Capítulo 7

Andrew Pankrov

Mi teléfono personal comenzó a sonar justamente a las una y treinta de la mañana. Era martes, y por lo general los martes dormía temprano, pero por alguna razón ese día no había abandonado mi oficina y había continuado adelantando el trabajo.

Me extrañó escucharlo sonar porque normalmente no lo hacía, solo mis familiares tenían ese teléfono y algunos amigos muy cercanos que sabían que no me gustaba ser molestado, por lo que supuse que se trataba de una emergencia, pero cuando vi que no tenía registrado el número lo único que pensé fue en no tomar la llamada.

Pero algo me dijo que lo hiciera, por eso contesté y esperé a que hablaran primero del otro lado.

Entonces lo que escuché me dejó frío, incluso cuando había desabotonado un par de los botones de mi camisa a causa del calor.

—No puedo levantarme, duele demasiado y Naro está sola, en el lobby. Sé que tiene que estar asustada y necesito ayuda.

—¿Nora? —cuestioné sorprendido al escuchar su voz tan demacrada y sollozante.

—Soy yo, señor Andrew. Lamento molestarlo a estas horas, pero fui agredida en el estacionamiento de mi edificio, no puedo levantarme, todo duele demasiado y Naro fue educada para no salir si ve peligro ¿puede ayudarme otra vez, por favor?

Y ni siquiera tuvo que pedirlo dos veces.

Me levanté de mi escritorio y corrí hacia la puerta mientras continuaba con el teléfono al oído.

—No cortes la llamada —le indiqué.

—Mi teléfono es prepago, señor Andrew, no creo que alcance.

—Contesta cuando te llame.

Colgué la llamada mientras iba hacia el garaje para tomar uno de mis autos y volví a llamarla.

Mi ceño se frunció cuando no contestó al primer tono, pero antes del segundo lo tomó y yo subí al auto para arrancar y salir en su dirección.

—¿Qué te sientes? —cuestioné saliendo de la mansión.

Sabía en dónde ella vivía porque mi chofer me lo había informado, por alguna razón le pregunté como era el lugar en el que vivía y aunque quise aparecerme y hablar con ella, lo evité por si eso la hacía sentir incómoda.

—Me duele mucho la cabeza, creo que tengo una contusión o algo, también estoy sangrando por la frente.

—Ya voy en camino, solo aguanta un poco más ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

Acelerando el auto a una velocidad no permitida atravesé toda la ciudad y cuando llegué a los barrios bajos conduje un poco más rápido hasta que me detuve frente a su edificio.

Habían unos tres autos en el estacionamiento delantero.

No fue muy difícil ubicarla porque la puerta de copiloto de su auto oxidado estaba abierta, ella estaba en el suelo, con las cosas de su bolsa desparramadas por todo su alrededor y una mochila con dibujos infantiles estaba entre sus brazos y ella se abrazaba a ella como si su vida dependiera de ello, aunque debió creer eso cuando fue golpeada de esa forma.

Bajando rápido del auto me acerqué a ella y la vi con los ojos cerrados aferrándose al teléfono en su oído.

—¿Falta mucho, señor Andrew? —cuestionó a través de la línea y yo bajé el móvil y colgué la llamada.

—Ya estoy aquí, Nora.

—Naro, Naro está en el lobby, la palabra de seguridad es cocomelón.

Sin dudarlo, me moví hacia el lobby sabiendo que era más importante para ella la tranquilidad de su hija que su propio bienestar. Ella no se movería del asfalto sin que su hija estuviera a salvo y tranquila en mi auto.

Al entrar al lobby lo encontré oscuro y oliendo un poco a moho, pero Naro no estaba por ningún lado.

—Naro, cocomelón.

Mi voz fue baja y tranquila intentando que ella no se asustara más de lo que probablemente estaba.

Entonces Naro salió detrás de una enorme planta en el lobby y no pude evitar sonreír al ver a la pequeña niña con descendencia asiática y cabello rizado, solo que a diferencia de su madre era muy negro al igual que sus ojos.

—Mami está en el suelo —su voz era un susurro asustado —un hombre la golpeó, yo lo vi pero ella me dijo que no hiciera nada y me escondiera si pasaba algo así.

—Hiciste muy bien, Naro, tu mami está muy orgullosa de ti, pero tengo que llevarla al hospital, solo que primero ella tiene que saber que estás bien ¿vendrías conmigo?

—Repite la palabra —susurró.

Cocomelón.

Ella me tendió su mano y yo me acerqué a ella para tomarla y sacarla del edifico con lentitud. Para evitar que volviera a ver a su madre en esas condiciones la llevé por detrás del auto y la subí en mi auto, en el asiento de copiloto y le abroché el cinturón de seguridad.

—Vuelvo en un segundo.

Volviendo con Nora, arrojé todas sus cosas dentro del auto, cerré la puerta y pegué seguro antes de tomarla en brazos y dirigirme a la parte trasera de mi auto escuchando sus quejidos suaves, pero en cuanto la deposité en el cuero de mi asiento, ella se quedó en silencio para evitar que Naro la escuchara.

Y aunque ambas estaban en silencio, Nora tratando de soportar el dolor y Naro tratando de salir del trauma. Yo solo podía pensar en quien pudo haberle hecho eso a ella y en que lo encontraría solo para hacerle pagar, porque no quería robarle nada, mucho menos llevarse a la niña, querían hacerle una maldad y creía saber quien podría haber sido capaz de hacer algo como eso.

Larry Cooper, el hombre que acababa de demandar por acoso y violación a sus empleadas y abuso de poder.

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