerte pinchazo. No supe cuánto tiempo pasó cuando pude volver a abrir los ojos y lejos de preocuparme por mi cuerpo, por cómo me sentía o por cualquier otra cosa, me preocupé por Naro. Mi pequeña niña había estado sola. Ni siquiera sabía cómo había llegado al hospital, no podía recordar más allá de los golpes contra mi cuerpo y de Naro huyendo hacia su escondite. Pero la respuesta vino tan rápido como la duda cuando lo vi a él, Andrew. Sentado en el sofá de la esquina de la habitación de suelos y paredes blancas sin muchos detalles. — ¿Señor Pankrov? —cuestioné en un susurro ronco. —Oh, por dios, al fin despertaste. Y al ver la preocupación en mi pecho algo se apretujó.Él se levantó de su lugar cuál resorte sin dudar u
Nora Harrison Cuando mis ojos volvieron a abrirse me encontraba sola en la misma habitación en la que había despertado por primera vez. Esta vez las cortinas estaban abiertas y entraba una leve luz por la ventana indicando que debía ser o el atardecer o el amanecer. No importaba. Saber que había despertado y que estaba viva era suficiente para que me sintiera lo suficientemente feliz. No feliz como una alegría contagiosa y escandalosa, sino de ese tipo de felicidad tranquila de saber que superaste algo que pensabas que no pasarías. Ahora el dolor no era tan insoportable aunque si limitante porque ni siquiera podía sentarme correctamente en la camilla sin sentir que todos mis músculos protestaban, pero al menos o sentía nada roto o con un dolor demasiado fuerte que no pudiera continuar intentando levantarme. Justo cuando terminaba de sentarme en la camilla la puerta se abrió y por ella ingresaron Andrew y un hombre con bata que supuse era el doctor. —Oh, pero nuestra paciente ya es
Andrew Petrov No esperé que Nora aceptara tan fácil venir conmigo. Después de todo era un extraño para ella que apenas conocías. Pero la entendía. La situación en la que se había visto comprometida era muy difícil. Tener que cuidar de una niña sola y no estar en condiciones para hacerlo era por mucho, atemorizante. Por eso le ofrecía mi ayuda, porque entendía por lo que tenía que estar pasando ella. Alisha tomó a Naro y juntas salieron de la habitación tras ella despedirse de su madre. Si bien, ya Nora podría salir de la clínica, debía primero resolver algunas cosas antes de que eso sucediera. Dejándola sola por unos minutos bajé al primer nivel y fui directo a la parte de caja para saldar la deuda y que me dieran la de alta. No tardé mucho porque la había solicitado desde antes sabiendo que ya era hora de que regresara a casa. Por suerte no había tenido nada roto y el resto de su recuperación sería en casa. Antes de regresar a la habitación tomé mi teléfono celular y marqué el