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COLE
Me despierto cuando mi vuelo aterriza y la azafata me avisa batiendo las pestañas en mi dirección. Estaba devuelta al país solo por negocios que necesitaba finiquitar con el señor Arismendi, esperé que todos salieran para poder bajar, no me gustaba que las personas se pusieran a mis espaldas, vi un cabello rubio que llamó mi atención, pero en un abrir y cerrar de ojos el barullo de gente hizo que se me perdiera de vista, no le di más importancia y acomodé el maletín que tenía en mis manos para bajar y tomar un taxi, no le avisé a nadie que adelante mi viaje, quería ver como mi sobrino llevaba mis sucursales.
Tengo cosas que hacer antes de volver al submundo, será un mes aburrido si tengo que pasearme por todos mis negocios legales antes de volver a mi verdadero mundo. Mis rutinas cuando estoy revisando el manejo de mis empresas es algo muy estricto y nunca me salgo del guion. Soy bueno con los números y me gusta hacer crecer mi patrimonio así que siempre es fácil hacer más y más dinero.
Si hay algo seguro en esta vida es el dinero.
Terminó mi último sorbo de café, lavo mi taza, le dejo dinero a mi ama de llaves para que haga las compras, tomo mis llaves para disponerme a salir del lugar, al llegar a planta baja el portero ya está en su lugar, un señor serio y siempre disponible para cuando lo necesito me saluda como lo hace todos los días.
—Buenos días, señor Dubois —saluda, como cada mañana.
Le doy un corto reconocimiento y asiento, salgo por la puerta de cristal que da al estacionamiento para buscar mi coche, agarro el Maserati negro, es una bestia en las carreras, si hay algo que me gusta coleccionar son mis carros y motos.
Coleccionar autos son la única una pasión que tengo, bebo licor moderadamente, las mujeres se vuelven insoportables luego de un tiempo, luego de tener sexo se imaginan la boda, la casa y los bebés, y eso me tiene cansado y aburrido. Por algo les dejo las cosas claras antes de meter mi polla en sus agujeros, pero algunas simplemente no entienden.
Llego al edificio que compré hace unos años, lo utilicé para tecnología y logística, aparco en el subterráneo en mi puesto asignado y bajo de mi coche, subo al elevador de un edificio de treinta pisos y yo subo a la última planta para ir directo a mi despacho.
En cuanto el elevador abre sus puertas, me recibe una sala abierta en donde se van a otras dos oficinas más al fondo, hay un sillón y sillas para los invitados, una mesa con revistas para la sala de espera, las paredes son de cristal y el resto de las paredes son blancas, algunos jarrones inmensos decoran las esquinas de manera elegante entonando con el resto de la decoración, mi secretaria ya está en su lugar tecleando frenéticamente mientras atiende llamadas. Casi nunca estoy, así que mi sobrino gestiona todo para que yo no tenga que venir salvo que sea urgente, para eso está el CEO, Alessandro Dubois puede encargarse tranquilamente de todo, llego a dónde está mi secretaria para que note mi presencia, es una linda chica de unos veintitantos, de cabello negro como sus ojos y labios gruesos, siempre eficiente y seria, puede con todo el trabajo, no por eso le pago lo que le pago.
—Buenos días, señor Dubois, ha llamado la señorita Hamilton, que le regrese la llamada que es urgente, me coordiné con sus otras secretarias y dicen lo mismo, ha llamado su socio y pide que se comunique en cuanto pueda y su hermana insistió en esperarlo dentro de su oficina— me informa eficientemente, la veo a la cara y sus mejillas toman un tinte de color rosa.
Me entrega los documentos que voy a necesitar y me ve como pidiendo disculpas con la mirada por la intrusión de mi hermana en mi despacho, sin decir más entré y ahí está mi hermana mayor por solo cinco minutos, es mi hermana gemela, Pamela se encuentra sentada en mi escritorio mientras revisa una de mis revistas despreocupadamente. Me ve y sonríe de manera irónica, soy su único hermano así que sabe cómo tocarme las pelotas.
—¿Qué quieres, Pam? —cuestioné, sin saber cómo es que ella ya sabe dónde voy a estar cada puta vez.
Ella entrecierra un poco los ojos, pero sonríe como si supiera algo que yo no. Eso no debe ser bueno.
—Buenos días para ti también, hermanito— pongo mis ojos en blanco.
—No des más vuelta, Pam algo quieres. Lo sé— dije con tono aburrido—. De hecho, sé que es así, porque si no estarías aquí tan temprano, un lunes por la mañana, y creo que no quiero saber cómo supiste que estoy aquí hoy— se ríe alegremente y su risa hace eco en mi despacho.
Se baja de un salto de mi escritorio mientras me ubico detrás de este y me siento en mi silla grande y cómoda. Mi hermana tiene cuerpo de modelo, es alta de un metro setenta y cinco, es de piel bronceada igual que yo y también compartimos el mismo color de ojos, ambos compartiendo los genes de nuestros progenitores.
—Vengo para invitarte a una deliciosa cena— argumenta con chulería y en tono de burla.
Cada mes nos encontramos para cenar y charlar un rato, ella tiene su vida y yo la mía y ambas son ajetreadas, así que pocas veces coincidimos.
—Pudiste llamar —la pico para molestar, mientras enciendo computadora— para eso existen los celulares, Pam.
—No tiene nada de malo querer visitar a mi pequeño hermano— se burla.
Sólo es mayor que por cinco putos minutos, pero lo saca a la luz siempre que puede.
—Tienes razón. Eso es porque trabajo y lo sabes, tú sabes lo que significa ¿no? —le digo y la veo hacer un mohín— tú también trabajas, pero está bien cenamos ¿Donde siempre?
Solo estaba jodiéndola, a pesar de tener treinta y nueve años me encanta fastidiarla.
—Sí, en el restaurante italiano— me informa mientras se gira para irse con sus tacones presionando por toda la oficina.
Cuando estoy solo en mi despacho comienzo con mi día como tenía previsto, aunque un poco más tarde de lo que me gusta luego de la visita de mi adorada hermana, reviso todo los documentos antes de firmar y analizo mi agenda para lo que queda de semana.
Será una semana larga, que digo semana, será un mes largo.
El trabajo no está siendo fácil últimamente y a veces llego a casa y está muy sola, tal vez deba llamar a dos mujeres en vez de una, sonreí irónico mientras revisaba lo que debía firmar, luego tendría una junta con el gerente y altos ejecutivos de la empresa.
No sé qué me pasa últimamente. Tal vez estoy en crisis por la edad. Tal vez necesite un nuevo auto y una buena follada.
Sé que Haven Hamilton no es más una opción, se puso pegajosa y necia cuando se supone que es casual, nos habíamos visto por un año de manera intermitente, pero ella nunca capto lo que le dije y era que no quería una relación.
Mi secretaria me dijo que Alessandro estaba afuera así que lo hice pasar.
—Tío… que bueno verte —dijo con una sonrisa.
Le miré muy serio.
—Vine para arreglar un problema. ¿Qué pasó con la sucursal de la inmobiliaria? —lo miré con una seriedad fría.
Su rostro se puso pálido y se me quedó viendo con ojos muy grandes mientras me levanté.
3ValentinaLa señora Valeria siempre fue muy amable conmigo desde el día uno, me ayudó con el trabajo y un techo, es más de lo que debió hacer por mí y le estoy eternamente agradecida y es por eso que aguanto los malos tratos de Alessandro, para no fallarle a ella, pero me dan ganas de partirle el cuello a ese idiota.“Tranquila, Tina puedes con esto” me decía a modo de agarrar paciencia.Había cámaras en la oficina, pero Alessandro le creyó ciegamente a su nueva conquista sin evidencia fui una paria desde ese día.Volvía luego de otro día de mierda en la oficina, aunque hoy estuvo más tranquilo ya que Alessandro no estaba y eso fue un respiro para mí, pero mis compañeros de trabajo ya no me veían bien.—Muchas gracias, señora Valeria, en serio le debo muchísimo— mis ojos se ponen húmedos de lo agradecida que estoy, quiero llorar desde su recibimiento, creo que no todos harían esto, pero que se yo de relaciones con otras personas, siempre estuve aislada.La señora Valeria me había pr
4ColeYa había pasado un mes en el que no iba al submundo, pero estaba informado de todo lo que sucedía en mis malditos dominios, soy dueño del mundo criminal en Nueva York y le rindo cuentas a una sola persona. Bones.—Espero que todo este marchando bien —le dije a Bones en una llamada, cuando salí del baño.—Todo va como la seda, señor. Tómese mejor unas vacaciones —me ofrece.Sonriendo me colocó una toalla alrededor de mi cadera cuando salgo y afeito los bordes de mi barba, veo mi cabello negro casi llegando a mi nariz, debería cortarlo, pero me gusta cómo se ve, paso la mano para llevar las hebras de mi cabello fuera de mi rostro, recuerdo que mi nueva asistenta debe estar por llegar en cualquier momento, sin embargo no sé si me dé tiempo de esperar a que llegue, mi antigua ama de llaves está de vacaciones, así que mejor le dejo una nota con lo que necesito principalmente y dinero suficiente para las compras junto con su pago.—Trataré de tener vacaciones —me reí más abiertamente
5ColeNormalmente a mí no me trataban así, sin importar que supieran que era el jefe, todos me respetaban y está chiquilla veinte años menor que yo no iba a venir a faltarme el respeto.—Soy tu jefe, dueño de esta empresa, dueño de todos, inclusive dueño de ti —le dije con insolencia, no sé porque era tan fanfarrón con una chica grosera y altanera, en vez de explicar que soy su empleador.Pero no pude evitarlo, noté como un escalofríos recorrió su cuerpo y mi sonrisa se ensancha más. Es mía, eso era un jodido hecho.—No tengo dueño, mi jefe es Alessandro Dubois o Nancy —dijo con soberbia, levantando el mentón.—Yo soy el jefe de todos, muñequita —aseguré de modo engreído— Alessandro en mi sobrino y solo un encargado.—No soy una muñequita —espetó enojada, con las mejillas rojas de la ira— esto está mal — intentó respirar profundo tratando de calmarse y su pecho subió y bajo apretando su escote haciendo que sus tetas se vieran deliciosas, lo que me hizo apretar mis manos en puños y mi
1 Valentina se acomodó el cabello frente al espejo del pasillo, intentando calmar los nervios. La amiga de su tía la había acogido desde que llegó a Nueva York, pero no esperaba que la señora Giulia, le consiguiera un trabajo tan rápido. ¡Acababa de llegar de otro país! —Es solo un empleo como secretaria, cariño —le había dicho Giulia esa mañana, mientras Valentina desayunaba apresurada—. Pero es en una inmobiliaria importante. El jefe es un hombre encantador, se llama Alessandro Greco. Joven, guapo y, lo más importante, soltero. Valentina solo sonrió nerviosa. Lo último que quería era mezclarse con alguien. Estaba en Nueva York para empezar de nuevo, no para cometer los mismos errores del pasado. El primer día en la inmobiliaria fue un torbellino. Alessandro Dubois resultó ser tan guapo como prometía su nombre italiano: alto, con cabello oscuro y ondulado, y una sonrisa que podría derretir el hielo. —Bienvenida, Valentina —le había dicho en cuanto ella llegó a su oficina—