Andrew Pankrov
Mi teléfono personal comenzó a sonar justamente a las una y treinta de la mañana. Era martes, y por lo general los martes dormía temprano, pero por alguna razón ese día no había abandonado mi oficina y había continuado adelantando el trabajo.
Me extrañó escucharlo sonar porque normalmente no lo hacía, solo mis familiares tenían ese teléfono y algunos amigos muy cercanos que sabían que no me gustaba ser molestado, por lo que supuse que se trataba de una emergencia, pero cuando vi que no tenía registrado el número lo único que pensé fue en no tomar la llamada.
Pero algo me dijo que lo hiciera, por eso contesté y esperé a que hablaran primero del otro lado.
Entonces lo que escuché me dejó frío, incluso cuando había desabotonado un par de los botones de mi camisa a causa del calor.
—No puedo levantarme, duele demasiado y Naro está sola, en el lobby. Sé que tiene que estar asustada y necesito ayuda.
—¿Nora? —cuestioné sorprendido al escuchar su voz tan demacrada y sollozante.
—Soy yo, señor Andrew. Lamento molestarlo a estas horas, pero fui agredida en el estacionamiento de mi edificio, no puedo levantarme, todo duele demasiado y Naro fue educada para no salir si ve peligro ¿puede ayudarme otra vez, por favor?
Y ni siquiera tuvo que pedirlo dos veces.
Me levanté de mi escritorio y corrí hacia la puerta mientras continuaba con el teléfono al oído.
—No cortes la llamada —le indiqué.
—Mi teléfono es prepago, señor Andrew, no creo que alcance.
—Contesta cuando te llame.
Colgué la llamada mientras iba hacia el garaje para tomar uno de mis autos y volví a llamarla.
Mi ceño se frunció cuando no contestó al primer tono, pero antes del segundo lo tomó y yo subí al auto para arrancar y salir en su dirección.
—¿Qué te sientes? —cuestioné saliendo de la mansión.
Sabía en dónde ella vivía porque mi chofer me lo había informado, por alguna razón le pregunté como era el lugar en el que vivía y aunque quise aparecerme y hablar con ella, lo evité por si eso la hacía sentir incómoda.
—Me duele mucho la cabeza, creo que tengo una contusión o algo, también estoy sangrando por la frente.
—Ya voy en camino, solo aguanta un poco más ¿de acuerdo?
—De acuerdo.
Acelerando el auto a una velocidad no permitida atravesé toda la ciudad y cuando llegué a los barrios bajos conduje un poco más rápido hasta que me detuve frente a su edificio.
Habían unos tres autos en el estacionamiento delantero.
No fue muy difícil ubicarla porque la puerta de copiloto de su auto oxidado estaba abierta, ella estaba en el suelo, con las cosas de su bolsa desparramadas por todo su alrededor y una mochila con dibujos infantiles estaba entre sus brazos y ella se abrazaba a ella como si su vida dependiera de ello, aunque debió creer eso cuando fue golpeada de esa forma.
Bajando rápido del auto me acerqué a ella y la vi con los ojos cerrados aferrándose al teléfono en su oído.
—¿Falta mucho, señor Andrew? —cuestionó a través de la línea y yo bajé el móvil y colgué la llamada.
—Ya estoy aquí, Nora.
—Naro, Naro está en el lobby, la palabra de seguridad es cocomelón.
Sin dudarlo, me moví hacia el lobby sabiendo que era más importante para ella la tranquilidad de su hija que su propio bienestar. Ella no se movería del asfalto sin que su hija estuviera a salvo y tranquila en mi auto.
Al entrar al lobby lo encontré oscuro y oliendo un poco a moho, pero Naro no estaba por ningún lado.
—Naro, cocomelón.
Mi voz fue baja y tranquila intentando que ella no se asustara más de lo que probablemente estaba.
Entonces Naro salió detrás de una enorme planta en el lobby y no pude evitar sonreír al ver a la pequeña niña con descendencia asiática y cabello rizado, solo que a diferencia de su madre era muy negro al igual que sus ojos.
—Mami está en el suelo —su voz era un susurro asustado —un hombre la golpeó, yo lo vi pero ella me dijo que no hiciera nada y me escondiera si pasaba algo así.
—Hiciste muy bien, Naro, tu mami está muy orgullosa de ti, pero tengo que llevarla al hospital, solo que primero ella tiene que saber que estás bien ¿vendrías conmigo?
—Repite la palabra —susurró.
—Cocomelón.
Ella me tendió su mano y yo me acerqué a ella para tomarla y sacarla del edifico con lentitud. Para evitar que volviera a ver a su madre en esas condiciones la llevé por detrás del auto y la subí en mi auto, en el asiento de copiloto y le abroché el cinturón de seguridad.
—Vuelvo en un segundo.
Volviendo con Nora, arrojé todas sus cosas dentro del auto, cerré la puerta y pegué seguro antes de tomarla en brazos y dirigirme a la parte trasera de mi auto escuchando sus quejidos suaves, pero en cuanto la deposité en el cuero de mi asiento, ella se quedó en silencio para evitar que Naro la escuchara.
Y aunque ambas estaban en silencio, Nora tratando de soportar el dolor y Naro tratando de salir del trauma. Yo solo podía pensar en quien pudo haberle hecho eso a ella y en que lo encontraría solo para hacerle pagar, porque no quería robarle nada, mucho menos llevarse a la niña, querían hacerle una maldad y creía saber quien podría haber sido capaz de hacer algo como eso.
Larry Cooper, el hombre que acababa de demandar por acoso y violación a sus empleadas y abuso de poder.
Andrew Pankrov El camino nunca se me había hecho tan largo y nunca había roto tantas leyes de tránsito como lo había hecho en ese momento. Pero cada vez que veía a Nora y a su hija a través del espejo retrovisor, solo podía sentir apuro y desesperación por llevarla al lugar en el que podrían atenderla correctamente. —Naro ¿tu mamá sigue despierta? —le cuestioné a la pequeña ya que desde donde estaba no podía apreciar si estaba aun despierta o no. —Si, está despierta. Sabiendo que tenía que dejar a Naro con alguien mientras entraba a la sala de emergencias, decidí llamar a mi mejor amiga Alisha. Era en la única persona en la que confiaba para que se quedara con Naro mientras me encargaba de su madre. —Alisha, perdona que te llame a estas horas, pero necesito que vengas al hospital, ha sucedido algo y necesito que me ayudes a cuidar de alguien. —Okey, no te preocupes, aun no me iba a la cama ¿pero estás tu bien? —Si, sí, yo estoy bien, cuando llegues al hospital te explico todo, p
Nora HarrisonA penas me sentía consciente mientras movían mi cuerpo, a penas sentía que estaba despierta mientras una luz parpadeaba sobre mi ojo mientras un dolor fuerte continuaba atravesando partes sensibles de mi cuerpo. Y luego todo se apagó después de un fuerte pinchazo. No supe cuánto tiempo pasó cuando pude volver a abrir los ojos y lejos de preocuparme por mi cuerpo, por cómo me sentía o por cualquier otra cosa, me preocupé por Naro. Mi pequeña niña había estado sola. Ni siquiera sabía cómo había llegado al hospital, no podía recordar más allá de los golpes contra mi cuerpo y de Naro huyendo hacia su escondite. Pero la respuesta vino tan rápido como la duda cuando lo vi a él, Andrew. Sentado en el sofá de la esquina de la habitación de suelos y paredes blancas sin muchos detalles. — ¿Señor Pankrov? —cuestioné en un susurro ronco. —Oh, por dios, al fin despertaste. Y al ver la preocupación en mi pecho algo se apretujó.Él se levantó de su lugar cuál resorte sin dudar u
Nora Harrison Cuando mis ojos volvieron a abrirse me encontraba sola en la misma habitación en la que había despertado por primera vez. Esta vez las cortinas estaban abiertas y entraba una leve luz por la ventana indicando que debía ser o el atardecer o el amanecer. No importaba. Saber que había despertado y que estaba viva era suficiente para que me sintiera lo suficientemente feliz. No feliz como una alegría contagiosa y escandalosa, sino de ese tipo de felicidad tranquila de saber que superaste algo que pensabas que no pasarías. Ahora el dolor no era tan insoportable aunque si limitante porque ni siquiera podía sentarme correctamente en la camilla sin sentir que todos mis músculos protestaban, pero al menos o sentía nada roto o con un dolor demasiado fuerte que no pudiera continuar intentando levantarme. Justo cuando terminaba de sentarme en la camilla la puerta se abrió y por ella ingresaron Andrew y un hombre con bata que supuse era el doctor. —Oh, pero nuestra paciente ya es
Andrew Petrov No esperé que Nora aceptara tan fácil venir conmigo. Después de todo era un extraño para ella que apenas conocías. Pero la entendía. La situación en la que se había visto comprometida era muy difícil. Tener que cuidar de una niña sola y no estar en condiciones para hacerlo era por mucho, atemorizante. Por eso le ofrecía mi ayuda, porque entendía por lo que tenía que estar pasando ella. Alisha tomó a Naro y juntas salieron de la habitación tras ella despedirse de su madre. Si bien, ya Nora podría salir de la clínica, debía primero resolver algunas cosas antes de que eso sucediera. Dejándola sola por unos minutos bajé al primer nivel y fui directo a la parte de caja para saldar la deuda y que me dieran la de alta. No tardé mucho porque la había solicitado desde antes sabiendo que ya era hora de que regresara a casa. Por suerte no había tenido nada roto y el resto de su recuperación sería en casa. Antes de regresar a la habitación tomé mi teléfono celular y marqué el
Nora HarrisonSalir del hospital me dio una sensación visceral. Ese tipo de sensación en la que sientes que algo está bien, pero también se siente que algo está mal. Salir era un alivio porque los hospitales nunca me habían gustado y me gustaron mucho menos tras la muerte del padre de Naro. Pero también se sentía poco seguro estar afuera después de lo que me había sucedido. Y aunque no sentía un miedo paralizante, si sentía la necesidad de mirar a todos lados y por encima de mi hombro aunque estuviera siendo arrastrada en una silla de ruedas por Andrew. La verdad era que no sabría cómo agradecerle a este hombre por todo lo que estaba haciendo por mi. Cuidaba de Naro, iba a buscarme en medio de la noche porque lo llamé implorando por ayuda y ahora cuidaría de mí el tiempo que necesitará. Él estaba siendo un santo para mi en esos momentos. Y aunque no lo quisiera admitir en voz alta, me sentiría más segura en su mansión que en mi pequeño departamento, el mismo lugar en el que allana
Nora Harrison Cuando por fin pude entrar en la casa me quede impactada. Todo en la casa era tan maravilloso y arquitectónico. Las paredes con formas extrañas que la hacían ver hermosas y otras totalmente lisas que la hacían ver impolutas. Los candelabros, las ventanas, las cortinas y las enormes escaleras en el centro del lugar hacían ver todo como si fuese una casa de cuento de hadas. Una de esas enormes casas de princesas modernas. Y los colores combinaban a la perfección con cada espacio habilitado de la casa. Y la habitación a la que Andrew me llevó era maravillosa. Con una enorme cama con dosel e incluso muebles dentro de la habitación en colores marrones y dorados. —Tú casa es muy hermosa. —Lo es, aunque un poco solitaria. —Ahora que Naro y yo estaremos aquí te haremos un poco de compañía. —Y yo estaré encantado de recibirla. —Una pequeña sonrisa bailó en mis labios y él me la devolvió mientras me ayudaba a subirme a la cama con cuidado. —Pronto vendrán dispositivos y co
Nora Harrison Los días iban pasando y cada vez estos pasaban de ser días a semanas. Las cosas iban de acuerdo con como supuse que lo harían. Andrew se encargaba de llevar y traer a Naro a la escuela todos los días y yo me pasaba el rato estudiando, aprendiendo cada cosa nueva que Andrew pusiera delante de mí y todo porque quería mostrarle que podía devolverle con creces todo lo que él estaba haciendo por mí. Me mantenía en su casa aun cuando podía ya hacer mis cosas por mi cuenta, pero él no parecía muy preocupado porque tuviera que irme de su hogar. Todas las noches cenábamos juntos y él iba a casa para almorzar y Naro, dios, mi pequeña bebé nunca había tenido una habitación como la que Andrew había creado para ella. Él se preocupaba mucho. Y cuando me enteré de lo que le había pasado a la familia que él pudo tener fue inevitable que no sintiera algo de pena. El solo imaginarme haber pedido a Naro junto con su padre hubiese sido una pérdida de la que nunca me habría podido recuper
Andrew Petrov Sabía mejor que nadie el miedo paralizante que Nora debía sentir cada vez que le pedía salir de casa. Durante estas semanas nunca me había pedido si quiera salir al parque o ir a buscar a Nora conmigo y sabía que todo esto era por su miedo a salir. Ella ya podía caminar adecuadamente, sus moretones habían desaparecido y sabía que el dolor también. Pero se excusaba en ello constantemente para no poner un pie fuera de la casa. Y sabía que si dejaba el tiempo pasar ese miedo poco a poco iría creciendo más y salir de ahí sería imposible. La había hecho mentalizarse poco a poco el salir usando la excusa de ir a buscar a Naro y sabía que su mente se estaba acostumbrado a ello, pero debía dar el primer paso, sin ese primer paso nada podría funcionar. Por ello ideé un plan. La había estado adiestrando el tiempo suficiente como para desarrollar sus habilidades. La puse a leer libros, hacer cursos, estudiar estrategias no solo de marketing, sino también de liderazgo entre otra