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Cole
Ya había pasado un mes en el que no iba al submundo, pero estaba informado de todo lo que sucedía en mis malditos dominios, soy dueño del mundo criminal en Nueva York y le rindo cuentas a una sola persona. Bones.
—Espero que todo este marchando bien —le dije a Bones en una llamada, cuando salí del baño.
—Todo va como la seda, señor. Tómese mejor unas vacaciones —me ofrece.
Sonriendo me colocó una toalla alrededor de mi cadera cuando salgo y afeito los bordes de mi barba, veo mi cabello negro casi llegando a mi nariz, debería cortarlo, pero me gusta cómo se ve, paso la mano para llevar las hebras de mi cabello fuera de mi rostro, recuerdo que mi nueva asistenta debe estar por llegar en cualquier momento, sin embargo no sé si me dé tiempo de esperar a que llegue, mi antigua ama de llaves está de vacaciones, así que mejor le dejo una nota con lo que necesito principalmente y dinero suficiente para las compras junto con su pago.
—Trataré de tener vacaciones —me reí más abiertamente.
—Un embarque llega en dos semanas, el señor Volkov necesita las armas —me cuenta.
—Bien, me parece bien. Avísame si todo sale bien, ¿hiciste el pago a los Seraphiel? —cuestioné— si aun queremos traficar las armas de forma legal tenemos que seguir tratando con ellos.
Luego de colgar me puse una camisa manga corta azul, unos jeans negros rasgados a la altura de mis muslos y rodillas, y una chaqueta de cuero negra, salgo de mi cuarto rumbo a la cocina a prepararme mi café, normalmente me pondría un traje para visitar las empresas, pero llevo un mes estando de empresa en empresa que hoy no me apetece, reviso el resto de mis correos, descartó unos mensajes y bloqueo a Haven, es un dolor en el culo con sus tonterías, quiere un vida juntos después de un par de polvos con el rey del submundo.
¡Está loca!
Caminé dejando salir un suspiro estoy demasiado cansado, las empresas legales últimamente traen más trabajo, estamos reformando uno de mis edificios y he tenido inconsistencias con los obreros y las empleadas, y si hay algo que me molesta es que estorben el trabajo de mis empleados, suelo ser imparcial en estos casos, pero los hombres a veces llevan todo al límite y si una mujer no te da pie, déjala en paz.
Llegué sin ningún inconveniente a Bienes Raíces Dubois (RED) en mi Mustang, está zona es bastante concurrida. Toda la ciudad es bastante concurrida a cualquier hora, compré una casa de tres pisos y la remodelé para que fuera las oficinas centrales de los agentes de bienes raíces que muestran y venden las casas que compro. Saludé a todos en cuanto entré con un simple "buenos días", venía cada seis meses y me adelanté dos meses en venir, tal vez sospechaban que venían despidos por mi parte, aunque no es así, Nancy me dijo que había problemas con algunos empleados y mi sobrino, y eso no me gustó.
Llegué hasta donde estaba Nancy Otero la gerente encargada del lugar, es una mujer de unos treinta y dos años, pelirroja, de piel blanca y pecosa, de tranquilos ojos miel y tiene 6 meses de embarazo, es una mujer bajita, amable, sin embargo, con carácter de temer como buena latina y trabajadora, le dejo la guía de mi empresa con los ojos cerrados, mi sobrino solo piensa que lleva la b****a ya que mi hermano mayor y su esposa habían muerto en un accidente hace unos años dejando a Alessandro huérfano.
A veces sólo queda confiar en extraños y hasta el momento es una mujer ejemplar y no tengo quejas y sin saberlo es quien mueve mucho de mi dinero sucio para la compra de casa para luego revenderlas.
—Nancy, ¿cómo estás? —pregunté adusto como siempre—. Necesito que llames a mi asistente, tengo que programar unas citas nuevas —ordené caminando a mi oficina.
Nadie usa mi oficina cuando no estoy, Alessandro tiene una más pequeña, mi secretaria debe limpiarla y mantenerla al día para cuando yo vuelva en cualquier momento, normalmente trabajo vía e-mail y debería tener una sola asistente que se comunique con las demás secretarías para que lleve bien todos mis negocios, pero no confío en nadie y tampoco he buscado.
—Buenos días, señor Dubois, su secretaria aún no llega —la escucho decir y eso detiene mi caminar. Me le quede viendo confundido, hundí el ceño empezando a molestarme, odio que la gente llegue tarde, que no sigan el maldito plan que se les tiene en la vida.
¿Para qué tienen un horario si no van a cumplirlo?
—¿Por qué no ha llegado? —me devolví para estar a dos metros distancia de ella.
La mujer trago saliva algo nerviosa y vio al reloj en la pared detrás de mí, encima de mi cabeza.
—Son las 7:45 am ella entra a las 8:00 am, en unos minutos llegará, es muy puntual así usted no se encuentre. Aparte no sabíamos que usted venía hoy —trata de excusarla.
—¿Tengo que avisar cuando quiera venir? Me pediste que viniera lo más pronto posible y aquí estoy, Nancy —pregunté irónicamente levantando una ceja.
—Por supuesto que no, señor sólo le estaba informando —traga saliva nerviosa.
Asentí lentamente y pensé mejor las cosas, me desvíe un poco a la derecha y vi el escritorio de mi secretaria perfectamente ordenado, con la computadora apagada y un pequeño cuenco de cristal con una delicada orquídea en ella en agua, me senté y vi todo desde esa posición subiendo los pies en el escritorio e inclinándome sacando un cigarrillo de mi chaqueta. Esperaré a la muchacha que supuestamente le gusta llegar puntual.
Atendía un par de llamadas diez minutos después, cuando escuché que llegó una mujer saludando a todos sin notar el espeso ambiente que cree con mi presencia hosca, no le di importancia ni siquiera la miré y empecé a buscar la carpeta que necesitaba con los datos de la casa que me habían pedido por teléfono, sabía cuál era pues yo mismo la había comprado, pero no podía recordar si tenía pisos de cerámica o madera. Escuché un carraspeo enojado y dejé de buscar para ver atentamente quien me interrumpía.
—Fíjese que ya llegó la secretaría ¿qué le parece si llama dentro de 5 minutos para que le demos todos los detalles que me pide? —colgué antes de escuchar respuesta.
—Se puede saber quién es usted y porque está sentado en mi escritorio contestando llamadas de esa manera? —cuestiona ella con las cejas hundida y altanera.
Era una muchacha rubia y joven de al menos unos 20 años menos que yo, alta y de piernas largas por lo que se le veía en su vestido borgoña que le llegaba a medio muslo, tenía unos zapatos de tacón bajo y una cartera que cruzaba en medio de su torso, con sus ojos azul claros y esa carita de muñeca casi perfecta, labios gruesos que invitaban a besar y me provocó morderla, sonreí para distraer a mi mente de que una hermosura como esta era mi empleada. Mi secretaria.
¡Vaya!
5ColeNormalmente a mí no me trataban así, sin importar que supieran que era el jefe, todos me respetaban y está chiquilla veinte años menor que yo no iba a venir a faltarme el respeto.—Soy tu jefe, dueño de esta empresa, dueño de todos, inclusive dueño de ti —le dije con insolencia, no sé porque era tan fanfarrón con una chica grosera y altanera, en vez de explicar que soy su empleador.Pero no pude evitarlo, noté como un escalofríos recorrió su cuerpo y mi sonrisa se ensancha más. Es mía, eso era un jodido hecho.—No tengo dueño, mi jefe es Alessandro Dubois o Nancy —dijo con soberbia, levantando el mentón.—Yo soy el jefe de todos, muñequita —aseguré de modo engreído— Alessandro en mi sobrino y solo un encargado.—No soy una muñequita —espetó enojada, con las mejillas rojas de la ira— esto está mal — intentó respirar profundo tratando de calmarse y su pecho subió y bajo apretando su escote haciendo que sus tetas se vieran deliciosas, lo que me hizo apretar mis manos en puños y mi
6ValentinaPeino y seco con un secador mi melena larga y rubia luego de ducharme esa mañana, mi cabello es un rubio natural, largo y ondulado, luego de quedar a gusto con el resultado voy a vestirme rápido.—Te ves bien, nena —me dije a mí misma en el espejo y luego reí alegremente. Ya no me sentía tan mal por haber terminado con el idiota de mi jefe, de hecho, me siento aliviada por no haberme acostado con él.Decido al final dejarme el cabello suelto, a veces mi cuerpo llama mucho la atención, nunca me gusto eso de llamar la atención, todos me veían como un objeto que solo se admira y eso me sacaba de quicio, aunque ya estaba acostumbrada a ese hecho. Me puse la mejor ropa que tengo para ir al trabajo y salí de mi habitación temporal.Estaba muy emocionada y busqué a Valeria en la cocina, desayunamos entre cuentos y risas, le cuento un poco de lo que es mi trabajo el día de hoy.—No es nada complicado, Valeria solo soy la secretaria en la oficina de agencias de bienes raíces, fue e
7Valentina“¡Alguien que me calle!” pensé. Mi boca siempre ha tenido este caso grave de vida propia.El jefe irradia molestia, pero no me lo hace saber concretamente.—Bien, termina lo más que puedas, de ahora en adelante vas a llegar directo a mi oficina para arreglar esto —ordena, poniéndose de pie de manera fluida, mi mirada pecadora vaga por su esculpido cuerpo y santo Dios— y espero no estes de vaga, odio eso.Se alejo de mí y solté un respiro que yo no sabía que estaba conteniendo.—Por supuesto, que pesado eres ¿crees qué soy una irresponsable de mierda? —me levanté de un salto, puse mis manos en la cadera y él cruza las manos en su pecho y yo continué sin poder detenerme hablé en perfecto español— mire es mejor dejar las cosas así —espeté molesta, por segunda vez en el día y por culpa de mi jefe.—¿Qué dijiste? —pregunta— dilo en mi idioma, princesa —enmarcó la palabra “princesa”—Que aquí estaré como usted me ordena, muy puntual, no pensaba dejar mi trabajo a medias, señor —
8Valentina—Ya sé todo, los chismes corren rápido como pólvora en este lugar, me dijeron que pusiste a mi feo hermano en su lugar y que mi hijo adoptivo anda de grosero con la nueva secretaria —habla rápido aclarando y esperando a ver mi reacción, pero puse mi mejor cara de póker— no te conozco, pero soy tu fan.—¿Hermano? ¿hijo adoptivo? —pregunté sin saber bien que decir.¡Ja! Y yo que pensé que era la novia del jefe, mi yo interno se emociona porque no es una novia modelo del jefe, jamás admitiré eso, aunque no sé muy bien porque.Devuelvo mi atención de nuevo a la chica y me presento obviando mi verdadero apellido, aunque Sorrento, es el apellido de mi madre.—Hola, mucho gusto soy Tina, en realidad es Valentina Sorrento, pero de la otra forma es mejor para mí —le regalé una sonrisa grande— en cuanto a su familia... —hice una mueca.Decidí desde ya que ella me cae bien y me relajo un poco a su alrededor.—Lamento lo de mi hermano y mi hijo, no están acostumbrados a que le digan q
9ColeEsa mujer lograba lo que ni un hombre apuntándome con un arma podía. Sacarme de sus casillas.“Lo siento señor ¿Lo siento? Ella no siente nada” aún estoy molesto por su diatriba y luego venir con disculparse conmigo. La chica es la más hermosa e inocente que he conocido en mi vida, sin embargo, no le contesté. No pude.¿Qué iba a decirle?Era una chica demasiado insolente y altanera, y su belleza me distraía mucho, en vez de despedirla me dieron ganas de sentarla en mis rodillas y hacerla pagar, mi miembro pulsa por la maravillosa idea.—Esta bien, señor —me preguntó un empleado y solo asentí y lo despedí.“¿Qué es lo que le pasa? Lo que pedí no es tan difícil o ¿sí?” pienso molesto, no estoy acostumbrado a que me discutan mis órdenes y ella lo ha hecho desde que la conocí.Cuando salí de la oficina vi a mi hermana hablando no solo con el personal, de nosotros dos ella era la más sociable, le encanta el chisme y ponerse al día, así que la evito a toda costa mientras me pongo al
10Cole Estaba en una reunión con Nancy, lo que me tenía aun más preocupado era su solicitud. Mi mente seguía envuelta en esa chica que sigue en mi oficina.“¿Habrá escuchado lo que hablé con mi subordinado?”—Necesito tiempo para hacer unos trámites, también es ese el motivo por el que te llamé —me habla Nancy.—De aquí a dos meses te faltaría poco para que tu hija nazca, así que no creo que vuelvas en pocos meses —apunté a la verdad no dicha.El gran elefante rosa en la oficina.—Lo sé, señor Dubois, pero sabe que necesito arreglar los papeles de mi migración y eso toma tiempo, voy a venir, pero parcialmente —me dice con algo de miedo.La miré largo rato tratando de descifrar que hacer y que no, no podía tenerla de un lado a otro, no soy tan hijo de puta… al menos con algunas personas.—Mejor tomate una excedencia hasta después que nazca tu bebé, —le dije como una orden, no aceptaba un no esta vez— te necesito aquí al 100% cuando regreses, yo me encargo del manejo esos mese
11Valentina—Oh ¿sí? —cuestiona mi jefe— ¡qué bien!Su alegría me daba escalofríos y no me gustó para nada, preferí irme de nuevo a mi cómodo y solitario nido lleno de un montón de papeles, menos mal que el innombrable no ha entrado a lo que en verdad era su oficina, sigo con mis cuentas y papeles por acomodar, esta vez me pongo audífonos y decido escuchar animals, de Maroon 5.Al cabo de un rato, Nancy entra y me hace señas, me quito los audífonos y me pide que vaya a una reunión, y ve mi cara de circunstancias.—Tranquila Tina, el señor Cole te va a llevar y a traer, la reunión es importante, es un pez gordo y normalmente se hace una transferencia, pero hay un problema con una de las cuentas y el cliente se siente más seguro viendo la casa por ellos mismos —suelta un suspiro cansancio, yo le sonrió para reconfortarla y tomo las llaves de la casa que me tiende y me apresuré a tomar mi cartera para salir.Rápidamente las coloco en mi bolsillo y le agarro las manos para tranquilizarla
1 Valentina se acomodó el cabello frente al espejo del pasillo, intentando calmar los nervios. La amiga de su tía la había acogido desde que llegó a Nueva York, pero no esperaba que la señora Giulia, le consiguiera un trabajo tan rápido. ¡Acababa de llegar de otro país! —Es solo un empleo como secretaria, cariño —le había dicho Giulia esa mañana, mientras Valentina desayunaba apresurada—. Pero es en una inmobiliaria importante. El jefe es un hombre encantador, se llama Alessandro Greco. Joven, guapo y, lo más importante, soltero. Valentina solo sonrió nerviosa. Lo último que quería era mezclarse con alguien. Estaba en Nueva York para empezar de nuevo, no para cometer los mismos errores del pasado. El primer día en la inmobiliaria fue un torbellino. Alessandro Dubois resultó ser tan guapo como prometía su nombre italiano: alto, con cabello oscuro y ondulado, y una sonrisa que podría derretir el hielo. —Bienvenida, Valentina —le había dicho en cuanto ella llegó a su oficina—