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Valentina
La señora Valeria siempre fue muy amable conmigo desde el día uno, me ayudó con el trabajo y un techo, es más de lo que debió hacer por mí y le estoy eternamente agradecida y es por eso que aguanto los malos tratos de Alessandro, para no fallarle a ella, pero me dan ganas de partirle el cuello a ese idiota.
“Tranquila, Tina puedes con esto” me decía a modo de agarrar paciencia.
Había cámaras en la oficina, pero Alessandro le creyó ciegamente a su nueva conquista sin evidencia fui una paria desde ese día.
Volvía luego de otro día de m****a en la oficina, aunque hoy estuvo más tranquilo ya que Alessandro no estaba y eso fue un respiro para mí, pero mis compañeros de trabajo ya no me veían bien.
—Muchas gracias, señora Valeria, en serio le debo muchísimo— mis ojos se ponen húmedos de lo agradecida que estoy, quiero llorar desde su recibimiento, creo que no todos harían esto, pero que se yo de relaciones con otras personas, siempre estuve aislada.
La señora Valeria me había preparado rica comida, que yo devoraba ávidamente.
—Tranquila, Valentina por la sobrina de mi amiga lo que haga falta, luego hablamos de eso, ahora es mejor que descanses un poco— me aconseja.
—¿Necesita ayuda con algún pago? —le pregunté apenada. Su sonrisa se amplía en su rostro.
—No cariño, ya eso lo tengo cubierto —se ríe en voz baja— te pareces mucho a tu tía.
La señora Valeria se dio cuenta lo fascinada que me tenía su pollo al curry y me dio a repetir sin preguntar, estaba apenada, pero con mucha hambre seguí devorando mi segundo plato.
Empezamos hablar de mi tía y de cuando la Valeria la había conocido, me miró con ojos soñadores. Mi tía Malú es todo lo que me queda y que me recuerde a mi mamá.
—La conocí cuando ella viajó desde España, hace muchos años atrás se me dió la oportunidad y fui a estudiar en un intercambio, fueron buenas épocas—ella rió entre dientes recordando sus fechorías de jóvenes.
—No puedo creerlo, mi tía es tan tranquila ahora —me reí con ella.
—Así como te lo cuento, tu tía y yo éramos unas jóvenes alocadas en busca de aventuras, a ella le gustaba bailar y la adrenalina —se veía contenta mientras recordaba— mejor hablemos de cosas actuales —estaba nerviosa y lo noté, pero no dijo nada más— espero que este trabajo que te conseguí sea de ayuda, luego de unos meses más puedes dejarlo y así tener más experiencia.
Sentía una inmensa gratitud por toda la ayuda que me daba. Ella no tenía idea de cuanto yo necesitaba algo así.
—Me ahorro mucho al encontrarme este empleo, no la voy a defraudar —la abracé en medio de mi alegría.
Me devolvió el abrazo con cariño mientras ambas reíamos y ella acariciaba mi melena rubia con afecto.
—No es nada, lo hago con gusta— suspiró con una sonrisa triste —me alegra haber ayudado en algo —me dijo con una sonrisa amable.
—No se preocupe señora Valeri...— me vio severamente y me interrumpió enseguida.
—¿Cuántas veces debo decirte? dime Valeria, ya me has llamado señora muchas veces y eso como que me suma unas arrugas que estaba segura no tenía hace tres meses, muchacha —ambas soltamos risas cómplices.
—Entonces dígame Tina, así me dice mi madrina, Valeria —dije con orgullo y una gran sonrisa— tomé, esto es de lo que cobre esta semana —le di para los gastos de la casa.
Le decía tía para acortar, pero Malú era mi madrina más bella y hermosa.
—Esto es mucho, muchacha. Solo necesito que me ayudes con los gastos— se encogió de hombros— aquí, me devolvió una parte— eso es para tus gastos.
—No tengo celular por ahora para usar el wifi, pero lo demás está perfecto, gracias —le contesté.
—Necesitas uno para hablar con tu tía Malú, debería comprar uno económico que te ayude a comunicarte con tus seres queridos —me cuenta—. Luego de que mi hijo murió no tuve más visitas frecuente, sólo Doña Gilmore quien viene a jugar cartas junto con otra amiga todos los jueves, espero que el ruido que hacemos no te moleste.
—Esta es su casa, puede hacer lo que usted quiera— le aseguré.
Luego de eso me fui a dormir sin saber lo mucho que mi vida se complicaría desde entonces.
4ColeYa había pasado un mes en el que no iba al submundo, pero estaba informado de todo lo que sucedía en mis malditos dominios, soy dueño del mundo criminal en Nueva York y le rindo cuentas a una sola persona. Bones.—Espero que todo este marchando bien —le dije a Bones en una llamada, cuando salí del baño.—Todo va como la seda, señor. Tómese mejor unas vacaciones —me ofrece.Sonriendo me colocó una toalla alrededor de mi cadera cuando salgo y afeito los bordes de mi barba, veo mi cabello negro casi llegando a mi nariz, debería cortarlo, pero me gusta cómo se ve, paso la mano para llevar las hebras de mi cabello fuera de mi rostro, recuerdo que mi nueva asistenta debe estar por llegar en cualquier momento, sin embargo no sé si me dé tiempo de esperar a que llegue, mi antigua ama de llaves está de vacaciones, así que mejor le dejo una nota con lo que necesito principalmente y dinero suficiente para las compras junto con su pago.—Trataré de tener vacaciones —me reí más abiertamente
5ColeNormalmente a mí no me trataban así, sin importar que supieran que era el jefe, todos me respetaban y está chiquilla veinte años menor que yo no iba a venir a faltarme el respeto.—Soy tu jefe, dueño de esta empresa, dueño de todos, inclusive dueño de ti —le dije con insolencia, no sé porque era tan fanfarrón con una chica grosera y altanera, en vez de explicar que soy su empleador.Pero no pude evitarlo, noté como un escalofríos recorrió su cuerpo y mi sonrisa se ensancha más. Es mía, eso era un jodido hecho.—No tengo dueño, mi jefe es Alessandro Dubois o Nancy —dijo con soberbia, levantando el mentón.—Yo soy el jefe de todos, muñequita —aseguré de modo engreído— Alessandro en mi sobrino y solo un encargado.—No soy una muñequita —espetó enojada, con las mejillas rojas de la ira— esto está mal — intentó respirar profundo tratando de calmarse y su pecho subió y bajo apretando su escote haciendo que sus tetas se vieran deliciosas, lo que me hizo apretar mis manos en puños y mi
1 Valentina se acomodó el cabello frente al espejo del pasillo, intentando calmar los nervios. La amiga de su tía la había acogido desde que llegó a Nueva York, pero no esperaba que la señora Giulia, le consiguiera un trabajo tan rápido. ¡Acababa de llegar de otro país! —Es solo un empleo como secretaria, cariño —le había dicho Giulia esa mañana, mientras Valentina desayunaba apresurada—. Pero es en una inmobiliaria importante. El jefe es un hombre encantador, se llama Alessandro Greco. Joven, guapo y, lo más importante, soltero. Valentina solo sonrió nerviosa. Lo último que quería era mezclarse con alguien. Estaba en Nueva York para empezar de nuevo, no para cometer los mismos errores del pasado. El primer día en la inmobiliaria fue un torbellino. Alessandro Dubois resultó ser tan guapo como prometía su nombre italiano: alto, con cabello oscuro y ondulado, y una sonrisa que podría derretir el hielo. —Bienvenida, Valentina —le había dicho en cuanto ella llegó a su oficina—
2COLEMe despierto cuando mi vuelo aterriza y la azafata me avisa batiendo las pestañas en mi dirección. Estaba devuelta al país solo por negocios que necesitaba finiquitar con el señor Arismendi, esperé que todos salieran para poder bajar, no me gustaba que las personas se pusieran a mis espaldas, vi un cabello rubio que llamó mi atención, pero en un abrir y cerrar de ojos el barullo de gente hizo que se me perdiera de vista, no le di más importancia y acomodé el maletín que tenía en mis manos para bajar y tomar un taxi, no le avisé a nadie que adelante mi viaje, quería ver como mi sobrino llevaba mis sucursales.Tengo cosas que hacer antes de volver al submundo, será un mes aburrido si tengo que pasearme por todos mis negocios legales antes de volver a mi verdadero mundo. Mis rutinas cuando estoy revisando el manejo de mis empresas es algo muy estricto y nunca me salgo del guion. Soy bueno con los números y me gusta hacer crecer mi patrimonio así que siempre es fácil hacer más y má