Hace unas semanas me hubiese cohibido y colocado los auriculares de inmediato. En cambio, aún los sostengo como si estuviesen dañados.
«No tengo esposo ni hijos. De hecho, nadie que ocupe mi tiempo».
Observo mi reloj Versace; son las 7:00 p.m. En ese mismo momento despega el avión.
Mi unica amiga, Laura Maria, me lo dijo, me he esforzado en no ser abierta con nadie, y no he hecho más amigos que ella. Tengo años aqui y con la unica que puedo salir a confianza y tomarme una copa de vino es con Laura.
Se que puedo confiar en ella a ciegas. A ojos cerrados.
Estoy feliz de tener una Laura en mi vida.
«Lo que necesito es un buen trago de Bourbon», me dice una voz en mi interior.
Ya que mi amiga no estaba para aconsejarme, seguro que el alcohol seria un buen consejero.
No acostumbro a tomar. No suelo perder el control de mis emociones, pero ahora me siento más que devastada como para perder los estribos.
Veo a la joven azafata pasar por cinco asientos más adelante del mío. Espero se acerque para solicitarle un trago. Quizás eso tranquilice mis ansias locas de llorar o de tener sexo. En su defecto, tener sexo y luego llorar cuando ya esté sola.
¡Que miserable me siento!
Sé que no soy la típica mujer que espera casarse y tener hijos, progresar en familia y esperar envejecer juntos. Quizá no por ahora.
Quiero hijos. Se que si.
Pero no ahora
¿Es acaso eso tan malo?
¿Que pasa con la sociedad? ¿por que debe haber un tiempo limite para graduarse de la universidad, casarse, tener hijos, tener casa propia? ¿Porque nos exigen que sea en ese mismo orden?
Chris tenia ese concepto retrograda.
El sentía que podía controlarlo todo a su alrededor.
pero yo no soy maleable.
no tanto como el se pensaba.
—Esta pasandome el tiempo, Alika. —me dijo un dia. —tengo treinta y cinco.
—Pero yo solo tengo veintitrés, Chris. Hay tanto que no he visto y queiro conocer. le dije con —voz calmada. El anillo en mi dedo anular me comenzaba a pesar. —¿Como puedes siquiera sugerir eso cuando aun no nos hemos casado?
—¿Por que no puedes confiar en mi? —me pregunto entonces dejando la copa encima del desayunador.
—¿Confiar en ti?
—¿Por que no confias en mi lo suficiente como para tener un hijo mio? ´¿Para formar una familia?
Mi cerebro encendió las alertas, pero seguí de igual forma.
—Sabes que no es de confianza que hablamos. Tengo un futuro por delante. Sabes que estoy dandole l todo por el todo en la compañia.
—En mi compañia.
—En la de tu padre y su padre.
—Será mia en el instante en que mi padre salga por la jodida puerta.
—No es tuya Chris.
—¿De eso se trata? ¿de dinero?
—¿Que?
No pude creer que el me dijera algo así.
insinuando que estaba con el por su dinero-
yo jamas haría algo así.
no necesito su dinero para comprarme absolutamente nada.
tengo mi coche, mis prendas, mi closet con más ropa de la que debería tener.
Pero Laura me lo advirtio. En su momento ella me lo dijo.
—Él no es de tu misma clase social. el busca una ama de casa que le planche la ropa y lo espere con una copa de martini y cena en la mesa.
—Claro que no. Chris es un hombre moderno y maduro.
—Se te caerá del árbol en cualquier momento.
—No sabes lo que dices.
Parece que mi amiga vio más de lo que yo vi.
Él es así.
Los primeros años la pasión era como estar en una telaraña. Yo era el bicho que no podía escapar. La pasión desenfrenada… Él me excitaba hasta el infinito. Calentaba y encendía mi libido con tan solo una mirada. Cada vez más potente, más fuerte, más de Chris. El contacto físico y la atracción que sentíamos el uno por el otro era lo más real en nuestra relación. Eso me hundió.
sucumbí ante sus encantos en la cama. la forma en como me trataba, con animal, tan desenfrenado. era algo que los jóvenes de mi edad no tenian. su experiencia. su deseo de complacer.
—Señorita, ¿podría traerme una copa de Bourbon? —Contemplo a la mujer.
Ella hace un gesto poco disimulado; se come con los ojos a mi compañero de viaje.
Lo primero que me llamó la atención de Marcus fueron sus ojos, de un verde tan profundo que parecían casi iridiscentes bajo la luz tenue del avión. No era el tipo de verde común; tenían matices que cambiaban entre jade y esmeralda, según cómo le daba la luz. Era difícil no mirarlo directamente.
Su piel era clara, pero no pálida, como si hubiera pasado tiempo bajo el sol, logrando un tono ligeramente dorado que contrastaba con el verde de sus ojos. Tenía unas cuantas pecas sutiles en el puente de la nariz y alrededor de los pómulos, que se notaban apenas, pero le daban un aire más humano, más cercano. Me pregunté si esas pecas eran el resultado de una infancia al aire libre, quizá jugando en la playa o escalando montañas.
Lo que realmente destacaba era su estructura facial: una mandíbula firme y bien definida, acompañada de una barba incipiente, justo lo suficiente para darle un toque rudo, pero sin parecer descuidado. Su cabello era castaño claro, más hacia el dorado que hacia el marrón, y estaba ligeramente despeinado, como si acabara de pasar la mano por él sin preocuparse demasiado. No llevaba mucho producto, se veía natural, lo que me hizo pensar que no le importaba mucho impresionar a nadie, aunque claramente lo hacía.
Tenía unos treinta y tantos años, aunque era difícil de precisar. Sus arrugas alrededor de los ojos, esas líneas finas que surgen al sonreír, delataban que había vivido lo suficiente como para conocer la vida, pero no tanto como para perder la chispa de la juventud. Cuando se movía, noté que sus manos eran grandes y fuertes, con los dedos largos y bien cuidados. No llevaba anillo, aunque por su manera de comportarse, pensé que podía estar casado. Su manera de cruzar las piernas, la postura relajada en el asiento, me indicaba que era alguien seguro de sí mismo, alguien que ha viajado lo suficiente como para no inquietarse en un avión lleno de gente.
Llevaba una camisa de lino azul claro, perfectamente planchada, que dejaba ver su complexión atlética. No era corpulento, pero sus hombros eran anchos, y debajo de la tela se podía adivinar una musculatura trabajada. Lo imaginé practicando algún deporte, tal vez surf o correr, algo que le permitiera mantenerse en forma sin caer en la obsesión.
Lo que más me intrigó de él no fue su apariencia, sino la calma que transmitía. No parecía nervioso por el vuelo ni distraído por los pasajeros a su alrededor. Al contrario, parecía estar completamente presente, consciente de todo lo que ocurría. Cuando nuestras miradas se cruzaron por un breve segundo, me sonrió con una de esas sonrisas que apenas levantan una esquina de los labios, lo justo para darme a entender que había notado mi presencia.
Me pregunté quién era, de dónde venía y hacia dónde iba.
Levanto los ojos hacia arriba.
No debo fijarme en Marcus. Es un idiota. uno que sabe que esta bueno y no teme usar sus encantos para conseguir lo que quiere.
Hace años me di cuenta de que lo mío con Chris era solo algo físico, no había amor desinteresado por ninguno de los dos. Llevábamos mucho tiempo saliendo y viéndonos, pero no lo amaba como ese amor que mis tios me enseñaron. Era un beneficio tenerlo como pareja. Era fuerte, vicepresidente de la compañia de su padre, y muy pronto seria el dueño absoluto. Era un tiburon en los negocios. siempre apuntaba a ganar. eso me atrajo de el. su deseo de superacion y de ambición. Era perfecto para mí. Ahora sé que ahí radicaba nuestro problema. Era muy similar a mí. Tal vez en otro momento de mi vida pudimos haber sido muy felices.
Ahora me tomo un mes de descanso de tanta voracidad laboral y me escapo a mi hogar con un hombre odioso y petulante como acompañante en un vuelo de unas casi diez horas, quizá menos.
¿Cómo explicarle a mi madre, Kailani, que su hija arruinó sus planes de una futura y esplendorosa boda?
¿Cómo le digo que no tendrá nietos al menos en diez años más?
Quizás entonces decida tener a mi único hijo sola.
Se que sus esperanzas no estaban cifradas en mi en este momento para tener nietos. ella misma me había tenido muy joven producto de un amorío de temporada que la dejó embarazada y sola. Tipico de mujeres que se enamoran de turistas y aceptan salidas con ellos para no saber nunca más de su existencia.
yo soy producto de ello.
Jamas supe quien era mi padre.
No hice preguntas.
No me interesó saberlo.
No soy celosa. nunca lo he sido. pero odio a las mujeres que son tan descaradamente lanzadas. esas que se disfrazan de liberales para acosar hasta por como miran, desnudando a el punto de su interés. el acoso no va conmigo y la vulgaridad tampoco.No me importa el genero, esas miradas lascivas sin que el otro este agusto o interesado es una violacion imaginaria, intangible pero real a la privacidad del otro individuo. —Su trago, dama—comenta la azafata al entregarme el trago y otro vaso con varios cubitos de hielo.Le sonríe a Marcus.A mi me mira con desdén y dando un ligero cabezazo se retira contoneando las caderas en sobre manera. —Idiota —murmuro a la vez que intento disimularlo con una tos.Me dedico a mirar por la ventana para evitar soltar una palabrota y explicarle con cucharita a esa tonta que ese hombre no está interesado.De repente, se oye la voz de la azafata detrás del altavoz.—Buenos días, señoras y señores. En nombre de Maui Airlines, el comandante Thor y toda la
—¿De dónde eres? Hablas muy bien el inglés como para ser norteamericano, pero no lo suficiente como para no notar que no eres de norte América. —Soy de Inglaterra. Imagino que eres de aqui mismo por tu acento —contesta Marcus.Le da un trago a un café expreso que la joven acaba de traerle. Hago lo mismo con mi Bourbon. El sabor inunda mi boca. Mientras el calor baja por mi garganta, recuerdo que estoy viva. Debo ser agradecida por estarlo.—No tengo acento norteamericano. —Destaco lo que a mi entender es obvio.—¿Me dejas adivinar? —asiento pues no me molesta que lo intente—. ¿Hawaii?Lo observo con sorpresa. ¿A la primera?—¿Cómo..?—Mi familia es de Maui. Yo no crei ahi, mi madre si. Voy varias veces al año, tengo una casa allí. Asiento a la vez que le doy otro trago al Bourbon. Está delicioso. Merendé apenas un Sandwich de jamón y queso antes de salir, pero hace como una vida de eso. Mi estómago no resistirá una segunda ronda de Bourbon. Siento cómo al llegar al estómago el alc
¿Había escuchado bien? Sentí un nudo en el estómago mientras intentaba procesar lo que acababa de decirme.—¿Cómo dices? —pregunté, tratando de asegurarme de que el Bourbon no estuviera jugando con mi mente.Es que no me lo creo. Si, de vez en cuando he fantaseado con algo similar. Las novelas que he leído me han hecho pensar que quizá un hombre misterioso en algún momento de mi vida va a acercarse a mí con propuestas indecorosas. Historias que solo pasan en mi cabeza, con escenarios cada vez más detallados. Pero jamás así.—No fue producto de tu imaginación —respondió con una sonrisa que parecía tener la respuesta a todo.Mi mente comenzó a divagar. ¿Será que sin darme cuenta le habré enviado una señal errónea a este espécimen de macho semental? Repasé cada una de nuestras palabras y miradas de la última hora, pero no encontraba ningún indicio claro. Nada que sugiriera que yo había insinuado algo. Aún así, ahí estaba su propuesta, directa y cruda.El Bourbon, en cambio, me susurr
Estando como una estatua quieta. Haciéndome la dormida. meditando, aunque en realidad mi mente estaba en blanco. odiándome a mí misma por ser tan tonta. Es un truco. es un casanova. es un hombre que está encaprichado porque nadie se le ha negado antes. —¿Vas a seguir haciéndote la que no me escuchas? —me dice luego de dormirme y despertarme y seguir quiera con la cabeza recostada de la ventanilla. —¿Vas a seguir molestandome con tus tontas preguntas y comentarios insinuantes?—Igual te irás conmigo al llegar. —dice seguro muy cerca de m oido. mi cuerpo se estremeció aunque intenté disimularlo lo mejor que pude.—Me molesta tu seguridad. —Es confianza, y mejor aún, te he despertado la curiosidad. —dice. Me giro hacia el y veo que tiene una taza de café en la mano. —¿se te antoja?—no supe si se refería al café o a algo más y eso me hizo sonrojar por el hecho de pensar siquiera en algo más que proviniera de él.—Estoy segura de que te puedes matar la curiosidad tú solo. —le digo gira
Horas de ansiedad y aburrimiento. Demasiado tiempo libre para pensar. No quiero pensar en qué estoy soltera otra vezno quiero pensar en el compromiso roto que me dejó sola. Cuando pienso las cosas y cómo pudieron haber sido con Chris, mis ojos me traicionan y se dejan convencer por las lágrimas gruesas y pesadas. Un mes. Un mes había transcurrido desde que mi compromiso con Chris se había ido a la mierda. Yo, Alika Pierre, con mis veintitres años, tenía al hombre perfecto a mi lado, un trabajo en el más que próspero y solicitado de la ciudad, sin hijos, sin responsabilidades más que mi madre y mi tia. No tengo a nadie más con vida que dependa de mí ni de mi salario. Mi madre y tia viven en Lanai, una pequeña isla perteneciente a Hawaii. Lanai es mi hogar, una isla pequeña y tranquila en Hawái que parece estar escondida del resto del mundo. Crecer allí fue como vivir en un rincón apartado de la civilización moderna, rodeada de montañas verdes, playas solitarias, y un ritmo de