Pestañeó un par de veces, tratando de asimilar el entorno y se percató de que seguía estando en la habitación del hospital. Una mueca de disgusto dibujó en los labios cuando sintió el escozor en las muñecas. Según el médico, era un síntoma habitual ya que las heridas comenzaban a cicatrizar.Se incorporó (se sentó) en la camilla, restregándose el rostro con ambas manos, barriendo el rastro de sueño que pareciera no querer abandonarlo o quizá su estado aletargado se debía al catéter en su brazo derecho que continuamente pasaba medicamentos a su torrente sanguíneo. Frunció el ceño al darse cuenta de ese detalle. ¿En qué momento lo conectaron? ¿Por qué tenía de nuevo la I.V? Profanó en los recuerdos de los últimos acontecimientos, tratando de hallar algún indicio que le indicara algo que...—Buen día, Asariel —La figura del doctor abarcó su campo de visión—. ¿Cómo estás, cómo te sientes? —preguntó el hombre.Se deslizó hacia arriba, su espalda chocó contra el respaldar de la cama, hacien
Retomar el cauce de su vida le costó. Volver a su departamento mucho más. Sin embargo, cuando salió del hospital, lo hizo con la seguridad de querer comenzar desde cero.Terminó quedándose con el dinero que le había dado Ethan. Se mudó a un nuevo departamento situado en el corazón de la ciudad, lejos de su antiguo barrio. Dejó atrás todo lo que le recordaba su miserable existencia. Por primera vez, agarró las riendas de su vida, dándole un nuevo giro, una vuelta de página.Eventualmente se habituó al nuevo ritmo de vida. Tenía suficiente dinero como para solventarse por unos buenos meses. Aun así, buscó empleo.Fue contratado como camarero en un prestigioso restaurante ubicado a unas cinco calles de su departamento.Interactuaba con fluidez con las personas, incluso sonreía genuinamente. A la vista de todos, Asariel era un chico normal como cualquier otro de su edad, uno más del montón. Uno que hablaba con sus compañeros, que reía, que se sentía feliz, pero las apariencias engañaban.
Poco a poco se fue apagando y fue perdiendo el brillo que había recuperado en sus ojos. Las sonrisas fueron desvaneciéndose y las ganas de lacerarse a sí mismo volvieron. Lo que había logrado en los últimos tres meses se esfumaba, dejándolo sin ganas de nada ni siquiera de levantarse de la cama.Aquel ser de mirada color zafiro se convirtió en su sombra. Aquella voz austera se transformó en un eco dentro su mente. ¿Por qué? ¿Por qué no podía vivir tranquilo? ¿Por qué todo pareciera estar en su contra? Lo único que había deseado era ser un chico normal.No deseaba regresar al hospital, no deseaba retomar las terapias. Necesitaba estar bien, pero, al parecer, no era posible.Todo modificó nuevamente, todo regresó.Al final, lo que vivió en los últimos tres meses fue simplemente una utopía sosegada. Algo temporal porque nuevamente estaba viviendo un infierno.(…)La lámpara colgada del techo del living comenzó a parpadear apenas ingresó al departamento; cerró los ojos, rogando porque las
Sintió la intensa mirada color azul, como si lo estuviera analizando. Retiró las mantas hasta la mitad de su cuerpo, apoyó las manos a los costados, impulsándose hacia atrás hasta quedar sentado sobre el colchón (espalda apoyada contra el respaldar de la cama).—Muchas preguntas a la vez —Dibujó un mohín en los labios—. Y las respuestas son complejas para que las comprendas. Sin embargo, te he dicho que el juego se acabó. Aun así, te contaré sobre mí.—No sé si quiero saber sobre usted —Se sentía cada mas incomodo bajo el escrutinio de la intensa mirada ajena—. Lo único que quiero es tranquilidad. No quiero volver a ser... Quiero tener y llevar una vida normal, como cualquier otra persona, como cualquier chico de mi edad. ¿Por qué no puedo? —preguntó.Qué ironía hablar de una vida normal cuando nunca la tuvo.Nunca fue un chico ordinario, aunque pudo aparentarlo... La realidad distaba de ser así. Desde pequeño supo que había algo mal en él y nadie —aparte de su madre— logró ayudarlo,
El Bien y el Mal. Luz y Oscuridad. Vida y Muerte.Todo fluye con equilibrio. La balanza no debe inclinarse solamente hacia un lado. Caso contrario, el mundo completo se vería afectado. Y el efecto dominó sería inevitable. Si habría que definir un equilibrio exacto, sería igual a un juego de ajedrez, las piezas se mueven estratégicamente, pero, ¿qué sucede si falta o si se pierde una pieza?El ser humano, de por sí, es inteligente. La mente humana es... un cúmulo de enigmas, de ideas y lo más fascinante es la imaginación.(…)La luz se filtraba por las ventanas, ocasionando una desagradable molestia. Frunció el ceño sin abrir los ojos. Giró sobre sí, manoteando las mantas hasta cubrirse totalmente. Se sentía agotado y el dolor en su muñeca izquierda no ayudaba.Dio unas cuantas vueltas sobre el colchón, pero no lograba conciliar el sueño y terminó por rendirse. Las sábanas volaron hacia un costado y pestañeó varias veces. Sus ojos se acostumbraron a la luz que bañaba completamente la h
Abrió el grifo y colocó un pequeño chorro de jabón líquido sobre las palmas. Se lavó las manos mientras analizaba su rostro en el espejo. Un leve rastro asalmonado cubría sus pómulos y en sus ojos halló un nimio atisbo de brillo.Poco a poco recuperaba su esencia. Poco a poco volvía a la normalidad. A por lo menos aparentar ser un chico normal.—Hola, Asariel —saludó alguien.Un espasmo sacudió su cuerpo.No. No haría caso. Él no estaba oyendo nada más que el agua correr en el lavado.Cerró el grifo y dibujó un mohín al darse cuenta de que ya no quedaban toallas de papel. Exhaló un suspiro y se frotó las manos contra sus muslos. Qué más daba si usaba su pantalón como toalla.—No me gusta que me ignores —Frío, sintió frío—. He sido bueno contigo. Te di tu espacio. Te brindé tiempo para que puedas asimilar lo que ocurrió. Lo sigues oyendo, ¿no es así?—Usted es solo un producto de mi mente —espetó, tratando de sonar sosegado—. Algo que mi cabeza inventó. No es real. Y toda esa historia
Desayunó parsimonioso, su mirada fija en las agujas del reloj. Los minutos pasaban lentos y se preguntó si aquello era constante o quizá se debía a que no tenía que salir rumbo al trabajo. Era su día libre.Escuchó la puerta abrirse. Pasos lentos acercándose.—Oh, aquí estás —Al ver la figura frente a él ni se inmutó—. ¿Puedo? —El hombre apuntó la silla vacía, asintió—. ¿Qué sucede?—Nada —respondió.Se incorporó, llevando la taza al fregadero. Al volver a su sitio, un escalofrío recorrió su espalda. Observó minuciosamente al hombre, notando al instante algo que no cuadraba. No lo había hecho, pero ahora lo hacía, descubriendo cosas que antes no estaban.El semblante levemente apagado, ojos opacos e incluso —aunque le costaba admitirlo a sí mismo— ya no lucía tan apuesto.—Es la primera vez que me miras así —Desvió la mirada a cualquier otro lugar—. Pensé que nunca serías capaz de verme directamente.—No era mi intención...—Está bien, entiendo —Sus labios esbozaron un mohín. ¿Por qué
Las fuerzas se esfumaron del todo. Apenas conseguía seguir con la rutina. Se agotaba rápidamente como si algo le quitara las energías. Cada día se apagaba más.Las modificaciones notorias. Comenzó a adelgazar por más que comiera las tres comidas diarias. Su largo cabello y dorado perdió el brillo, lucía opaco y sus ojos perdieron todo atisbo de vida.Un muerto en vida.Al pasar las semanas, comprendió por fin algo de todo lo que Xander le contó. Pudo asimilar el hecho de, literalmente, convivir con el ente que tomaba forma física y aparentaba ser un humano más, un hombre ordinario. Pese a ello, hubo muchas otras cosas que fue entendiendo.Xander mencionó un castigo, pero nunca le explicó de qué se trataba. Odió que esa información fuera revelada a medias. Él también quería saber. Sin embargo, se cansó de insistir. No valía la pena.—¿Qué haces? —Se encogió de hombros y continuó dirigiéndose hacia la puerta—. Te hice una pregunta.—No hace falta que te la responda —gruñó entre dientes—